03 nov 2015

El círculo vicioso de la educación chilena

La asignación del Aporte Fiscal Indirecto (AFI) a las universidades constituye una discusión que data de muchos años y que ahora ha vuelto a ponerse en tela de juicio a propósito de la implementación de la gratuidad en la educación superior. Tanto para algunos rectores como para algunos parlamentarios, su eliminación permitiría reasignar esos recursos y así cubrir la brecha económica que se les generará a las instituciones que decidan adscribirse a esta nueva política, a partir del año 2016.

Como universidad que acoge mayoritariamente a estudiantes provenientes de sectores desfavorecidos, siempre hemos considerado que el AFI es un sistema de financiamiento regresivo y discriminatorio, que hasta antes de la implementación del Ranking de Notas, se sumaba a los mensajes desesperanzadores que se le entregaban  a todos esos jóvenes, que teniendo mérito académico, no tienen la posibilidad de lograr en las pruebas de selección universitaria un alto puntaje, tanto por su capital cultural de base como también por la calidad de su proceso formativo.

Premiar a las universidades que reciben a los estudiantes de más altos puntajes en la PSU, sólo ayuda perpetuar las diferencias de cuna, como también a la imposibilidad de romper el círculo de escasez socioeconómica asociada a pobreza educacional.

El AFI no es algo que impacte directamente la proyección presupuestaria de instituciones como la nuestra, que no recibe a los mejores puntajes PSU y donde el ingreso de recursos por esa vía resulta marginal.

Sin embargo, seguir manteniéndolo tal como está, puede interpretarse como una contradicción, ya que lo que hoy se busca es favorecer a los que menos tienen y no continuar financiando a las universidades que reciben a los estudiantes de más altos puntajes, que sabemos que en su mayoría, provienen de familias de altos ingresos.

Por lo mismo, la eliminación del AFI hoy se convierte en una doble oportunidad: terminar con un mecanismo que no favorece la equidad y la posibilidad de ofrecer mejores condiciones a los planteles que decidan implementar la gratuidad el 2016,  reasignando dineros en el presupuesto nacional para cubrir la brecha económica que ocasionará en algunos de ellos.

Ya lo hemos señalado anteriormente, la gratuidad va en beneficio de los jóvenes por sobre cualquier otro interés institucional. Su inminente implementación es una excelente noticia para los estudiantes, pero también requiere estudiar y revisar con responsabilidad los cambios que esto generará al interior de los planteles de educación superior para que puedan ofrecer gratuidad a los alumnos, sin alterar su funcionamiento ni los estándares de calidad de la formación que entregan.

No podemos desconocer los avances que se han alcanzado en materia de equidad y los esfuerzos que ha hecho y sigue haciendo el Gobierno en la búsqueda de una educación más justa para todos los chilenos.

La gratuidad es un enorme paso en esa línea, sin  embargo, el cambio será realmente significativo, si esta nueva política no sólo no perjudica el normal funcionamiento de las instituciones, sino que al contrario, suma conjuntamente a la equidad y calidad.

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03 nov 2015

Rentistas coludidos

Parece que el juego entre oferta y demanda, la competencia, la libre decisión de los actores que participan en los mercados y todos aquellos paradigmas económicos del modelo neoliberal que los empresarios han convertido en dogma al momento de oponerse a regulaciones, a un Estado fuerte y a reformas estructurales, están lejos de pasar de los manuales de economía a la práctica de muchos grupos empresariales chilenos.

Ya no son hechos aislados. A la luz de un nuevo caso de fijación de precios, esta vez entre la CMPC y SCA -actores mayoritario y minoritario, respectivamente- que se coludieron por más de 10 años para impedir la entrada de un nuevo actor al mercado de papel tissue, la colusión empresarial parece ir convirtiéndose en regla más que en excepción.

Empresas con una posición dominante en los mercados de las farmacias, los pollos, los buses interurbanos, el transporte aéreo de carga, las navieras, lejos de competir con mejores precios y calidad, se protegen usando para ello las más delictuales prácticas atentatorias contra la libre competencia que, en teoría, dicen defender con dientes y muelas.

No son abiertamente monopolios, pero se han comportado como tales agrupándose en carteles: poniéndose de acuerdo con empresas del mismo sector para disminuir o eliminar la competencia. Fijan precios, se reparten cuotas del mercado o limitan la oferta disponible, con el fin de aumentar sus beneficios en perjuicio de los consumidores.

Reglas del juego claras y estables, son el reclamo permanente de los grupos empresariales que acusan de generar incertidumbre cualquier intento por equilibrar la balanza entre oferentes y demandantes o por corregir las fallas de mercado.

Que la inversión extranjera se va a ir de Chile, acusaron con la implementación del royalty minero; que la clase media se va a ver perjudicada con el alza de impuestos; que se va a ver afectado el empleo con mayores regulaciones; que el derecho de propiedad debe ser intocable en la Constitución para no perjudicar el funcionamiento de los mercados.

Justamente la confianza pública ha sido el valor más afectado en los casos de colusión. No es casual, por ejemplo, que en EEUU, que penaliza con cárcel la colusión, dicho delito se llame “crimen contra la confianza”.

