10 ago 2015

Más sobre Bolivia

La actitud del gobierno boliviano no resulta fácil de entender. Ahora las emprende contra el representante consular chileno, ni más ni menos que acusándolo de conspirar contra el gobierno y la estabilidad política de Bolivia.

Entiendo que un hombre que juega al izquierdismo se sienta inquieto porque el gobierno de Chile envía como su representante a un hombre de confianza de la derecha (funcionario en los 17 años de la dictadura – cuando muchos jóvenes diplomáticos eran expulsados por sus ideas políticas -, jefe de gabinete del Ministro en tiempos de Piñera y luego embajador en Argentina del mismo Presidente) y no a alguien que, con igual o mayor experiencia y nivel, pueda conversar desde las posiciones oficiales del régimen chileno.

Es verdad, como dice el Canciller Muñoz, que las relaciones con Bolivia son una política de Estado y que no hay grandes diferencias según sea una mirada política u otra. Eso en teoría, pues cuando un canciller, como los hubo en gobiernos precedentes, se olvida de los vecinos y de la importancia de América Latina, las políticas de Estado pasan a segundo nivel.

O cuando un Embajador, como lo hubo hace muchísimas décadas, se involucra con la esposa de un alto funcionario boliviano y debe ser declarado persona no grata en el país, no depende de la política de Estado. O yendo al otro lado, cuando un embajador es capaz de tener relaciones de simpatía con las autoridades del país ante el que actúa, las cosas resultan más fáciles.

No puedo, sin negar el orgullo que siento, dejar de mencionar que el papel que desempeñó mi padre, Alejandro Hales, como embajador en Bolivia, es recordado y validado hasta hoy como el mejor tiempo en la relaciones de ambos países.

Más allá de que Evo Morales puede estar justificando cuestiones de política interna o quizás busca una confrontación armada para alinear a sus opositores en torno a una sola cuestión como es el mar soberano, es necesario que Chile actúe asertivamente y no se exponga a situaciones que luego se puede lamentar.

Cambiar al Cónsul, por alguien de más experiencia o de ideas más claras, de mayor capacidad de empatía y formación sólida, puede resultar ser una buena medida. Darle mayor nivel al Consulado, poniendo como su representante a alguien que esté en la misma línea política de la Presidencia de la República y que en ello no haya dudas.

No digo que las cosas hoy se manejen mal, sino que es insuficiente e inexplicable que una Presidenta que se dice de izquierda mande como representante ante un gobierno de la misma tendencia a un hombre de la derecha. ¿No será esa una señal de que algo no se está haciendo bien? Por lo menos se requiere un diplomático que sea capaz de dialogar en un lenguaje similar, que ambos gobiernos entiendan y compartan, representando no sólo la mentada política de Estado sino también la línea política.

Es evidente que si bien Bolivia pone hoy el tema de la soberanía del territorio como una cuestión fundamental, el esfuerzo de Chile debe estar en demostrar a los bolivianos, al pueblo boliviano, a los políticos bolivianos, a los empresarios bolivianos, que el actual estatus de la situación tiene a Bolivia con un acceso expedito y privilegiado al mar.Si los bolivianos, más allá del Ministro y del Presidente, asumieran esa realidad, la paz activa sería posible.

Pensar en un proceso integrador con los vecinos es un esfuerzo que no puede llevar adelante un simple funcionario si acaso no es verdadero representante del gobierno. Cuando se nombró a Pérez Yoma, hace muchos años, se cometió el error de nombrar a un político sin experiencia en la materia. Ahora se ha nombrado a un funcionario sin relevancia política. Es decir, se va de un extremo a otro.

Es necesario buscar, mediante acciones concretas, que la representación chilena actúe y no se limite a otorgar papeles y certificados o a reunirse con uno que otro empresario.

Chile necesita mejorar el nivel de sus relaciones con los vecinos.

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10 ago 2015

La “valentía” de la Corona inglesa

Ante la crisis real de los  Derechos Humanos que sufre Chile, ahora agravada por la discusión sobre la muerte de Manuel Contreras quien no fue degradado como lo ordena el Estatuto Militar, hay que dirigir la mirada al exterior para darse cuenta que aquellos ejemplos de los que se vale un país pueden ser simplemente mitos de farándula.

Por el contrario, es aquí donde está la respuesta y la entregan ciudadanos chilenos que conocen la realidad vivida.

Cabe comentar, entonces, la noticia internacional según la cual el Estado islámico (EI o Daesh), grupo terrorista que asola el Medio Oriente y que fue creado por el Pentágono tal como lo ha confirmado tanto Hillary Clinton como la documentación desclasificada de organismos oficiales, atentará contra la Reina de Inglaterra.

Los datos publicitarios-no confirmados-indicarían que EI habría elaborado un plan para asesinar a Isabel II el próximo 15 de agosto, cuando se celebra el fin de la II Guerra Mundial y la rendición de Japón, después de sufrir el Holocausto Nuclear en Hiroshima y Nagasaki.

Lo que manifiesta el periódico Daily Mail es que la Policía Metropolitana de Londres (Scotland Yard) y el Servicio de Inteligencia británico MI5 estarían  en una “frenética carrera” para investigar dicha idea y poder contenerla a tiempo, ya que se instalaría una bomba en el lugar donde se desarrollaría tal acontecimiento. Aún más, el príncipe Carlos de Gales y el primer ministro británico, David Cameron, serían otros de los objetivos de este atentado.

