11 sep 2014

La presencia de Allende en el proceso de reformas

Llego el mes de septiembre y, con razón, se rinde homenaje a la memoria de las víctimas y de los caídos en el duro esfuerzo que significó restablecer la democracia en Chile. En muchos hogares las familias rememorarán al padre o la madre, hijo o hermano ausente, a quién permanece como detenido desaparecido, al joven que perseguido se fue al exilio, a la muchacha que fue violada o al abuelo que fue exonerado de su trabajo y cayó en la pobreza.

En este marco,las emociones se desatan.Septiembre es un mes de congoja por el derrumbe de la democracia,y también de festejos por la celebración de la independencia nacional.Este es un mes de insalvables contradicciones, de velatones y misas, de fondas y cuecas.

Además, en este septiembre del 2014, se conmemora el 50 Aniversario del triunfo del Presidente Frei Montalva en 1964, que dio inicio a la reforma agraria y acometió la chilenizacion del cobre, así como, el 44 Aniversario de la elección de Salvador Allende en 1970.

Ambos, junto a Pedro Aguirre Cerda están entre los presidentes visionarios del siglo XX que impulsaron el progreso social de Chile, de aquellos que supieron marcar un rumbo cuando la nación lo necesitaba.

En las dos elecciones presidenciales con liderazgo entre el centro y la izquierda (1964 y 1970), ambos conglomerados se empinaron a una fuerza mayoritaria de dos tercios del electorado nacional. Sin embargo, su lamentable distanciamiento fue, a la postre, decisivo en el cuadro político en que se abrió paso la conjura golpista de 1973.

Las consecuencias de ello, señalan que no hay excusa ni argumento que valide el desencuentro entre los demócratas chilenos, errando históricamente los que piensan que es mejor que se ponga término a la colaboración en tareas de gobierno entre el centro y la izquierda, creyendo que de ese modo se tomaría “el camino correcto”, como insinúan, debió ser desde el primer momento el proceso de reinstalación del régimen democrático, una ruta sin la complejidad de actuar en alianza generando mayorías para avanzar, una línea de acción purista pero estéril, sin tomar debidamente en consideración las condiciones históricas concretas que ha vivido el país.

Si primara el criterio estrecho de que mientras menos mejor, el bloque de la “nueva mayoría”, rápidamente pasaría a ser minoría. En esa idea se cree que llegó la hora de poner término al periodo de unidad en la diversidad que ha perdurado ya durante más de un cuarto de siglo, en la Concertación y ahora en la Nueva Mayoría; en el caso que ese enfoque prevaleciera sería fatal para el proceso de reformas en curso en nuestro país. La mejor manera de impedir las reformas es hacer minoría a la mayoría.

He insistido en la idea que ello sería fatal, ya que la ausencia de la mayoría social y política necesaria para los cambios, generaría un vacío político que vendría a ser ocupado y utilizado por los grupos o fuerzas disgregadoras que se empeñarían en imponer propuestas populistas, haciendo imposible la conducción de la agenda contra la desigualdad, propiciando la confusión y la dispersión de las fuerzas hoy aliadas, agrupadas y orientadas en un objetivo común. La unidad es la clave para enfrentar las tareas pendientes.

Más aún, Chile necesita ejercitar su diversidad cultural y política. La conducta del fenómeno de anarcofascismo que marca las manifestaciones, en que los llamados”encapuchados” quieren agredir físicamente a todos quienes no les simpatizan, da cuenta de un resabio de intolerancia en la cultura nacional que es sumamente peligroso.

En democracia se requiere la interacción, la colaboración y la influencia recíproca entre fuerzas que son diferentes. Vencer al sectarismo y los rezagos dogmáticos del autoritarismo lo hacen indispensable.

En 1970, la idea estratégica del líder que encabezaba la coalición de la Unidad Popular, Salvador Allende, apuntaba en la dirección de lograr la más amplia unidad, su insistencia era sumar y no restar. Ir más allá de las fronteras del movimiento popular y proyectar una auténtica alternativa nacional. Algunos desean ignorar esa característica básica del liderazgo de Allende. O, tal vez, simplemente no conocen su personalidad política en todas sus múltiples dimensiones.

La Unidad Popular aspiraba a ser la convergencia de quienes, en los más amplios sectores, abrazaban un proyecto común y no una elite de iluminados. Su propósito era la transformación de Chile en democracia. El sectarismo y el abuso con el verbalismo ultra revolucionario con que se actuó por parte de algunos en su coalición, fueron sus más tenaces adversarios.

La actitud permanente de Allende, su inclinación natural era hacia la amplitud y hubo de bregar en el seno mismo de las fuerzas de izquierda en contra de la estrechez, saliendo tantas veces al paso de aquel errado enfoque que concibe las escisiones y proliferación de grupos dispersos, pero bulliciosos, como “crisis de crecimiento”.Nadie se fortalece dividiéndose.

Un Chile más justo, como centro articulador de la propuesta allendista, es una idea plenamente convergente con las reformas contra la desigualdad que hoy se impulsan en nuestro país.

El proyecto político de la vía chilena al socialismo, “en democracia, pluralismo y libertad”, adelantándose visionariamente en el tiempo al derrumbe de la ex Unión Soviética, no tenía como propósito la estatización del conjunto de la economía y tampoco generar un sistema político de Partido único que asumiera el control del debate público y el monopolio de las ideas. Su pilar esencial se puede resumir en la idea de avanzar hacia la justicia social en democracia.

Muchas veces en sus discursos, Allende reiteraba su gran objetivo: “que el pueblo tomara en sus manos su propio destino”. Esa idea estaba fundida a la defensa del pluralismo y la diversidad, al esfuerzo por la evolución de las instituciones democráticas y republicanas como la base de la construcción del Chile que soñaba.