Expectativas y confianza son erigidos por el empresariado como valores superiores en un modelo de competencia perfecta que nunca es tal, porque los mercados fallan por falta de transparencia, opacidad o acciones atentatorias contra la libre competencia.

Y, paradojalmente, son esos principios los que se ven socavados con prácticas colusivas y monopólicas como las que repetidamente en los últimos diez años los consumidores han debido sufrir, casi hasta constituir un patrón de comportamiento empresarial. ¿Qué otro sector se develará coludido, aprovechando las desproporcionadas ventajas y eximición de multas que ofrece la delación compensada?

Bajo la cantinela de la “incertidumbre” los empresarios chilenos ha restringido la inversión interna, boicoteando las reformas tributaria, laboral y ahora constitucional, en un ciclo económico marcado por el fin de los commodities. Cuestión que se veía venir porque un precio del cobre alto no podía durar para siempre, pero que esta clase empresarial no estuvo dispuesta a enfrentar con mayor inversión, innovación, investigación o riesgo.

Los principales grupos empresariales chilenos, muchos de ellos surgidos al alero del saqueo al Estado en dictadura, en que la derecha económica compró a precio de huevo las empresas públicas que la derecha política les vendió, están más acostumbrados a sacar provecho del boom de materias primas impulsado por decreto (como el DL701 de la industria forestal, por ejemplo),  que a innovar, invertir o emprender.

Más que capitalista, que para multiplicar sus ganancias debe innovar continuamente y así evitar que competidores más audaces lo saquen del mercado, la clase empresarial chilena ha devenido en rentista, que busca cobrar la mayor renta posible por los recursos (la mayoría naturales) con que cuenta. Está lejos de crear valor, sólo administra sus rentas.Rentismo por extracción de recursos naturales o por colusión, pero rentas al fin.

Los rentistas se han coludido demasiadas veces, abusando una y otra vez de la confianza de los consumidores que los prefieren. Por eso, como dice Pedro Aznar, “ya no basta con pedir perdón”. Compensación, rectificación de prácticas y un nuevo paradigma de responsabilidad social, y recién entonces podríamos empezar a pensar en un verdadero Diálogo Social con la clase empresarial chilena.

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02 nov 2015

El Capitalismo a sus pies

Entré a la política a través de la Democracia Cristiana, bajo el llamado nacional y popular para cambiar el mundo y lograr un nuevo orden solidario, comunitario y en un sistema democrático.

Esta definición tiene un profundo sentido de transformación social y económico donde lo esencial es el asentamiento del personalismo – no el individualismo – como eje de los cambios y comunitarismo, como la expresión social de ese personalismo iluminado por el traspaso del poder individual de la economía al pueblo organizado.En este esquema la propiedad privada mantiene su status cumpliendo su rol social que permite el valor ético de su acción.

En este planteamiento no ha sido fácil convencer a muchos independientes, de la real capacidad de reemplazar el capitalismo, menos aún en los últimos años dónde ha florecido nimbado de eficiencia y pulcritud a través de sus propios medios de comunicación.

Los ejemplos de abusos en los viejos regímenes comunistas y la caída de algunos gobiernos Social Cristiano, ha sido aprovechado para dar la razón aparente a los modelos capitalistas.

Desde siempre ha sido para nosotros difícil luchar con este historial de aparente éxito y justicia en sectores importantes del hemisferio occidental.

Hoy el capitalismo chileno se ha mostrado en plenitud y con alfombra roja.

Hoy no es un problema de nombres o personas. Lo que hemos visto es la decapitación de su alma mater. Es el argumento ad homine o argumento desde sus argumentos, que nadie puede negar.

Nadie acusa. Se acusan solos pero aún así logran ventajas comparativas.

Francisco nuestro gran pontífice ha sido moderado pero certero.

La propia Papelera lo ha reconocido.

En pocas palabras de hoy, la Papelera sí.

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02 nov 2015

¿Nueva Constitución o nuevo proyecto país?

Más allá de las diversas circunstancias que puedan llevar a pensar en la necesidad de un país con una nueva Constitución política, no cabe duda de que es un proceso extenso en el tiempo, complejo y que difícilmente puede dejar satisfechas las expectativas de todas las personas, grupos e intereses dentro de una sociedad.

Sin embargo, ello no hace que deje de ser válido, y en ciertos casos imprescindible, que una sociedad se proponga el desafío de darse una nueva Constitución. Un proceso como este adquiere mayor sentido si en realidad es el resultado (y no el origen) de un cuestionamiento más profundo y que dice relación con el tipo de país y de sociedad que queremos construir.

¿Hace cuántas décadas que las chilenas y los chilenos, como sociedad civil, no reflexionamos sobre el tipo de país que somos y el que queremos ser en el futuro?

¿Cuáles son los consensos o acuerdos amplios que tenemos sobre los derechos que queremos garantizarles a todos los habitantes?

¿Educación completa, atención de salud, seguridad pública, justicia, medioambiente sin contaminación, participación en la construcción de la sociedad, autoridades públicas probas, etc.?, ¿y cuáles son los deberes que debemos tener como habitantes y como ciudadanos?

