22 sep 2015

Eduardo Frei Montalva y Pinochet: 1973-1982

Algunos sectores de derecha, se esmeran en tildar al Partido Demócrata Cristiano como golpista. La única verdad histórica, es que este conglomerado político fue un duro opositor al gobierno de Salvador Allende.

El año pasado, diversos personajes de derecha, donde se incluye a la historiadora Patricia Arancibia Clavel, sacaron a lucir en el Diario La Segunda,  la “famosa” carta de Eduardo Frei Montalva a Mariano Rumor, donde el primero explicaría las razones del golpe.

Los historiadores, estamos para investigar el pasado y comprender el presente y tratar de que los sujetos que habitan en comunidad, lo comprendan y proyecten cambios sociales. No obstante lo anterior, en algunas circunstancias hay que hacer justicia respecto a la coyuntura de 1973, sobre todo en el rol del expresidente Eduardo Frei Montalva.[1]

Toda la información que vamos a ocupar en este escrito,  están basados en los documentos desclasificados del Departamento de Estado y de la CIA, organismos de los Estados Unidos, que sí ayudaron con financiamiento y planificación al Golpe de Estado en Chile.

Una vez producido el golpe de Estado de 1973, la CIA informa que “el Expresidente Eduardo Frei está considerando el exilio hasta que la dirección del nuevo gobierno se aclare”.

Este ya es el primer indicio de que el emblemático líder democristiano no se sentía cómodo, con el desenlace de los hechos el 11 de septiembre de 1973. Otro de los puntos importantes para la argumentación que estamos sosteniendo fue el Tedeum de ese año,  en que  la CIA informó.

“A diferencia de las actitudes de González Videla quien “fue sobrepasado de júbilo al punto de no encontrar palabras para agradecer a las FFFAA” y de Jorge Alessandri con su “abrazo al general Pinochet”, la de Frei Montalva fue “orar por la paz y la reconstrucción del país”. En la interpretación de los analistas norteamericanos, la actitud del ex mandatario, fue tomada como una afrenta, al gobierno de facto que se estaba instalando.

También cabe destacar que Eduardo Frei, desde un primer momento, su preocupación fueron los Derechos Humanos; en su reunión de despedida al embajador de Estados Unidos,  le plantea con “toda su fuerza” las graves violaciones a los derechos humanos que se estaban cometiendo y la maquinaria estatal que se comenzaba a montar para que estas fueran una política de Estado.

La actitud del entonces diplomático fue  escuchar y la del Departamento de Estado, cuidar las relaciones con el nuevo régimen.

“Su mayor preocupación es la continuidad de las ejecuciones sumarias por intentos de fuga u otros pretextos. (Frei) acaba de pasar algunos días en la zona de Coquimbo-La Serena y estaba alterado por informes que había escuchado sobre las ejecuciones sumarias allá, en Antofagasta y en otras partes. También dijo que estaba escuchando constantemente informes preocupantes sobre el uso de la tortura en los interrogatorios”.

Durante la Unidad Popular, el ex mandatario se mostró como un  duro opositor, calidad legítima en una democracia, pero según estos datos, descartamos tajantemente que fuera golpista.

Desde un inicio, Frei Montalva se mostró como un opositor a la Dictadura de Pinochet y más temprano que muchos, comenzó a la levantar la voz sobre las graves violaciones a los DDHH y a enfrentar a Augusto Pinochet, cooperó tanto en la rearticulación de su partido como en la de toda la oposición. Esto último, le costó su sentencia a muerte.

Las pruebas, para defender aún más el legado de Frei, están sobre la mesa, el Partido Demócrata Cristiano tiene el deber de iniciar la lucha por el rescate de su  memoria que es tan o más importante que ganar elecciones o puestos de poder relevantes (que son muy legítimos). Cultivar su historia es lo único que le permite a un conglomerado su proyección en el tiempo.

[1] Olga Ulianova: El despliegue de un antagonismo: el ex Presidente Frei Montalva y el Dictador Pinochet en los archivos estadounidenses (1973-1982), publicado en revista Historia: PUC, nª47. El columnista es ayudante de investigación de la autora.

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21 sep 2015

Otra catástrofe que debemos enfrentar con rapidez

Una nueva tragedia nos ha sacudido. A la larga y aguda sequía que enfrentamos hace una década y los aluviones producto de las intensas lluvias de hace algunas semanas, se sumó ahora un terremoto y tsunami que impactó de diversas formas a toda nuestra región.

Pude apreciar personalmente los daños en muchas viviendas y pequeños comercios de Choapa y Limarí. En Illapel, Canela, Combarbalá, Salamanca, Punitaqui o Montepatria muchas construcciones antiguas sufrieron los efectos del sismo y cedieron, dejando a muchas familias damnificadas.