Por eso, no me cabe duda que hoy estaría activamente presente en la lucha contra la desigualdad, en el esfuerzo de configurar la mayoría nacional que se requiere para lograr hacer realidad un proceso de reformas necesario e indispensable para la estabilidad democrática, tarea que se hunde y emerge de las luchas históricas por el progreso social en Chile.

Deja un comentario
11 sep 2014

Un día en la memoria

Hoy es un día triste. Un día reservado a la memoria de nuestra patria. Tristeza y dolor fue lo que vivimos el 11 de septiembre de 1973, cuando supimos que la voluntad del Presidente Salvador Allende de construir un socialismo en democracia, libertad y justicia social, quedaba truncada por la traición de las Fuerzas Armadas y de Carabineros, cuyos mandos ordenaron el bombardeo al Palacio de La Moneda.

No tenemos una interpretación común sobre lo que llevó al quiebre de nuestra democracia y puede que no la tengamos jamás. Hay voces que están de acuerdo con el derrocamiento de un gobierno constitucional, por armas y fuego, acompañado de la prisión, las torturas, el exilio, las desapariciones y las muertes.

Olvidan que aún hoy hay detenidos desparecidos, juicios en proceso, y obstrucción para avanzar en una legislación para en la justicia que tanto gente esperamos.

Al no revisar la Justicia Militar, ni la Ley de Amnistía, los derechos humanos siguen siendo una asignatura pendiente, y que no podremos aprobar hasta que no hayamos resuelto el último crimen perpetrado por la dictadura militar.

El golpe militar en Chile fue una noticia mundial. La figura política de Salvador Allende ha alcanzado una estatura universal como demócrata, a lo largo de todos estos años, y es uno de los referentes políticos y éticos más importantes del socialismo, en todos los continentes.

Su proyecto de cambios fue visionario, y su voz aún resuena en las nuevas generaciones, porque la búsqueda de igualdad y justicia social sigue pendiente en muchos lugares de nuestro país. Por eso, su mensaje político y su consecuencia de vida perviven hoy entre nosotros, y son los jóvenes quienes lo han relevado como una de las pocas figuras políticas que reconocen y destacan.

A 41 años del golpe de Estado -después de cuatro años en que no se hizo ningún reconocimiento en la sede de gobierno- nadie hubiese imaginado que Chile sería gobernado por una mujer y que el Senado sería presidido por otra mujer, ambas del mismo partido al que perteneció toda su vida Salvador Allende.

Nuestro país vive un proceso social y político de la mayor trascendencia para el presente y el futuro de todas y todos los chilenos. Las reformas propuestas planteadas por la Presidenta Bachelet dan cuenta de los importantes cambios que ella está impulsando y que como Presidenta del Senado, estoy apoyando decididamente.

Estoy cierta que mi padre compartiría plenamente estos planteamientos en pos de profundizar la democracia, promover una efectiva igualdad y avanzar en justicia social.Salvador Allende creyó en la democracia, contribuyó a perfeccionarla y no dudó en luchar por ella cuando fue necesario, y entregó su vida por defenderla.

Su muerte en La Moneda no fue en vano, sino que se constituyó en el símbolo de un hombre que es capaz del sacrificio personal en la defensa de sus ideales, de lo cual nos enorgullecemos profundamente.

Hoy puedo repetir sus palabras en forma lúcida y serena: “Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente”. Esa semilla no fue sesgada y las nuevas generaciones son prueba de ello.

7 comentarios
11 sep 2014

Ante actos desquiciados: unidad nacional y leyes democráticas

“El atentado en el metro fue un acto completamente desquiciado”, así lo califiqué en un programa radial. Sean quienes sean los responsables, buscan dañar la democracia y, en última instancia, inhibir el proceso de reformas para construir un mejor país que ha venido impulsando la Presidenta Bachelet.

En ese marco, vale la pena reflexionar sobre el oportunismo con que algunos han enfrentado el hecho. El Ministro Elizalde cuestionó a “quienes tratan de sacar dividendo político de tan dramática situación, pues cometen un tremendo error”.Estos livianamente han afirmado que la agenda programática del gobierno ha quedado eclipsada y pasará a un segundo plano. De esa manera, tal vez sin quererlo, hacen eco de la sensación de caos y freno a la política democrática que buscan actos criminales como el ocurrido en el Metro Escuela Militar.

En las redes sociales, ciudadanos y ciudadanas hancuestionado el papel jugado por los medios de comunicación tradicionales.Que han festinado, que han abusado del morbo, que han fomentado el terror, dañando aún más la ya debilitada confianza interpersonal en el país, son los juicios reiterados en las redes.En el mismo ánimo, la presidenta del Colegio de Periodistas, Javiera Olivares, criticó la portada de un vespertino (Retorno del miedo) por irresponsable y por promoverel temor, agregando que “incluso puede aportar al objetivo de quienes realizan actos terroristas”.

A las pocas horas del atentado, los jefes de la Bancada de la UDI y RN, Felipe Ward y Nicolás Monckeberg,me emplazaron a retirar del trámite legislativo el proyecto de derogación de la Ley Antiterrorista que presentamos a fines de julio.

Nuestra respuesta fue inmediata y constructiva. Retiraríamos el proyecto si la derecha respalda una nueva normativa con estándares democráticos, que permitan el debido proceso y la debida defensa, y apoya sin cortapisas al gobierno en su acción contra los grupos violentos que provocan daños a las personas, en consistencia con la necesaria unidad nacional ante estos hechos.

Enfatizo el sentido democrático y jurídico que nos impulsó a presentar el proyecto para derogar la actual Ley Antiterrorista. No es efectivo, que nuestro proyecto no reconociera estos actos o que propusiera un marco jurídico más laxo.

Por el contrario, proponemos derogar la Ley Antiterrorista para reemplazarla por nuevos artículos en el Código Penal que aumentan las penas de delitos como bombazos, secuestros, incendios, etcétera, considerando agravantes, además, si son cometidos en lugares de transporte o espacios públicos por organizaciones disciplinadas y sistemáticas en su accionar.

