03 mar 2014

Nuevo horror, ley anti-gays en Uganda

El 24 de febrero, Yoweri Museveni Presidente de Uganda promulgó la ley Anti-Gays después de dos meses de negarse a hacerlo. Dijo, la ciencia me cambió de opinión— en particular por los hallazgos de un comité científico que el ministerio de Salud nombró a principios de mes. “La conclusión unánime del comité fue que la homosexualidad, en contra de mi anterior enfoque, tenía su origen en el comportamiento y no era de origen genético.”

El presidente Museveni le había escrito el 18 de febrero al Presidente Obama en respuesta a la solicitud de éste que no firmara la ley y justificó su postura diciendo…“la homosexualidad es sólo un aprendizaje y es mejor que lo olviden”.

Tras la dictación de la ley, siguieron una serie de composturas por miembros del comité científico, formado por científicos y médicos investigadores de la Universidad de Makerere, culpando al Presidente y a su Partido. Al desmentir el contenido del informe de su comité, afirmaron que jamás dijeron que la homosexualidad no era genética ni podría ser una conducta a olvidar.

Y siguió una cadena de renuncias por los encargados del informe condenando el rigor de la ley que establece prisión perpetua por “homosexualidad agravada” como los actos con menores y condenas de 7 a 14 años por tentativa u obra, respectivamente.

El tema lleva años. La ley había sido enviada al Parlamento de Uganda en 2009 y fue rechazada por objeciones ante provisiones que incluían la pena de muerte. En la nueva versión aprobada por el Parlamento el 20 de diciembre 2013, el Presidente Museveni afirmó que “mercenarios” estaban reclutando jóvenes para actividades homosexuales.

Cabe destacar que en el informe citado, el comité había declarado que no existiendo un gen responsable de la homosexualidad, la homosexualidad no es una enfermedad ni es algo anormal, por tanto ser homosexual puede ser influenciado por factores ambientales como la cultura y por imposición de sus semejantes. De esto se desprende que las conductas homo y heterosexuales necesitan “regulación para proteger a los y las vulnerables.”

Las cosas se habían puesto harto peor para los cientistas cuando presentaron el 14 de febrero el informe a unos 200 parlamentarios (de un total de 360) y rápidamente salió un comunicado de prensa resumiendo los hallazgos del comité y declarando que ahora era posible que Museveni firmara la ley “por cuanto la cuestión si uno podría haber nacido homosexual o no ha sido respondida” —y se entiende que no.

Así las cosas, queda establecido que la “Homosexualidad no es una enfermedad” y que la “Homosexualidad no es una anormalidad” para darnos cuenta que “es simplemente una conducta que puede aprenderse mediante experiencias en la vida.” Esto produjo la estampida de los delegados en el comité (según los psicólogos y psiquiatras de la Junta de Investigaciones Médicas de Uganda que la semana pasada informaron a la revista Science de los EE.UU.).

El informe final hecho ley por Museveni revela detalles acerca de los roles relativos de la naturaleza y de la crianza en originar la homosexualidad, concluyendo que ambos influyen pero que la crianza puede jugar un rol más importante.

¿Cómo vemos esto acá en Chile? Para algunos de nosotros es innegable que la preferencia sexual no es una opción, que desconocemos cómo se desarrolla el conjunto de procesos biológicos en el embrión humano que establecen su origen y no se puede menospreciar los hallazgos de la ciencia.

Más aún, que no pueden establecer ningún vínculo no biológico en los seres humanos homosexuales como posibles causas de su preferencia sexual.

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03 mar 2014

Los nombres de las calles

Abraham Lincoln, Albany, Washington Irving, Príncipe de Gales, Reina Victoria, Walter Scott, Avenida Presidente Kennedy, Jorge Washington, Robin Hood, Óscar Wilde, Sherlock Holmes, Robinson Crusoe, Francis Drake, Little Rock, Charleston, Baltimore, Chicago, Kentucky, Wisconsin, Manchester, Liverpool, Bristol,…¿son parajes o individuos que tengan mucho que ver con nosotros?

Por lo general, nada.No obstante, en una guía de Santiago tan ajada como la que para 1993-1994 publicó la antigua Compañía de Teléfonos de Chile –hoy Telefónica-, esos y muchos otros apellidos y sitios figuran, una y otra vez, en comunas tan improbables como Las Condes, Maipú, San Joaquín, La Granja, La Pintana, Lo Espejo, La Cisterna, La Florida, Lo Prado, Puente Alto, Pedro Aguirre Cerda, Pudahuel…

La función que cumplen tales designaciones es honrar a naciones, ciudades, científicos, humanistas, escritores y de un cuanto hay que haya dejado una contribución al conjunto del mundo. Sin embargo, por citar un ejemplo evidentísimo en lo que respecta a Chile, poco o nada puede afectarnos un personaje que, desde luego, es el detective ficticio más famoso de todos los tiempos –Sherlock Holmes- aunque su autor, Arthur Conan Doyle, ni siquiera debió saber en qué lugar del mapa estábamos.

Los nombres de las calles no son un asunto tan menor como podría parecer a primera vista. Por el contrario, revelan una disposición anímica e intelectual, una voluntad de perpetuación, un deseo explícito de homenaje que resalta y queda en evidencia cada vez que caminamos por ellas.

El alcalde de Maipú que tuvo la brillante ocurrencia de bautizar como Manchester a una arteria de ese populoso sector, obviamente quiso cincelar, para que nunca se olvide, a la metrópolis donde nació el capitalismo.

Y en el presente estamos tan acostumbrados a entrar o salir de la estación Príncipe de Gales, que jamás se nos pasa por la cabeza la idea de preguntarnos qué diablos tenemos que ver con el heredero de la corona en la monarquía inglesa.

Que ese señor pueda ser un genio o un débil mental vale poco frente al hecho de que una preponderante avenida del oriente de la capital lleve semejante título nobiliario.

O el de su antecesora, la Reina Victoria, una soberana que hoy es recordada como modelo de la total hipocresía, de la feroz rapacidad y de la absoluta prepotencia del que fue, por siglos, el imperio más poderoso y cruel del orbe.

En el resto de Chile hay cientos, miles de otras vías denominadas según una mentalidad tan anglófila que, si no fuera tan flagrantemente ridícula, resultaría ciento por ciento patética, ciento por ciento grotesca.

En el derecho civil y en concreto, en una de sus derivaciones más representativas, como es el derecho internacional, existe un principio básico que ha regido por miles de años: el de la reciprocidad.

Para los romanos se expresaba en la fórmula Do ut facias, doy para que hagas, a saber, una mínima correspondencia entre lo que entrego y lo que recibo.

Pues bien, ni en Inglaterra, ni en Estados Unidos, ni en Canadá, ni en Nueva Zelandia, ni en Australia, se conoce una plaza, un pasaje, un callejón o lo que sea relacionados con Chile. Y si es que existen, lo que es altamente hipotético, deben ser lugarejos tan clandestinos que ninguno de sus ciudadanos tiene idea dónde están.