Lo ejemplificante para el mundo es que la reina ha dicho que asistirá demostrando su valentía a los súbditos ingleses, como una forma de insuflar optimismo histórico. Pese a las advertencias de las fuerzas de Inteligencia, ha insistido en su asistencia al evento aunque Cameron le ha informado de la gravedad del asunto:  EI ha declarado la guerra al Reino Unido y es muy peligroso que 700 ciudadanos se hayan unido a esas fuerzas, manteniendo incluso seis cuentas en la red social Twitter desde las que lanza propaganda a ese país.

En realidad, éste es un mecanismo ficticio para crear apoyo a Cameron mismo quien ha disminuido su popularidad en altos niveles y unir al pueblo ante el supuesto agravio terrorista-generando miedo-, debido a que se ha aplicado nuevamente las recetas del FMI respecto a las medidas austericidas y que han afectado a los sectores más desprivilegiados de Inglaterra. Cabe mencionar la crítica a la Reina por la opípara cena dada al Presidente Peña Nieto mientras se sucedían los graves hechos en México.

Esta propaganda ya tiene un antecedente en Chile con la venida del Príncipe,  del cual se hizo una historia falsa sobre su valentía al asesinar ciudadanos en Afganistán con una “solidez increíble”. Lo que no se dijo es que lo hizo desde una altura imposible de ser detectado, con objetivos militares y civiles indefensos y que no revistieron ningún peligro para su señoría.

En realidad esta falsificación de la categoría valiente tiene una contraparte en el verdadero concepto que se debe manejar en Chile: aquel que reconoce el valor de quienes en condiciones de inferioridad se oponen  a políticas agresivas contra la mayoría de la gente, como la estafa pensional aún vigente, o ex presos políticos dejados a su suerte por la “democracia”.

La moda ahora parece ser las amenazas de Daesh a todas las figuras occidentales en crisis de autoridad como Barack Obama, Angela Merkel, y ahora británicos. Algunos comentaristas jocosamente han indicado que posiblemente algún jugador destacado, aunque en decadencia también, podrá ser nombrado para subir en algo su autoestima.

Si se contrasta con las más de trescientas mil personas muertas en Siria y seis millones de desplazados, este acto es absolutamente fantasioso al calificarlo como la amenaza inmensurable. Es para reflexionar pues la demolición de los principios como fuente fundamental del buen vivir unilateral ya están en entredicho y falseados.

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10 ago 2015

La tragedia de Hiroshima y Nagasaki

Hace 70 años, el 6 de agosto de 1945 a las 8:15 horas, se lanzó el primer ataque nuclear sobre una ciudad, causando la destrucción y muerte instantánea a cerca de 70 mil personas, la mayoría mujeres, niños y ancianos. Otros tantos fallecerían en menos de un año.

Hiroshima no fue la primera expresión de un tipo de crimen de guerra que más tarde vendría a llamarse la “guerra total”, es decir, la ejecución de actos de destrucción masiva contra ciudades o poblaciones civiles que no se encuentran protegidas ni constituyen objetivos militares. Antes de Hiroshima o del bombardeo de la ciudad Alemana de Dresden, la aviación nazi inauguró este expediente el 26 de abril de 1937 dejando caer su furia sobre la ciudad vasca de Guernika.

Para los que justifican el ataque, éste y luego el embate sobre la ciudad de Nagasaki, tuvieron el mérito de poner fin a la resistencia japonesa, que a pesar de estar estratégicamente derrotados, seguían luchando con ferocidad causando miles de muertes en las tropas norteamericanas. Dirán que se salvaron muchas vidas de soldados estadounidenses, a modo de justificación.

Para los que lo critican, el ataque fue injustificado desde el punto de vista militar. La guerra ya estaba decidida. Se trató más bien de una demostración de poderío tecnológico y militar para asentar la ventaja estratégica de Estados Unidos sobre el mundo que sobrevendría a la segunda guerra mundial: el conflicto entre occidente y la URSS. No hay que olvidar que la derrota de Hitler había sido en manos del ejército rojo, por lo que los americanos necesitaban urgentemente demostrar su poderío.

Ciertamente la guerra de los aliados contra el nazismo y el militarismo japonés fue una guerra justa y necesaria. Su derrota liberó al mundo de unas tiranías feroces y criminales. El mundo con razón celebra esa victorias de hace 70 años.

Sin embargo, sigue rondando la pregunta sobre la necesidad de las matanzas de civiles en Hiroshima y Nagasaki. El pueblo norteamericano, especialmente entre los jóvenes,  ha venido modificando su opinión sobre la justificación de estos hechos. El mundo está cada vez más interesado en conocer el testimonio de los sobrevivientes japoneses, antes que los relatos supuestamente heroicos del piloto y tripulación del Enola Gay.

Hoy pocos discutirían que se trata de una de las peores tragedias de la historia humana. Tragedia en el mejor sentido de la palabra: es decir, un conflicto que provoca un desenlace catastrófico que sólo puede dejar lágrimas y sufrimientos para todos los participantes y sus herederos.

