13 may 2014

Piketty y la reforma tributaria

Me sorprendí mucho al leer la editorial de El Mercurio del domingo pasado sobre las desigualdades y la reforma impositiva. No por su argumentación bien conocida, sino por sus críticas referencias a la obra de Thomas Piketty “El Capital en el Siglo XXI”, que ha cobrado una súbita fama en Europa y EE.UU.

El economista francés haciendo un análisis histórico del capitalismo, llega a una conclusión poco novedosa: el mercado produce riqueza, pero sin reglas aumenta las desigualdades pues las rentas del capital están menos distribuidas que las del trabajo.El Mercurio se esforzaba por argumentar – como antes lo hicieron The Econmist y el Finantial Times – para demostrar que las afirmaciones de Piketty eran erradas.

Lo que me llama la atención es la facilidad con que unos y otros recurren a un autor poco conocido entre nosotros para respaldar sus posiciones contra las desigualdades o para refutarlas, defendiendo o atacando la reforma tributaria.

La obra de Piketty todavía no ha sido traducida al español. Existe en francés e inglés en libros de 900 y 700 páginas respectivamente. No niego que algunos economistas o cientistas sociales hayan podido estudiarla con inusitada rapidez en esas lenguas, pero dudo que sea un número significativo.Más bien resulta probable que hayan leído los comentarios a su obra en alguna publicación o en la red. Y lo mismo me imagino habrá hecho el editorialista del diario decano.

Es que Piketty ha saltado al éxito porque ha tocado la tecla justa cuando la economía mundial viene saliendo de una gran crisis y las políticas de austeridad han aumentado las desigualdades entre los más ricos y los que viven de su trabajo. Sus conclusiones ponen en cuestión los pilares de la escuela neoliberal. No es de extrañar porque él es un socialista. Lo novedoso es que haya encontrado tanto eco en las universidades anglosajonas.

Se ha convertido en el gurú de las desigualdades, como lo fue un tiempo – aunque con menor impacto mediático – otro intelectual francés: Pierre Rosanvallon. Piketty ha propuesto que los países se pongan de acuerdo para establecer un impuesto de un 80% a las rentas de los sectores más adinerados del mundo. Lo que no deja de ser algo ingenuo si tenemos en cuenta que la llamada tasa Tobin a las transacciones financieras propuesta en los años 70 hasta ahora no ha sido adoptada.

Existe entre nosotros, como mal endémico, más comprensible en la juventud cuando el espíritu inquieto anda suelto, la tentación de apropiarse de ciertas obras o pensadores extranjeros desconociendo el contexto en que han sido publicadas y la verdadera intención de sus autores. Con facilidad se los transforma en “maitres à penser”. ¿No ocurrió así hace pocos años con F. Fukujama o M. Friedmann? Me pregunto, ¿cuántos los leyeron? Es más fácil aferrarse al péndulo de la moda que oscila entre la derecha y la izquierda.

Cada quien esgrime en la arena política los autores que le sirven de apoyo y, por cierto, no leerá jamás a aquellos que considera como ideólogos del adversario. Se saldría de “lo correcto”. Ello resulta más absurdo cuando hoy existe un consenso muy amplio sobre la necesidad de la reforma tributaria, incluso sobre el monto de recursos a lograr ( 3% del PIB).

Recuerdo que en los movidos años 60 en la UC., varios estudiantes de Sociología hablaban de la obra de R. Dahrendorf “La lucha de clases en la sociedad industrial” haciendo referencia al capítulo en que el autor hacía referencia al pensamiento de Marx sobre las clases sociales. Para muchos fue su primer contacto con C. Marx.

Los estudiantes de Derecho los mirábamos con cierta envidia: nosotros sólo habíamos tenido un contacto apologético con Marx, el cual dicho sea de paso es mucho más relevante para el estudio de la sociedad que del derecho. Todos, sin embargo, desconocíamos que en esos mismos años, mientras nosotros seguíamos a Dahrendorf como gran “izquierdista”, Willy Brandt procedía a expulsarlo del partido Social Demócrata alemán (SPD) por sus posiciones liberales.

Las ideas llegaban a América Latina patas para arriba. No había internet y nadie se preocupaba por entender el significado cultural de las obras que leíamos afanosamente.Teníamos una facilidad enorme para huir de la realidad y refugiarnos en un cómodo debate de ideas generales, cada uno en su casillero.

Pensé que con el desarrollo del país esta mala costumbre había terminado. Pero el caso Piketty me demuestra lo contrario. De nuevo una obra económica es tratada como arma ideológica. ¡Pareciera que el debate tributario estuviera poniendo en juego el sistema económico!

Su propósito es bien diferente: busca contribuir en forma gradual a la reducción de las desigualdades de ingresos y abrir paso a una mejoría en el sistema educacional, amén de financiar un mayor gasto público que pueda contribuir a mejores servicios por parte del Estado.

Se podrá discutir el contenido y oportunidad de la reforma tributaria, los mecanismos que utiliza y los efectos sobre el ahorro y la inversión. Todo ello es lógico y necesario. Para eso está el Parlamento y, a fin de cuentas, un sistema democrático que se funda en la deliberación pública. Pero para eso no es necesario recurrir a argumentos de autoridad tomados de autores que no han sido cabalmente asimilados por la academia y menos por la política.

Las ideas sociales, económicas o políticas se vuelven ideológicas cuando escamotean la realidad y se revisten de autoridad. Y para ello, con facilidad y desparpajo, se recurre al peso o la fama de intelectuales de moda.Es como un baile de máscaras en que no se quiere reconocer las coincidencias y se exacerban las contraposiciones.

Es de esperar que el debate en el Senado sea más serio.

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13 may 2014

Avanza el fin del Multirut

La Presidenta Michelle Bachelet, cumpliendo una de sus medidas para los primeros días de su Gobierno, envió al Parlamento una indicación que apunta a terminar con el denominado multirut, utilizado por muchas empresas, con el objeto de vulnerar los derechos de los trabajadores.