La Ley actual hasta ahora se ha limitado a calificar la intención de un acto, cuando creemos que se trata de sancionar los hechos.Como se lee, nuestra propuesta busca un refuerzo en materia penal para sancionar como corresponde estas actuaciones criminales.

La legislación actual no cumple con los estándares internacionales para un Estado democrático, por eso ha sido condenada reiteradas veces por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

De ahí la importancia de respaldar con unidad nacional los cambios legislativos que promueve el gobierno para enfrentar este tipo de actos desquiciados.

Deja un comentario
11 sep 2014

El sueño de Allende

Cada 11 de septiembre el país recuerda uno de los hechos más significativos y dolorosos de nuestra historia republicana. El golpe de estado que derrocó por las armas al Presidente Salvador Allende quien, en plena Guerra Fría,fue electo democráticamente en las urnas por un país que clamaba cambios de fondo en nuestra sociedad, polarizada por profundos conflictos sociales producidos por injusticias fuertemente presentes en el orden social de aquella época.Había un pueblo que luchó por tener acceso a oportunidades y transformar su futuro.

Después de ocurrido el quiebre de la institucionalidad democrática en nuestro país, a los dos años, me fui junto a mi familia al exilio dejando mi país natal que sufrió por 17 años una larga dictadura.

Hoy, 11 de septiembre de 2014, cuando se cumplen 41 años de esa imborrable imagen de La Moneda en llamas que dio vuelta al mundo, la historia de Chile vuelve a tomar un espíritu transformador y progresista. Se está instalando un camino para que Chile enfrente las desigualdades y discriminaciones, las brechas entre ricos y pobres.

Estamos volviendo a pensar la política, no solamente desde lo que es posible, sino también desde lo que es justo.

Las palabras de la Presidenta Michelle Bachelet en Sudáfrica fueron clarificadoras cuando planteó que las transformaciones que se están efectuando hoy en Chile son las que soñó el Presidente Allende.Educación de calidad para todos, acceso a una salud digna, leyes laborales que defiendan los intereses de los trabajadores y dignifiquen su vida, así como también fortalecimiento de las empresas del Estado, como pilares sólidos de nuestra sociedad.

Quién iba a pensar que la nacionalización del Cobre efectuada durante el Gobierno de la Unidad Popular, con el acuerdo de todas las fuerzas políticas representadas en el Congreso, iba a tener tantas repercusiones positivas en nuestra sociedad. CODELCO es la compañía que más dividendos entrega al Fisco y que permiten financiar políticas sociales que impactan profundamente entre los más necesitados.

Los sueños son los mismos, pero el país no lo es. Chile ha crecido y se ha desarrollado notablemente, siendo una de las naciones más prósperas de la Región en términos económicos, pero con una distribución del ingreso que nos debiera dar vergüenza.

Aspiramos a tener una sociedad de “clase OCDE”, pero carecemos de sus niveles de cohesión social que se basan en un conjunto de derechos sociales. Las oportunidades y derechos que cada chileno y chilena tenga no pueden depender de su origen, apellido o colegio donde estudió.

Es por esto que hoy es un día tan significativo para Chile, no sólo se recuerda uno de los momentos más oscuros y divisores de nuestro país, sino que también recordamos que el sueño de millones de chilenas y chilenos también se vieron truncados, por un modelo neoliberal, totalitario y dictatorial, que hoy nos dejó como herencia no sólo dolor, sino que también profundas brechas socioeconómicas y culturales que hoy queremos terminar de manera democrática, inclusiva y solidaria.

En este sentido, creemos que es fundamental mirar hacia el futuro, hacia un horizonte de transformaciones que le cambiarán la cara a Chile.Estamos impulsando una educación pública de calidad y gratuita, una reforma tributaria que permitirá recaudar fondos permanentes para gastos sociales,vamos a iniciar un proceso para tener una constitución que surja de un proceso democrático y participativo que nos interprete a todos.

Ese es el Chile que queremos: un Chile que ofrece igualdad y justicia a todos y todas; un País de oportunidades y libertades para que cada cual pueda desarrollarse como persona y, sobre todo, una Patria con paz social y equidad, tal como lo soñó Salvador Allende, hace más de cuatro décadas.

6 comentarios
11 sep 2014

No podemos volver a perder la democracia

El respeto por el sacrificio del Presidente Allende y el comprensible deseo de no dar la razón a los golpistas ni justificar sus crímenes no debe impedir que, al cabo de 41 años, hagamos un esfuerzo por mirar de frente las causas del fracaso del gobierno de la Unidad Popular y de la inmensa tragedia que se desencadenó sobre nuestro país. Nada justificará jamás los crímenes de la dictadura, pero la manera de honrar la memoria de las víctimas es hacernos cargo de los errores que nos condujeron a ella.

Tzvetan Todorov dice: “La memoria del pasado será estéril si la utilizamos para erigir un muro infranqueable entre el mal y nosotros, si solo nos identificamos con los héroes irreprochables y con las víctimas inocentes, y lanzamos a los agentes del mal fuera de las fronteras de la inhumanidad (…) Por eso el remedio que buscamos no puede ser simplemente recordar el mal del que nuestro grupo o nuestros antepasados han sido víctimas. Es preciso dar un paso más e interrogarnos sobre las razones por las que el mal apareció”.

Chile no era un país de cuartelazos, a diferencia de varias naciones de la región. Las prácticas democráticas habían arraigado en nuestro modo de vivir, como lo demostró la propia elección presidencial de 1970, efectuada con plenas garantías para todos. Sin embargo, en menos de tres años Chile se deslizó hacia una crisis política, económica y social que, finalmente, fue resuelta por las armas.

Es cierto que, en el contexto de la Guerra Fría, hubo intromisión del gobierno de EEUU y de la dictadura cubana, pero los protagonistas de la tragedia fuimos los chilenos.Y quienes tenían los más altos cargos llevan sobre sí las más altas responsabilidades. Allende nunca imaginó que su gobierno, que nació en medio de las esperanzas de mucha gente sencilla, se iba a convertir finalmente en la antesala del infierno. Y por desgracia fue así.