¿Cuáles son los indicadores de desarrollo y bienestar que vamos a considerar para medir nuestros progresos como país?, ¿seguiremos asumiendo los impuestos por los organismos internacionales a los que pertenecemos, a los que aspiramos pertenecer o nos daremos nuestros propios métodos e indicadores? ¿Cuáles son los objetivos que como país queremos lograr en 20, 30 o 40 años más y en qué ámbitos?

Asimismo, cabe preguntarse ¿qué derechos le garantizaremos a nuestros adultos mayores?, ¿qué le otorgaremos y exigiremos a los inmigrantes y refugiados que deseen asentarse en nuestro país?, ¿cuánto queremos invertir en defensa nacional?, ¿qué tipo de relación queremos tener con los países de la región y el resto del mundo?

¿Qué recursos naturales queremos que sean de propiedad de todas las chilenas y chilenos?, ¿qué estamos dispuestos a garantizarles a las familias que se dedican a la agricultura, a la pesca, a la minería, a la artesanía, al cultivo de las tradiciones y el folclore, a las que viven o desean vivir en zonas aisladas y extremas del país?, ¿qué tipo de regionalización y de descentralización queremos?

Como parece evidente, diversos de estos aspectos y muchos otros, difícilmente tienen cabida en una Constitución política. Sin embargo, tampoco debieran quedar sólo para contenidos programáticos de campañas electorales de toda índole y de los vaivenes de los resultados circunstanciales de los procesos electorales, que siendo legítimos, algunas veces parecieran ser interpretados por las personas electas como mandatos sin obligación de rendir cuenta o de considerar la opinión de las personas en las posiciones que adoptan como autoridades elegidas democráticamente.

En este sentido, muchos temas son esenciales en la construcción de un cierto tipo de sociedad y afectan la convivencia cotidiana de las personas y grupos al interior de esta, inciden en la equidad social, en las oportunidades y progreso de las personas.

Por ello, Chile debe primero reflexionar y concordar un proyecto de país o proyecto nacional con la participación y acuerdos más amplios posibles. Luego, esto debe dar paso a una nueva Constitución política. ¡Este es el verdadero desafío!

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02 nov 2015

Macetero

La reforma agraria se inició en el gobierno de Jorge Alessandri, que bajo presión del Presidente Kennedy dictó una ley que entregaba a los campesinos las numerosas haciendas que por quiebras, donaciones y otros motivos habían ido a parar a la Beneficencia Pública y otras instituciones del Estado. Como no tocaba un pelo a latifundios privados se la bautizó como “Reforma de Macetero”.

Algunos parecen tener la misma peregrina idea para la reforma educacional en curso, pretendiendo restringir sólo a las universidades estatales la gratuidad, incorporada en la ley de presupuesto 2016 a instancia directa de la Presidenta Bachelet. Este nuevo intento de frenar el inicio inmediato y a tranco firme de la reconstrucción de la educación pública gratuita y de calidad fracasará como todos los anteriores, que no han sido pocos ni les ha faltado imaginación.

So pretexto que con ello se evitaría un eventual recurso de inconstitucionalidad, algunos parlamentarios de la coalición de gobierno, incluido el senador que preside la comisión mixta de presupuesto y algunos diputados, han promovido restringir la gratuidad 2016 solo a las universidades estatales. Evidenciando que se trata de una maniobra concertada, la misma propuesta fue presentada con bombos y platillos por un rector de conocida militancia en un partido gobiernista, en presencia de conspicuos parlamentarios y ex ministros de la Concertación, invitados con ocasión del aniversario de la sede donde se celebró la más reciente reunión del Consejo de Rectores (CRUCH).

Les salió el tiro por la culata. Como era de esperar, la idea fue rechazada categóricamente por el resto de las universidades estatales y muy especialmente por las otras universidades del CRUCH, el llamado G9 que incluye las universidades católicas.

Al final, el Consejo de Rectores acordó por unanimidad exigir que la gratuidad 2016 sea aprobada en el parlamento en los términos presentados por el gobierno. “No es conveniente en caso alguno introducir una división en la glosa presupuestaria ni reducir el número de instituciones” declaró el presidente del CRUCH, Rector Aldo Valle. “No esperamos que se haga una división de la glosa porque hay una promesa hecha a todas las instituciones del CRUCH y quisiéramos que eso se respete”, agregó Diego Durán, Rector U. Católica del Maule, al presentar ambos las conclusiones del CRUCH.

El argumento de “discriminación” esgrimido en contra de la glosa de gratuidad es feble, puesto que hay consenso general que el financiamiento público no puede ir a instituciones que no acrediten calidad y tengan fines de lucro. Así es actualmente, puesto que hay varias que no tienen acceso a becas ni créditos porque no han acreditado la calidad requerida para ello. Por otra parte, la propuesta gubernamental no afecta a los actuales receptores de estos beneficios, los que se mantienen igual.

Si la oposición está dispuesta a llevar su porfía contra la gratuidad hasta el extremo de dejar sin financiamiento a la educación superior, presentará de todos modos un recurso de inconstitucionalidad, sin importar si aquella es restringida o general. Sin embargo, ello es improbable porque el costo político de llegar a esos extremos no es menor y el gobierno tiene múltiples herramientas para insistir con éxito en su propuesta, como lo evaluó responsablemente al elaborar la glosa referida.