Esta práctica, usada frecuentemente en el retail, consiste en dividir la empresa principal en muchas razones sociales diferentes, con el objeto de entorpecer el cumplimiento de sus obligaciones legales. De este modo se afecta la sindicalización, dificulta la capacitación, se elude la sala cuna y se conculca o minimiza el derecho a gratificaciones, entre otros.

Se trata de un abuso grave. No es posible entender que a vista y paciencia de todo el mundo enormes empresas, de sectores exitosos de nuestra economía, recurran a triquiñuelas burdas para violar la ley y mezquinarles justas reivindicaciones a sus trabajadores.

Ello llegó a ser tan evidente que las mismas firmas que para relacionarse con sus proveedores tenían sólo tres o cuatro gerencias a nivel nacional, disponían de más de 100 razones sociales para efectos de su personal.

Tras una tramitación de casi 10 años, desde que en conjunto con otros diputados presentamos este proyecto de ley, éste parece tener opciones de avanzar.

Por años, fundamentalmente por la oposición de la derecha, fue imposible concordar en un texto que fuera claramente un avance y no se transformara en un retroceso a lo obrado por los tribunales, que han dado la razón a los trabajadores en juicios como los referidos a Hites o Gasco.

El Gobierno anterior se comprometió a legislar en este punto. Sin embargo, sus esfuerzos se diluyeron. Presentó una propuesta, en alguna medida similar a la actual, en cuanto a la definición de unidad empresarial, pero que dejaba la resolución a entidades ajenas a la institucionalidad laboral, como un Panel de Expertos.

La propuesta de la Presidenta Bachelet encuentra su fundamento en un pacto suscrito entre la CUT y la Confederación de la Producción y el Comercio, CPC. Ambos sectores acordaron criterios sobre los cuales dos o más empresas deberían entenderse que constituyen una sola.

El eje principal está en la unidad de dirección laboral a lo que se debe agregar, algún otro factor como la complementariedad de servicios o productos, el control empresarial o cualquier otro que el Tribunal estime.

Se destaca que la resolución queda entregada a los Tribunales de Justicia, con asesoría de la Dirección de Trabajo. O sea, los organismos que habitualmente resuelven los conflictos laborales y no entidades externas, como se propuso en la administración Piñera.

Se trata de una fórmula que si bien no concita unanimidad y puede recibir aún perfeccionamientos, tiene el aval de un acuerdo entre las entidades más representativas de trabajadores y empleadores y no constituye riesgo de retrocesos en el ámbito jurisprudencial.

Permitirá, en lo inmediato, ampliar el ámbito de la negociación colectiva en muchos casos y, ciertamente, sus efectos en materias, como gratificaciones, podrá seguir mejorándose en otras normas, como la reforma tributaria que termina con la tributación sobre renta presunta dejándola restringida a las microempresas y la reforma laboral, que vendrá después y que incorporará el fortalecimiento de los sindicatos y del derecho a huelga.

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13 may 2014

Árboles malos, árboles buenos

La tragedia en Valparaíso ha generado una ola de comentarios sobre la necesidad de una gestión territorial adecuada que prevenga estos desastres. En este desfile de opiniones, han surgido algunos que ven en la presencia de especies exóticas como el pino y el eucalipto, la principal causa de estos siniestros.

Opiniones como las del geógrafo Luis Álvarez, quien no duda en catalogar al eucalipto como una de las principales amenazas a los cerros de Valparaíso (El Mercurio de Valparaíso, 22 de abril); o la de Mary Kalin, Premio Nacional de Ciencias, quien afirma que estos desastres se explican por la alta inflamabilidad de especies como el eucalipto, el pino o la acacia (La Tercera, 15 de abril).

Comentarios como estos se han incrementado en el último tiempo, constituyéndose en una corriente de opinión claramente identificada con el rechazo a las plantaciones de especies exóticas, denominados monocultivos forestales.

Este rechazo se traduce en una campaña por comunicar a la opinión pública las externalidades negativas producidas por estos cultivos que, vistas en su conjunto, parecieran llevar a la inevitable conclusión de que las plantaciones forestales son la principal amenaza nacional a la naturaleza, a la salud de la población, a la calidad de vida de las comunidades rurales y a la soberanía alimentaria, lo que quiera que esta frase pueda significar.

Haciendo un breve resumen de las críticas a los monocultivos están la destrucción del bosque nativo, la escasez de agua en toda la zona sur, la migración de la población rural a las ciudades, la muerte de las abejas de los productores apícolas y los incendios forestales que afectan a los poblados rurales.

Se habla además en forma genérica del uso de químicos y su impacto en el ambiente, y además se agregan consideraciones económicas como la concentración de la industria.

¿Puede una industria ser tan mala? ¿Pueden un par de especies forestales ser tan negativas y producir los problemas ambientales que se afirman? Incendios, erosión, sequía y pobreza.

La respuesta no importa. La idea ya está instalada, existe un gran número de conversos y su estrategia se basa únicamente en buscar hechos que puedan confirmar sus creencias.Tomar hechos, datos parciales y hacer extrapolaciones generales y afirmaciones tajantes.

Por otra parte, esta creencia se complementa con una exacerbación de los atributos positivos de la vegetación nativa, ensalzando sus beneficios ambientales, sociales y espirituales. No es malo ensalzar la naturaleza, salvo que a través de este canto a lo natural se ataque a la vegetación exótica, que naturalmente tiene su espacio y función propia.Función productiva y ambiental.

Lo más preocupante de este enfoque maniqueista de la naturaleza es que se ha generado la falsa idea de que existen árboles malos, árboles que afectan al medio ambiente. Que destruyen la tierra. Estas son aseveraciones graves, desplegadas por gente sin ningún conocimiento, y lo que es peor, por profesionales de las ciencias ambientales y forestales.

Yo estudié ciencias forestales y tengo diecisiete años de experiencia profesional y no entiendo cómo un árbol puede destruir la tierra. Sería una paradoja evolutiva si tal cosa existiera.Pero no existe.