La izquierda de entonces tiene una abrumadora responsabilidad por la generación de la dinámica que condujo al país al barranco. Hoy sabemos que no se puede hablar impunemente de lucha armada, como lo hizo el propio partido del Presidente en aquellos años, sin socavar la libertad y alentar el aventurerismo. La palabrería del “enfrentamiento inevitable” favoreció sin duda la acción de quienes asaltaron el poder a sangre y fuego.

En 1973 era vital salvar la “democracia burguesa”, como se la calificaba entonces con desidia, pero las supersticiones ideológicas lo impidieron. De ese modo, se derrumbó el dique de civilización que representaba esa democracia despreciada por los revolucionarios. Pinochet y los extremistas de derecha fueron los encargados de demolerla.

¡Cuánto desvarío en aquellos años, cuánto sectarismo, cuánta irracionalidad orgullosa!

No basta con decir que Allende estaba bien inspirado.En rigor, no tuvo conciencia del proceso disgregador que provocó la aplicación de su programa de gobierno, el que aceptó cumplir sin siquiera haber participado en su elaboración.

Fue un demócrata sin duda, y un líder moderado durante toda su trayectoria como parlamentario, a quien los castristas y guevaristas trataban peyorativamente de “socialdemócrata” en los años 60, pero al asumir la Presidencia creyó marchar con los tiempos al buscar sintonía precisamente con esos críticos, lo cual se expresó sobre todo en el afán de que su gobierno fuera reconocido como revolucionario por el régimen de La Habana.

Allende no estuvo dispuesto a convertirse en un dictador de izquierda.Lamentablemente, el lenguaje de algunos líderes de la UP convenció a muchos chilenos de que era inminente el establecimiento de una dictadura marxista. Es triste decirlo, pero la izquierda sembró vientos y cosechó terribles tempestades.

Aunque puso por delante de todo su lealtad con la izquierda, Allende no fue capaz de imponerle su conducción en las horas críticas. Al final, quedó dramáticamente solo, superado por los acontecimientos, impotente ante la conspiración, sin autoridad real ni siquiera sobre el Partido Socialista. Demostró enorme dignidad y coraje aquel martes 11 de septiembre, cuando se hundió su gobierno y también la democracia.

No era fatal que Chile cayera en la dictadura, pero para evitarlo habría sido necesario sumar suficientes defensores. Eso implicaba disposición para dialogar y establecer acuerdos, todo aquello a lo que se oponían los grupos intransigentes de la UP, y también el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, que hostilizaba a Allende desde el jacobinismo. La historia a veces tiene cara fea.

Hasta el 10 de septiembre, es insoslayable la responsabilidad de Allende y la UP en la crisis política desencadenada. Del 11 en adelante, es aplastante la responsabilidad de Pinochet y las fuerzas de derecha por los crímenes, las persecuciones y la violación masiva de los derechos humanos.

Hoy sabemos mejor que ayer que cuando se desprecian las libertades se termina por perderlas. Y conocemos también el terrible precio del maniqueísmo y el deseo de borrar del mapa a los adversarios.

Chile ha progresado en todos los terrenos en las últimas décadas. La cultura de la libertad se ha consolidado entre nosotros, pero tenemos que cuidar los avances conseguidos y proteger nuestra convivencia, hoy de nuevo amenazada por la violencia. No puede haber vacilaciones frente al terrorismo. El régimen democrático tiene derecho a defenderse.

¿Hemos aprendido de la historia? A veces parece que sí, cuando sobresalen las voces que piden racionalidad y diálogo. Pero a veces parece que no, cuando se imponen la intolerancia y los gestos agresivos.

No podemos tropezar con las mismas piedras.

Deja un comentario
11 sep 2014

Los mecanismos del miedo

Las personas suelen ser muy racionales en sus reacciones, pero cuando se las somete a la prueba de enfrentarse a situaciones que ponen en riesgo su propia integridad reaccionan de manera instintiva, recordándonos que, en esencia, seguimos siendo animales y nos comportamos como tales.

Mientras los atentados explosivos ocurrían en lugares sin la presencia de público o en horarios que garantizan medianamente que no saldrían personas heridas, parecían poco importantes.

Sin embargo, cuando se constata que una bomba puede dañarnos a cualquiera de nosotros la percepción cambia por completo. Del mismo modo que la mascota que acepta el cariño habitual y reacciona agresivamente cuando se siente atacada, el miedo nos fuerza a una acción que suele ser poco razonada.

Si a eso se le agrega una percepción negativa sobre la capacidad de las instituciones para detener y sancionar adecuadamente a los responsables, la percepción de inseguridad aumenta y libera aún más nuestra capacidad de racionalizar nuestro comportamiento.

¿Qué hacemos entonces? Buscar culpables. Si la Justicia no nos proporciona las identidades de los responsables reales, optamos por elegir entre nuestros propios sujetos de sospecha y les endosamos la bomba. Si en forma previa uno tiene recelos contra un grupo político, religioso, deportivo incluso, resulta lógico suponer que ese sector tiene la culpa.

A continuación viene una segunda fase, en la que tratamos de demostrar racionalmente que ellos son los culpables, aunque esa racionalidad esté habitualmente poblada de prejuicios y suposiciones que no soportarían el examen de un juez objetivo y desapasionado, pero como estas denuncias no se hacen ante la justicia formal sino en el ámbito del chisme de vecindario o a través de las redes sociales no hay nada que probar en realidad. Basta con lanzar la primera piedra y que alguien más esté dispuesto a repetir las delaciones sin base.

Y viene entonces la tercera fase, que es la más peligrosa. Cuando la Justicia no actúa de la forma que quiere y la gente decide que debe actuar por su cuenta. El mismo escenario del delincuente que es atrapado en la calle por los transeúntes se puede repetir en una sociedad completa que, presa del miedo, decide actuar bajo el imperio de los instintos.