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09 ago 2015

El valor de la memoria histórica

Ha resurgido un intenso interés hacia la causa de los Derechos Humanos, luego que un ex conscripto hablara en el “caso quemados”, rompiendo el “pacto de silencio” que la dictadura Impusiera luego que este terrible y trágico suceso ocurriera, durante una jornada de protesta nacional contra Pinochet, hace más de 29 años. Los hechos estremecedores permiten valorar en su real dimensión como la verdad colabora a la justicia y a la formación de la memoria histórica de una nación. Esta es una perspectiva verdaderamente universal.

Por ello, me permito reflexionar ahora, en torno a un aniversario singular que para muchos pasara desapercibido. Se trata del VII Congreso de la Internacional Comunista, efectuado hace 80 años, en agosto de 1935, en Moscú, la capital de la entonces Unión Soviética.

Es una década de convulsión planetaria, la Gran Depresión, considerada hasta hoy como la más grave crisis capitalista, ha causado estragos incalculables; las pérdidas en los mercados son incuantificables y el desempleo se enseñorea en las metrópolis más avanzadas y en los cinco continentes, ratificando con ello la pobreza que sacude a la mayor parte de la población y la incapacidad del sistema de controlar sus propios conjuros, esto es a las fuerzas económicas que, lanzadas a una competencia desenfrenada, han terminado por colapsar el capitalismo mundial.

Los centros de mando se aterran ante la idea que los vaticinios de Carlos Marx parecen cumplirse irremisiblemente. También lo piensan así en el movimiento comunista, en el que desde la década anterior se vaticina la inevitabilidad de una revolución a escala internacional. Por eso, se ha impuesto una estrategia voluntarista y sectaria, le llaman la guerra “de clase contra clase”, lo que se expresa en una política de ciego enfrentamiento hacia otras fuerzas de izquierda que son parte del movimiento obrero, como los socialistas y los socialdemócratas, pero a los cuales se descalifica brutalmente, tildándoles de “social fascistas”.

En efecto, ante la crisis y la incertidumbre la ultraderecha se ha fortalecido, en particular, en Alemania toma el poder un partido que manipula y explota a su favor el orgullo nacionalista, realimentado por los enormes pagos impuestos por el Tratado de Versalles al concluir la Primera Guerra Mundial, y también explota las demandas del mundo rural y las clases medias contra el movimiento obrero el que, ha sido ni más ni menos, precursor de las luchas y de la formación de los partidos obreros en Europa.

Asimismo, esa formación de ultras, condena la razón y la cultura, fomentando un odio racial desenfrenado, cuyo objetivo privilegiado son los judíos asentados en el centro de Europa. En su ilimitado uso de la demagogia se hacen llamar “nacionalsocialistas”.

Pero nazis no sólo hubo en Alemania, los hubo con mayor o menor timidez, en Gran Bretaña y en Francia, así como, hay regímenes ultra reaccionarios, que sin llegar a ser una copia del alemán, establecen fuertes alianzas con Hitler, el que aparece como el nuevo mandamás de la situación; Franco en España y Mussolini en Italia; en Asia con Japón y su afán expansionista;  así como otros jerarcas represores que propugnan monarquías absolutistas, en Portugal, Bulgaria, Rumania, Hungría y otras regiones.

En suma, las fuerzas más agresivas bajo jefatura nazi se vuelcan tras una salida de fuerza que aplaste, a sangre y fuego, la rabia y el reclamo social, por lo cual impondrán el delirio de la “raza pura”. La guerra y los campos de concentración ya están en el horizonte.

Las tensiones europeas han corrido paralelas al proceso que, en la Unión Soviética, ha instalado una dictadura brutal, la de Stalin: la vieja guardia del partido bolchevique, aquel que irrumpió gracias a la revolución rusa del año 1917, tomándose el poder en noviembre de ese año, con Lenin a la cabeza, esa fuerza ha sido diezmada, a través de una cruenta represión de aquel núcleo humano ya no queda prácticamente nada. Sus dirigentes han sido liquidados. De hecho, en el VII Congreso, se nombra líder a Georgi Dimitrov que reemplaza a Nikolai Bujarin, que está encarcelado y pronto será asesinado.

En Rusia, un país agobiado en medio de la agresión e intervención extranjera y diezmado por la guerra civil, los ideales, los valores y la práctica democrática de los principios del socialismo fueron cancelados por el estalinismo, y se reemplazaron por brutales métodos policíacos de represión que liquidaron el sentido profundamente libertario de ese primer proyecto de sociedad socialista. Sin democracia ella sencillamente no es posible.

Mientras tanto, en medio de la crisis capitalista, la debilitada democracia liberal, tan despreciada en esa década por el movimiento comunista, está siendo reemplazada por un tipo de régimen totalitario que no tiene parangón e impone el terror, cuyos límites parecen no existir y para el cual la dignidad y el valor del ser humano simplemente no existen.

El totalitarismo del nazi fascismo engulle lo que encuentra a su paso. Los dogmáticos de izquierda se dan cuenta que la revolución no es inevitable y que es perfectamente posible que surja, según Dimitrov, “la más atroz dictadura terrorista del gran capital” y que tras ese periodo de desenfreno, en una nueva guerra mundial, se destruyan las conquistas históricas del movimiento obrero.