Simplificar el discurso, buscar un enemigo sobre el que aglutinar la crítica, manipular la información, aprovechar cualquier coyuntura (incendio en Valparaíso), para insistir con el Mensaje. Todas estas son estrategias utilizadas por los detractores de “lo exótico”.

La estrategia ha funcionado y vemos hoy como el discurso en contra de la vegetación exótica se vuelve transversal y escala hasta los tomadores de decisión. Es así como un grupo de parlamentarios se han opuesto a extender el fomento forestal en Chile, convencidos de que plantar con apoyo financiero del Estado es bueno, pero sólo si son plantas nativas.

Esta visión extremista de lo que se entiende como defensa de la naturaleza, debe ser confrontada con fuerza a través de políticas públicas basadas en la sustentabilidad del desarrollo y con un sustento científico. Parece obvio, pero hasta ahora esto no se ha producido y estamos a merced de grupos que vociferan el apocalipsis ambiental a la vuelta de la esquina.

¿Quién los confrontará?

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12 may 2014

De seudónimos y heterónimos

Avenencia con la moda, deseo de privacidad, temor o sólo afanes publicitarios, podrían explicar la antigua costumbre de ocultarse tras un seudónimo, cultivada entre poetas y escritores.

Fernando Pessoa (1888 – 1935) buscó una ruta distinta al crear sus heterónimos, encubriéndose bajo personalidades fingidas y opuestas, devenidas verdaderas mediante creaciones estéticas propias. “Yo, que tantos hombres he sido”, habría podido alegar como Borges, porque más de setenta y siete variantes construyó en su maniático afán de camuflaje.

Los más conocidos: Álvaro de Campos (Poesías), Albert Caeiro (O Guardador de Rebanhos) y el eximio latinista Ricardo Reis (Odas), monárquico auto relegado a Brasil en protesta por la proclamación de la República lusa. José Saramago lo homenajearía en El año de la muerte de Ricardo Reis.

Sin olvidar a Bernardo Soares con el caleidoscópico Libro del desasosiego.

Algunos advierten rasgos de esquizofrenia en el juego de los alter egos. Es probable, si bien hay pocas certezas de su vida pues el amasijo entre los biógrafos es notorio.La mitad es mentira y la otra mitad no existe, se dice de las profusa historias sobre este gourmet del esplín, empecinado en la misteriosa disposición de sus asuntos; hasta volverse o enigma em pessoa. Persona o pessoa era la máscara usada por los actores del remoto teatro griego.

Cuando tenía cinco años, ocurre la temprana muerte de su padre, -“en la flor de mis pecados”- según lamentaba el espectro del rey Hamlet. Al niño, el pronto casamiento de la viuda con el cónsul de Portugal en Sudáfrica, le significaría recibir una pulcra y completa educación británica en Durban.

Ya de regreso en la natal Lisboa, la traducción comercial y el periodismo le brindan el sustento para dedicarse a su genuina vocación: la literatura. Esta dedicación lo llevaría a ser considerado el mayor poeta en su idioma, junto al legendario Luis Vaz de Camoens, también lisboetano. Harold Bloom, en su célebre Canon, va más allá y lo consagra uno de los mejores en todo tiempo y lugar.

Entretanto, Pessoa, exiguo de ingresos e impelido por sus vanidades preferidas: cigarros, café, licores, y la metódica concurrencia a los cafetines Orquídea o A Brasileira, llegaba mal a fin de mes. No obstante lo cual, rechazó un puesto en la Universidad de Coimbra; muchos hubieran asesinado por ese cargo, asevera una estudiosa del bardo.

En cambio, prefirió continuar el cultivo de su leyenda de mandarín costanero y fantasmal. Presuroso y solitario transeúnte –de sombrero, lentes y sobretodo- por las calles de la dilecta y odiada ciudad. Inventándose vanguardias, hurgando en lo esotérico o entregado a ensoñaciones inverosímiles, eludía la gris realidad.“No soy nada/ Nunca seré nada/ Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo”.

Observando la decadencia y el naufragio de las cosas queridas, acotaba taciturno: “Soy un estratega sombrío que, habiendo perdido todas las batallas, traza los pormenores de su retirada final”. Asimismo, de los bodegones del alma extraía misantrópicos caldos: “La soledad me desola; la compañía me oprime”. “Ser poeta no es una ambición mía. / Es mi manera de estar solo.”

Pocos amigos se cosecha con semejantes predicamentos, “solamente conocidos que creen simpatizar conmigo y tal vez sentirían pena si un tren me pasara por encima y el entierro fuera en día de lluvia.” Sin embargo, tendría los suyos. Verbigracia: el lírico Mario de Sá Carneiro quien, víctima de torrenciales agobios, se suicidaría muy joven; o el dramaturgo y pintor José de Almada Negreiros, insoslayable animador en el florecimiento del moderno arte lusitano.

Además estuvo Ofelia Queiroz, compañera de trabajo e idilio intermitente y frustrado.Casto, si bien no carente de oleajes eróticos. Ofelia, se alejará al recibir esta advertencia: “Mi vida gira en torno a mi obra literaria, buena o mala. Tienen que convencerse de que soy así, y exigirme los sentimientos —muy dignos por lo demás— de un hombre común y corriente es exigirme ser rubio y de ojos azules”.

Pensó en el matrimonio e intentó amarla, pero no pudo o no quiso. Y no registra más aventuras sentimentales, de ningún tipo. Acaso únicamente ella sabría la verdad acerca de su insinuada homosexualidad; sugerencia de comentaristas simplones o perezosos, insuficientes para sopesar otros distingos, por ejemplo: mera apatía, neutralidad o indiferencia hacia ese “fuego helado o breve descanso muy cansado” del conocido soneto quevediano.

¿Dónde está Dios, aunque no exista? Inquiría el testarudo pensionista de su propio yo, anclado en Lisboa sin viajar ni siquiera a París. ¿Para qué? Lo he visto todo. ¿Adónde estaría sino en mí mismo?

Con displicencia oblomoviana aconsejaba: no dejes para mañana lo que puedes hacer pasado mañana. La existencia se afea con tantos fines, propósitos e intenciones; siempre se trata de ir de un punto a otro.