Más allá de las escaramuzas parlamentarias, el asunto es más de fondo. Los que desde la oposición y la coalición de gobierno se oponen a la gratuidad y pretenden mantener el actual esquema de “vouchers”, han urdido ahora esta leguleyada de restringirla a las estatales porque saben que la idea cuenta con cierta simpatía entre algunos partidarios de la reforma, incluidos varios dirigentes y ex dirigentes estudiantiles.

Estas legítimas aprensiones a extender la gratuidad más allá de las instituciones estatales, sin embargo, no parecen tomar en cuenta debidamente la realidad del sistema educacional que se pretende reformar, donde la mayor parte del actual financiamiento público ya se está entregando a instituciones privadas donde estudia la mayoría de los estudiantes y trabaja la mayoría de los profesores, académicos y funcionarios de la educación. Sólo que dicho traspaso de fondos públicos opera mediante una modalidad en que éstas lo reciben sin rendir cuenta alguna, puesto que aparece como el resultado de una supuesta “compraventa” de servicios educacionales.

Ese es el punto. La reforma propuesta por el gobierno en la glosa de gratuidad no busca entregar nuevo financiamiento público a instituciones privadas, puesto que eso es precisamente lo que ha venido ocurriendo en cada uno de los presupuestos precedentes, sino cambiar la modalidad en que éste se entrega, de modo de terminar con la mercantilización de la educación, que es la raíz de su crisis general, y reemplazarla por su asignación y control directo por parte del Estado, a instituciones de calidad que, independientemente de su propiedad, no tengan fines de lucro, no discriminen, elijan democráticamente sus autoridades y, lo que es determinante, no cobren a sus estudiantes.

Sin duda la propuesta del gobierno se puede mejorar, pero en lugar de restringirla a solo a las estatales, es posible y recomendable extenderla a todas las instituciones acreditadas que no tengan fines de lucro y acepten las condiciones de gratuidad y participación exigidas en la glosa, ojalá haciendo más estricta esta última puesto que es el mecanismo principal para garantizar que las instituciones receptoras se van a alinear con autonomía a los objetivos públicos. Esa es precisamente la propuesta CENDA-ICAL, presentada ya el 2014. En otras palabras, se pueden convertir las cuantiosas partidas presupuestarias actuales de créditos y becas en su mayor parte, para extender la gratuidad de este modo, de inmediato.

Dicha propuesta no asigna un peso más a las instituciones privadas que los que actualmente están recibiendo sin control alguno en forma de créditos y becas. En cambio, introduce un cambio decisivo en la forma de asignación, control y, lo que es determinante, permitiría desmercantilizar de un golpe más de la mitad de las matrículas de toda la educación superior, lo que cambia esencialmente el carácter de las referidas instituciones.

Algo similar hay que hacer con los colegios reemplazando la actual “subvención escolar” por una asignación directa a cambio de gratuidad y requisitos como fin del lucro, no selección y atención de un barrio determinado.

El financiamiento público ya cubre más de la mitad de los ingresos por aranceles de toda la educación superior y más del 90 por ciento de los ingresos de los colegios, por lo cual este cambio de modalidad permite lograr la gratuidad inmediata a una proporción similar de los estudiantes y sus familias. El resto se puede lograr en pocos años, solo mediante el incremento vegetativo del presupuesto educacional.

El impacto de esta reforma es inmenso. En todos los niveles. Desde luego libera a los estudiantes de la obligación de contraer créditos, terminando con el infame CAE y a los becarios de someterse a discriminatorias exigencias académicas mayores que las de los que pueden pagar.

Permite reordenar los colegios y logra rápidamente la meta de dotar a cada barrio y cada pueblo con un colegio público gratuito de calidad, donde las familias puedan enviar sus hijos caminando, tal como sucede en todos los países desarrollados. El impacto sobre los profesores, académicos, investigadores y personal de apoyo a la educación es también enorme, puesto que al contar los establecimientos con financiamiento estable pueden exigir condiciones de trabajo asimismo estables, lo que es el elemento decisivo para mejorar la calidad.

Lo que es más importante, la reforma educacional procede de este modo como siempre debe ser, sin destruir nada sino transformando el carácter de lo existente y extendiendo beneficios de modo general de manera de generar el apoyo político que requiere para avanzar.

Y de seguro evita que la reforma educacional de la Presidenta Bachelet vaya a ser catalogada alguna vez como una “reforma de macetero”.

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02 nov 2015

El poder de Matte y Honoré de Balzac

Los extremadamente ricos han llegado a detentar ese nivel de poder económico, no porque hayan trabajado más y con superior habilidad que como lo hace la inmensa mayoría de la población, sino porque se han valido de artimañas, muchas veces toleradas por la función pública en razón al recelo que ellos infunden.

En Chile varios de éstos, quienes son las cabezas visibles de unas 20 familias, parecen honorables hombres de negocios y lo penoso es que la opinión pública a través del tiempo ha estado creyendo reverencialmente esa bien orquestada simulación. Sostenemos que en el ADN de unos cuantos de estos empresarios está la irrefrenable búsqueda de acumulación de capital, sin importarles la vía utilizada.