Entonces, llega la hora del viraje, de defender la democracia. Eso es lo que decide el VII Congreso de la Internacional Comunista que impulsa la estrategia del Frente Popular, la del entendimiento y la más amplia unidad de todas las fuerzas antifascistas. Queda atrás la consigna de “frente único proletario”. Es la convicción de que intentar el  “Programa máximo” es un error y que se debe partir por el “Programa mínimo”, que no es otro que afianzar y robustecer la democracia, a fin de derrotar a las fuerzas más extremistas del sistema.

Si bien la política de frente antifascista no logró salvar la joven república española que fuera ahogada por una terrible guerra civil, no cabe duda que fue un hecho, un antecedente que influyó en la alianza contra Hitler, de la Unión Soviética, los Estados Unidos y Gran Bretaña, que permitió liquidar la agresión nazi y un sistema de totalitarismo de Estado, que hubiese destruido por tiempo indefinido los avances libertarios alcanzados por la humanidad. La barbarie nazi es derrotada, a un costo humano inconmensurable.

En tal sentido, al reconocerse que sólo el más ancho y fuerte entendimiento de las fuerzas democráticas impediría una catástrofe mundial, derrotando el sectarismo que consumía al movimiento comunista, el VII Congreso, es un hito en las gigantescas y terribles batallas que marcaron el siglo XX.

A veces querer cambiarlo todo lleva a que no se pueda cambiar nada. Por
eso, no olvidemos tantos hechos y luchadores que, superficialmente, parece que no lograron las transformaciones más profundas del sistema, pero que sin embargo, fueron capaces de crear las condiciones para que prevaleciera el valor universal de la justicia, la libertad y la paz entre las naciones.

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09 ago 2015

Manuel Contreras, un chileno como nosotros

En su novela “Les bienveillantes”, Jonathan Littell hace hablar a su personaje para afirmar que los horrores que va a contar sobre el Holocausto – de los cuales él es uno de los supuestos protagonistas – no son hechos perpetrados por un demonio o un monstruo, sino acciones que perfectamente cualquier otro alemán como él podría haber cometido.

La idea es una prolongación de la reflexión de Hannah Arendt en el juicio de Eichmann sobre “la banalidad del mal”. Sería asegurador para todos nosotros que los grandes criminales fueran seres aparte, monstruos de la naturaleza con los que nosotros no tenemos nada que ver, seres degenerados con los que no tenemos nada en común.

Un pensamiento como este nos libera de la responsabilidad frente a sus crímenes y se revela como una estrategia perfecta para culparlos sin poner en cuestión ni por un segundo nuestra buena conciencia. Mientras los malvados sean una casta aparte con la que nosotros no tenemos nada que ver, podemos dormir tranquilos, son fenómenos extraños frente a los cuales nuestra esencia se encuentra a salvo.

Lamentablemente para las bellas almas y las buenas conciencias esto no es mas que una burda falsedad. En el caso de Eichmann, la monstruosidad de sus crímenes fue cometida cumpliendo tareas burocráticas, firmando papeles, buscando ahorrar los dineros del Estado, como un funcionario puesto en su rol por un sistema  que, sin diluir sus responsabilidades por las consecuencias de sus actos terribles, es la verdadera máquina criminal de la que resultan necesariamente estas atrocidades.

El mal es banal, es la obra de un funcionario minucioso que está convencido de que con sus actos está ayudando a su patria e involucrado en una tarea grandiosa de la que sus descendientes se sentirán orgullosos. Pero eso extiende su culpa a todo su pueblo y a todos los pueblos que no supieron detener a tiempo este tipo de movilización infernal que terminaría con la vida de millones de personas. No se diluyen las responsabilidades individuales, pero se enmarcan en responsabilidades colectivas y hasta de la especie, que es la que tiene que mantenerse vigilante para que no ocurran este tipo de barbaridades. Por eso hablamos de “derechos humanos”, porque nos conciernen a todos.

El caso del criminal Contreras es también un caso de “banalidad del mal”. Un pobre ignorante, educado en instituciones del Estado en las que asimiló doctrinas falsas y valores distorsionados, donde se le enseñó que debía cumplir ciegamente los mandatos de sus superiores, donde se le indicó que la “patria” era una bandera, un escudo y una canción, y se le dijo mentirosamente que la institución en la que estaba jamás había sido vencida y que en su gloriosa historia solo había hechos edificantes de los que tenía que enorgullecerse, donde se le escondió que el verdadero Libertador de Chile fue el General argentino José de San Martín y tampoco se le dijo que la tercera parte del gloriosos ejército Libertador estaba compuesto de negros esclavos reclutados en Mendoza.

Donde no se le habló de las crueles matanzas de obreros perpetradas por el ejército chileno entre las cuales la de la escuela Santa María de Iquique es hoy día la más célebre. Tampoco se le dijo que Nuestra Señora del Carmen, ante la que él tenía que encomendarse en los días festivos de su institución era una virgen traída por San Martín desde un monasterio mendocino.

Y especialmente, donde se le enseñó, a pesar del carácter supuestamente no político de las fuerzas armadas, que el socialcomunismo era el enemigo interno y que el marxismo era una ideología diabólica que había que combatir por cualquier medio. Se afirmaba que el Ejercito no era deliberante, pero se propiciaban descaradamente las ideas políticas ultraderechistas.