¿Dónde reside la belleza artística? En su inutilidad. Y es la manera óptima, aun ilusoria, de liberarnos de la fastidiosa sordidez del ser. Las drogas pueden producir efectos similares pero cada una tiene su revés, acotaba cauteloso.

Difícil y algo absurdo es encasillar el liberalismo conservador y anti-reaccionario de un cristiano descreído de Iglesias, cuyo decálogo pareciera afianzado en esta piedra angular: “mi patria es la lengua portuguesa”.Y ante al reproche de ser autor de derechas, nada solidario, cabría recordar su defensa de masones y rosacruces en el Diario de Lisboa confrontando inquisidoras y furibundas arremetidas del fascista Estado Novo, sin pertenecer a esas hermandades.

En Sostiene Pereira, Antonio Tabucci, con el indeleble doctor Pereira, modeló quizá el personaje de mayor simetría con Pessoa en la espléndida nimiedad y la armazón ética de ambos. Si posible fuera, muy naturales se hilvanarían sus atardecidas charlas –sin prisa entre gente de eternidades- instalados en algún mirador del Tajo o en cualquier local espirituoso frecuentado por el vate y sus heterónimos.

Fernando Pessoa, al final de su originalísima carrera, fue internado en el Hospital San Luis a causa de un cólico hepático, tributo de su fidelidad al aguardiente Águia Real. En el ínterin de su agonía parecía decir, he vivido, soñado y amado, por qué y para qué tanto aspaviento.

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12 may 2014

La situación mapuche: tareas para hoy

El 6 de mayo pasado la Comisión de Evaluación Ambiental de la Araucanía aprobó por seis votos contra cinco el proyecto hidroeléctrico Tacura, planeado en la zona de Melipeuco.

Entre los cinco votos de minoría estuvo el del Intendente de la Región, Francisco Huenchumilla, quien estimó necesario para resolver el tema la realización del proceso de consulta a las comunidades mapuche establecido en el Convenio 169 de la OIT. Los seis votos aprobatorios fueron Seremis integrantes del gabinete regional, es decir altos funcionarios públicos de la exclusiva confianza de la Presidenta Bachelet.

Este episodio es una metáfora de la difusa postura del gobierno en relación con la situación mapuche.

La acción de Huenchumilla, desde su asunción, ha estado orientada a explorar caminos para superar la grave situación de injusticia, discriminación y acoso que vive el pueblo mapuche. Sin embargo, es evidente que se trata, hasta ahora, de una posición puramente personal que convive al interior del gobierno con posturas contrarias al radical cambio de perspectiva que se requiere para dar inicio a una nueva etapa en la relación del Estado con la etnia mapuche.

El Ministro Peñailillo y el subsecretario Aleuy han formulado declaraciones bien orientadas al señalar que la ley antiterrorista (LAT) no será aplicada a las acciones de reivindicación social y política de las comunidades mapuche. La propia Presidenta lo dijo durante su campaña: la aplicación de esa ley a dirigentes mapuches, en su anterior gobierno, constituyó un error.

La prensa ha informado de nuevos planes para establecer un sistema carcelario especial para los presos mapuche, que esté en concordancia con el Convenio 169 de la OIT suscrito por Chile. Es una iniciativa que parece positiva, pero siempre que se enmarque en un horizonte global de reparación y reconocimiento amplio de derechos. Si no, querría decir, simplemente, que se prevé una población penal creciente, que sería un signo de continuidad o incremento del estado de dominación y represión en que se encuentra el pueblo mapuche.

El gobierno ha cumplido dos meses en funciones y su activismo ha sido interesante.Maneja la agenda pública y ha emprendido tareas significativas en materia tributaria y educacional que, aunque puedan no ser enteramente satisfactorias, constituyen aproximaciones valorables.En el cuadro de la situación mapuche, desafortunadamente, no ha mostrado la prontitud que se requiere, posiblemente por una pugna interna que deriva de indefiniciones programáticas y de debates que los aliados de la Nueva Mayoría escamotearon.

Las tareas de hoy son claras.

Héctor Llaitul y Ramón Llanquileo continúan presos en la cárcel de Concepción, cumpliendo penas que les fueron asignadas por delitos que la justicia militar estimó no probados y que, sin embargo, la justicia civil consideró acreditados.

Ambos fueron encausados y procesados por conductas terroristas, cargo que, al finalizar el juicio oral, la propia Fiscalía descartó. La sentencia liberó a los inculpados de las acusaciones de terrorismo. A pesar de lo anterior el proceso, sustentado en las normas procesales de la LAT, fue inexplicablemente validado.

Recientemente los tribunales han descontado a las penas de Llaitul y Llanquileo los períodos de encarcelamiento que padecieron en otros procesos, una decisión legal justificada. Pero sigue en pie la aberración de su condena. ¿Si fue un error la aplicación de la LAT por qué no se intenta corregirlo mediante alguna fórmula que permita la inmediata libertad de ambos?

Emilio Berkhoff está preso en la cárcel de Lebu y en su caso los fiscales han actuado con saña, endosándole responsabilidades que no tiene. Aparentemente existe una decisión de usar su caso como escarmiento para aquellos no indígenas que actúan a favor de la causa mapuche. El estatuto de Berkhoff es el de un preso común y no se le aplican las disposiciones del Convenio 169 que protegen a los reos de la etnia mapuche. Es preciso, urgentemente, poner término a la persecución contra Berkhoff.

Un grupo de comuneros mapuche recluidos en la cárcel de Angol se encuentran en huelga de hambre solicitando se revisen sus procesos, se modifiquen sus condiciones carcelarias y se indulte a uno de los presos cuyo estado de salud es grave.La huelga de hambre se aproxima ya al mes de duración y nuevos condenados se han sumado a esta acción de protesta. La reacción gubernativa ha sido insensible, burocrática, lenta y de efectos nulos.

Si el gobierno quiere verdaderamente iniciar una etapa distinta en el tratamiento de las reivindicaciones mapuche es preciso que dé prioridad y aborde de inmediato las tareas de hoy, las tareas urgentes. La primera de ellas es resolver las diversas situaciones de evidente injusticia que afectan a los presos políticos mapuche.