No hay, como sí lo vemos en bulevares, parques o edificios de Roma, París o hasta Moscú, nombres de personalidades como Neruda, Huidobro, Gabriela Mistral, Andrés Bello, Violeta Parra, Claudio Arrau o Salvador Allende.

En realidad, no tiene por qué haberlos en espacios públicos de los estados angloparlantes, ya que para ellos importan, mejor dicho importamos, menos que cero.

¿Por qué, entonces, en el elegante barrio Jardín del Este, en Vitacura, tenemos una suntuosa y arbolada arteria que reza Washington Irving? Se trata de un narrador completamente secundario; si por lo menos fueran Melville, Hemingway, Scott Fitzgerald o Faulkner, pase.

Irving dificultosamente es recordado por un texto tan añejo que ya casi nadie lee. Se trata de Cuentos de la Alhambra, una colección de relatos que, con grandes esfuerzos, puede hallarse en San Diego o comprarse por internet.

Somos completamente insignificantes para las culturas en lengua angloamericana, aún cuando Chile hoy resulte para ellos más fácil de localizar en el atlas de lo que era hace una generación.Si en ese período, alguien, digamos, en Londres o Nueva York, le preguntaba a uno de dónde venía, para salir rápido del paso la respuesta era, Sudamérica.

Acto seguido, el feliz interlocutor replicaba que sí había estado por aquí, pues había pasado sus últimas vacaciones en…¡Miami! Así, nuestro idioma, nuestra idiosincrasia, nuestra forma de vida les son tan ajenos, tan remotos, tan imprecisables como los de un extraterrestre.

A pesar de ello, el servilismo espiritual que les profesamos es patente y los nombres de las calles apenas reflejan un aspecto mínimo de este acerbo complejo de inferioridad.

Es posible que cierta fracción de los vecinos de la superpoblada Maipú –por algún motivo incognoscible, los ediles de ese municipio se llevan la palma en cuanto a anglomanía- algo hayan oído hablar de Óscar Wilde, incluso hasta podrían haber leído El príncipe feliz. Sea.

No obstante, ¿sabrán, acaso remotamente, que el puerto de Bristol, palabra que adorna uno de sus paseos, estuvo mucho tiempo entre los principales centros del comercio de esclavos?

¿Y que desde hace centurias alberga a la industria del jerez, un vino seco que sirve de aperitivo y bajativo y que los imperturbables británicos le han estado robando a España desde épocas inmemoriales? Imposible determinarlo.

Pero algo podemos adivinar, por varias razones, entre ellas el nulo avance educacional de la periferia santiaguina. En el fondo, es casi seguro que la mayoría de los residentes de las calles Óscar Wilde o Bristol ni siquiera sospechen quién fue Wilde o dónde se encuentra esa urbe del sur de Gran Bretaña.

Y nosotros, desde la escuela primaria, sí que tenemos que saber dónde se ubican Londres, Edimburgo, Nueva York, Chicago, Los Ángeles, Sydney, Ottawa, Auckland… y por si eso no fuera suficiente, somos fans de sus políticos, sus literatos, sus deportistas, sus cantantes, sus artistas.

Esto no sería reprochable si ellos, de su lado, al menos tuviesen conocimiento de que el pasodoble, el tango, el chachachá, el bolero, la salsa o la cumbia se originan en entornos geográficos diferentes entre sí.

Y que Borges, Vargas Llosa o García Márquez pertenecen, cada uno, a nacionalidades distintas.Bueno, al menos la novelista Isabel Allende no corre ese peligro, si bien todavía hay muchos que siguen creyendo que era hija del Presidente constitucional sangrientamente depuesto en 1973.

A fin de cuentas, en términos intelectuales seguimos siendo igualmente o inclusive más subdesarrollados que antes y nos miramos a nosotros mismos tan en menos cómo lo hacíamos hace varias décadas.

En este aspecto, o sea, en el reforzamiento de nuestra identidad, la tan cacareada globalización no ha sido ningún aporte iluminador.Y puede ser probable que en unos años más Apoquindo pase a ser la autopista Barack Obama.

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03 mar 2014

En el inicio del gobierno

El problema de los chequeos previos de las nominaciones del nuevo gobierno no se relaciona con cuanta pulcritud se estudiaron los antecedentes. Al menos no es este el aspecto que reviste mayor interés.En el inicio de una administración los errores están siempre presentes.Lo que está en cuestión, antes que nada, es cómo reaccionan los partidos de la coalición ante las dificultades encontradas.

Los errores se pueden maximizar o contener. Se puede hacer de cada caso encontrado un motivo de escándalo o una ocasión de perfeccionamiento de los procedimientos empleados.

En otras palabras, las reacciones están lejos de ser obvias y no resultan ser siempre las mismas.Se decide cómo se ha de reaccionar. Y cada cual refleja en sus opiniones públicas algo más que su opinión sobre los casos concretos, sino también nos sirve para definir la posición política en un sentido más amplio.

En efecto, ocasiones como esta son las que permiten establecer el estado de las relaciones de cada partido con la Presidenta y su equipo de colaboradores inmediatos. Como ya no se trata de un tema de adhesión a la candidata (ahora Presidenta electa) ni tampoco a su programa central de trabajo (el programa de gobierno), se tiene más libertad para dar opiniones y evaluar.

Así que, mediante el procedimiento de opinar sobre situaciones concretas, lo que de verdad se pretende es entregar un mensaje en relación a cómo se dio el final de la campaña presidencial y cómo ha de darse en inicio de la nueva administración de La Moneda.

Y, sin duda, no hay que ser adivino para darse cuenta que uno de las primeras opciones de los partidos es justificar que los propios partidos sean más consultados y más tomados en cuenta de lo que ha sido la practica hasta ahora.

Todo esto se puede entender. Lo que no hay que hacer es alterar las distinciones básicas de tareas que permiten que el próximo gobierno de lo mejor de sí y que la coalición que lo respalda cumpla lo mejor posible las funciones que le son propias.

Cada cual tiene un papel que cumplir y se ha de buscar siempre el complemento en la cooperación constante.

Como siempre, lo que importa más no es cuanto cada cual quiera ser tomado en cuenta a la hora de influir, sino cuanto quiere participar de las responsabilidades de gobernar. En un gobierno corto, partir bien lo es todo. Lo vimos en el caso de Piñera, que tuvo un episodio notable con el rescate de los mineros, pero que este mismo éxito ayudó a cubrir o encubrir un vacío de diseño y de preparación efectiva para gobernar que nunca tuvo tiempo suficiente para subsanar.

De modo que los cálculos y la búsqueda de ventajas más pequeñas han de ser dejadas de lado. Lo que no se dice, pero que es evidente, es que lo que afecta al equipo político de apoyo más directo de Bachelet la involucra a ella. Incluso permite la crítica sin hacer la referencia directa. Sin embargo, lo decisivo es que cada cual busque colaborar para que el equipo de trabajo que ha de representar a todos tenga el mejor desempeño posible.