En la costa, en tanto, Coquimbo, Tongoy y Los Vilos fueron azotados por el mar, siendo el aumento del nivel de las aguas un elemento muy destructivo, que arrasó a su paso con las caletas, equipamiento e instalaciones, ferias, mercados, almacenes, restorantes, pequeños hostales y también viviendas.

Fueron minutos de enorme angustia. Muchos vivieron escenas de las que sólo tenían conocimiento por los relatos de abuelos y personas mayores. La desolación y destrucción que dejó el ingreso del mar fue significativa. 

Además de los daños en construcciones, se perdieron herramientas de trabajo, mercaderías y ciertamente los frutos de lo que iba a ser un fin de semana de gran afluencia de público y que terminaron siendo sólo días para tratar de ordenar y limpiar los efectos de esta lamentable tragedia.

Como país y como región una prueba más de esta naturaleza que parece haberse ensañado  con los nuestros. El Gobierno ha reaccionado con rapidez. La Presidenta Bachelet y los Ministros se han desplazado a la zona y adoptado las medidas necesarias para hacer frente a la emergencia y preparar la reconstrucción de lo dañado.

Se ha decretado zona de catástrofe, lo que junto a los programas que se han ido probando y potenciando con los diversos eventos -ya ocho en este período de gobierno- establecen un marco de trabajo para detectar los daños, identificar a los afectados y procurar reconstruir tanto los hogares como la capacidad productiva perdida.

Me preocupa especialmente que seamos capaces de actuar rápidamente. Es muy importante que la respuesta sea ágil, especialmente para recuperar la capacidad de las personas para desarrollar sus labores. Son muchos nuestros hombres y mujeres que no piden más ayuda que devolverles la capacidad de salir adelante con su propio esfuerzo. Una muestra del temple y coraje de nuestra gente.

Por eso la recuperación de caletas, mercados, ferias, comercios, restoranes y almacenes debe ser rápida, sin demoras y tramitaciones excesivas. El verano está muy cerca y es una fecha donde muchas familias  obtienen ingresos. También es relevante lo que se haga en promoción turistica de tal modo que la llegada de visitantes no se vea afectada.

En materia de vivienda también es urgente contar con soluciones expeditas y variadas. Son muchos los tipos de daños, algunos requeriran reparaciones, otros una reconstrucción total.

Y aunque no parece urgente tiene que haber un especial cuidado  con inmuebles patrimoniales que debemos reparar y preservar. Es parte de  nuestra historia tangible, la misma que forjó el temple de estos hombres y mujeres, que hoy dan la pelea por volver a la normalidad. Con ustedes estamos.

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21 sep 2015

Terremotos y sus efectos: se puede hacer más

El terremoto 8,4 grados que afectó a la Región de Coquimbo resultó ser bien mentiroso. Por fuera, las casas y las edificaciones parecieran no tener mayores problemas, pero por dentro la cosa es muy distinta. Muchas construcciones -en especial en las zonas del interior de la región- muestran serios daños que obligarán prácticamente a levantarlas de nuevo.

No estamos hablando sólo de casas de adobe, hemos visto lamentablemente casas de concreto que al parecer no respetaron los estándares de las normas de construcción chilena que nos han hecho famosos en el mundo por su alta resistencia a sismos de gran intensidad.

Hay varias enseñanzas que nuestro país debe asumir con mucha fuerza: debemos transitar hacia estándares de construcción que nos permitan ir reemplazando el adobe por materiales más seguros para la población; se debe hacer un refuerzo de la fiscalización, de modo de que las empresas constructoras den absolutas garantías de que se está respetando la normativa; hay que evaluar y tomar medidas efectivas en materia de uso de suelo para vivienda en zonas inundables por maremotos y debemos intensificar la educación de la ciudadanía en temas de seguridad.

Es cierto que para la magnitud del terremoto, hubo pocas víctimas, pero eso no es para alegarse. Cada vida es importante y lo que debemos asumir como el país más sísmico del mundo, es que tenemos que ser capaces de que ningún chileno o chilena muera por efectos de terremotos y maremotos, más aún si esas muertes son evitables.

Las regiones deben mejorar la calidad de las edificaciones, tenemos que mejorar los sistemas de alerta de tsunamis para llegar a todos los que están en potencial riesgo, debemos tener sistemas que permitan una rápida limpieza, reconstrucción y reparación de la capacidad productiva, y -finalmente- tenemos que ser capaces de asegurar que los servicios mínimos como acceso al agua y la energía, sufran las menores interrupciones.

En ese sentido, el proyecto de ley que reformula la ONEMI debe finalmente ser aprobado en el Congreso y para eso pedimos que se intensifique el debate para mejorar esa institucionalidad sobre la base del aprendizaje que hemos visto en los últimos terremotos sobre grado 8 que se han registrado en apenas 5 años.

Chile tiene el registro de los más grandes desastres sísmicos en la historia del mundo y por lo mismo, debemos ser capaces de hacer más para resguardar la vida de las personas y la recuperación de la normalidad.