Contreras, que entendió rápidamente que la duda era el peor enemigo de un militar, asimiló todas estas vagas doctrinas como si fueran la verdad misma y como en su cabeza no había lugar para el asombro o para la admiración ante lo enigmático de la vida humana, aprendió rápidamente que lo mejor para él y para su familia era atenerse estrictamente a lo que se le pedía y desarrollar un pragmatismo a toda prueba, ajeno a toda curiosidad y a toda sabiduría que no fuera la que necesitaba para cumplir sus órdenes. De ahí su conservantismo, su seguidismo y su paradójica religiosidad muy cercana a la de su mentor Augusto Pinochet.

Digamos también que los valores en que fue educado incluyeron una fuerte dosis de machismo y de matonería, contravalores muy apreciados en el mundo militar y actitudes útiles cuando se desea imponer un mandato sobre voluntades mas débiles. Eso, unido a la ingenua convicción de que se puede mentir impunemente y labrarse así un camino hacia el éxito histórico sobre la base de burdas invenciones, es lo que lo hizo rápidamente abrirse camino en el dislocado mundo de la dictadura militar. Y no olvidemos la alta valoración que los militares chilenos tienen de la “lealtad” que incluye la complicidad en los crímenes, los pactos de silencio y la celebración de la barbarie.

Contreras es entonces un fruto del país, un hijo de nuestras instituciones, un chileno como los hay todavía hoy día por todas partes, sin que nadie se inquiete demasiado. No es un monstruo, ni un demonio, sino un funcionario eficaz en el mundo depravado de la dictadura militar de la que todos somos responsables.

De la misma manera que somos todos responsables de lo que hoy día pase o no pase en el Ejército chileno – que hasta el momento no parece muy interesado en los cambios – también somos responsables de que surjan en nuestro país este tipo de odiosos personajes nacidos del nacionalismo estrecho, del falso patriotismo, de la incultura y de la ignorancia.

La historia donde fueron posibles los horrorosos hechos que la justicia le imputa a este indigente mental la hicimos entre todos. A ese horror fuimos a parar porque no fuimos capaces de hacer un país mejor. Contreras es un militar chileno, con todo lo que tiene eso de monstruoso, porque no fuimos capaces de inventar un ejercito noble, una carrera militar honrosa y unos valores ciudadanos válidos y creíbles en los que todos nos sintamos unidos y orgullosos.

Lo que debe hoy día conmover nuestras conciencias es que este pobre individuo que encarna lo peor de lo que hemos sido capaces de inventar, creía de esa manera “estar sirviendo a la patria”.

Esa “patria” no era un invento de él, sino una idea que nuestra sociedad enferma inculcó en su espíritu y por la que todos de alguna manera hoy día estamos pagando.

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09 ago 2015

100 años de un gran hombre

Hace 100 años nació en Nacimiento, Bernardo Leighton Guzmán, abogado, expresión de bondad y amistad, líder, demócrata cristiano, Diputado, Vicepresidente de Chile y máxima expresión de la justicia social y ejemplo de una juventud auténticamente revolucionaria.

Lo conocí hace ya muchísimos  años, tantos que ya son más los chilenos que no supieron de él, que los que tuvimos la felicidad de tratarlo y aprender sus enseñanzas.

De él aprendimos que la bondad no es debilidad sino fortaleza moral.

De él aprendimos que la violencia verbal sí es una derrota frente a argumentos sensatos y moderados.

Él nos enseñó que ante la fuerza bruta y la mansedumbre serena, esta última triunfa y convence en la vieja batalla de la Universidad de Salamanca cuando Millan Astray le dijo a Unamuno: “Viva la muerte, muera la inteligencia” y éste le contestó “Venceréis pero no convenceréis”.

Sereno en la derrota humilde en el triunfo, de juicio rápido pero análisis  profundos, serio ante la gravedad de un asunto, tenía un humor cristalino y blanco y con anécdotas que han pasado a la historia. Amigo de sus  amigos, hasta la máxima expresión de la lealtad y jamás una palabra de odio a sus adversarios.

Bernardo fue un líder y un conductor político, sin individualismo perturbador.

Pudo tener todos los cargos que quisiera y jamás aceptó.  La Falange Nacional y luego la Democracia Cristiana crecieron  impregnadas  de una visión ética que  nunca traicionó la ética del trabajo y del compromiso adquirido, fue su fuerza moral para ser respetado  que hasta hoy reco

En estas líneas expresamos nuestra admiración por el hombre que fue el paradigma de la bondad y al mismo tiempo nos deja quien fuera su antítesis en la política: toda fuerza, rudeza, muerte u odio.

Los destinos del Señor son inconmensurables y los recibirá en el espacio que su Reino ya les tiene reservado.

Bernardo fue Demócrata Cristiano, pero perteneció al corazón de los chilenos.  Fue un faro intelectual, pero su corazón latió siempre con los trabajadores.

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08 ago 2015

A romper el silencio

Ha muerto Manuel Contreras Sepúlveda, el “Mamo”, llevándose consigo valiosa información no sólo del destino final de los cientos de detenidos desaparecidos por la dictadura sino de los casos de miles de ejecutados y torturados así como de la identidad de los responsables de cada crimen. Desde  su omnipotente cargo de director supremo de la siniestra DINA, así como desde su posición de hombre de confianza de Pinochet, este militar – formado en los cavernícolas institutos de “inteligencia” de los EEUU- nunca tuvo un gesto de dignidad y persistió en un silencio cobarde que dificulta el conocimiento de toda la verdad necesaria.