En verano, pequeños problemas u obstáculos inmediatos de carácter menor se ven agrandados por la falta de noticias. En la ausencia de otras voces y otros hechos, una dificultad inmediata hace un ruido que detona como si se tratara de una explosión de grandes proporciones. Pero no es así.

Nada es demasiado grave si hay tiempo de subsanarlo antes de que provoque efectos sin posibilidad de retroceso. Por eso, junto con el término de la temporada estival, entrando en la etapa de asumir con propiedad los cargos y las responsabilidades, hay que recuperar la debida capacidad de calibrar las proporciones de las cosas y ponerse a trabajar.

Afortunadamente, el gobierno que se inicia tiene una gran ventaja respecto del que terminó. La gran diferencia estriba en que la Nueva Mayoría cuenta con un programa de gobierno, exigente como pocos, pero que constituye una carta de navegación real y efectiva. El objetivo prima por sobre las individualidades.

Los ajusten que se tengan que hacer por el camino no han de significar oscilaciones dramáticas la acción en las diferentes áreas de gobierno. Siempre se irá avanzando de manera acumulativa. Las diferencias de estilo aporta tonos y matices pero no diferencias de sustancia.

Eso se demostrará, una vez más, como una característica notable de los gobiernos de centroizquierda en nuestro país. A condición, por cierto, de tener una partida ordenada y que se aproveche la oportunidad de constituir los equipos de trabajo específicos por cada tarea estratégica que ya se tiene bien identificada. Como siempre ocurre, centrarse en lo importante y mantener objetivos comunes resulta vital para la consolidación del liderazgo político de gobierno.

En política siempre se debe desconfiar de lo que ocurre cuando nos concentramos demasiado en las relaciones de poder e influencia en el ámbito de los aliados.Lo que se deja de ver no por ello deja de existir. Y lo que ocurre con el gobierno saliente no dejará de influir directamente en la administración que le suceda.

También conviene estar atento al proceso de reestructuración que está en curso en la derecha.Pero, antes que nada, no hay que perder el contacto con las organizaciones sociales y la opinión pública. Al fin y al cabo, en el mundo social es donde se han producido las grandes reacciones que han transformado profundamente la sociedad chilena.

Lo que hay que saber del gobierno de Piñera es que no está preparando su despedida sino su regreso. Y esta circunstancia pone una complejidad adicional en un traspaso de poder que no será un puro ejercicio burocrático.La prueba de fuego de la administración Bachelet a este respecto es conseguir, en el más breve plazo posible, el ejercicio a plena capacidad de las funciones recién asumidas.Hay que recordar que el gobierno de Piñera fue muy lento y poco hábil en este rubro.

Respecto de la derecha lo más importante es identificar, en el parlamento, al sector de la oposición que está dispuesto a dialogar en torno a la implementación del programa de gobierno comprometido. En democracia la mayoría ha de prevalecer pero no avasallar. El diálogo no tiene reemplazo y si queremos que las reformas se implanten bien y prosperen sus resultados en el tiempo, hay que emplear tiempo en dialogar.

Pero, ante todo, hay que concentrarse en la ciudadanía. Si las redes sociales han demostrado la influencia que tienen, hay que pensar lo que ocurra desde el primer día, cuando los movimientos y las organizaciones sociales estén en condiciones de expresarse.

No hay que perderse, el glamour dura hasta la ceremonia de asunción del mando.De ahí en adelante lo que sigue es duro. Demanda mucho esfuerzo, pero es también apasionante.

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02 mar 2014

Venezuela

El impacto y la dimensión que han tomado los acontecimientos en Venezuela, instalan para las fuerzas democráticas de izquierda un desafío mayor: no pueden ser incondicionales hasta la ceguera e ignorar la violencia estatal y los atropellos a los derechos humanos que ella provoca, así como, tampoco pueden, aunque sea involuntariamente, asociarse a maniobras o conjuras que instigan una salida, similar a la que se impuso en Chile en septiembre de 1973.

¿Cómo orientarse entonces, ante los hechos políticos y sociales que conmueven al país hermano?En tal sentido, es válido preguntarse si el dilema en Venezuela es entre socialismo versus fascismo o si la gran encrucijada se da entre dictadura y democracia.

Por mucho que la polarización política haya deteriorado la situación y que, en el contexto, del aumento de la violencia política se provoquen graves trasgresiones a las normas de un Estado de derecho, precisamente por ello, lo que se juega en Venezuela es el destino de la democracia y, particularmente, que ésta supere la crisis y perdure bajo la conducción de un gobierno encabezado desde la izquierda.

Por ello, para las fuerzas que aspiran avanzar al socialismo en democracia, resulta decisivo que el Estado de derecho, el pluralismo y el multipartidismo no se derrumben y que se respete un régimen constitucional que los garantice.

No importa el signo de su origen primigenio, pero cualquier tipo de golpismo debe ser rechazado.En la sociedad global se ha constituido una ciudadanía global y no puede haber doble estándar, las normas democráticas y el derecho a la vida valen para todos y todas, sin distingos de ninguna naturaleza.

Esto significa que si en la oposición venezolana hay fuerzas que pretenden utilizar la movilización social para quebrar la institucionalidad e instaurar un régimen que imite al de Chile desde septiembre de 1973 en adelante, deben ser drásticamente rechazadas, si del otro lado, en gravitantes esferas de poder hay quienes alientan la polarización para el establecimiento de un régimen de facto, sin pluralismo y las libertades democráticas que corresponden, también deben ser denunciados.

Tales opciones polares solo pueden tener un altísimo costo para Venezuela y América Latina en su conjunto.

Las dictaduras solo llevan dolor donde se instalan y se equivocan aquellos que piensan que son el remedio necesario ante disyuntivas tan contrapuestas como la que hoy se vive en Venezuela.

No hay argumento que en el siglo XXI justifique el autoritarismo. La democracia se sabe cuando se pierde, pero no se conoce lo que cuesta recuperarla.

Desde mi experiencia, de socialista chileno, tengo la convicción que las luchas populares y la profundización de sus logros en un nuevo tipo de sociedad no podrán avanzar si no es a través de una vía democrática que les otorgue, a dichas conquistas, la durabilidad e irreversibilidad, en la medida que se transformen en conquistas civilizacionales, que cristalizan y se encarnan en la cultura, las costumbres y los hábitos de millones de personas, en un proceso profundo y vasto en el tiempo, que permita sean inarrancables de las conductas, comportamiento social y de la existencia vital de sus sociedades.

La polarización política llevada a la frontera de una crisis institucional no genera ni conduce a la profundización de la democracia. En ese caso ganan los que tienen la fuerza para imponerse.

Hay tantos ejemplos que indican que la teoría de la agudización de las contradicciones condujo a férreas dictaduras. Desde este punto de vista, avanzar hacia una nueva economía, solidaria e inclusiva, así como, hacer realidad una protección social efectiva que reivindique la dignidad del sector más indefenso de la población exige un sistema político participativo sin secretismos, presupone el diálogo y no el hermetismo, exige un diálogo amplio y el ejercicio del pluralismo.