Hay que felicitar a las personas que habitan el borde costero porque supieron qué hacer y evacuaron espontáneamente; del mismo modo hay que agradecer a las policías, cuerpos de Bomberos y Fuerzas Armadas, los municipios y los gobiernos regionales por la dedicación y profesionalismo. Chile siempre va a tener que lidiar con estos fenómenos, pero vamos a tener la tarea cumplida cuando estas catástrofes tengan un impacto mínimo en nuestras vidas.

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21 sep 2015

Insuficiente pero necesaria

En estos últimos días se han intensificado las opiniones y presiones para limitar aún más el ejercicio de los derechos fundamentales del trabajo relativos a la libertad sindical y negociación colectiva, incluido el derecho de huelga, objetos principales de la reforma laboral impulsada por el gobierno.

La cúpula empresarial, la oposición e incluso, lo que es aún más preocupante, algunos senadores y ex ministros pertenecientes a los partidos integrantes de la Nueva Mayoría se han unido en sus esfuerzos para continuar restringiendo estos derechos.

Acaso no perciben que continuarán existiendo demasiadas personas, trabajadores y trabajadoras, para quienes esos derechos son inalcanzables o su consecución muy ardua o simplemente sus derechos conculcados.

No se dan cuenta que con su intolerancia al ejercicio de la libertad sindical están promoviendo una forma de violencia social.

Aún no se dan cuenta que la libertad sindical está en la base de toda la gama de derechos consagrados por las normas internacionales en favor de los trabajadores. Estas normas establecieron un conjunto de límites a las posibilidades de los empleadores de organizar el trabajo y la producción, y esos límites aseguraron la marcha óptima de los sistemas productivos.

No se dan cuenta que hoy, superadas largamente las teorías económicas clásicas que atribuían a la sindicación efectos nocivos para la sociedad, la libertad sindical aparece como un factor clave para la sostenibilidad de los proyectos empresariales y como uno de los mecanismos más efectivos para incrementar la productividad y forjar el único modelo de competitividad admisible: aquel basado en el respeto de los derechos de los trabajadores. 

Como no se dan cuenta que el déficit de Trabajo Decente en nuestro país tiene entre sus principales causas la falta de libertad sindical y negociación colectiva que impacta negativamente en el empleo, protección social y diálogo social.

Aunque afirmar que la libertad sindical es un derecho humano debería ser suficiente para motivar su respeto irrestricto, hoy es posible afirmar también que la libertad sindical promueve la eficiencia de los sistemas productivos.

En el fondo, de lo que parece tratarse es de la pugna entre dos ideologías. Una, la democrática en su mejor acepción. Otra, profundamente antidemocrática, basada en la ley del más fuerte. Una que, aún con errores y vacilaciones, busca la justicia social. Otra, que parte de la base de que la desigualdad es un motor fundamental del progreso.

Como le resultará obvio al lector, apostamos por la primera de las opciones: la libertad sindical, la negociación colectiva y la huelga como condiciones, caminos y fines para la plena democracia con justicia social; apuesta por la que, sin duda, también han optado el gobierno y la inmensa mayoría de trabajadores, y la que, por tanto, será la ganadora si todos nos empeñamos en ello.

Los indicios son claros y permiten pensar en una política laboral pos neoliberal. Que si bien los cambios propuestos en el proyecto de reforma laboral, que hoy se discute en el Senado, son insuficientes, no han tenido toda la extensión e intensidad que se esperaba o que podrían haber alcanzado,también son necesarias para continuar avanzando en la construcciónde ese Nuevo Modelo de Relaciones Laborales. Un modelo que reconozca la divergencia de intereses y el conflicto inherente a la relación capital-trabajo.

Pero para que los trabajadores y sus organizaciones sindicales en general recuperen los derechos arrebatados por  el plan laboral impuesto por la dictadura, necesitan de su propia fuerza orgánica, que hoy se visualiza como una tarea compleja, que afecta principalmente a la capacidad de conducción de sus dirigentes.

La reestructuración y el fortalecimiento sindical no pueden apoyarse exclusivamente en lo que un gobierno democrático haga en materia legal.

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21 sep 2015

Bolivia, cuestión de afecto

¿Hay algo que pueda llamarse afecto entre los pueblos? Sí, por qué no. Es algo parecido al cariño entre los amigos. No al afecto entre los aliados expuesto fácilmente a la traición. Entre los pueblos sí puede darse un cierto amor. ¿No es algo así lo que sentimos por amigos de otras nacionalidades? El cariño entre personas de distintos países tiene un gusto incomparable.

¿Por qué Chile no ama a Bolivia? ¿Por qué Bolivia no ama a Chile?

