28 feb 2014

La defensa de la música chilena

La defensa de la música chilena, que aparece nuevamente en relación al proyecto del 20% de obligatoriedad de difusión por radio, pasa por alto el propio concepto de “música chilena”.

Muchos de los defensores de esta obligatoriedad parten asumiendo un concepto que no está para nada claro. La ley existente llama “música chilena” a cualquier música compuesta y/o interpretada por chilenos, ya sea una ranchera mexicana de Los Vásquez o la Sinfonía 40 de Mozart grabada por la Orquesta Sinfónica de Chile.

Música chilena en relación a construcción de identidad o salvaguarda del patrimonio no es lo que está en juego.Está en juego que del total del 17% de “música chilena” que difunden actualmente las radios en su conjunto, subamos a un 20%, para cada radio en particular.

Es muy bueno que empecemos a debatir el concepto de música chilena, que a diferencia del de pintura, literatura o cine chileno, aparece tensionado por factores de oralidad, medialidad y escritura. A las que se puede agregar aspectos de producción, consumo y territorialidad.

Los países producen y consumen mucha música distinta en sus anchos territorios, y por cierto hay rasgos de identidad que se pueden establecer desde el consumo y sus espacios sociales. Sin embargo, para efectos de una ley que proteja y estimule aquello que podríamos llamar “música chilena”, ¿porqué vamos a meterlo todo en un mismo saco?

Cuando Alfonso Letelier afirmaba que bastaba ser chileno para hacer música chilena, tenía razón.Pero a futuro. De este modo, la música de Alfonso Leng es más “música chilena” hoy que en 1921, pues su particular mezcla franco-germana se fue asentando en el imaginario nacional a través del tiempo, no entre 1921 y 1922.

Lo mismo sucede con la Nueva Ola. A nadie se le habría ocurrido promoverla como música chilena en 1962, pero hoy día es innegable que forma parte de nuestro patrimonio cultural masivo. Hoy nos representa como chilenos ya que nos hemos identificado con esa música a lo largo del tiempo de tanto escucharla.

“La música es de quien la usa” decía Gustavo Becerra.

Sin embargo, pretender tildar de “chileno” todo lo que suena en Chile y más encima para efectos de una ley, me parece un total sin sentido. Este país recién está siendo sensible al problema del patrimonio –con leyes, premios, reconocimientos, protección, etc. ¿Porqué negarle a la música nacional la posibilidad de participar de este nuevo estado de cosas?

¿Lo seguimos dejando todo al mercado, a la farándula, al próximo inventor del “baile del perrito”?

Definir patrimonio sonoro significa tomar partido ¿Qué tiene de malo tomar partido?

¿Qué tiene de malo definir políticas musicales?

¿Qué tiene de malo fomentar la diferencia, como dirían los franceses?

¿Qué tiene de malo la UNESCO?

El concepto de música chilena implica aspectos de identidad, que si bien hoy día tiende a ser más plural que antes, siempre apela a la idea de patrimonio.

Música como reflejo y fuente de una identidad nacional enriquecida por nuestra diversidad cultural, pero única en el concierto de naciones.

Música chilena como patrimonio sonoro históricamente construido tanto en la ciudad como en el campo, que apela a distintas generaciones, identificándonos como habitantes de un territorio y de un tiempo determinado.

Música chilena como una forma de hacer música en Chile, que resulta única, particular, reconocible. Música chilena como aquella que permanece en nuestra memoria, sea difundida por radio o no. Música chilena como nuestro aporte artístico y cultural al mundo.

¿A quiénes difundir? Tenemos una generosa lista de Premios Nacionales, Premios Altazor y Premios Presidente de la República que deberían ser prioridad en un Ley de difusión de música chilena. Por ahí podemos empezar.

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  • http://www.santuariosonico.cl Juan Pablo Quezada

    Muchas personas argumentan que si esta ley del 20% llegara a puerto, lo que las radios pondrían en su parrilla programática sería más de lo mismo que ya tocan, o dicho de manera despectiva, el “próximo baile del perrito”.
    Es curioso que se desprecie de tal forma “el baile del perrito”, cuando ha sido evidente durante muchas décadas que las radios no tienen interés alguno en incluir más que de forma simbólica, la música de carácter no comercial, o más bien cultural, por buena que sea su calidad en términos de composición, interpretación y registro.