Pero no es el único “mamo”, hay varios otros de su condición buena parte de los cuales se encuentran en prisión. Otros, en libertad, han lamentado la partida de su líder y otros que nada han dicho permanecen en la misma posición del lamentable delincuente y no entregan a tribunales nada de lo mucho que saben.

Corresponde preguntarse ¿hasta cuándo? Pero igualmente corresponde plantearse iniciativas en los más diversos planos, político, administrativo, judicial, nacional e internacionalmente, para romper el llamado “pacto de silencio”. Un silencio que se hace cómplice de los crímenes de lesa humanidad perpetrados por la dictadura chilena, que es lejos una de las más sangrientas de las que tuvieron lugar  en la segunda mitad del siglo pasado a partir del golpe contra el presidente Jacobo Arbenz en Guatemala.

No se trata sólo de los altos mandos castrenses – en especial de los de la época de los hechos – sino también de los muchos civiles sediciosos que impulsaron a las FFAA a derrocar al gobierno constitucional del presidente Salvador Allende, así como de los dueños de medios de comunicación que en su momento se hicieron  parte de los atropellos a los derechos humanos al participar en operaciones tales como en los casos de los 119, o de Marta Ugarte y muchos otros en los que a sabiendas colaboraron para encubrir crímenes brutales.

Son sujetos que tienen  información y están obligados a entregarla conforme nuestra legislación interna y el Derecho Internacional.

Así nos lo recuerda, por ejemplo, el Informe acerca de la situación de los Derechos Humanos en Chile, 2014, publicación del Instituto Nacional de Derechos Humanos que, al referirse al Acceso a la Información Pública, Archivos y Acceso a la Justicia, nos recuerda que no sólo es normativa nacional el derecho de acceso a la información, sino que ya en 1977 en el primer protocolo adicional a los Convenios de Ginebra, a propósito precisamente de personas desaparecidas, establecía “el derecho que asiste a las familias de conocer la suerte de sus miembros” con lo que el Derecho Internacional Humanitario planteaba a los Estados la obligación de buscar los procedimientos que abrieran paso a la derrota de la impunidad.

La publicación citada nos recuerda igualmente otras resoluciones que cito. Entre ellas una sentencia del 2003 de la Corte Interamericana que señala que “en  caso de violaciones de los derechos humanos, las autoridades estatales no se pueden amparar en mecanismos como el secreto de Estado o la confidencialidad de la información, o en razones de interés público o seguridad nacional, para dejar de aportar la información requerida por las autoridades judiciales o administrativas encargadas de la investigación de procesos pendientes” y agregaba  que por lo mismo todo  Estado debe “garantizar que  ningún obstáculo normativo o de otra índole impida la investigación de dichos actos y, en su  caso, la sanción de los responsables”.

¿Puede haber un lenguaje más claro?

A su vez, en el año 2005 la ex Comisión de DDHH de Naciones Unidas en su Resolución número 66 subrayó “la importancia de respetar y garantizar el derecho a la verdad para contribuir a acabar con  la impunidad y promover y proteger los derechos humanos”, en tanto que en el 2008 el Consejo de DDHH de la ONU reiteró “la importancia de que la comunidad internacional reconozca el derecho que asiste a las víctimas de violaciones manifiestas de los derechos humanos de conocer la verdad sobre esas violaciones”.

Ese mismo año la Corte Interamericana sentenció que todos los Estados  deben garantizar que “toda persona, incluyendo a los familiares de las víctimas de violaciones a los derechos humanos, tengan el derecho a conocer la verdad y deben ser informados de todo lo sucedido en relación a dichas violaciones”. Parece hecho a propósito del caso chileno.

Todavía más – y esta vez sí expresamente para nuestro país –  el año 2009 el Comité contra la Tortura de Naciones Unidas instó al Estado de Chile “a que facilite a los tribunales toda la información pertinente que obre en su poder para facilitar la labor de impartir justicia”.

Pero además dijo categóricamente que instaba a nuestro Estado“ a derogar la disposición  de la ley 19.992 mediante la cual se establece el secreto durante 50 años de información relativa a la práctica de la tortura durante la dictadura.”

Esta vez elmensaje fue directo y el  Congreso Nacional no debe ni puede seguir permaneciendo sordo a tan claro requerimiento del Derecho Humanitario. ¿Qué se espera?

Por si fuera poco, hace un año, en julio de 2014, el  Comité de DDHH de Naciones Unidas volvió sobre el tema y expresó que era preocupante el carácter secreto “de los documentos, testimonios y antecedentes aportados ante la Comisión de Verdad y Reconciliación y la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura” y recomendó que todo se hiciera público.

De todo lo cual resulta indispensable retomar con fuerza la lucha para que el Estado chileno se adecúe plenamente a los estándares internacionales en materia de derechos humanos.Desde luego, para que hablen los que manejan toda la información, espontáneamente o por decisión de quienes tengan la autoridad jurídica para requerirles tal conducta. Y además para despejar y derogar toda norma o instrumento que impida el acceso a la necesaria información.