Esto no es del todo verdadero. Hay bolivianos y chilenos que son grandes amigos, hay matrimonios mixtos, hay hijos e hijas que nacieron allá y que viven acá, y viceversa. ¿Podrían crecer estos afectos hasta convertirse en un tipo de amor de un país por otro? No tan rápido. Para conseguir este fin habría que poner los medios: remover los obstáculos y recurrir a la imaginación para encontrar la fórmula.

Lo primero será tener claro el fin último en una relación internacional entre vecinos: Chile y Bolivia han de vivir la fraternidad. ¿Es mucho pedir? Mucho tal vez para Chile, un país que se hizo con guerras y cuyo honor nacional estriba en sus ejércitos. Demasiado para un cristianismo chileno de baja ley que olvida que hay un solo dueño de la Tierra: el Creador. El cristiano a la chilena “cree” más bien en la propiedad privada.

¿Es Chile dueño de Chile? No es cosa de olvidar la historia y los tratados. Tampoco el arte de la política. Y sería además torpeza prescindir de la diplomacia. Tomarse el derecho internacional a la ligera tiene el peor de los pronósticos. Sin acuerdos internacionales y estipulaciones precisas, no se conseguirá nunca nada serio y duradero. Pero no se pueden confundir los planos. Unos son los medios y otros son los fines. El derecho, la política y la diplomacia son medios; la concordia, el intercambio y la paz entre los pueblos son un fin.

Si Chile quiere tener como hermana a Bolivia, tiene que invocar sus mejores sentimientos y ponerse en el lugar de los bolivianos que, contra razones jurídicas nuestras probablemente inatacables, claman una salida al mar que consideran indispensable por motivos que nosotros los chilenos no logramos comprender o despreciamos.

¿Traicionaríamos así la sangre de nuestros soldados? ¿O será que no queremos renunciar a la provincia de Antofagasta de la que hemos vivido hace más de cien años? ¿A qué le tenemos miedo? ¿A ceder? No se trata de devolver Antofagasta. El asunto no es simple.

Chile y Bolivia deben primero buscar comprenderse a nivel emocional, y después todo lo demás; y, al mismo tiempo, deben remirar todo lo demás, en vista de ponerse en el lugar del otro. Comprendiéndose uno a otro, cada país podrá ver mejor la grandeza del fin e inventar los medios.

Los chilenos creemos tener la razón porque el derecho está de nuestra parte. Pero olvidamos que la razón es irreductible al derecho. La razón se nutre también de otras fuentes y, en este caso, debe aspirar a la máxima realización posible de la fraternidad entre Bolivia y Chile.

Nuestro país no puede parapetarse en el derecho para defender a muerte sus intereses. Tampoco puede renunciar a estos y al mismo derecho como si nada.

Si deja de lado el miedo a perder, si apuesta en cambio a la posibilidad de ganar una gran hermana, se le abrirá la imaginación y ayudará a inventar una solución que en todo caso será obra de dos y no de uno solo.

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21 sep 2015

Reforma Laboral, un país que desconfía no avanza

Ha pasado a ser una costumbre que, ante cada reforma, surjan anuncios catastrofistas. Así sucedió con las reformas tributaria y educacional. Sin embargo, los señalados efectos trágicos no se han producido.

Ahora es el turno de las modificaciones al sistema de las relaciones laborales. Se acusa que no están dirigidas a incorporar más jóvenes y mujeres al mundo del trabajo y que no se potencia la capacitación. Sin embargo, esos objetivos -que todos compartimos- no son propios del derecho colectivo del trabajo, y requieren, por tanto, de otro tipo de medidas y cambios que debemos hacer como país para dar un nuevo impulso a la productividad y competitividad.

Como si se tratase del peor de los males se argumenta que, más que laboral, la reforma es sindical, aunque ello en si nada tiene de malo. Por cierto, es mucho más que una reforma sindical. Constituirá un avance para los trabajadores sindicalizados, que contarán con reglas más justas para negociar colectivamente con sus empleadores. Y, a través de la extensión de los beneficios obtenidos con sus negociaciones, también podrán favorecer a los trabajadores sin afiliación sindical.

Lamentablemente, hay un sector de la sociedad chilena que siempre ve amenazas en el horizonte. Hoy es el turno de los sindicatos, aunque en el fondo, el temor es al diálogo y a enfrentar nuestras diferencias. Dicho de otra forma, es el miedo a la democracia.

Se pretende, entonces, generar una distancia entre trabajadores y sindicatos, apelando al clima de desconfianza que prima en el país, instalando la idea de que los sindicatos adquirirían un poder ilimitado, lo que se transformaría en fuente de abusos contra las empresas e, incluso, contra sus propios afiliados o los trabajadores no sindicalizados.

Un país que desconfía no avanza, mucho menos si la desconfianza recae sobre los millones de chilenos que constituyen la masa laboral.