La manida fórmula de la colusión en los mercados se ha detectado en ocasiones por casualidad en los años recientes por la Fiscalía Nacional Económica (FNE) organismo público que persigue el buen funcionamiento de los mercados y está claro que las empresas que utilizan este engaño a los consumidores necesariamente son las que tienen altas cuotas de dominio en algunos sectores de la economía.

Lo hacen porque son muy poderosas y se dan el lujo de impedir el ingreso de otros actores en “sus” mercados porque, para sus propios intereses, la sana y abierta competencia le es perjudicial. En cambio, los oferentes chicos de bienes y servicios, en razón a que sus pesos específicos no les permiten “regular” los porcentajes de ventas aseguradas, no pueden practicar la trampa al mercado que sí en muchos casos hacen los grandes, vía conformación de carteles, ello por una desmedida y hasta patológica avidez comercial.

El conocido Honoré de Balzac, con la agudeza mental que le era propia, decía que “detrás de cada gran fortuna hay un delito” y recordamos esta frase porque hemos quedado perplejos al conocer la repartición del mercado de los papeles higiénicos, servilletas y toallas de papel por parte de la tradicional CMPC y la ex Pisa, actual SCA, cuyos mandamases son y eran, respectivamente, Eliodoro Matte y Gabriel Ruiz-Tagle.

Ambos,  que permanentemente aparecen en los medios de prensa por sus distintas iniciativas, pusieron barreras de entrada al mercado que ellos dominan para así fijar un duopolio. En razón a la molestia que nos causa ese comportamiento anti social y anti mercado de Matte, a continuación describimos otras malas prácticas realizadas por el dueño de la gran empresa que acuñó en el gobierno de Salvador Allende la mediática y convincente locución “la Papelera NO”.

¿Cuáles son las anteriores actuaciones indebidas, no siempre recordadas por la opinión pública, del personaje que se las daba de promotor de la probidad en los negocios y que, desde la testera del Centro de Estudios Públicos (CEP), daba clases de rectitud a políticos y empresarios top ?

Casi toda la prensa nacional, con distintos énfasis, reprodujo el 29 de octubre recién pasado la noticia emanada del Poder Judicial que daba cuenta del fallo condenatorio, del día anterior, impartido por la Tercera Sala de la Corte Suprema en contra de la Congregación Religiosa Los Legionarios de Cristo por haber devastado voluntariamente el cerro isla del Medio, área verde de acuerdo a la normativa urbana vigente en el Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS).

1.- Esta tipología le pertenecía a Matte, quien después de otra sentencia anterior de la misma Corte Suprema, se la donó a esa orden religiosa y como el Comunicado del Tribunal no explica cómo se llegó a la última sentencia, invitamos a los lectores interesados en conocer lo sucedido que lean la columna “Los Legionarios de Cristo también destruyen” publicada el 24/09/09 en El Mostrador.cl, pues fueron los vecinos del cerro isla aludido, asistidos por la Fundación “Defendamos la Ciudad”, quienes denunciaron los hechos en las instancias administrativas correspondientes, entre otros, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, el Ministerio de Obras Públicas, la Contraloría General de la República y el Consejo de Defensa del Estado, organismo que litigó y ganó en sede jurisdiccional.

2.-  El Impuesto territorial, conocido como Contribuciones de Bienes Raíces es cobrado anualmente por la División de Avaluaciones del Servicio de Impuestos Internos (SII) en 4 cuotas trimestrales a todos los poseedores de inmuebles agrícolas y urbanos, existiendo una gran diferencia entre los avalúos fiscales de los predios rurales y los predios urbanos.

El mismo Matte, presuntamente para eludir el pago del impuesto que le correspondía por un extenso terreno localizado en un sector urbano de La Dehesa, comuna de Lo Barnechea, es decir, apto para desarrollar proyectos inmobiliarios, utilizó un ardid que está reseñado en columna “El potrero de los Matte en un sector urbano de La Dehesa” publicada el 17/01/13 en Ciperchile.cl, la que también conviene conocer para sacar conclusiones acerca de cómo se pueden obtener importantes ganancias cuando los actores de los mercados, asistidos por los conocidos planificadores tributarios, son asaz temerarios.

El fenómeno de la colusión, producto del capitalismo desregulado y economicista, existe a nivel mundial y en nuestro país hay que atacarlo con urgentes medidas preventivas y con una adecuada fiscalización por parte del Estado, ya que la divulgada autorregulación de los mercados es una mera entelequia. Aquellos que se aprovechan de sus privilegiadas posiciones de poder deben entender que el sistema económico de libre mercado hay que respetarlo.

Las lacras que en Chile se están conociendo se deben erradicar porque este tipo de abusos, que son actos de corrupción en el ámbito privado, ponen en riesgo latente la estabilidad del país.

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01 nov 2015

Nueva Constitución y diálogo social

La falta de legitimidad de la actual Constitución de Chile y del sistema político, social y económico que nos rigen, fue la principal argumentación que esgrimió la presidenta Michel Bachelet durante su campaña presidencial para generar la promesa de una nueva Constitución.