Avanzar en más democracia no es compatible con la ofuscación de la intolerancia ni con la descalificación que arranca del fanatismo.

La situación en Venezuela torna urgentísima la revalidación del diálogo como instrumento decisivo del devenir de una sociedad democrática.

El lenguaje basado en la amenaza del uso de la fuerza o, peor aún, el uso directo de la fuerza para dirimir los conflictos, no ha hecho más que hacer retroceder las conquistas populares y ha significado dolor y aflicción para nuestros pueblos.

Los esfuerzos políticos deben encaminarse a que se retome la vía del diálogo que, tal vez, no consigue lo que cada protagonista ambiciona, pero si conlleva lo más importante: la consecución de la paz y el resguardo de la dignidad y la vida de los seres humanos.

Con la paz no habrá víctimas ni dolor. Ese es el camino.

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02 mar 2014

HER, una fábula sobre el amor de pareja

He visto a Ella. Y anuncio al lector que he admirado incondicionalmente la última película (2013) de Spike Jonze, Her (Ella). Advierto entonces que esta no es una crónica, es una alabanza.

También son agradecimientos. Al arte de Spike Jonze, por supuesto. A las magníficas actuaciones de Joaquín Phoenix, Amy Adams y de Rooney Mara. A la sensual voz de Scarlett Johansson (Samanta), cuyo eco es la Eva imaginada. A Sofía Coppola, que en el film no aparece, aunque Her es también un guiño a ella (ya lo explicaré).

La trama de Her es fácil. Teodoro (Phoenix) trabaja como escritor de cartas de amor por encargo, en un mundo en el que moran sujetos incapaces de llevar a la palabra tal emoción. Él, desolado, vive el duelo tras su ruptura con una de esas ellas con las que evolucionamos (con Caterina, interpretada por la enigmática y bella Rooney Mara).

Teodoro participa de un mundo deslumbrante en lo visual, habitado por sujetos solitarios, interconectados en la red, que caminan en mega ciudades en un futuro que está aquí. Él compra un sistema operativo, una especie de “iPod” cognitivo. En esa experiencia conocerá a Samanta, la voz que él elige al auto-programar su “iPod”.

Amiga entrañable del escritor es la tímida y creativa Amy (sí, la deliciosa Amy Adams), cuyas miradas y estilos suelen emocionalmente conectar.

Mientras Teodoro se enamora de Samanta, a la vez avanza en las gestiones del divorcio con Caterina y empieza a descubrir a la mujer que es Amy. Bueno, hasta aquí llego con la historia.

Her ya recibió el Globo de Oro al mejor guión, amén de 5 nominaciones al Oscar, entre ellas mejor película.

Recién dije que la trama era fácil, pero la fábula y la estructura del film no lo son. Spike Jonze se ha atrevido con una construcción paralela e implicada. Por un lado, las peripecias varias del amor de pareja. Por otro, plantea preguntas, hace insinuaciones sobre el devenir de la vida, la inteligencia artificial, el amor y el prójimo. Todas al son de la vanguardia en el conocimiento, con elegancia y claridad, algo que solo en especiales ocasiones puede verse en el cine.

Her es una fábula con animales, que es lo que somos hombres y mujeres, más bits (inteligencia artificial), todos durmiendo bajo el mismo techo. Una fábula cuya moraleja nos recuerda que el amor de pareja, como la vida, es una creativa imperfección, un llegar a ser evolutivo e inacabado.

Para explicarme mejor quiero recuperar dos diálogos fundamentales. Al inicio del film, Teodoro instala el sistema operativo, determinando el “género” del programa, que quiere femenino, Samanta.

Teodoro. ¿Cómo funcionas Samanta?

Samanta: Bueno, básicamente tengo intuición. Digamos que el “ADN” de quién soy se basa en las personalidades de los programadores que me escribieron. Lo que me hace ser yo, es mi habilidad para crecer con mis experiencias. Estoy evolucionando a cada momento, igual que tú.

T. Waw. Esto es tan raro.

S. Crees que soy rara.

T. Lo digo porque pareces una persona, pero eres solo una voz en la computadora.

S. Puedo entender que la limitada percepción de una mente no artificial, lo vería de ese modo.

En el diálogo subyace una interrogante mayor ¿será que Samanta, un programa cognitivo, “inteligencia artificial”, podrá evolucionar sobre la base de sus experiencias, al igual que lo hace el ser inteligente de cuerpo presente que es Teodoro?

Una pregunta nada inocente. Y no lo es, porque Jonze no es inocente, digo, no es ajeno al profundo debate en las ciencias respecto a la evolución de lo vivo; lo vivo que ahora incluye a la “inteligencia artificial”. En este caso Samanta, que también “opera” simplemente gracias a ser una extensión de la inteligencia humana.

En tal debate en las ciencias, el creador de Her, intuimos, se ubica entre neurobiólogos del estilo de Francisco Varela y su concepción de la enacción como conocimiento/hacer, como un devenir de la inteligencia encarnada, que no es reducible a ninguna “inteligencia artificial”.

Precisamente en el artículo ¿Qué es la vida artificial” (que el lector podrá conocer en el libro “El Fenómeno de la Vida”, año 2000, en ediciones Dolmen), Francisco Varela nos legó una de sus más importantes revelaciones.

Casi todos conocemos a HAL, recuerda el autor, ese computador del film 2001, Odisea en el Espacio, “un aparato cognitivo, lógico, con performance, con una memoria formidable, capacidades deductivas, etcétera. Pero, ¿qué le falta a HAL? ¡El cuerpo!” –se responde Varela.

“HAL no está encarnado en una flexibilidad de percepción y acción que le confiere una autonomía en relación con su mundo. La parte más larga de la evolución fue el establecimiento de la capacidad de existir como una entidad autónoma, que se mueve y percibe. ¿Qué le falta a HAL? La facultad de moverse para hacer frente a lo inesperado del mundo. En esa medida, la simulación no es un buen test de lo natural, porque es un mundo construido sin lo inesperado…”.

La existencia y la evolución anidan en una inesperada diversidad inabarcable.Recordemos que Varela, junto a Maturana y muchos otros pensadores y mismos cibernéticos, contribuyeron a dejar de lado la idea de la “Inteligencia Artificial” como emulación de lo humano y de lo vivo, para llevar la cibernética a ese poderoso hacer objetos que en las últimas décadas ha sido la industria informática.

De hecho, la misma Samanta es un fantástico sistema operativo, una expresión avanzada de la tecnología que hoy nos acompaña y ayuda en nuestros espacios cotidianos. Es tecnología: la extensión de los sentidos y memoria de hombres y mujeres.

En el diálogo en comento, Jonze, que sabe de éstos asuntos, simplemente nos provoca. Primero otorga a Samanta una autoconciencia: lo que me hace ser yo, es mi habilidad para crecer con mis experiencias. Estoy evolucionando a cada momento, igual que tú.