Una sociedad moderna espera que el Estado cumpla un rol regulador y fiscalizador, y que trabajadores y empleadores tengan espacio y garantías para acordar una serie de materias por sí mismos, de manera proactiva y en igualdad de condiciones, no sólo en cuanto a salarios y beneficios sino también aquellas destinadas a conciliar el trabajo con la vida familiar, la elaboración de planes de igualdad de oportunidades y de equidad de género, la capacitación, la reconversión productiva y el desarrollo de mecanismos para solucionar controversias.

El eje central del Gobierno de la Presidenta Bachelet es la equidad. La reforma laboral apunta a generar equidad en la negociación entre empleadores y trabajadores.

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20 sep 2015

Emergencias, ¡hasta cuándo!

El miércoles pasado, probablemente de capitán a paje, de Arica a Magallanes  y desde el barrio hasta en La Moneda, muchos dijeron ¡hasta cuándo tantas emergencias!, mientras la respuesta no escuchada ni pronunciada, podría ser….¡Hasta que entendamos!

Hasta que entendamos que las emergencias ocurren, que para un Estado no pueden ser vistas como hechos aislados aunque su origen, causa, magnitud y duración sean diferentes.

Hasta que asumamos que son situaciones permanentes y que no podemos detenernos a pensar solo cuando se transforman en catástrofes o cuando el ranking las ubican en una posición especial, y tratamos de consolarnos acudiendo al promedio… es que esto ocurre una vez cada 150 años, una de las tantas falsedades que nos llevan a postergar lo impostergable.

Tres terremotos de gran magnitud, capaces de ubicarse no solo dentro de los más potentes a nivel nacional sino que también llamar la atención mundial, dos maremotos, las dos temporadas de incendios forestales más destructivas desde que existe registro, incluyendo incendios catastróficos en una Reserva de la Biósfera (Torres del Paine) y dos en Valparaíso, Patrimonio de la Humanidad, aluviones en el norte, la salida del río Las Minas en Punta Arenas que inundó el centro de la ciudad, erupción de dos volcanes, marejadas destructivas, y sequía,  son solo algunas de las grandes emergencias que hemos debido enfrentar en los últimos cinco años.

Entonces, ¿estamos realmente frente a situaciones aisladas o en realidad debemos considerar las emergencias como un componente relevante de la seguridad pública, tal como ocurre en países desarrollados? Una pregunta que suele evitarse, una respuesta que aún no llega.

Millones de personas afectadas, infraestructura dañada, un impacto económico y gasto para el presupuesto de la nación que para 2015 probablemente supere los 100 mil millones de pesos, son solo alguno de los efectos de estas emergencias.

Inevitable recordar cuando en febrero de 2014, antes que asumiera el actual gobierno, escribía en Cooperativa una columna titulada “Emergencias, posible dolor de cabeza para el nuevo gobierno”, algo que lamentablemente para todos ha terminado siendo algo más que una jaqueca.

Pero ¿pudimos evitar que algunas de estas emergencias ocurrieran? En muchos casos probablemente no, pero ¿eso implica que debemos resignarnos y esperar el golpe?, la respuesta es la misma, no. Aunque pareciera que terminamos creyendo lo contrario.

Pero es curioso, lo que hoy nos enorgullece termina por señalarnos que lo logrado no es fruto de la casualidad sino del esfuerzo constante, de visión y compromiso de Estado, en definitiva somos herederos y beneficiarios de este esfuerzo.

Me refiero por ejemplo a la regulación antisísmica, cuyo desarrollo se observa en 1929 con la Ley General de Urbanismo, y quizás antes con el inicio de la investigación en materia sismológica por iniciativa de la Universidad de Chile y el entonces Presidente Montt, como consecuencia del terremoto de 1906, y que posteriormente llevó a la creación del Servicio Sismológico Nacional, actual Centro Sismológico – CSN.

Entonces luego de cinco intensos años, ¿qué tenemos pendiente? ¿qué podríamos heredar a quienes vendrán, a nuestros hijos y nietos?.

Cada una de estas grandes emergencias presentan a lo menos tres elementos donde la deuda sigue siendo significativa y que, si lo hacemos bien, podría transformarseen un gran legado: ordenamiento territorial y planificación de ciudad en el más amplio sentido de la palabra, organización y entrenamiento comunitario a partir de una política pública que establezca un programa serio, normado, bajo estándares capaces de desarrollar un plan nacional de organización y entrenamiento comunitario, y no iniciativas aisladas y muchas veces cosméticas, y por último una nueva institucionalidad moderna en gestión de emergencias, que aborde de manera eficiente, con competencias, liderazgo y credibilidad el antes, durante y después de las emergencias, como entidad de alto nivel de especialización del Estado, para lo cual se requiere seguir mejorando el actual proyecto en el Senado.

Pero también debemos ser realistas, las soluciones mágicas no existen. Lo que si existe son los resultados que se obtienen del esfuerzo serio, guiados por una visión de Estado, tal como lo fue en su momento el nacimiento y desarrollo de la investigación en sismología así como la regulación en materia de construcción.