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12 may 2014

Identidad de género, objeciones y respuestas

Los senadores Van Rysselberghe y Ossandón introdujeron una indicación al proyecto de ley que reconoce y da protección a la identidad de género (boletín Nº 8924-07). El fin último de este proyecto legislativo es facilitar que las personas transgénero (utilizando la connotación amplia de este concepto), puedan obtener, bajo estándares internacionales de derechos humanos, el reconocimiento por parte del Estado de su expresión de género, adecuando su sexo registral a tal expresión.

La indicación mencionada pretende que las personas que se acojan a esta normativa no puedan contraer matrimonio, introduciendo un nuevo impedimento dirimente a nuestra regulación matrimonial.

El anuncio de los senadores ha provocado revuelo en la opinión pública, como si este fuera un proyecto recién presentado, en circunstancias que pronto se cumplirá un año desde que fue ingresado al Senado.

Entre los sorprendidos está el profesor de la Facultad de Derecho UC, Álvaro Ferrer, quien en una columna publicada hace unos días se opone a este proyecto, bajo cuatro premisas fundamentales.

1) Se basaría en la supremacía del sentimiento y la subjetividad por sobre el derecho y la realidad, no existiendo parangón en nuestro derecho positivo.

2) Sería un proyecto basado en una ideología de género.

3) El Estado chileno no está obligado internacionalmente a reconocer la identidad de género y a otorgarle protección alguna.

4) No es posible aprobar este proyecto, puesto que no se puede modificar la realidad: desde que nacemos pertenecemos a un sexo y no a otro. A continuación, responderé a las premisas de Ferrer que tienen un mayor contenido jurídico.

Ferrer basa su primer argumento en una revisión acotada del proyecto, sin siquiera considerar toda la definición de identidad de género dada por su artículo 2º.Argumento artificioso, pues el proyecto consagra de manera expresa el concepto de identidad de género, cuya mayor virtud es proteger y dar vigencia a la identidad autopercibida.

Olvida mencionar que el proyecto contempla algunas medidas para evitar invocaciones “caprichosas” de los derechos que ahí se consagran: la partida de nacimiento solo podrá rectificarse una vez; cualquiera, en la medida que tenga un interés legítimo, puede oponerse a la rectificación; el juez debe proceder con conocimiento de causa, previa información sumaria de testigos que acredite que el solicitante es conocido en sus relaciones sociales con una identidad de género que no coincide con su sexo registral.

Según Ferrer, nuestro ordenamiento jurídico no permite invocar o dar nacimiento a un derecho por la sola liberalidad del individuo de que se trate. Esto es falso. En nuestro derecho civil abundan ejemplos en donde la liberalidad es causa suficiente para dar nacimiento a un derecho.

Sin perjuicio de lo anterior, es aún más concluyente el artículo 2º, letra c) de la ley Nº 19.253, que otorga la calidad indígena a “los que mantengan rasgos culturales de alguna etnia, entendiéndose por tales la práctica de formas de vida, costumbres y religión de estas etnias de un modo habitual (…) Será necesario que se auto identifiquen como indígenas”.

Este es un claro ejemplo en que el puro “sentimiento” – siguiendo la nomenclatura de Ferrer- obliga al Estado a reconocer una determinada identidad y a protegerla.

Es falso que el Estado chileno no esté obligado internacionalmente a consagrar y proteger la identidad de género. A pesar de que el Estado no haya firmado todavía las convenciones que lo obligan en el sentido planteado, existe una serie de resoluciones de organismos internacionales que prescriben erradicar cualquier forma de discriminación basada en la orientación sexual e identidad de género.

Estas resoluciones constituyen una parte de lo que se ha venido a llamar “soft law”, es decir “derecho blando”, pero no “ausencia de derecho”. Lo relevante es determinar qué valor tiene el “soft law” respecto a las obligaciones que debe observar el Estado.

Las resoluciones han ido tomando un papel de importancia en la configuración del derecho internacional; pueden ser el punto de partida para la formación de un derecho o para la formulación de principios generales de derecho internacional estructural o constitucional.

El “soft law” se compone, principalmente, de documentos con contenido prescriptivo, en tanto, teniendo en consideración los principios de buena fe y de utilidad, gozan de cierta normatividad.(1)

Un debate complejo como el que supone el proyecto en cuestión, requiere que los involucrados participen de un modo honesto, considerando todas las variables, y no ajustando los argumentos o parcelando la evidencia a la conclusión que se quiere llegar de antemano.

(1) Gauché, Ximena: “Sexualidad diversa y no discriminación. Una mirada desde el Derecho Internacional de los Derechos Humanos”. Editorial Académica Española, 2011.

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12 may 2014

La isla del éxito

Que pretende ser nuestro país, tiene los pies de barro.Esa fragilidad tiene hasta hoy distintos frentes, todos sustanciales para pretender llevar una vida que pueda calificarse de digna. Se acentúa esta visión cada vez que la naturaleza o un incendio fuera de sus cabales, se salen de madre.

Con el terremoto en el norte y el incendio en los cerros pobres de Valparaíso quedan al descubierto situaciones de vulnerabilidad, mal diseño y nula planificación de la ciudad-puerto, condiciones de nueva pobreza, en fin.Los medios se hacen eco, pero, como corresponde, solo por un cierto tiempo. Después, aquí no ha pasado nada.

Ha muy poco nos enteramos de que la nueva y prometeica torre Costanera Center está siendo usada para quitarse la vida. Y no son pocos. Algunos se quitan la vida gritando impotentes contra el capitalismo desregulado y financiarizado que nos rige.

Nuevamente, los así llamados medios de comunicación, lo tendrán en su parrilla solo algunos días. Ninguna explicación de otro tipo al fenómeno.

Aquí se ha neoliberalizado la mirada en todos los aspectos del quehacer humano. Es como el reflejo interiorizado de los mandamientos de aquella señora inglesa tan amiga del capital general: no existe la sociedad pues oiga, solo hay individuos persiguiendo sus intereses o sus preferencias.