Bellísimo, aunque incompleto, pues a la palabra experiencia deberíamos agregar autonomía y acoplamiento estructural. La respuesta de Samanta en el diálogo es solo un ingenio verbal parecido a lo que desde el concepto enacción y la autopoiesis diríamos hoy: los seres vivos evolucionamos sobre la base de la experiencia del sujeto autónomo, como acción perceptiva y conocimiento encarnado, en acoplamiento estructural con el mundo.

Como solo es parecido, en el film, Jonze se va inclinando por permitir una acotada evolución a Samanta, junto a Teodoro y otros humanos. La evolución de la Eva perfecta tiene un límite, porque sus experiencias tienen límites, incapaz ella de moverse con autonomía en el mundo, de cuerpo presente, encarnada. Incapaz de construir ante lo inesperado, por ejemplo, ante el propio amor que ella descubre.

Luego de ese diálogo entre Teodoro y Samanta, en el film asistimos a otra conversación clave, al primer encuentro entre Teodoro y Amy, que es una Ella con todos los sentidos y un cuerpo. Amy, junto al pelmazo que es su pareja (uf, va a costar en el cine construir un personaje más irritante), se encuentra con Teodoro en un ascensor.

Pelmazo. ¿Compraste algo, Teodoro?

Teodoro. Si, me haré un jugo de frutas.

P. Oh, tú siempre igual. Nunca has oído eso que debes comerte la fruta.

T. No sabía eso.

P. Al hacer jugo, pierdes toda la fibra de la fruta. Y eso es lo que tú cuerpo quiere, la fibra, esa es la parte importante. Si no, solo es pura azúcar.

Amy (interviene un poco irritada). Tal vez simplemente a Teodoro le gusta el sabor del jugo, y el placer que eso le produce es también muy bueno para su cuerpo.

La hermosa Amy y su fina irrupción. La conversación nos permite comprender la opción de Jonze por la mirada que observa al ser vivo como una integralidad entre cuerpo, mente y conciencia, hija de una larga evolución de la autonomía de lo vivo en el mundo y de lo inesperado.

No basta con la impecable, aunque parcial, lógica nutricional del pelmazo.No.El placer, el sueño, las emociones y el deseo son tan “materiales” como las proteínas, nos recuerda Amy.

Es que cuerpo, mente y conciencia son una unidad autónoma, encarnada. Es el ser vivo, humano en nuestro caso, que opera estructuralmente acoplado al mundo.

El “acoplamiento cognitivo” del sistema operativo, Samanta, en el mundo de Teodoro, no es lo mismo que el acoplamiento cognitivo y emocional del ser vivo, encarnado, en el mundo. Esa es la cuestión.

Con estos contrapuntos narrativos Jonze va enlazando los dos discursos desplegados en el film, el del amor de pareja y el del sistema operativo cognitivo. Es la idea y promesa de perfección en Samanta (ella, Eva, que juega a la pareja perfecta), la que enamora a Teodoro. Un hombre en crisis y agobiado por las dudas y preguntas ante lo que fueron las mutuas recriminaciones, errores e imperfecciones en el convivir con Caterina, su ex, de quién se divorcia.

En el film, ya lo dijimos, la mayoría de los seres humanos pasan conectados a la red y entre sí, aunque habitan desconectados de sus emociones y del amor. Desamparados y frágiles.

Por eso, al observar a Teodoro, en su triste deambular, es inevitable evocar los intensos versos de nuestro Nicanor Parra: Soy un niño que llama a su madre detrás de las rocas / un árbol que pide a gritos se le cubra de hojas.

En esa tesitura existencial moramos. La misma que inunda a Teodoro. Su búsqueda de Ella pareciera un anhelo por cubrirse de hojas.

En ese viaje, en esa búsqueda, Teodoro y Samanta, Teodoro y Caterina, Amy y el pelmazo, Amy y Teodoro, aciertan y se equivocan. Todos viven en la colaboración y el egoísmo, en el entusiasmo, en la pasión, en la voluntad, ríen y yerran, hay miedos, engaños, celos y empatía. Es que el amor, que es vida, es inevitablemente imperfecto. Pero, en su ambigüedad, es nuestra emoción fundante, inevitable.

Tal moraleja, al final del film, es simbolizada por Teodoro y Amy sentados en un puente, acurrucados, en un atardecer citadino. ¿En otro comienzo?

Solo me resta, otra vez, dar las gracias a Sofía Coppola, la amada del director del film entre 1999 y 2003. La interesante Sofía es la ex de Spike Jonze. Ella fue quién le pidió el divorcio “por diferencias irreconciliables”.

Sofía es quién seguramente late en las cavilaciones de Teodoro al evocar su gran amor con Caterina. La bella Caterina, a quién la dulce Amy recuerda en el film como voluble. Y, tal vez, es la misma Sofía quién late en la perfección imposible de Samanta, en una cálida ironía para responder a la imagen que de Jonze proyectó la Coppola en su film de culto “Perdidos en Tokio” (el personaje que interpreta Giovanni Ribisi sería Spike, su ex).

En fin, es el hermoso derecho del personalísimo creador de esta obra maestra, el enorme artista que es Spike Jonze.

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01 mar 2014

La crisis de Venezuela y el trastoque de los valores políticos

La actual situación política de Venezuela no deja de empeorar. Las masivas protestas estudiantiles, iniciadas el pasado 4 de febrero en contra del gobierno de Nicolás Maduro, sucesor del fallecido presidente Hugo Chávez, principalmente debido al descontento por la inseguridad urbana y la excesiva concentración de poder, y su correlativa respuesta represiva, han dejado ya un saldo de 14 muertos, 140 heridos y alrededor de 600 detenidos.

Entre los detenidos se cuenta uno de los principales líderes de la oposición, el economista Leopoldo López, quien está recluido en una prisión militar, a la espera de ser juzgado como presunto “instigador” de estas movilizaciones.

A esto se suma el cierre de medios de comunicación, entre ellos de la cadena televisiva norteamericana CNN, y la agresión a periodistas, que han sido objeto del más frontal repudio de ONG’s internacionales como Reporteros sin Fronteras y Human Rights Watch.

En medio de este clima de profunda hostilidad entre gobierno y oposición, se han pronunciado las más diversas autoridades internacionales, como los secretarios generales de la ONU y OEA, y últimamente el Papa Francisco, haciendo un llamado a la paz y al diálogo entre los actores políticos y sociales.

También se han manifestado distintos líderes políticos y destacadas figuras del mundo del espectáculo y de la cultura, ya sea a favor o en contra del hoy cuestionado gobierno de la denominada “revolución bolivariana”.

Mientras los líderes y partidarios de la derecha, la democracia cristiana y parte importante de la izquierda socialdemócrata, acusan al gobierno venezolano de estar violando los derechos humanos, especialmente la libertad de pensamiento y de expresión, ciertos personeros y adherentes de la izquierda más tradicional (por no decir ortodoxa) acusan a las movilizaciones opositoras de estar promoviendo una desestabilización para justificar un golpe de Estado, que contaría con el apoyo del gobierno de Estados Unidos.