Emergencias ¡Hasta Cuándo! Hasta que entendamos esto y nos decidamos a dejar un legado que permita construir comunidades más resistentes y resilientes, pues así comprenderemos que más que negar, debemos asumir que las emergencias seguirán ocurriendo, y por ello debemos desear lo mejor y prepararnos para lo peor.

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20 sep 2015

En esta hora

El terremoto y tsunami del 16 de septiembre agregaron nuevas dificultades a la compleja situación económica, social y política que ya enfrentaba nuestro país. La tarea de gobierno se ha hecho todavía más pesada.

Como sea, no queda sino afrontar la emergencia con la voluntad de demostrar que es cierto que, frente a las desgracias, los chilenos somos capaces de unirnos y de actuar con sentido nacional. Lo primero es, naturalmente, auxiliar a las familias de Illapel, Coquimbo, Tongoy, Combarbalá, Salamanca, Canela, Concón y otros lugares, cuyas casas quedaron destruidas o inhabitables, y también a quienes perdieron o vieron dañados sus locales comerciales, etc.

La tarea es enorme: remover escombros, limpiar las vías, asegurar el agua potable y la electricidad, demoler las construcciones más dañadas, instalar viviendas de emergencia, etc.Luego, habrá que reparar la infraestructura dañada, reforzar la protección del borde costero e impulsar otras obras, todo lo cual demandará grandes recursos.

Al César lo que es del César. Corresponde reconocer que la Presidenta Bachelet encabezó eficientemente la respuesta del gobierno desde la primera hora.

Gracias a que los informes técnicos no demoraron, el ministro Jorge Burgos entregó tempranamente la alerta de tsunami, lo que tuvo inmenso valor. La población valora que la mandataria y los ministros se hayan desplazado a la zona afectada para resolver las urgencias. Igualmente que Carabineros y las Fuerzas Armadas hayan cumplido con su deber de apoyo a la comunidad.

Es valioso que se haya consolidado una “cultura de emergencia” entre nosotros. Pocos países pueden evacuar en un par de horas y sin grandes trastornos a cerca de un millón de personas a lo largo de más de 3 mil kilómetros de costa. Podemos sentirnos orgullosos.

No cabe duda de que Chile ha aprendido de sus tragedias. El SHOA de hoy es mucho mejor que en 2010, también la ONEMI, y sobre todo hay una capacidad mayor de reacción del gobierno, las intendencias, los municipios, etc. Pero ya sabemos que las catástrofes dejan una tarea que no se podrá cumplir en poco tiempo. En las próximas semanas, vendrán inevitablemente las muestras de impaciencia de los damnificados porque no todo se arregla con la rapidez que ellos necesitan.

En esta hora, se impone el realismo en materia de gasto público. Solo la reposición de la infraestructura pública del puerto de Coquimbo se estima en más de 7 mil millones de pesos. Será obligatorio reasignar recursos en un momento de bajo crecimiento y alta inflación, lo que exigirá que la Presidenta le hable claro al país respecto de las prioridades.

Burgos ya dijo que habrá que apretarse el cinturón, y eso no será fácil de entender por parte de quienes creen que el Estado es una especie de Rey Midas. Será clave que Rodrigo Valdés, ministro de Hacienda, y Sergio Granados, director de Presupuesto, expliquen crudamente que el país enfrenta dificultades que podrían agravarse si no se actúa con disciplina fiscal. Lo primero es no sumar nuevos proyectos onerosos al presupuesto del Estado y, ciertamente, combatir el dispendio.

Ojalá que los pequeños cálculos políticos no prevalezcan en este momento. Frente a una situación tan difícil, necesitamos espíritu de comunidad, disposición de contribuir a las soluciones, verdadera generosidad.

En esta hora, la unidad es un imperativa. ¿Que aportará la Confederación de la Producción y el Comercio, la Sofofa, la SNA y los demás gremios empresariales?

¿Se les ocurre alguna manera de colaborar a los dirigentes de la CUT? ¿La Confech ya está inscribiendo brigadas de estudiantes universitarios para ayudar como voluntarios en la zona? Necesitamos que la solidaridad se exprese en los hechos.

La responsabilidad del gobierno es crear condiciones para la colaboración de todos los sectores. Como sabemos, la Presidenta ha enfrentado un período políticamente muy complejo, pero tiene hoy la oportunidad de mostrar que ella crece ante las dificultades. Deberá dedicar muchas energías a liderar los trabajos de reconstrucción. Obras son amores. Los chilenos valorarán si ella y el gobierno actúan con energía y diligencia.

Hoy es más necesario que nunca que la Presidenta despeje los focos de incertidumbre política. Eso implica dar una salida realista a las controversias legislativas sobre las reformas y, naturalmente, acotar la agenda para el tiempo que queda.

El gobierno no puede perder el tiempo en debates inconducentes sobre materias que no podrán zanjarse en este período, como la Constitución.