Ese es el propósito del terrorista.Estos grupos no buscan objetivos políticos definidos sino crear un ánimo en la ciudadanía que destruya lenta pero progresivamente a las instituciones.

Cuando el uso de los explosivos está animado por fines políticos, no se daña a las personas; pero cuando la acción se dirige contra el ciudadano de a pie lo que se busca es afectar el ordenamiento social y quien lo hace es precisamente quien no cree en esa forma de organización, aunque en estricto rigor no esté proponiendo ningún modelo alternativo.

Ese propósito sólo puede ser impedido por las personas, que deben entender que al miedo no se le enfrenta con reacciones instintivas sino con racionalidad.Oponerse a que el terrorismo tenga consecuencias sobre nuestra forma de vivir en comunidad es el primer paso; el segundo es aislar a los responsables y demostrarles que son una minoría ínfima.

En países más avanzados que Chile, la gente sale a la calle por miles a participar en manifestaciones de repudio, pero acá estamos echándonos la culpa unos a otros.Ese es el mayor peligro.

Deja un comentario
10 sep 2014

Un nuevo bombazo del capitán Simonini

Avisemos a las autoridades chilenas que centren sus esfuerzos en buscar al capitán Simonini, pues él es el autor de los atentados explosivos y de este 8 de septiembre con 14 personas heridas en el zócalo comercial de la estación Escuela Militar.

¿Quién es el capitán Simonini?, pues bien, expliquémosle a las autoridades.

Se trata ni más ni menos del protagonista de la novela El Cementerio de Praga de Umberto Eco, un individuo misógino, anticlerical, antisemita, anti todo, oriundo de Piamonte e instalado en la capital francesa del siglo XIX donde se dedica al arte de la falsificación de documentos.

Su talento paulatinamente le lleva a ser empleado por funcionarios del Estado, la oposición, iglesia, masonería, banca, scouts, cuasimodos y cuánto grupo pueda pagarle para crear intrigas políticas contra el enemigo de turno.

Inspirado en los folletines de Dumas y Sue, Simonini trabaja para el mejor postor de la elite. Caballero sin consideraciones, Simonini es una persona incapaz de amar y se dedica al mejor negocio, el odio y el temor, pues éste mantiene en funcionamiento a las sociedades, sobre todo en “tiempos de paz”.

Sus malas artes antisemitas logran, incluso, ayudarle a crear un documento apócrifo que devela una conspiración mundial por parte del pueblo elegido, descubierto en un cementerio de Praga. Simonini consigue ser el autor ni más ni menos de Los Protocolos de los Sabios de Sión.

Espero que los grupos de inteligencia chilenos estén tomando apuntes, pues de seguro alguien le ha pagado a Simonini en nuestro país para alimentar siempre ese enemigo oculto, misterioso, nunca detenido y atentatorio de nuestro “chilean way of life” y siempre efectivo: La Segunda ha titulado tras el atentado, “El retorno del Miedo”.

Si la vida partidaria es la búsqueda del poder según consejo de Maquiavelo, triangular la voluntad popular a través de binominales, necesita también imperiosamente un Simonini siempre al servicio de las sombras.

Curioso, las mismas fuerzas del orden que en dictadura pudieron con una eficacia y precisión dignas de la Ferrari exterminar a los opositores mediante desaparición, tortura, intercepción de llamadas, soplonaje barrial, gas sarín, exilio y prisión, hoy son incapaces de dar con tres pelagatos encapuchados dueños de bombas tan burdas como la molotov o un extintor pedestre lleno de pólvora, denotado por un reloj chino comprado en calle Meiggs.

No hablamos de un sofisticado ciber terrorismo, la Camorra, Kaos, o un comando liderado por un genio como Hanníbal Lecter, por favor a otro perro con ese hueso.

El culpable es ése Simonini, capaz de infiltrar desde grupos de ultra derecha, nacionalistas, monarquistas, banqueros, hasta seudo anarquistas, fácilmente manipulables como describe Umberto Eco en su novela.

Simonini encarna al hombre posmoderno, quien no tiene ningún inconveniente en anteponer los fines a los medios. Por ello es rentable contratarlo, sus servicios cohesionan a la sociedad y justifican elevadas inversiones en inteligencia, desde las instituciones y grupos privados hacia la ciudadanía.

Citemos al susodicho capitán para entender mejor esto.

“Es necesario un enemigo para darle al pueblo una esperanza. [...] el sentimiento de identidad se funda en el odio, en el odio hacia los que no son idénticos. Hay que cultivar el odio como pasión civil. El enemigo es el amigo de los pueblos. [...] El odio es la verdadera pasión primordial. Es el amor el que es una situación anómala. Por eso mataron a Cristo: hablaba contra natura. No se ama a nadie toda la vida [...] En cambio, se puede odiar a alguien toda la vida”

En la novela, Simonini inventa la madre de todos los complots, útil a los poderosos del siglo XIX, un cementerio de Praga donde los judíos, el enemigo invisible perfecto, es el culpable de manipular desde la banca hasta los bombazos.

¿Quién fue el autor del atentado de 1986 en el metro de Santiago, que reventó un carro como lata de cerveza gracias al C4 y dejó un muerto?, ¿por qué nunca se da con los famosos encapuchados de las marchas?

Otra obra para revisar al respecto, es la película Brazil de Terry Guilliam, versión futurista en comedia del mundo predicho por Orwell en su novela 1984.

En la sociedad del deprimido y soñador Sam Lawry existe una conformidad absoluta con el estilo de vida de consumo y arribismo, cosmos social sólo desafiado por criminales atentados explosivos en sitios públicos. El gobierno no deja de advertir por la TV que están “dando una paliza” a los terroristas, mientras el sistema justifica todo un aparataje para controlar a los gobernados en su privacidad.