Incluso, han comparado la dramática situación del país caribeño con la de Chile en los últimos meses previos al golpe militar de 1973.

Ahora bien, todo este cúmulo de acusaciones mutuas, con ocasión de la crisis política de Venezuela, nos muestra un grave problema que todavía no hemos superado, cual es el ignominioso trastoque ideológico de ciertos valores políticos esenciales para una convivencia civilizada, como la democracia, la libertad, la igualdad o los derechos humanos.

Una alteración conceptual que, una vez más, nos expone al serio riesgo de esforzarnos por una “felicidad futura” diametralmente opuesta a la vida digna o justa que, con la mejor de nuestras intenciones, aspiramos como sociedad.

Por un lado, tenemos a ciertos personeros latinoamericanos de la derecha, particularmente chilena, que al mismo tiempo que condenan las violaciones a los derechos humanos en un país distinto del suyo, como Venezuela, siguen encubriendo, negando o, peor aún, justificando los crímenes de lesa humanidad cometidos en sus propios países durante las dictaduras militares, que ellos mismos apoyaron y a las que incluso sirvieron, basándose en un sinnúmero de falsas e infundadas excusas en nombre de una pretendida “guerra antisubversiva” y el “restablecimiento del orden”.

¿Cuáles son, entonces, los derechos humanos que defienden estos personeros del mundo conservador?

¿Solamente aquellos que se vinculan más directamente con los derechos de propiedad y de libre empresa?

¿O acaso creen que las víctimas de atropellos a los derechos humanos son únicamente aquellos que no pertenezcan a la izquierda ni al mundo anticlerical?

Por otro lado, está la actitud desmemoriada (o, mejor dicho, oportunista) de algunos personeros y partidarios de la izquierda más tradicional, que habiendo sufrido en carne propia la censura, la represión policial y el encarcelamiento arbitrario durante las dictaduras fascistas, como las de Argentina, Brasil, Chile o Uruguay, incurren en la misma aberración de sus contrarios: encubrir, negar o, peor aún, justificar los abusos del gobierno venezolano, y también recurriendo a falsas e infundadas excusas, como la de un pretendido adoctrinamiento de los opositores en la Casa Blanca y el Pentágono, o que las movilizaciones buscan una intervención militar apoyada por el gobierno norteamericano de Barack Obama.

Otros, más refinados, justifican la represión política del régimen chavista, basándose en los supuestos “progresos sociales” de dicha administración en materia de igualdad social y redistribución de la riqueza, contrastándolos con las aberrantes desigualdades sociales, el alto número de personas que viven bajo la extrema pobreza y la acumulación y concentración del capital financiero en el resto de los países “neoliberales” de la región. Utilizando aquí el viejo subterfugio de la izquierda autoritaria: “qué importa la ausencia de libertad mientras todos coman pan”.

Se trata del clásico trastoque ideológico de la izquierda autoritaria, que como bien dice el gran escritor francés Albert Camus, confunde el valor universal de la libertad –de la que todos los seres humanos precisamos para vivir como tales- con la “libertad burguesa” o arbitrio de los capitalistas, despreciando de este modo la libertad en sí queriendo despreciar la “libertad burguesa”.

Por su parte, nadie discute que los gobiernos de la “revolución bolivariana” de Venezuela han sido elegidos democráticamente, así como también parece evidente que la mejor salida para esta crisis, justamente para mantener a salvo la democracia, es la de un referéndum, que ojalá cuente con el mayor consenso posible de todas las fuerzas políticas y los actores sociales.

Sin embargo, cuando decimos que queremos “mantener a salvo la democracia”, ¿qué queremos decir exactamente? ¿Qué clase de democracia es la que realmente pretendemos salvar?

Sobre este punto, la crisis política de Venezuela abre un interesante debate sobre las concepciones de la democracia, no sólo para ese país, sino para todo el orbe latinoamericano.Porque claramente no existe una sola concepción de la democracia, sino varias, al menos desde hace dos siglos.

Si convenimos con Raymond Aron (otro gran escritor político francés) que la democracia, en su sentido más genérico, es “la organización de la competencia pacífica con miras al ejercicio del poder”, es porque la democracia no solamente se nutre de elecciones periódicas entre las distintas fuerzas políticas (partidos o facciones) que compiten por el poder, sino que requiere de un mínimo de libertades políticas y derechos fundamentales, entre los que se cuenta la libertad de pensamiento y de expresión como garantía institucional del sistema democrático.

En otras palabras, sin libertades políticas y derechos fundamentales, la competencia pacífica por el ejercicio del poder no existe o derechamente es falsa.

Porque tal como nos lo recuerda el gran jurista italiano Luigi Ferrajoli, fue a partir de la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, que la democracia ya no se perfila únicamente por la voluntad o regla de la mayoría en los procedimientos formales de creación normativa, la denominada “democracia formal”, sino también por los derechos fundamentales sobre los cuales la mayoría no decide, por cuanto nos pertenecen a todos y no solamente a quienes eligieron a los gobernantes que triunfaron en las pasadas elecciones o que triunfarán en las próximas.

De esta forma, los derechos humanos se constituyen como la esfera de lo indecidible, abriendo paso a una “dimensión sustancial de la democracia”, cuya justificación última radica en la garantía de los derechos fundamentales, tanto de libertad personal y política como de asistencia social.

Por lo tanto, la gran pregunta a la que debe responder el debate latinoamericano sobre la democracia no es cuál es “la verdadera democracia” (“burguesa” o “popular”), sino qué concepción de la democracia es la más conveniente para nuestros pueblos latinoamericanos como garantía de los derechos fundamentales, con toda la igualdad, libertad y pluralismo que ellos implican.

Garantía que no sólo debemos establecer contra los excesos de los gobernantes, sino contra todo exceso de poder: sea estatal o privado.

Porque la extensa sombra de las dictaduras que aqueja a nuestros pueblos latinoamericanos no ha emanado precisamente de la “tiranía de las mayorías”, como aconteció en la Europa anterior a la Segunda Guerra Mundial, sino del poder desmesurado de aquellas minorías oligárquicas –los “poderes salvajes”, como los denomina Ferrajoli-, frente a los cuales también es preciso establecer contrapesos constitucionales.

¿Y para qué estos contrapesos? Para hacer de la protección de los derechos humanos –la “dimensión sustancial de la democracia”- una garantía de libertad, igualdad y pluralismo de la que todos seamos tributarios, y no una mera “libertad burguesa” refugiada en el trastoque ideológico de una democracia puramente formal, expuesta a los vaivenes del autoritarismo de las viejas oligarquías o de la falsa promesa redentora del caudillismo autoritario.

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01 mar 2014

La hija del torturador

El gobierno entrante ha confirmado en un alto cargo a la hija de un torturador impune, quien ha aceptado el puesto. Al hacerlo, ambos están señalando al país que no sería un asunto a tomar en cuenta. Ello constituye un error de consecuencias negativas para la sociedad.Adicionalmente, al dolor de sus víctimas que han tenido el coraje de denunciarlo, suman el agravio de no tomarlas en cuenta.