Hay que escuchar a esa mayoría que pide poner en primer lugar la lucha contra la delincuencia, los esfuerzos por mejorar la atención de salud y elevar la calidad de las escuelas públicas. A eso se han agregado ahora los inmensos retos que dejó la catástrofe. Solo sirve gobernar con los pies en la tierra.

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19 sep 2015

Justicia social y crecimiento

En sectores de izquierda se ha instalado como una especie de última palabra, la idea de que el crecimiento económico no es un dato sustancial, estructural, en un proyecto de sociedad que busque derrotar la desigualdad que afecta a nuestra democracia, uno de los factores, que más daña la legitimidad del sistema político en el país.

Con ese criterio se desconoce que los países que no crecen aumentan la desigualdad que les aflige. En su libro “El capital en el siglo XXI”, que nadie acusa de neoliberal, muy por el contrario, es una contribución a las ideas de la izquierda, el economista francés Thomas Piketty, lo demuestra claramente. En el caso de menores ingresos se reducirá aún más la parte que recibirán los sectores de más baja participación en el Producto Nacional de un determinado país. Entonces, hay que convencerse que, al igual que la democracia que se edifica paso a paso, la justicia social se construye mediante un esfuerzo consciente y tenaz de los países.

Con ello, ni por un segundo pierde importancia el factor corrupción, dentro de los graves problemas actuales, por el contrario, si algún hecho o fenómeno ha impactado en la manera en que el hombre o mujer de a pie, aquella persona que no tiene militancia, pero que sabe los grandes temas-país, en esa “mayoría silenciosa”, los casos de corrupción han sido decisivos para que asumiera la desaprobación que le caracteriza.

Para la conducción del Estado la actitud frente al crecimiento económico es un tema primordial. En esa materia no puede haber complejo alguno. Cuando la izquierda ha desdeñado ese factor, por considerar que es una traba tecnocrática o una concesión a la derecha neoliberal, el resultado ha sido catastrófico.

La historia reciente no admite dudas. En efecto, enormes Estados que parecían realidades geopolíticas invulnerables, como la ex Unión Soviética, se desplomaron al ser incapaces de solventar sus propios gastos y de financiar las obligaciones contraídas con las sociedades que dirigían. Así fueron quedando atrás. Los derechos sociales reconocidos quedaban sólo en palabras.

Cuando se afirma que garantizar derechos sociales no está sujeto al crecimiento económico, se logra un buen efecto ante un público que eso es lo que quiere escuchar, pero se cae en una grave inconsistencia que indica incapacidad de reconocer que si no se crece y no se cuenta con la preparación necesaria las reformas sociales no logran perdurar.

Lamentablemente es así, por que no habría nada mejor que un mundo en que bastara detectar el lugar donde determinados derechos sociales no se ejercen y proceder, de inmediato, a dictaminar su cumplimento. Pero, la vida no es tan fácil, esa instrucción o decreto requieren tener el sustento material que lo realice. Al dictarse una ley sobre alguno de los derechos a ser garantizados, de no cumplirse con el financiamiento requerido, en el mejor de los casos, se entrega una solución temporal, lo que es en el hecho atender una demanda transitoria y no concretar ese derecho como definitivo.

Cuando se habla de la conducción política, la clarificación de como se alcanzarán tales históricos desafíos es una responsabilidad que no se puede eludir, por que requieren transitar por un periodo arduo y complejo que los hace posible.

Además, son incontables las veces en que la insolvencia del Estado llevó a deshacer en minutos, leyes que costaron arduos años de lucha. Es cosa de informarse, mínimamente, de la tragedia económica y social en Grecia y de como un líder de izquierda, el Primer Ministro Alexis  Tsipras, tuvo que tramitar con la Unión Europea, tanto el llamado “rescate” para evitar el colapso monetario, como el refinanciamiento de la deuda, negociación que ha llevado a compromisos que dañan las conquistas sociales en ese país.

A pesar que pareciera que en Europa las cosas se toman con calma y serenidad, no ha sido así. Por mucho que el horror de la Segunda Guerra Mundial motivara la formación de las Naciones Unidas y la suscripción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, tales negociaciones desventajosas para las naciones más débiles provocan graves retrocesos sociales.

No obstante, la comunidad internacional distingue entre derechos de primera generación, es decir, los derechos civiles y políticos, a la vida y la libertad en sus diversas dimensiones, a la propiedad y la dignidad de las personas, para luego definir como de segunda generación, los derechos económicos, sociales y culturales.Después de ellos se han definido los derechos de tercera generación o derechos de los pueblos, vale decir, la paz, la autodeterminación, la identidad nacional y cultural y un ambiente sano y sustentable.