La gran rebeldía de Lawry es no anhelar el ascenso social, vegetar en su empleo para siempre, pues a él no le interesa casarse, viajar o comprarse un auto mejor, sólo desea refugiarse en su mundo onírico donde está enamorado de una mujer idealizada. Sin embargo, esa actitud lo convierte en sospechoso para el aparataje de inteligencia, que lo asocia a los terroristas.

Cuando atrapen a los chivos expiatorios, o serán anarquistas que jamás leyeron a Pierre-Joseph Proudhon o loquitos de ultra derecha con demasiada película de Vietnam en la sesera. Los supuestos autores siempre seránpedestres, muy funcional para estructuras que nadan en recursos e inteligencia, todo siempre en beneficio de Simonini.

Si las autoridades desean dar de verdad con los autores de las bombas en estos 41 años deberán detener al piamontés, pues al ser éste un individuo-collage al que se le han atribuido cosas hechas en realidad por personas distintas, de alguna manera siempre ha existido y sigue viviendo entre nosotros, pues el juego del poder y el control social así lo requieren.

A quienes creen que la bomba social instalada en Chile hace 41 años vía golpe de Estado reventará de un momento a otro, diré que el escenario es peor, la arquitectura siniestra de este modelo, gobernado por negociantes partidarios y alimentado por deudores, genera sociedades que no explotan, sólo percolan, como en la película Brazil.

1 comentario
10 sep 2014

Repudio al terrorismo en todas sus formas

El lunes 8 de septiembre, desalmados y cobardes atentaron contra el pueblo.Fueron personas inocentes quienes sufrieron las consecuencias de una bomba puesta por delincuentes incapaces de dar la cara. Estos criminales atentaron e hirieron a gente de la clase trabajadora, que muchas veces sufre los abusos del sistema que estos mismos desadaptados dicen combatir.

Estos individuos no merecen más que el repudio total de todos quienes creemos en la democracia, la legalidad y la vida civilizada. Nada justifica la violencia, el daño a otras personas, el asesinato o el intento de asesinato. El fanatismo y el terrorismo de cualquiera naturaleza, político o religioso, han traído una estela de desgracias a lo largo del mundo y no permitiremos que ese tipo de expresiones siquiera se asomen en Chile.

Nuestro país es un lugar seguro y lo seguirá siendo. En eso, no queda otra actitud que ponerse detrás de la Presidenta Bachelet para transmitir un mensaje de unidad nacional y de férrea defensa de nuestros valores como sociedad. Hay que mejorar las instituciones y la ley para combatir este tipo de fenómenos y en eso debemos estar todos unidos.

Pero nunca faltan aquellos grupos mezquinos, abusivos y faltos de coraje que intentan sacar una ventaja política por muy pequeña que sea.Sembrar el terror parece ser una práctica no sólo atribuible a estos grupos cobardes que actúan en el anonimato. Hay otros que lo hacen a rostro descubierto sin darse cuenta de la consecuencia de esta actitud.

También debe ser condenada la actitud de la UDI en particular y de otros grupos de poder que han sido particularmente activos en sembrar el temor entre las familias chilenas por el avance del programa de gobierno.

A la luz de la campaña que vienen realizando desde marzo, pareciera ser que su afán es sumar miedo a la opinión pública ante las Reformas a la Educación y Tributaria, de modo de generar una sensación térmica de que todo está mal.

En vez de proponer acciones de unidad, de respuesta inequívoca contra la violencia en todas sus formas, en vez de aunar esfuerzos contra la actividad criminal, de ponerse al servicio de la Patria, o de transmitir confianza y seguridad a los chilenos, ellos prefieren obtener beneficios mediáticos con la lejana esperanza de volver al poder, generando un falso ambiente de inseguridad, caos y desgobierno.

En eso, esperamos que también la prensa actúe de manera sensata, responsable y profesional, poniendo sus líneas editoriales –legítimas por supuesto- no al servicio de un solo sector político, sino que al servicio de la ciudadanía.

Lo más fácil es caer en la tentación de buscar el titular alarmista, en sembrar la idea del pánico, cuando lo más difícil es ser capaz de ofrecer un análisis calmo, sopesado, profundo e informado acerca de por qué están pasando este tipo de cosas en la sociedad.

Nadie debería ofrecer flancos a los terroristas; nadie debería ser caldo de cultivo para lo que estos grupos persiguen: infundir temor.

Es por eso que al terrorismo hay que repudiarlo en todas sus formas, sin contemplación y venga de donde venga: de delincuentes y cobardes que se escudan en el anonimato, pero también de aquellos que creen que el miedo es un capital político que debe ser explotado.

2 comentarios
10 sep 2014

Destino final de los detenidos desaparecidos

En medio de debates y análisis sobre las consecuencias de acciones terroristas y de la violación de derechos civiles y humanos, no se puede soslayar que en Chile, por desgracia, sigue dramáticamente pendiente un tema de suma sensibilidad e importancia: el paradero real y final de chilenas y chilenos convertidos en detenidos desaparecidos durante la dictadura.

Resulta imperdonable que transcurridos más de 40 años del brutal Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 y a más de dos décadas de iniciado el proceso democratizador, todavía existan detenidos desaparecidos cuyos restos no son hallados, prolongando, entre otras cosas, el sufrimiento de numerosas familias chilenas.

Todo apunta a que las Fuerzas Armadas y los Tribunales de Justicia deben hacer esfuerzos supremos por avanzar en las gestiones e investigaciones que permitan dar con el paradero de las víctimas de la dictadura.

Es fundamental que de una vez por todas, ex militares y civiles que fueron parte de la dictadura y que tuvieron acceso a informaciones sobre las acciones en contra de opositores a la tiranía que fueron desaparecidos, den a conocer esos datos y antecedentes.

En ese sentido, fue justo, preciso y necesario el llamado de la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, cuando señaló que “necesitamos que se haga justicia, que esa justicia sea pronto, y necesitamos para que ello sea posible que quienes tienen información relevante, sean civiles o militares, la entreguen”.