Aparte de otros cuestionamientos graves a decisiones de la hoy autoridad designada, en el ejercicio de un cargo anterior, el aspecto central en todo este asunto es la impunidad absoluta de quien cometió crímenes de lesa humanidad.

Elevar a la hija de un torturador impune a un alto cargo y ésta aceptarlo, en el mismo Estado que no ha cumplido con su deber de condenar a su padre, significa avalar tal comportamiento del Estado, con ensañamiento para sus víctimas y la sociedad toda.

El mismo gesto tendría el significado exactamente opuesto si se hubiese hecho justicia. En tal caso, la singular selección de una persona de estas características familiares significaría mostrar un sentido de justicia por parte del Estado, que haría explícito de este modo que no hace responsable a un hijo de los crímenes de su padre.

Aceptarlo significaría por parte de aquel, un respaldo público a la severa condena que dicho Estado ha dictaminado contra un familiar tan cercano.

Puesto que todavía la justicia no ha llegado, el nombramiento y la aceptación del mismo significan un explícito aval a la impunidad en un crimen de lesa humanidad, tanto de parte del gobierno responsable del nombramiento como del familiar que lo acepta.

El criminal debería haber sido juzgado y sancionado ejemplarmente, contando desde luego con todas las garantías de un debido proceso. Que ello no haya sucedido todavía, no constituye obstáculo para acoger como ciertas y válidas las denuncias formuladas en su contra por varías de sus víctimas, todas las cuales ameritan absoluto respeto y credibilidad.

El motivo por el cual la justicia no ha cumplido con su deber en este caso, como en otros, no es la existencia de dudas razonables respecto de la culpabilidad de los criminales, cuestión que nadie ha osado siquiera plantear.La razón exclusiva es el clima de impunidad que ha infectado la transición chilena a la democracia, a partir de los acuerdos que parte de la oposición de entonces aceptó al término de la dictadura.

Tal clima se ha venido despejando lentamente a medida que los tribunales chilenos han ampliado sucesivamente su medida de la justicia posible, desde la detención de Pinochet en Londres y su procesamiento en Chile en el largo verano del 2001.

El repudio ciudadano a la impunidad se ha venido haciendo más explícito a partir del viraje político que el país ha experimentando junto a la reanimación de la movilización masiva.Alcanzó un clímax durante la conmemoración de los 40 años del golpe militar, desbordando todos los diques y abarcando todos los ámbitos.

No tomarlo en cuenta evidenciaría desconexión de las nuevas autoridades con los cambios ocurridos desde la última administración, en la cual la misma autoridad hoy cuestionada ocupó un cargo similar.

La resolución debe ser enmendada.

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01 mar 2014

Concesiones empañan con nota roja la gestión de Mañalich

A tan sólo días de que finalice la gestión del ministro de Salud, Jaime Mañalich, nos damos cuenta de los efectos negativos que quedarán en la salud pública como legado de su administración

Este Gobierno le dio un gran énfasis al sistema de concesiones hospitalarias. Esto, a pesar de los innumerables estudios internacionales, e incluso nacionales, que cuestionan este método.

Asimismo, la Presidenta electa Michelle Bachelet también colocó en jaque esta política, ya que el Hospital de La Florida y Maipú sobrepasaron los plazos de entrega y aún peor, han excedido los costos.

A la luz de los hechos queda claro que es una pésima política pública para un país como Chile que necesita mejorar la calidad de la atención en la salud pública.

Cuando nuestras carencias son básicas como mayor infraestructura, ya que actualmente hay 2,3 camas hospitalarias por mil habitantes, cifra muy lejana a lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud.

Por ello, es hora que el Estado asuma su rol en la salud pública. Nuestro país necesita aumentar la calidad y capacidad del sector público de la salud para terminar, por ejemplo, con las listas de espera o concretar, de una vez por todas, el Fondo Nacional de Medicamentos.

Mi decisión es continuar revitalizando la salud pública, pero eso no se hace cerrando ni demoliendo hospitales, como sucederá con nuestro Félix Bulnes, sino que ejecutando políticas integrales que permitan beneficiar a los chilenos.

Mi mayor esperanza está en que el próximo 11 de marzo, cuando asuma la Presidenta Michelle Bachelet, tendremos una solución ya que el Hospital Félix Bulnes es un patrimonio de la salud pública.

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28 feb 2014

La defensa de la música chilena

La defensa de la música chilena, que aparece nuevamente en relación al proyecto del 20% de obligatoriedad de difusión por radio, pasa por alto el propio concepto de “música chilena”.

Muchos de los defensores de esta obligatoriedad parten asumiendo un concepto que no está para nada claro. La ley existente llama “música chilena” a cualquier música compuesta y/o interpretada por chilenos, ya sea una ranchera mexicana de Los Vásquez o la Sinfonía 40 de Mozart grabada por la Orquesta Sinfónica de Chile.

Música chilena en relación a construcción de identidad o salvaguarda del patrimonio no es lo que está en juego.Está en juego que del total del 17% de “música chilena” que difunden actualmente las radios en su conjunto, subamos a un 20%, para cada radio en particular.

Es muy bueno que empecemos a debatir el concepto de música chilena, que a diferencia del de pintura, literatura o cine chileno, aparece tensionado por factores de oralidad, medialidad y escritura. A las que se puede agregar aspectos de producción, consumo y territorialidad.

Los países producen y consumen mucha música distinta en sus anchos territorios, y por cierto hay rasgos de identidad que se pueden establecer desde el consumo y sus espacios sociales. Sin embargo, para efectos de una ley que proteja y estimule aquello que podríamos llamar “música chilena”, ¿porqué vamos a meterlo todo en un mismo saco?

Cuando Alfonso Letelier afirmaba que bastaba ser chileno para hacer música chilena, tenía razón.Pero a futuro. De este modo, la música de Alfonso Leng es más “música chilena” hoy que en 1921, pues su particular mezcla franco-germana se fue asentando en el imaginario nacional a través del tiempo, no entre 1921 y 1922.

Lo mismo sucede con la Nueva Ola. A nadie se le habría ocurrido promoverla como música chilena en 1962, pero hoy día es innegable que forma parte de nuestro patrimonio cultural masivo. Hoy nos representa como chilenos ya que nos hemos identificado con esa música a lo largo del tiempo de tanto escucharla.

“La música es de quien la usa” decía Gustavo Becerra.

Sin embargo, pretender tildar de “chileno” todo lo que suena en Chile y más encima para efectos de una ley, me parece un total sin sentido. Este país recién está siendo sensible al problema del patrimonio –con leyes, premios, reconocimientos, protección, etc. ¿Porqué negarle a la música nacional la posibilidad de participar de este nuevo estado de cosas?

¿Lo seguimos dejando todo al mercado, a la farándula, al próximo inventor del “baile del perrito”?

Definir patrimonio sonoro significa tomar partido ¿Qué tiene de malo tomar partido?

¿Qué tiene de malo definir políticas musicales?