    Cuando escuchamos una versión chilensis del “baile del perrito” en
    nuestras radios, el motivo es muy simple: Hay profesionales de la
    música que cansados de SUBsistir dando clases de música a adolescentes (oficio completamente loable y valorable, pero no la vocación de todo músico) deciden finalmente elaborar un “producto” que tal vez, si tenga cabida en las radios y posiblemente les permita vivir de lo que es su profesión.
    Qué es primero? el huevo o la gallina?

    Me gustaría mencionar que todos los países latinoamericanos que tienen una fuerte identidad musical presente y manifiesta dentro de lo que escuchan sus habitantes y lo que exportan, cuentan con altísimos porcentajes de difusión de música propia en sus radios y medios de comunicación masivos.
    Los Argentinos, que siempre han sido un referente en su desarrollo e identidad musical, se vieron favorecidos desgraciadamente por algo tan lamentable como la guerra de las Malvinas, cuando se prohibió en las radios la música inglesa. Vaya apoyo para sus propios músicos cuando hubo que llenar su programación con música en castellano!
    Brazil, Mexico y Colombia, por mencionar algunos, son países en los que su población puede escuchar altos porcentajes de música elaborada en el propio país. Y ese es el motivo por qué el nivel de sus producciones y shows están tan lejos de los nuestros.

    En toda nación con una industria musical que pueda llamarse
    “industria”, es la música de carácter comercial la que finalmente permite sustentar y mejorar el ámbito musical como un todo, facilitando que la profesionalización del medio permita elevar el nivel general.
    Simplemente porque al hacer de la música algo rentable, quienes se
    dedican a ella, pueden poner todos sus recursos, tiempo y energía en perfeccionar su oficio, en lugar de verse obligados a subsistir mediante otros quehaceres.

    No es necesario escarbar mucho en la historia de la humanidad para darse cuenta que los grandes artistas de nuestra civilización, solo lograron serlo, porque además de su talento y dedicación, contaron con el apoyo y recursos para realizar sus descabellados proyectos!

    Pedir un 20% de música elaborada en Chile (sea el baile del perrito o no), no es pedir nada! Y no se trata de hacer una ley que por lástima dé de comer a los músicos nacionales.

    Juan Pablo Quezada Kaulen

  • Pablo

    Me parece interesante esta discusión, y quisiera aportar mi grano de arena.

    Opino, percibo, que existe un imaginario de lo que es la “música chilena” en la que caben músicos tan arraigados a la tradición y cultura chilena como Violeta Parra y tan lejanos a ella como aquellos de la Nueva Ola. Entiendo que se hayan quedado en el corazón y la historia del país, pero creo que identificar a este movimiento como música chilena me parece errado desde su construcción musical, ya que no se asocia a nuestra cultura, o hay un mensaje relativo a ella y más aun se vincula e identifica directamente con culturas extranjeras, lo cual a mi parecer es el argumento más potente.

    Lo anterior no es una crítica a la música de tal o cual denominación ya que somos libres de crear sino a nuestras clasificaciones poco precisas, y es muy probable que concluyamos y acordemos que nuestra incapacidad de reconocer lo que es una música chilena radica en que no sabemos lo que somos como chilenos.

    Buscando la propuesta, creo que la característica de la identidad chilena es la fusión. Somos amplios receptores de culturas extranjeras, lo cual a veces genera bellos resultados y otras veces negación a lo propio, como todo en esta vida. Y sobre música chilena, creo que hay que entender que nuestro territorio nos bendijo con la diversidad cultural y que existan varias vertientes de creación cultural que habrá que definir y entender como lo culturalmente propio (me refiero a la tradición indígena y española, no a lo reciente) y analizar desde ahí la definición de lo chileno.

    Finalmente les cuento que luego de leer bastante y explorar la industria he creado Eólica, instancia en la que fomento esto y propongo una forma nueva de trabajar en la música.
    Muchas gracias Juan Pablo por proponer la discusión de esta manera.