La actual Constitución solo despierta un alto grado de desconfianza en el pueblo para decidir sobre su destino lo que se traduce en una institucionalidad política que no responde a la nueva época que estamos viviendo y principalmente a los intereses comunes de los y las chilenas.

El actual Congreso Nacional es débil. Los partidos políticos son sospechosos. La participación ciudadana directa inexistente.En esencia está comprometida ideológicamente con los sectores políticos de la dictadura y de la derecha, a pesar de algunos ajustes que se hicieron durante el gobierno del Presidente Lagos.

El reconocimiento timorato y a regañadientes de los derechos sociales genera un desequilibrio constitucional. La existencia de leyes supra mayoritarias que le conceden poder de veto a los perdedores solo confirma que no logra ser un techo que nos cobije por igual.

El orden constitucional vigente refleja un país muy distinto al Chile real. Para la Carta Fundamental no existen los Pueblos originarios. El texto concentra poder en una sola autoridad.Las Regiones siguen dependiendo de la capital. Las mujeres y los trabajadores no ven reconocidos debidamente sus derechos esenciales.

Pese a los cantos y alabanzas que frecuentemente se escuchan sobre las excelencias del nuevo orden basado en una seguridad que aliente la competencia y el éxito en base únicamente al esfuerzo personal, las encuestas de opinión muestran que el principal temor de los ciudadanos es a la inseguridad en la que viven; inseguridad frente a cómo enfrentar los riesgos de salud, la pérdida de empleo, de cómo financiar la educación de sus hijos, al temor de llegar a la vejez con una jubilación que los condena a la pobreza, de ser agredidos en la vía pública.

La Presidenta haciendo honor a su promesa anunció el inicio de la construcción de la nueva Constitución. Será la oportunidad para garantizara los ciudadanos seguridad y protecciones básicas, demandas que surgen de la sociedad a partir de las vivencias cotidianas de sus miembros. Cada vez más personas se preguntan para qué les sirve el crecimiento económico y la modernidad institucional si no saben que será de sus vidas y  la de sus familiares en el futuro más próximo.

Esas personas, que constituyen una mayoría apreciable demandan no un regreso al pasado, pero sí una Constitución y en consecuencia un Estado que les otorgue esas seguridades mínimas. Ello supone, después de las impuestas y radicales políticas aplicadas durante la dictadura y mantenidas en su esencia en las últimas décadas, una reconstrucción del Estado y una resocialización de la vida nacional, de tal manera que se avance hacia la construcción de un Estado promotor, controlador, arbitro y generador de nuevos sistemas de solidaridad sistémica que garantice a los ciudadanos la vigencia de sus derechos individuales, la prevalencia del interés público y la seguridad frente a las diversas contingencias de la vida.

En consecuencia la nueva Constitución no puede ser construida sino a través del diálogo social.Es en este sentido que hoy día éste alcanza su verdadera dimensión como vía y como método para el procesamiento de los diferentes intereses sociales, muchos de ellos contrapuestos para alcanzar consensos básicos.

En este diálogo deben participar todas las organizaciones representativas de los diferentes sectores sociales que, precisamente por ello, constituyen la vía mediante la cual defienden sus intereses. Entre estos sectores y organizaciones adquieren una especial relevancia el de los trabajadores: los sindicatos.

Aun a riesgo de parecer extremos, no habrá una nueva Constitución, sino es a través del Diálogo Social. Diálogo que no será posible sin la activa participación ciudadana, de los trabajadores y trabajadoras a través de sus organizaciones que otorgaría legitimidad social al sistema político chileno y devolvería la confianza a la ciudadanía.

El diálogo social surge así como un instrumento y a la vez como una base fundamental para el proceso de reforma constitucional, tanto por su papel catalizador de conflictos de diferente magnitud, como por ser un mecanismo esencial para desarrollar las libertades y derechos fundamentales que son base de la democracia. Se trata, en fin, de un elemento indispensable de progreso social sin el cual al Estado le resultaría más difícil cumplir sus fines a cabalidad.

Será indispensable articular mecanismos o espacios de diálogo que faciliten el encuentro de los intereses en conflicto, fortaleciendo los intercambios de opinión y propiciando las bases mínimas para el consenso. El Diálogo Social será un instrumento esencial para fortalecer los pilares que sustenten la nueva Constitución y, por ende, de la propia democracia.

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01 nov 2015

Una práctica sórdida y mezquina

En diciembre del 2011, siendo aún senador de la República, presenté un proyecto de ley contra la colusión que, lamentablemente, no tuvo el trámite parlamentario que hubiese permitido su aprobación y que, en consecuencia, está pendiente en alguna de las comisiones del Congreso Nacional.

También presenté una moción que terminara con la entrega de las concesiones para la explotación del litio, las mismas que posibilitaron e indujeron a las malas prácticas por SQM, al entregarle elevadas utilidades y propiciar el uso de parte de ellas para el financiamiento irregular de las campañas electorales de algunas figuras políticas, con el evidente propósito de contar con el respaldo necesario para mantener tales franquicias.