Sólo de este modo tanto el Estado como las agrupaciones de familiares de las víctimas y todos quienes comprendemos que el gran asunto de las violaciones a los derechos humanos en dictadura no es tema del pasado sino del presente y sobre todo del futuro, habremos cumplido con nuestro deber superior de buscar el establecimiento de verdad y justicia.

Al mismo tiempo habremos derrotado al genocida recién fallecido y a quienes – que los hay  – todavía comparten, total o parcialmente, su aberrante conducta y el horror de la dictadura que impuso el tipo de sociedad que hoy la gran mayoría de las chilenas y chilenos anhela cambiar.

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08 ago 2015

La fotografía es un arma cargada de futuro

Por estos días se exhibe en el GAM la muestra “Chile desde Adentro”, que reúne el trabajo de diversos fotógrafos de la época de la dictadura. Es un gusto ver en formato grande los retratos de la vida cotidiana de esos años, una muy joven Diana Bolocco en el Teatro Municipal y Sergio May con su metro de altura caminando frente a un piquete de carabineros, o rostros anónimos del Chile rural y quienes participaron de las protestas.

La exposición ha adquirido cierta inesperada relevancia debido a la confesión del conscripto Guzmán en el caso Quemados y ahora con la muerte de Manuel Contreras que vuelven a poner de relieve, como sucede y sucederá periódicamente, las heridas no sanadas producto de las atrocidades del régimen cívico-militar que nuestras autoridades jamás han querido enfrentar con valentía.

Las fotografías reunidas tienen la doble virtud del goce estético que además hace las veces de puente entre este placer en sí mismo con la memoria y la denuncia de las brutalidades vividas durante el gobierno de Pinochet.

Esta arma de dos filos, pero dos filos que apuntan hacia el mismo enemigo, hizo que en cierta época de la dictadura las autoridades militares prohibieran la exhibición de imágenes en las publicaciones opositoras. La fotografía es un testimonio de la verdad (eso se cree pero en realidad no es tan así, mas no nos vamos a adentrar en estos temas).

Una mujer que toma una fotografía gastada y borrosa de algún familiar y la prende en su solapa es un símbolo muy potente para nosotros los chilenos. Y es la fotografía la que logra esa transformación.

La fotografía es, obviamente, la detención del tiempo. El joven corriendo con la bandera chilena frente a La Moneda seguirá en su carrera por siempre, así como la heroica acción del Movimiento Sebastián Acevedo frente a la Biblioteca Nacional, mojados por el carro lanzaaguas desde ese día hasta hoy. Y ese tiempo detenido tiene una virtud. Es testimonio. Por mucho que el rostro de comercial de analgésicos lo desee, acá “no pasa la vieja”, las imágenes de la violencia con la que se impuso el sistema que nos gobierna hasta hoy no son preocupación de unos pocos o temas intrascendentes, al contrario de lo que señaló en su momento este mismo personaje de abundante cabellera.

¿No cambia nada la fotografía? Sí lo hace. Con el descubrimiento de los campos de concentración nazis, los aliados se entregaron a una profusa labor de documentación del horror, para que no se relativizara ni se dudara de la verdad histórica del Holocausto. Por otro lado, una organización clandestina en Polonia se dedicó a interceptar correspondencia de soldados alemanes y gracias a ellos tenemos varias de las fotografías más impactantes de la barbarie fascista, como la terrible fotografía del último judío en Kiel a punto de ser ejecutado, que lleva su abrigo bajo el brazo como que fuera a salir de paseo y mira con aire vacío a la cámara, o un “valiente” soldado alemán disparándole a una madre con su hijo en Ucrania.

¿Muy lejos, muy antiguo? Vamos al caso de Víctor Basterra en Argentina. Fue detenido entre 1979 y 1983 por las autoridades militares y hecho trabajar como esclavo en la Escuela Mecánica de la Armada, que se utilizó como centro de tortura y exterminio durante la dictadura. Gracias a sus conocimientos de fotografía, se le encomendó registrar a los agentes (para hacer documentos falsos) y a los detenidos que fueron internados en el lugar.

Basterra, de manera valiente y astuta, se guardó copias de todos los retratos, además de tomar imágenes de las instalaciones, y las extrajo de manera clandestina en cajas de papel fotosensible y ocultas en su cuerpo. Así, estas fotografías se han convertido en medio de prueba en juicios para comprobar detenciones e identificar represores y, en último término, convertirse en un testimonio histórico.

Estos testimonios así como los de Hoppe, Pérez, Montecino, Errázuriz y varios más acá en Chile, reunidos en la muestra que menciono al comienzo, son un pasado que no nos abandonará y deberá estar presente hoy y en el mañana. En un tiempo donde la muerte no tendrá señorío. O podemos decir, parafraseando al poeta Gabriel Celaya, “la fotografía es un arma cargada de futuro”.

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07 ago 2015

Las despenalización del aborto en tres causales

La Comisión de Salud de la Cámara de Diputados aprobó, en general, el proyecto de ley que establece la posibilidad de interrumpir el embarazo en tres causales: riesgo para la vida de la madre, inviabilidad fetal yviolación.

Han pasado 24 años desde que junto a un grupo de diputados pusiéramos en discusión esta materia a través de una moción que reponía en nuestro país el aborto terapéutico, eliminado sólo en las postrimerías de la dictadura.