Los primeros son indisolubles, son inherentes al ser humano y no debieran depender de traba alguna ni del progreso social anterior; los segundos son derechos universales que sí deben contar con un sostén que permita ejercerlos y realizarlos, ya que constituyen y representan una conquista civilizacional que necesita un desarrollo que los sostenga. Los terceros, no en orden de jerarquía o prelación, son expresión de una comunidad internacional capaz de asegurar tales grandes objetivos humanizadores.

Las sociedades no son  idénticas y se tensan en debates y controversias respecto del “quehacer” en una etapa determinada del ciclo histórico. No se trata sólo de levantar o exigir determinada consigna, la antigua frase que “en el pedir no hay engaño”, sirvió sólo como buena intención o para experiencias populistas que crearon más conflictos y pobreza a su paso.

Ahora bien, el solo crecimiento no basta. Eso está también muy demostrado. Hablar exclusivamente de crecimiento es resignarse a la desregulacion del mercado. Ante ello, la gran tarea de los gobiernos con sentido de futuro es hacerse cargo de formular una conducción económica que asegure inclusión e integración social, con justas y correctas medidas redistributivas.

Esa visión es la que asegura la paz social y la estabilidad democrática. Es la articulación de ambas tareas tan complejas y difíciles de alcanzar lo que se constituye en una política progresista capaz de conducir el Estado, con vistas a una sociedad mejor, más libre e igualitaria.

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17 sep 2015

¿Alguien votó por lo que se está haciendo?

Voté conscientemente y decididamente por Michelle Bachelet. Al igual que más del 99% de los chilenos no leí completamente el programa de gobierno propuesto  a los chilenos por la Nueva Mayoría. Sin embargo estaba y estoy de acuerdo con sus lineamientos en muchos de los puntos planteados, pero no en todos.

Chile necesita de una mejor distribución del ingreso y la riqueza, tiene la obligación moral y ética que los frutos que hemos alcanzado en nuestro desarrollo económico sean mejor compartidos. ¿Quién podría levantar su voz para defender los evidentes privilegios que han exacerbado la inequidad?

Necesitamos de una mejor educación, la que tiene que nacer principalmente de la base misma de la familia y los profesores, educadores insustituibles de nuestros niños y de su futuro. Nadie que ostente algún cargo de poder no recibió en algún momento el apoyo  cariñoso y generoso de sus padres y el de muchos profesores que contribuyeron eficazmente en sus conocimientos y valores. Profesores abnegados que más les importaba su amor a la educación que el justo pago que les correspondía por los servicios prestados.

¿Quién puede negarse a una reforma educativa destinada a generar igualdad de oportunidades y una calidad mejor?

Y así, podríamos revisar todo el programa de gobierno y hacernos en cada postulado preguntas  las cuales casi todas ellas tendrían, al menos por mi parte plena aceptación.

Obviamente que mi voto consciente y sin dudarlo ningún instante le pertenecía a Michelle Bachelet. Además, estaba el aval de su presidencia anterior que contó con el apoyo mayoritario de los chilenos, los que nos sentimos orgullosos de nuestra primera mujer presidenta.

Hoy Chile está decepcionado por la forma en que el gobierno ha querido implementar las reformas planteadas a la ciudadanía, principalmente por la soberbia de algunos que han interpretado que el voto popular obtenido en las urnas constituye un cheque en blanco que les da derecho a llevar a cabo los cambios como lo estiman conveniente, atribuyéndose poderes que nunca se les ha entregado, aduciendo que el programa fue votado por la ciudadanía lo que les permite efectuar los cambios a su libre arbitrio, a sabiendas que más del 99% no lo leyó.No es este el Chile que todos queremos.

El Chile de posiciones ideológicas irreconciliables destruyó la democracia y permitió el acceso al poder de una dictadura implacable. No se puede volver al pasado, tenemos la obligación de construir unidos, mediante la democracia de los acuerdos nuestro futuro común, el cual por naturaleza es incierto, pero la democracia nos permite la posibilidad de enfrentar nuevos cambios una y otra vez.

Me han llamado la atención las palabras del ministro vocero de Gobierno, Marcelo Díaz, quien expresó a la salida del último comité político que “tenemos que hacer un esfuerzo de hacer mayor pedagogía social y política para explicar los alcances de lo que estamos haciendo. Tenemos que ser capaces de explicar”.

Si lo que se está haciendo no está bien hecho, el esfuerzo del ministro y del comité político será estéril. El problema radica precisamente en que no se están haciendo bien las tareas de gobierno y mientras la ciudadanía no perciba una conducción ordenada, coordinada, eficiente, sabia y prudente que interprete a las grandes mayorías, las explicaciones, aunque estén sustentadas en una pedagogía social y política, no servirán de nada .

No es tan necesario que la población conozca a cabalidad el alcance detallado de las tareas que se llevan a cabo para cumplir el programa del gobierno. Las tareas hay que hacerlas bien y si se hacen bien no son necesarias tantas explicaciones. El ministro Eyzaguirre ya lo explicó.

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