Estos temas en que se topan política y negocios no están resueltos, como se acaba de comprobar una vez más. Ahora, ha explotado el caso del “cartel del confort”, que vuelve a estremecer el debate nacional por sus extensas e incluso insólitas formas de ejecutarse, con encuentros secretos y destrucción de evidencias, como se ha conocido debido a la investigación de la Fiscalía Nacional Económica a la colusión entre el holding cabeza del grupo Matte, la CMPC y el consorcio PISA- SCA.

La repercusión de este enorme fraude a la fe pública vuelve a colocar en el centro del análisis, el descrédito profundo que atraviesan los grupos corporativos, círculos políticos o redes amicales que, desde posiciones dominantes, adoptan conductas o decisiones reñidas con el bien común, que movidas por la codicia, revelan un inaceptable doble discurso, a través del cual se sostiene en público una cosa y en los asuntos privados se hace otra, opuesta y antagónica a los fines y afirmaciones del discurso público.

En efecto, se dice y subraya que la competencia es la clave para el buen funcionamiento del sistema y la fortaleza de los mercados y se hace, exactamente, lo contrario. Se pone el énfasis en los derechos y el respeto a los consumidores y luego se les viola flagrantemente. Se reclama probidad y transparencia para, a renglón seguido, hacer uso de acciones clandestinas que concretan una colusión ilegal para controlar el mercado e imponer precios y abusivas acciones monopólicas. 

Además, vuelve a operar una nefasta ligazón entre negocios y política, entre la codicia del dinero y perversas malas prácticas. Ante ello, no puede sino producirse un aumento del cansancio hacia los temas públicos y una mayor distancia ciudadana hacia el sistema de toma de decisiones, por su ineficiencia e ineptitud, tanto hacia el establecimiento de las regulaciones que deben aplicar las instituciones, como hacia el orden público económico que debiese asegurar la buena marcha del país.

Hay quienes intentan de forma temeraria, acrecentar sus fortunas y hacerse de más activos y poderío mercantil, tanta ambición parece suicida, al punto que su avidez pone en entredicho su propia influencia y cuestiona operaciones bursátiles cuyas prácticas impresentables las tornan insostenibles. La lista es larga. Fue el caso Inverlink y después las llamadas repactaciones unilaterales de La Polar, hasta que se hicieron presente las colusiones.

En cortas palabras, la sed de ganancias con sus prácticas ilegales socava la legitimidad de la gobernabilidad democrática y, por esa vía, se pone en riesgo el propio futuro de Chile.

La colusión de las farmacias, de los pollos y ahora del papel viene a caldear una marmita de líquidos altamente corrosivos, cuyo contenido esencial, es el descrédito social  de quienes hacen de sus negocios, una especie de vulgares asaltos a los usuarios que, por lo mismo, provocan un incalculable repudio nacional.

Cuando se pierde la ética social en el plano privado, no se puede esperar que esta perdure y se mantenga en el ámbito público. No se puede pensar que mientras unos violan las normas básicas, los demás deben seguir cumpliéndolas obedientemente.

Por eso, estas conductas reprobables pierden de vista el futuro y requieren ser drásticamente sancionadas.

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31 oct 2015

Cartel del papel, algo que huele a concentración

Una vez más estamos presenciado la colusión de empresarios para sacar ventajas ilícitas de su actividad. En esta oportunidad, una de las empresas más emblemáticas del país como es la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC). La familia Matte, sus dueños, pertenece a lo más rancio de la política chilena.

Cabe recordar que don Jorge Alessandri, Presidente de la República, fue a su vez Presidente a la CPMC casi toda su vida. Catones de la verdad empresarial por más de un siglo y formadores de opinión  por intermedio de sus centros de estudios. Son recientes los discursos de los Matte sobre la moral y la ética. Esta no es la gota que rebalsa el vaso del abuso, estamos en medio de un mar de aguas deshonestas.

Nos dicen que el otro participante- Gabriel Ruiz Tagle- es el cerebro de esta operación, pero esto no tiene ninguna importancia y no es otra cosa que emborrachar la perdiz.

Nos estamos acostumbrando al espectáculo de los grandes empresarios, ahora último se han agregado algunos nuevos que han logrado figuración pública en una supuesta defensa de las Pymes, rasgando vestiduras, tratándonos de convencer que son casos aislados, clamando por mayores castigos, apostando a que ésta venta de gatos por liebres nuevamente les resulte.

Es antigua la frase “la oportunidad hace al ladrón” y si queremos profundizar en el por qué de la frecuencia de estos actos, tenemos que tratar de ver dónde está  la oportunidad que ellos aprovechan, cuál es el grado de facilidad con que cuentan. Estos casos se conocen porque alguno de los socios se sale del juego auto denunciándose, lo cual me recuerda a los mafiosos norteamericanos, hundiendo a sus colegas para no ser tan duramente penalizados. Hay que recordar que la nueva legislación, que impulsa la presidenta Bachelet,  contempla cárcel para los culpables, aunque se auto incriminen.

Sin embargo, el mayor culpable tras todo este cartel es la concentración. Cuando el crecimiento  sin desarrollo de nuestra economía tiene este sello, produce situaciones que facilitan las colusiones.