En efecto, frente a la argumentación de algunos de inconstitucionalidad, por cuanto la Carta Fundamental señala que la ley protege la vida del que está por nacer, cabe replicar que el aborto terapéutico fue perfectamente compatible con esta misma Constitución por casi una década.

Más aún, si se revisan las actas de la comisión conformada por el régimen militar para generar el actual texto, la discusión que se dio deja de manifiesto que la inclusión de ese párrafo no significa excluir la posibilidad del aborto, sino que es un mandato al legislador para regularlo.

Los comisionados hablaron claramente de que una opción era el aborto terapéutico, pero también podían ser otros. La incorporación de la frase – se señaló – solo buscaba establecer que esta regulación no podía llegar a la amplitud que el aborto tenía en los países nórdicos.

Por tanto, las tres causales son perfectamente compatibles con la Constitución actual. Son hipótesis muy precisas que tienen amplio apoyo en la opinión pública.

Situaciones éticas limites, en que está en riesgo la vida de la madre o su integridad psíquica, derivada de la experiencia de llevar adelante un embarazo inviable o surgido de una acción delictiva.

Valoro profundamente que la sociedad chilena, casi un cuarto de siglo después tenga la madurez para discutir abiertamente este tema. Asimismo, el coraje de la Presidenta de la República y de su Gobierno para impulsarlo.

Resta aún parte importante del debate. Hay visiones contrapuestas, como es obvio a un tema valórico. Lo importante es entender que las normas jurídicas constituyen un marco para todos los miembros de la comunidad. Un mínimo común compatible con las visiones de todos.

Sobre ello, siempre hay normas religiosas y morales que a nivel personal complementan las obligaciones legales. Quienes desde su particular visión están en desacuerdo no ejercerán este derecho, pero no pueden imponerla a toda la sociedad.

Esta idea se plasma nítidamente en una cita del ex Presidente francés Valéry Giscard d’Estaing pronunciadas cuando en el país galo se promovió esta materia. “Yo soy católico, pero soy presidente de la República de un Estado laico. No puedo imponer mis convicciones personales a mis ciudadanos (…) sino (más bien lo) que tengo que (hacer es) velar porque la ley se corresponda con el estado real de la sociedad francesa, para que pueda ser respetada y aplicada. Comprendo, desde luego, el punto de vista de la Iglesia católica y, como cristiano, lo comparto. Juzgo legítimo que la Iglesia católica pida a aquéllos que practican su fe que respeten ciertas prohibiciones. Pero no es la ley civil la que puede imponerlas con sanciones penales, al conjunto del cuerpo social”.

Y concluye, “como católico estoy en contra del aborto; como presidente de los franceses considero necesaria su despenalización”.

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07 ago 2015

Si ves algo, di algo

El mes pasado fue noticia mundial el escape de película de dos peligrosos reos de una cárcel de alta seguridad en Nueva York. Este hecho motivó una intensa búsqueda policial de varios días, la que contó con apoyo tecnológico y la eficaz colaboración de la ciudadanía. Lo anterior dio como resultado la captura de uno de los prófugos y la muerte del otro, por resistirse este último a su arresto.

Por otra parte, en el caso del atentado terrorista de la Maratón de Boston (2013), un experto en seguridad norteamericana explicó en una pasada conferencia, que en dicho atentado varios corredores, en vez de huir despavoridos, se dirigieron al lugar donde se detonó la bomba, para ayudar a los heridos e informar a la Policía sobre los eventuales sospechosos.

Ambos ejemplos reflejan la cultura cívica de este país, sintetizándose quizás en la frase: “If you see something, say something” (si ves algo, di algo). Esta actitud ciudadana permite una apropiada interacción entre la ciudadanía y las Agencias encargadas de la Seguridad, favoreciéndose con ello la prevención y control de los delitos e infracciones.

En Chile, tal como lo mencionara en una columna anterior, se requiere una mayor colaboración entre los ciudadanos y su fuerza pública. El Plan Cuadrante es un ejemplo positivo en este ámbito. Por el contrario, las agresiones que sufre carabineros en las denominadas “movilizaciones pacíficas” son la otra cara de la moneda, al igual que el uso indebido del teléfono de emergencia 133, entre otras conductas que deben corregirse.

En este contexto, la fuerza policial necesita “un marco normativo de protección penal y seguridad social”,  y que se cautele “que el principio de autoridad sea efectivamente respetado”, tal como lo señaló el General Director de Carabineros en el 88 Aniversario de la Escuela de Carabineros.

De la misma manera, además de exigírseles a la fuerza pública una capacitación y especialización permanente, ésta debiera disponer de recursos materiales, especialmente tecnológicos, tales como cámaras de seguridad en distintos puntos del país, laboratorios de criminalística de primer nivel y quizás estudiarse, a mi juicio, la posibilidad de adquirir drones para dicha institución.

En este contexto, la última medición del mes de julio de ADIMARK, mostró que sólo un 9% de los encuestados aprobó la gestión del Gobierno en materia de delincuencia, mientras que un inédito 89% la desaprobó. Estas cifras expresan la preocupación de nuestra sociedad por este tema.

Finalmente, y lo más importante, comprender que el personal de Carabineros y de la PDI son funcionarios públicos, y antes que todo, seres humanos, los cuales arriesgan sus vidas por servir a Chile y que por lo tanto, debemos trabajar en conjunto con ellos para combatir al “sindicato del crimen”.

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