Fue del todo oportuna la declaración de la jefa de Estado en cuanto a que “es el momento de poner fin al silencio y la impunidad, es el momento de hermanarnos en la verdad”.

Coincidimos con la Presidenta en que los procesos en torno a esta situación no avanzan “al ritmo que la sociedad y los familiares de las víctimas” requieren con toda razón.

En realidad, lo de fondo es que se tiene que materializar el compromiso con los conceptos de verdad y de justicia que deben prevalecer siempre en nuestro país.

En este camino, se inició la campaña “Verdad y Justicia: Ahora”, impulsada por la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y que, en concreto, plantea entre otras cosas, la nulidad de la Amnistía decretada por la tiranía a favor de violadores de los derechos humanos; envío al Parlamento de un proyecto de ley que tipifique la “Desaparición Forzada de Personas” como crimen contra la humanidad; apoyo del Ejecutivo del proyecto de ley interpretativa que adecua la legislación penal chilena a los Tratados Internacionales en materia de Derechos Humanos; ampliar las facultades del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), permitiendo que este pueda querellarse en casos de violaciones a los Derechos Humanos; que los procesos radicados en los tribunales de justicia a lo largo del país cuenten con investigaciones exclusivas; envío de un proyecto de ley que elimine el secreto que contempla cincuenta años de reserva en los nombres de los torturadores que se mencionan en el Informe emanado de la Comisión de Prisión Política y Tortura, así como impulsar todas las iniciativas que impidan el ocultamiento de archivos del periodo de la dictadura cívico-militar; reapertura y que se mantenga de manera permanente la recepción de denuncias y calificación de víctimas de violaciones a los derechos humanos.

Esos son puntos que, de una u otra manera, pueden contribuir a que se conozca el paradero de detenidos desaparecidos. Al mismo tiempo, en base a esas consideraciones, se impediría dar espacios a silencios interesados o cómplices y en derrotar la impunidad.

Es imprescindible tener claro que el conocer el destino final de los detenidos desaparecidos, será un factor determinante en la consolidación de la justicia y en la reparación histórica y humana. Es así como los países maduran y se reencuentran.

En estos días hemos vuelto a calibrar el efecto dañino de acciones terroristas criminales que ponen en el centro de sus actos el lastimar y asesinar a personas inocentes e indefensas, lo que no tiene ninguna explicación ni justificación desde ningún tipo de planteamiento político, ideológico, religioso, del Estado o de otro tipo.

Siempre que eso ocurre, todos los sectores de la sociedad reclaman que las autoridades políticas, judiciales y policiales avancen en esclarecer los hechos, dar con los culpables y llevar adelante los procesos judiciales que correspondan. En definitiva, que se conozca la verdad y se aplique la justicia.

Eso es lo que se reclama -y ahora se insiste- sobre cientos de casos de detenidos desaparecidos. Hay que conocer sus paraderos, encontrar sus restos, dar respuestas a sus familiares.

A 41 años del Golpe de Estado, es una situación imprescindible de atender. No se trata sólo del pasado; se trata de una situación presente, en tanto no está resuelta, y que incidirá en el futuro del país.

Es efectivo que Chile requiere de que exista verdad y justicia frente a toda acción terrorista y que el Estado haga todos los esfuerzos para evitar la impunidad y apoyar en concreto las demandas de las víctimas y de sus familiares.

1 comentario
10 sep 2014

La UE y la pregunta incómoda ante el referéndum escocés

En el evento que gane el “SI” en el referéndum que se realizará en Escocia este 18 de septiembre ¿qué pasará con la membresía de este país en la UE? ¿Será automáticamente excluido del grupo comunitario del cual forma parte desde 1973 –fecha en que el Reino Unido ingresa- o podrá mantenerse al estar vinculado por los tratados constitutivos de la UE? Esta es una pregunta “caliente” que por largo tiempo las autoridades de la UE no han querido contestar directamente, ni en el pasado ni en el presente.

La declaración de independencia de un país reenvía al tema del reconocimiento de nuevos Estados en el concierto internacional. El Derecho Internacional (DI) no establece ninguna norma expresa que regule el asunto, lo que deja abierta la puerta a las opiniones de especialistas (doctrina) y, en especial, a la práctica política de los Estados.

Al no pronunciarse el DI sobre el tema –recordar que una opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia en el caso de Kosovo dijo de manera ambigua que su declaración unilateral de independencia no violaba el DI sin pronunciarse si ella lo respetaba y qué requisitos se requerían para ello- la opinión mayoritaria es que debe sujetarse a lo que el Derecho interno del Estado respectivo establezca.

Pocos casos hay en que las Constituciones reconozcan en sus textos el derecho a secesión y, en definitiva, dependerá de la forma como el Estado maneje el tema. En el caso de Escocia, no existe una Constitución escrita en el Reino Unido que se pronuncie sobre el punto y fue el Acuerdo de Edimburgo de 2012 que permitió que el referéndum se celebre, bajo el compromiso de Westminster de respetar el resultado. En otras palabras, se trata de un caso “pactado” entre UK y Escocia que se enmarca al mismo tiempo en su proceso de “devolution”.

Pero como estamos hablando de un caso que además se desarrolla en un contexto de integración supranacional como es la UE, cabe preguntarse entonces qué pasa al interior de ésta en caso de secesión de una parte de uno de sus Estados miembros.La pregunta vale no solamente por el caso escocés, catalán o flamenco, que son los más conocidos, sino también respecto de movimientos nacionalistas e independentistas en Europa Central y Oriental.

Desde los inicios de la construcción europea en los años ’50, los sucesivos tratados constitutivos de la actual UE no han jamás incorporado la situación que una parte de uno de sus integrantes se independice y quiera mantenerse en el bloque. El Tratado de Lisboa que rige hoy la UE considera –por primera vez- la hipótesis que uno de sus miembros abandone la UE pero no el supuesto antes mencionado.