Si son dos o tres las empresas en determinadas áreas, ¿para qué competir? Si el mercado así estructurado les está ofreciendo la “OPORTUNIDAD” de  repartírselo y de seguir acumulando la riqueza, que es finalmente  la base del poder que exhiben con una de las mayores soberbias del mundo,  oponiéndose a cualquier tipo de cambio que ellos estimen amenace su dominante posición.

Dicho claramente, este tipo de sociedad que heredamos de la dictadura y que en su esencia no ha  cambiado, nos impuso una cultura de individualismo, con todas sus lacras  incrustadas; nos inculcó  de que el éxito no se mide por los valores, principios, moral que alguien pueda exhibir, sino por cuantos bienes logra tener. Todo ello nos ha  terminado por dañar con tal profundidad, que no alcanzamos a darnos cuenta. Todo nuestro ser está enturbiado y, al rebelarnos, nos cuesta distinguir lo bueno de lo malo.

Pero, aun así, las sociedades buscan su equilibrio y las reformas necesarias para cambiar este estado de cosas, a pesar de todas las dificultades,  tropezones, errores,  con opositores de todos lados; unos porque las encuentran poco, otros porque las encuentran exageradas e innecesarias.

Quienes estamos por una sociedad solidaria,más  justa y más inclusiva, no podemos restarnos en este desigual combate y debemos denunciar con todas sus letras que la desigualdad en este país es la que produce carteles, colusiones y todo ese tipo de prácticas inmorales.

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31 oct 2015

El modus chilensis y el ciclo de la economía

Tal y como ya ha aparecido en la prensa, estamos en presencia de un nuevo ciclo, de esos que en Chile cada 8 años aproximadamente, y sensación de incertidumbre económica mediante, se instala en nuestro país.

Ya en este último año se han vendido al menos seis, si leyó bien, seis grandes empresas a capitales extranjeros, entre las que se encuentran Lucchetti, Laboratorios Recalcine, CGE, las AFP Cuprum y Habitat, y por cierto la mayor cadena de farmacias del país, Cruz Verde, cuyo 60% pasó a manos de la mexicana FEMSA.

Para algunos, la razón del interés foráneo por invertir aquí en nuestro país es la solidez de las instituciones locales. Para el empresariado, es una prueba de la incertidumbre que enfrentan, que en voz de muchos, pasa por falta de definición desde la vereda política.

En medio de esta confrontación de visiones quedan dudas Si una empresa tiene una oferta que es resiliente a todo tipo de economía, sigue invirtiendo, pues tal como comparto con la académica Manola Sánchez, las oportunidades aparecen generalmente cuando las cosas no están bien y hay una idea innovadora. Entonces ¿qué pasa con los capitales de las empresas en venta?

¿Se vende para invertir en otra cosa o para hacer caja? ¿Dónde quedan las ganancias?

¿Se quedan en Chile para reinvertirlas o se reinvierten en otra parte? Son muchas las dudas, dudas que confirman y reafirman los índices de confianza del empresariado que se encuentran similares a los del 2007, igual a los de la crisis subprime.

El foco en este escenario tiene que ver con competitividad, innovación, ahí creo que hay que poner la mirada, en cómo esta innovación integra los procesos productivos y como se expande dentro de la economía.

Sin embargo, para casi la totalidad del empresariado, el problema del crecimiento en Chile se debe a la incertidumbre que sienten por las reformas que se están llevando adelante. Es cierto ahí hay un tema por asumir y revisar, pero tal como señala Ricardo Hausmann, académico de Harvard, entre otras situaciones, la razón de fondo por la que Chile no crece es porque no hay industrias competitivas con las cuales pueda crecer. El problema de Chile es que el precio del cobre cayó y la economía no tiene otra cosa que la levante.

Hausmann advierte; “las cosas que no son cobre son los mismos arándanos que ya tienen 30 años. El empresario chileno no sabe, no tiene el knowhow, está formado por los mismos pocos jugadores que tratan de hacer las mismas cosas”.

Son muchas preguntas y dudas que inevitablemente dan cuenta de una cultura empresarial “extremadamente cerrada”. Una realidad y contexto que debemos mirar y analizar con cuidado para entender esa propensión, tan propia de las grandes empresas por vender  a capitales foráneos, que siguen administrando esos mismos recursos empresariales, en nuestras mismas fronteras y con “los mismos estados de incertidumbre existentes”, ojo con esto, en casi todos los casos con éxito.

En Chile se repite el modelo, inequívocamente, cíclicamente, como parte de nuestra cultura empresarial, sin poner la mirada en cambios del modelo de negocios, la innovación, la investigación, nuevos focos de desarrollo. Un ejemplo latente lo tenemos ahí en nuestras narices; a pesar de ser un país que hace dos siglos es productor de minería, depende de manera fundamental de la inversión extranjera en esa área y no tiene empresas multinacionales, salvo el caso relativamente modesto de Antofagasta Minerals. Eso muestra una sociedad que no se toma en serio la inversión en tecnología, la inversión en knowhow, en capacidades, en cambiar la forma de hacer las cosas.

Quizás partir por una revisión de esa naturaleza del modus chilensis nos permitirá responder las dudas y por cierto fortalecer el marco en el que se desempeñan las grandes empresas de nuestro país.

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