Las explicaciones para las tragedias, sean con colaboración de la naturaleza o aquellas por decisiones humanas, son nada más que eso, ex abruptos, erupciones casuales, puntuales, casualidades, asuntos que competen al accionar de cada uno de los implicados.Lo que se llamaba la sociedad, o las estructuras, o las relaciones sociales, no tienen ninguna corresponsabilidad.

Por eso, hay que pasar rapidito por sobre estos acontecimientos. Rápido para volver al exitoso x, y, z, a la farándula, al fútbol, al que se hizo rico de la noche a la mañana, a las letanías de los políticos, o al reality show.

Es decir, volver al efecto anestesiador al que hemos estado sometidos durante todos estos años.

Deberíamos promover como algunos sostienen, una “critica de la razón anestésica”, empleada durante todo este tiempo por las élites de poder económico, político, cultural.

Esa “razón” anestesiante vive tratándonos como animalitos que necesitan la conducción y cuidado de los más ricos y los que saben. Sin embargo, esta supuesta isla del éxito tiene los pies de barro.

Vivimos en medio de desigualdades de todo tipo, tenemos serios problemas de salud mental, agresividad y violencia; no nos sentimos participes ni cómplices de una vida en común; tenemos una economía que depreda ecosistemas, la salud, las pensiones, la educación de todos nosotros, etc.

Pero claro, para los iluminados de derecha que impusieron su modelo se trata del ciclo “más virtuoso” del desarrollo chileno. Un pobre desarrollo. Y lo peor es que ha interiorizado su efecto en el ethos y la ética cotidiana, y esto hay que tomarlo en serio.

Tras 40 años de atomización no habría que extrañarse –según E.Tironi-, que “la sociedad de individuos – donde las personas entienden que el interés colectivo no es más que la resultante de la maximización de los intereses individuales-, ha tomado cuerpo en las conductas cotidianas de los chilenos de todas las clases sociales y de todas las ideologías”. Según él, “nada de esto lo va a revertir en el corto plazo ningún gobierno, líder o partido”.

Por el momento, nos queda valorar la ética de resistencia expresada entre los estudiantes, el movimiento mapuche, y la crítica reflexiva contra la expansión totalizante de la lógica mercantilizadora. Representan, al menos, un comienzo. Un buen comienzo.

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11 may 2014

Belleza

La gran belleza (Oscar 2014 a la mejor película extranjera).No conozco Italia nunca he caminado por las calles de Roma ni he contemplado el peso de la historia del hombre que no dudo se debe respirar por los cinco sentidos con tan solo pisar las piedras de esta ciudad , mis referentes para hacerla sensual, maravillosa y deseable provienen del cine, un vicio que en esta ocasión frente a esta gran película, agradezco padecer y culpo de ello a Antonioni, De Sica, Fellini, Gassman, Hugo, Marcello, Sofía, Ornella, Gulietta, Gina, Claudia etc.,etc.

Infinitas gracias a todos ellos por empujarme a los abismos de este vicio sin retorno.

La Gran Belleza comienza con una de las fiestas mejor filmadas en la historia – una celebración desbordada que pone en escena y grafica la más patética vulgaridad de inspiracion “Berlusconiana” una detención en estos nuevos y viejos monstruos, solo para decirnos que la fiesta se ha terminado.

Vislumbramos en medio del bacanal carrete a su protagonista Gep Gambardella una suerte de sombra fantasmal de Marcello Rubini de La Dolce Vita como si el retrato que hizo Fellini de la decadencia romana no hubiese cambiado ni un ápice en más de medio siglo. Pero sería hacerle un flaco favor a una película tan generosa con su público el hecho de considerarla un simple homenaje.

En ‘La gran belleza’ se proyectan los fantasmas de ‘Giulietta de los Espíritus’ (1965) y respira la espectral Ciudad Eterna de ‘Roma’ (1972), pero en el deambular en círculos laberínticos de Gambardella se desprende de su herencia felliniana cuando calma sus ánimos grotescos y se abandona a la melancolía.

Nuestro guía y protagonista,un afamado sexagenario escritor, no solo no encuentra la belleza como forma de creatividad para un nuevo libro, sino que ya no la ve en el mundo que nos rodea, un mundo insensible, materialista, donde lo pagano vence a un falso espiritualismo, del que no se escapa la hipocresía eclesiástica.

A lo largo de impecables escenas se nos muestra el contraste entre el día y la noche, entre la musicalidad moderna y clásica, entre el vicio humano y la pureza del paisaje que el mismo hombre a creado, y finalmente entre una vida que nostálgicamente se alimenta del pasado y la muerte que acecha cualquier momento del presente.

Paolo Sorrentino nos presenta un universo felliliano,sarcástico donde prevalece la mujer en toda su variedad física (espléndidas, grandotas, enanas, viejas , santas decrépitas…) ,junto a otros personajes propios de la Italia actual, pero que califican y tiene su símil en cualquier sociedad capitalista de este siglo.

Mediante una narración informal, esa vieja señora entre candilejas, que es la ciudad de Roma, domina el film. En realidad, es donde permanece, sin fecha de caducidad, la gran belleza.

El insoportable peso de la vejez, la corrupta, húmeda y craquelada pátina que otorga el tiempo, la vida resistiéndose a sucumbir ante la llegada de la decadencia, refugiados en remasterizaciones tecno de Rafaella Carrá e inyecciones de bótox, desertores del reino de las sombras fingiendo y falseando la felicidad en decrépitos banquetes, el cinismo, la muerte.

La Grande Bellezza no es sólo un brillante ejercicio cinematográfico-ensayístico por parte de su director, el napolitano Paolo Sorrentino, también es un retrato dibujado a mano, a ratos mordaz, a veces henchido de belleza, de una ciudad y sus gentes, de una Roma que niega desesperadamente su agonía buscando en la gloria de su pasado un antídoto a lo efímero del presente, la Roma del Panteón de Agripa y de la Capilla Sixtina, sí, pero también la Roma de las tetas operadas y de la basura Berlusconiana, esa Roma entre dos mundos que se mezclan en la figura de Jep Gambardella (excelente Toni Servillio) escritor, periodista, fumador, bebedor y atesorador de recuerdos, re dei mondani, ( rey de lo mundano) con su terraza de fiesta perpetua colgada sobre el Coliseo, toda una metáfora de lo que pretende la película.