La respuesta tradicional ha sido que es un asunto interno de cada Estado en el cual la UE no interviene. Sin embargo, aunque no lo quiera, ante la posibilidad que tal caso se presente, deberá por cierto pronunciarse sobre el punto.

Así, ni el DI ni el Derecho Comunitario (el que regula a la UE) tienen respuestas expresas. En este último caso, pese a ser un asunto interno es claro que las repercusiones son reales, más aun cuando los niveles de integración a los que han llegado son tan profundos y abarcan campos tan amplios.

Frente a la cuestión, las opiniones entre los especialistas están divididas aunque parece prevalecer la posición que ante una secesión, el nuevo Estado dejaría de pertenecer al bloque y debería pedir su ingreso a través del procedimiento del art. 49 del Tratado de Lisboa.

Es decir, someterse a los trámites normales de toda petición, requiriendo la aceptación unánime de todos los Estados miembros. En otras palabras, todos tienen derecho de veto al ingreso de un nuevo socio al club por lo que se debe dar necesariamente un proceso de negociación. En una eventual independencia de Escocia, ¿votarían favorablemente su reingreso el Reino Unido, España, Italia, Rumania?

Complicado cuando, por ejemplo, en el caso de España éste no ha reconocido a Kosovo justamente por las reivindicaciones internas en ese país.

Otros, sin embargo, han planteado la idea que al estar el nuevo Estado ligado por los tratados éstos debieran seguir produciendo sus efectos, en especial para no perjudicar derechos adquiridos por sus ciudadanos.

En el debate al que asistí de los cinco candidatos a presidir la Comisión Europea la pregunta se formuló. Ninguno contestó directamente. Cuatro de ellos señalaron que era una cuestión de política interna y que dependía de lo que establecieran sus ordenamientos constitucionales. Solo la representante de los Verdes, Ska Keller, se manifestó a favor del derecho a decidir por parte de catalanes, pero sin decir si debía o no pedir nuevamente su ingreso.

La Comisión Europea –como lo recuerda hoy el diario francés Le Monde- ha señalado que solo se pronunciará sobre el tema en caso que se le presente un plan “preciso y definitivo” o que alguna capital la interrogue sobre las consecuencias desde el punto de vista del Derecho europeo. En su momento, el aun Presidente de la Comisión Europea, M. Durao Barroso, dijo por escrito que “Los tratados europeos se aplican solo a los países que los han ratificado… Si una parte de un país de la Unión se independiza, los tratados no se aplicarán más en ese territorio”. Sin embargo, como lo señalé, no todos comparten esta opinión ante la falta de luces de los tratados de la UE.

Si bien el reintegro no sería automático según la mayoría, los nuevos Estados estarían en un mejor pie que otros candidatos que llevan años esperando poder ser parte –es el caso de Turquía- debido a que ya han integrado el llamado “acervo comunitario” (conjunto de normas, directivas, reglas de la UE). Les quedaría probar que éste sigue vigente no obstante su separación del Estado del que forman parte.

Pero la cuestión va más allá de las consideraciones jurídicas o procedimentales. El proceso de construcción europea comenzó como respuesta de los Estados a los nacionalismos que llevaron a las grandes guerras. Su idea de base y leitmotiv fue avanzar en la eliminación de las fronteras, terminar con esos nacionalismos, trabajar por la unidad del continente y el bienestar social. Es un proyecto de Estados y por lo mismo no se es partidario de la fragmentación de éstos. La “balcanización” del continente es un riesgo al que se teme.

Como bien recuerda una nota del Diario español El País, Europa es el resultado de su historia y de sus migraciones. Sus fronteras responden a compromisos e imposiciones luego de conflictos y caídas de imperios por lo que culturas, tradiciones, lenguas, religiones, se mezclan en redes que atraviesan todos sus Estados. Y esto no solo ocurre en Europa occidental sino también en el centro y este del continente.Movimientos separatistas se encuentran también presentes en Estonia, Letonia, Lituania, Hungría, Italia, Francia, Grecia, Dinamarca, Chipre, Croacia, Bulgaria, Rumania, Eslovaquia.

La posición no es cómoda para la UE porque los partidarios de la independencia de Escocia han expresado su deseo de alejarse de las posiciones euroescépticas de los ingleses. En Escocia han sido tradicionalmente más eurófilos que el resto de sus pares británicos y por eso quieren seguir siendo parte de la UE.

Además, la UE –sobre todo la Comisión Europea- ha sido fuerte partidaria del rol de las regiones (entendidas en sentido amplio) en el proceso europeo, yendo incluso contra la opinión de los Estados que no miraban con buenos ojos este impulso de sus unidades subestatales. La UE tiene una política regional, creó el Comité de las Regiones y en los alrededores de las instituciones uno se encuentra con numerosas representaciones de regiones de los Estados miembros que interactúan y realizan lobby directamente en las instituciones europeas.

Los Estados temen, creo que con razón, un “efecto dominó” ante un eventual triunfo del Sí en Escocia. Indudablemente que los otros países observan con interés –y preocupación- lo que en la gran isla británica pueda ocurrir. Aquí en Bélgica se negocia actualmente la formación de un gobierno en cuyo seno se encuentra la NV-A, partido nacionalista flamenco que si bien por el momento ha abandonado su idea separatista, sostiene fuertemente la autonomía de Flandes y su deseo de confederalizar el sistema belga.

Las intenciones de voto son muy estrechas y el porcentaje de indecisos alto como para saber qué pasará el próximo 18 de septiembre.

Aun cuando los porcentajes de apoyo a las causas independentistas son relativamente bajas en los países donde existen movimientos fuertes (en Bélgica varía entre un 10% y 12% y en Cataluña existen sondeos dispares), parece claro que una independencia en UK podría alentar a aquellos que veían la posibilidad de separarse como una quimera.

Tal vez ya no lo sientan como un sueño sino como una realidad posible. Pero para eso, aun debemos esperar qué dicen los escoceses. A ellos la palabra.

Deja un comentario