¿Qué tiene de malo fomentar la diferencia, como dirían los franceses?

¿Qué tiene de malo la UNESCO?

El concepto de música chilena implica aspectos de identidad, que si bien hoy día tiende a ser más plural que antes, siempre apela a la idea de patrimonio.

Música como reflejo y fuente de una identidad nacional enriquecida por nuestra diversidad cultural, pero única en el concierto de naciones.

Música chilena como patrimonio sonoro históricamente construido tanto en la ciudad como en el campo, que apela a distintas generaciones, identificándonos como habitantes de un territorio y de un tiempo determinado.

Música chilena como una forma de hacer música en Chile, que resulta única, particular, reconocible. Música chilena como aquella que permanece en nuestra memoria, sea difundida por radio o no. Música chilena como nuestro aporte artístico y cultural al mundo.

¿A quiénes difundir? Tenemos una generosa lista de Premios Nacionales, Premios Altazor y Premios Presidente de la República que deberían ser prioridad en un Ley de difusión de música chilena. Por ahí podemos empezar.

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28 feb 2014

Jirafas y delfines en Dinamarca

Allá por 1925, Isak Dinesen, seudónimo literario de la baronesa Karen Blixen, anota en su libro Fuera de África que en el puerto de Mombasa observó sobre la cubierta de un carguero -tramp steamer-una gran caja de madera de la cual asomaban las cabezas de dos jirafas. Destinadas a un zoológico ambulante en Hamburgo, se enteraría luego.

Venidas de las llanuras africanas nunca antes vieron el mar. Extrañadas y apenas con espacio para estar de pie miraban de un lado a otro, ajenas a la degradación que las aguardaba.

Muchedumbres irían a verlas riéndose de los esbeltos cuellos coronados por aquellas graciosas testas; los niños llorarían asustados o se enamorarían de ellas.

¿Soñarán alguna vez con su paraíso perdido? ¿Adónde se han ido las compañeras con las que galopaban por las tierras onduladas?

La ilustre cuentista finalizaba sus inquisitivas consideraciones despidiéndolas de este modo.Adiós, adiós, os deseo que muráis en el viaje, las dos, de manera que ninguna de esas nobles cabecitas que ahora se levantan sorprendidas sobre la jaula, recortándose contra el cielo azul de Mombasa, sea llevada de un lado para otro, sola, en Hamburgo, donde nadie sabe nada de África.

En cuanto a nosotros, nos tienen que hacer un daño muy grande antes de que podamos decentemente pedir perdón a las jirafas el daño que les hacemos.

Hoy, no es difícil imaginar la reacción que habría tenido la sin par narradora danesa al enterarse del reciente e innoble sacrificio de uno de estos magníficos ejemplares en el Zoo de Copenhague.Marius, de dos años, pese a una sostenida campaña internacional en pro de su vida fue inmolado para evitar problemas de consanguinidad, según afirmaron sus custodios.

Vergüenza para una sociedad del siglo XXI, sostuvo una ONG, agregando que la actitud hacia los animales es clara señal del desarrollo de un pueblo.

Desollado y descuartizado en presencia de niños, las estremecedoras imágenes indignaron a miles de blogueros europeos, quienes, además, denunciaron la indiferencia de las autoridades ante otra gran “manifestación de sadismo” en Dinamarca: la atávica, sanguinaria e indiscriminada matanza anual de miles de delfines en las costas de las islas de Feroe.

El festival Grindadráp, contra ballenas y delfines, comienza empujándolos hacia una bahía. Allí, son degollados, y las aguas se tiñen de rojo mientras agonizan. En tiempos lejanos la carne era necesaria, pero actualmente Sanidad advierte que no es seguro comerla.Pero los isleños, que gozan de un alto nivel de vida, siguen la tradición: para iniciar la vida adulta, un muchacho debe matar a un delfín o una ballena.

Desde 1985, Sea Shepherd, oponiéndose a esta masacre, lidera públicas campañas indolentemente ignoradas por el gobierno del reino de Margarita II.

Mientras tanto, en Moscú, simbólicas flores y jirafas de peluche colocadas en el frontis de la embajada dinamarquesa, advertían acerca de “la crueldad humana sin sentido que se esconde detrás de los discursos sobre la civilización y el humanismo.”

Por su lado, con incurable vanidad, el infatuado vocero del zoológico explicó que los padres decidieron si los niños podían ver el espectáculo, manifestándose “orgulloso porque les dimos una enorme enseñanza sobre la anatomía de una jirafa”.

¡En la tierra de Hans Christian Andersen!

Asimismo, la dirección del Zoo defendió su actuar porque el objetivo es asegurar que los mejores genes pasen a las generaciones venideras de las especies que acogen.

Marius murió por disparo de pistola, una inyección hubiese contaminado la carne destinada a la dieta de los leones. Todo muy ajustado a las normas para evitar posibles problemas de consanguinidad, y de nada sirvieron los millares de firmas recogidas, las quejas de organizaciones no gubernamentales.

Tampoco el director explicó por qué eligieron sacrificar al animal rechazando ofertas de otros jardines dispuestos a admitirlo e, incluso, medio millón de euros que un particular cancelaba por salvarlo.

Para la organización sueca Derechos de los Animales, “no es ningún secreto que éstos son asesinados cuando ya no hay espacio o si no tienen genes que son lo suficientemente interesantes. La única manera de parar esto es no visitar los zoológicos”.

Los daneses –con razón- están orgullosos de su país como modelo de Estado de bienestar. Sin peajes, con educación y salud gratuitas, idóneas pensiones de vejez y asistencia social, es uno de los mejores lugares del mundo para vivir. Algunos aseguran que por esa prosperidad, con excelentes salarios, igualdad social, libertades personales y democracia, constituyen la población más feliz y satisfecha del orbe.

Mas tanta maravilla y profusión social se asemeja a una lámpara apagada ante la tragedia de los delfines y la inminente ejecución de otra jirafa en sus zoológicos.

Por coincidencia, ésta lleva el mismo nombre de su malhadado congénere, siendo similares las causas de su sacrificio. Comparte ámbito con otro macho, y estando sano es considerado no apto como reproductor.

Entonces, el Jyllands Park Zoo anunció que, en cuanto adquiriesen una hembra, Marius tendría que irse por falta de espacio, y como será muy difícil encontrarle un hogar,“si nos dicen que tenemos que aplicar la eutanasia lo haremos.”

Desde hace más de cien años, la broncínea escultura de La Sirenita –no exenta de avatares- era único y plácido símbolo de Copenhague hasta que sensibles e iluminados espíritus percibieron que estaba sola. Por tanto, se estimó imperioso satisfacer su “necesidad de compañía” inaugurando recientemente para ella un “alter ego masculino”, Han. Igualmente asentado sobre una roca mirando al mar.

Sin duda, si ese extravagante raciocinio e ingenio tutelar se extendiera un poco más allá del círculo de los animales de bronce, otro gallo cantaría en esas latitudes a la esplendidez sin alardes de jirafas y delfines.

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