Un film que quizás por esa necesidad de redención a través de lo artístico construye las imágenes más bellas de Roma nunca vistas en cinta alguna.

Perseguir la gran belleza resulta un acto estéril e inútil ya que esta se encuentra más allá de nuestro propio ser y esencia y hay que conformarse con la vergüenza, vulgaridad y banalidad de este mundo terrenal y de su insuperable tangibilidad; vivir en Roma la ciudad de más belleza y arte del mundo y no encontrar nada más que desapego y esperpéntica superficialidad, una constante desolación y decepción que profundiza irremediablemente cualquier fractura melancólica nostálgica.

Esa gran frustración es la fuerza de la película y el motor de nuestro protagonista Gep Gambardella, que recorre los rincones de su espléndida metrópoli buscando motivación, inspiración y alguna emoción que serene y aplaque su alma inquieta y llena de inertes vacíos.

Película transgresora laberíntica y compleja de visionar con una afinidad muy riesgosa y engorrosa -si corremos el peligro de encontrarla-; totalmente visual y potencialmente sonora, habla a través de las imágenes, de la observación del recorrido de las alternancias y las detenciones en el camino, con una latente ópera musical de fondo que acompaña y endulza todo el paquete de regalo, que huele sin duda a flores funerarias. Todo es ilusión, espejismo; nada camina, aparentemente, a ninguna parte.

“El mundo no es bello, pero es retratado con belleza: si hay algo bueno en la vida, ha de estar por fuerza en el mundo”. No recuerdo quien dijo esta máxima pero el director Sorrentino me ha hablado en esta película de lo difícil que es encontrar la gran belleza en el mundo, y, paradójicamente, me la ha estado mostrando durante 140 minutos.

Clásico film muy alabado por la gran crítica pero que para la gran mayoría del público, no es mi deseo ser peyorativo con esto, será un intragable ladrillo; sólo a unos pocos nos va a parecer atractivo y motivador el reto de descubrir lo que quiere comunicar su director Paolo Sorrentino a través de su impresionante desfile de símbolos, de sus estrafalarias e impactantes ilustraciones desbordantes y de una apariencia que vive del exceso y el extremismo. Repito, únicamente para público muy específico.

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11 may 2014

Señores embajadores

Recordé al embajador de Estados Unidos en los finales del gobierno de Frei Montalva y de Allende. Sus intervenciones en la política chilena eran sobre la base de “inocentes opiniones” que poco a poco condujeron hacia las posiciones golpistas que el Senado de su país investigó y denunció. Debía ser así porque representaba a Nixon, uno de los más reaccionarios y desagradables presidentes de la gran nación del norte.

Pero ahora el señor Hammer, embajador del hombre de Harvard, se permite opinar de la política interna chilena, reclamando para sus coterráneos “estabilidad económica y política”.

Parecía nervioso el señor embajador por la reforma tributaria, temeroso por la reforma política y probablemente inquieto por una anunciada reforma educacional que podría poner en jaque las inversiones en el rubro de empresas estadounidenses.

No sabe el señor embajador que su papel es ser emisario de Obama y su gobierno ante el gobierno chileno y si quiere dar su opinión sobre los asuntos que preocupan a su representado debe hacerlo por los canales apropiados.

Pero él quiere hacerse parte de una discusión política en la que la derecha está quebrando lanzas para defender intereses más que principios. Y es lo mismo que el señor embajador hace: defender intereses presionando políticamente ante la opinión pública, evidenciando una alianza que todos sabemos pero esperábamos se mantuviera en una cierta reserva propia de la decencia y la mesura de la diplomacia.

Los dichos del señor embajador incluyen una amenaza a la democracia chilena ante la que hay que estar atentos. Si un presidente que ha posado de ser menos reaccionario que su antecesor inmediato tiene este embajador, imaginemos lo que pasará si acaso los republicanos regresan a la Casa Blanca.

Bachelet respondió diciendo que Chile es un país serio. E imagino que privadamente el señor canciller habrá manifestado su molestia o habrá mandado una nota diplomática.

Pero en esto de embajadores la cosa ha seguido, porque mi amigo Juan Gabriel Valdés, designado ante el gobierno de Obama, ha hecho una declaración peor. Me duele referirme a él, pero quizás por el propio cariño que le tengo debo decir en estas líneas que su misión no es explicarle a Obama las razones de las políticas que sigue el gobierno de Chile, sino representar ante Estados Unidos los asuntos de Chile y buscar las alianzas y desarrollar conversaciones que ayuden a los chilenos, sin necesidad de justificarse ni pedir vistos buenos.

Cuando leemos las declaraciones de Valdés que publica El Mercurio, resulta evidente que no fue sacado de contexto, pero el titular destaca lo peor de la entrevista, ya que en otros tópicos lo hizo bien.

El embajador Hammer y El Mercurio aparecen en una alianza que rememora las maniobras de 1973, los acontecimientos de 1947 (Ley maldita) y de 1943 (Declaración de guerra al Eje y fijación del precio del cobre), episodios que más valdría no repetir.

Los embajadores deben tener más cuidado y es de esperar que el representante de la Gran nación del Norte, como les gusta ser llamados, guarde la compostura y no se meta en caminos enredados que sólo radicalizan la política.

La dignidad de este país pequeño, situado al sur del mundo, no puede ser avasallada por un señor embajador que recuerda actitudes matonescas que han llevado a muchos lugares del mundo la tragedia y el dolor.

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11 may 2014

Dignidad y ciudadanía

La promesa de los derechos, atraviesa la cultura y la sociedad de occidente mucho antes de condensarse y transformarse en normativas en la constitución de EE.UU. de 1776 y en la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano en Francia en 1789. Desde aquellos lejanos momentos, la “cuestión de los derechos” se despliega en torno a la dialéctica entre derechos iguales y posesión desigual, entre tentativos diversos de cerrar la antigua herida abierta.

Es en la era de los derechos y de la ciudadanía expansiva donde la política deja de ser un simple circuito auto referencial que regula las relaciones entre propietarios.

Un aspecto esencial de la modernidad es, justamente, la caída de la vieja ética de los deberes que postulaba la cancelación de cualquier móvil material-existencial en la conducta de los sujetos.

En el lugar de la moral, concebida como un código abstracto de obligaciones y deberes, se coloca la “constructividad” del derecho que está fuertemente ligado a los intereses y asume objetivos de emancipación y de promoción.De esta manera, se construye el paradigma de la representación política pos-liberal.

La democracia es un proceso largo, donde el principio democrático avanza o retrocede a la luz del rol que la ciudadanía juega en el sistema político y en los puntos de fusión entre el sistema político y los demás sistemas sociales entre todos estos sistemas y el conjunto de las instituciones que se reúnen en el Estado.

En la sociedad compleja y diferenciada de nuestro tiempo, la ciudadanía tiene una proyección múltiple respecto a todos los sistemas o subsistemas en los cuales la sociedad se articula.

Al influir en la calidad de la política no son sólo los derechos políticos, como derechos de participación al proceso decisional colectivo, sino también aquellos civiles y, especialmente, aquellos sociales, que se encuentran en veloz expansión hacia derechos más complejos y maduros que colocan en juego la utilización de todos los bienes de la vida y la relación misma entre el hombre y lo creado.

La concepción moderna de ciudadanía está ligada intrínsecamente a la adquisición de dignidad del hombre moderno. El término dignidad, con referencia al hombre, es usado desde Kant en adelante para connotar aquella característica esencial de cada individuo que consiste en ser una persona o un miembro del género humano como cualquier otro.

Podemos distinguir, en primer lugar, la dignidad ética del hombre. La esfera espiritual del hombre moderno comienza a delinearse, en el plano moral, con la postulación laica del individuo-persona. La categoría “persona” es indudablemente de origen religiosa, sobre todo cristiana, y precisa de dos criterios claves: la dignidad moderna de la persona es generada culturalmente en el ámbito de la sociedad cristiana y está sustancialmente ausente en otras áreas de la cultura religiosa no cristiana.

La dignidad moderna no se identifica con su antecedente cristiano-religioso ya que ella se configura como dignidad laico-racional de cada persona como miembro del género humano e independientemente de su problemática religiosa.

Con Kant culmina el proceso de construcción de la ética racional moderna en la cual ocupa un puesto central la categoría de la persona-fin.Por primera vez, en el plano ético, podemos establecer criterios de igualdad formal de todos los hombres sin distinción alguna: todos los hombres son moralmente iguales, todos los hombres son fines para los hombres, todos los hombres son moralmente libres, el género humano es, entonces, una comunidad moral.

La segunda dignidad del hombre, es la jurídica.La dimensión pública comienza en el derecho pero se expande a la economía y a la política. Es la misma dignidad moral la que exige una articulación social-pública, postulando una articulación de las tres grandes ideas-fuerza de la revolución política moderna.

La estratificación vertical de los derechos políticos y civiles, constituye un capítulo fundamental de la historia de la dignidad jurídica, de la subjetividad moderna y del surgimiento y expansión de la ciudadanía.

La tercera dignidad, es la política.Ella se vincula funcionalmente a los dos grandes principios de la democracia moderna: a la soberanía popular y a la regla fundamental del consenso.

Conjuntamente con ello, la dignidad política se profundiza con las nuevas categorías de la política, relacionadas con la subjetividad, con la soberanía, con la representación y con el surgimiento de los partidos.

La cuarta, es la dignidad social, que define el perfil del sujeto moderno que nace de la crítica a la insuficiencia de la emancipación política, pero que no puede consistir en una visión de sustituciones de la libertad social a cambio de la opresión política.

La dignidad social está intrínsecamente ligada a la idea de la “paridad real”.Los derechos sociales de los trabajadores modernos, constituyen, conjuntamente con la instalación de una transformación general de la sociedad existente, un patrimonio nuevo del hombre moderno, ya que ellos no pueden considerarse como subrogados de los valores éticos y de las instituciones jurídico-políticas, sin que sea consagrado la colocación social y los derechos en el plano de las oportunidades y de la distribución de los frutos del crecimiento económico de la sociedad.

La quinta dignidad, es la cultural, que puede ser definida como la dignidad del hombre evolucionado en cuanto logra ser miembro consciente del género humano.En el pasado esta dignidad había sido tradicionalmente lograda sólo por los intelectuales, en cambio hoy, es un derecho humano fundamental y un elemento determinante de la dignidad del hombre.

La dignidad del hombre moderno, es una condición de los derechos de ciudadanía y está ligada a los valores intrínsecos que ligan a la persona con la democracia.

Una versión moderna de la ciudadanía, coloca en el centro el tema social destinado a compensar las desigualdades determinadas en el libre juego del mercado y por las características privatistas de la iniciativa económica y financiera.

Selectividad y corrección del mercado son contenidos que caracterizan los derechos sociales que, en particular, se han realizado en las grandes experiencias de la socialdemocracia: derechos a la indemnidad por la desocupación, derecho a la asistencia sanitaria, derecho a la utilización de los servicios públicos esenciales, en definitiva el conjunto de aquellas expectativas planteadas a través del Estado social.

Sin ciudadanía social, el resto de las ciudadanías pierde espesor.

En una visión progresista de la ciudadanía, ella aparece ligada al principio de la inclusión, sea en el ámbito político como en el ámbito de la tutela de los derechos sociales.

Una “democracia exigente” consagra derechos ciudadanos extendidos hacia temas tan claves como el medio ambiente, el de la solidaridad económica, el de la emancipación femenina, el de vivir en paz, el de la diversidad, el conjunto de derechos de ciudadanía que consagra la libertad y la participación del hombre moderno.

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