21 jul 2015

Sistema educativo y la promesa de gratuidad

Hace unas semanas, en el seminario llevado a cabo en la Universidad Alberto Hurtado, Francois Dubet, connotado sociólogo francés (Director de estudios de la École des Hautes Études en Sciences Sociales y autor de La escuela justa, repensar la justicia social entre otros), señaló que “mientras más esperanzas depositemos como sociedad en el sistema educativo, en mayor medida aumentarán el peso de sus contradicciones”.

Su frase claramente era una conclusión y resumen para el cúmulo de evidencia recolectada acerca del sistema educativo: éste, en los diferentes países reproduce las desigualdades tanto al interior de los países como entre ellos mismos, en algunos más, en otros menos.

Dicha desigualdad se reproduce fundamentalmente debido a las diferencias de capitales culturales y económicos de las familias y se materializa de disímiles formas, por ejemplo, en términos de nivel socioeconómico, rural vs urbano, espacio socio-geográfico, si el alumno tiene procedencia étnica o es inmigrante, etc.

Es por ello que los resultados, y por ende las trayectorias educativas de los alumnos, serán desiguales producto de que los sistemas educativos se encuentran y son parte de la sociedad, es decir, si en un país los marginados o los que poseen menor capital cultural son las comunidades indígenas, lo más probable (y esto lo avala la evidencia) es que ellos sean los que se encuentren en las peores escuelas y por lo mismo obtengan los peores resultados académicos. Cosa aparte es que el sistema educativo promueva o genere mayor desigualdad aún, como podría argumentarse en el caso chileno.

Cercano a la fecha en que se dictó el seminario, la presidenta Bachelet daba a conocer un anuncio que viene a cumplir una promesa de campaña: gratuidad en el sistema de educación superior.

¿Qué tienen que ver ambos hechos? Lamentablemente, y esa es una de las tesis que quiero sostener en esta columna, es que si bien la gratuidad en la educación superior es un avance en materia de justicia social y obtención de un derecho social, ésta no solucionará el problema que, según palabras de la propia Presidenta y del –entonces- ministro de Educación, intentan solucionar, que es la desigualdad socio-educativa.

La experiencia y la evidencia recolectada por los estudios sociológicos desde la década del 60, da cuenta que ante la masificación del acceso a determinados niveles de vida o bienes, en este caso, ante los niveles de logro en trayectorias educativas (alcanzar determinados niveles esperados en el sistema educativo, por ejemplo: obtener cuarto medio, ingresar y egresar de la universidad, etc.) éstos, que antes eran valorados socialmente pierden su valor y nuevos niveles –cuyos accesos son restringidos y desiguales– aparecen como los valorados y permiten la distinción.

A modo de ejemplo, en Chile, la ley de enseñanza media obligatoria y el CAE dictados durante el Gobierno de Lagos permitieron aumentar el acceso y cobertura en educación superior pasando de tener 604.000 mil estudiantes (38,3% aproximado) a contar con más de 1.200.000 estudiantes aproximadamente (51,2% del universo posible).

Si bien la demanda por gratuidad apunta hacia el no endeudamiento y posicionarla como un derecho social en donde no existan desigualdades, actualmente las desigualdades operan según el tipo de universidad al que se accede (no es lo mismo ingresar a la Universidad de Chile o Católica que a una de bajo prestigio), a la carrera (no es lo mismo en términos simbólicos -valoraciones sociales, subjetivas en base al prestigio u otros elementos- y de inversión entrar a medicina, derecho o ingeniería a filosofía, arte o antropología) o en términos de pos grados, quienes finalmente se encuentran realizando la mayor distinción social actualmente: frente a dos ingenieros egresados de universidades similares pero uno con un pos grado y otro no, la probabilidad de encontrar un buen trabajo será mayor para el ingeniero con postítulo.

La promesa de gratuidad en educación superior claramente aumentará la gran masa de estudiantes que acceden a la educación superior, específicamente a la universidad, y la constituirá en un derecho social, pero eso no impedirá que se reproduzcan las desigualdades que no puede combatir el sistema educativo, ya que, en el caso del capital simbólico (prestigio en términos simples) de las universidades no depende netamente de los esfuerzos de éstas para obtenerlo, sino que del peso histórico de la universidad, de la valoración social y laboral que tienen determinadas carreras, o de otros mecanismos que genera el mismo sistema.

Es en este punto en donde se materializa el dictamen que realiza Dubet, en tanto que sigamos poniendo las esperanzas en el sistema educativo, éstas seguirán reproduciendo las desigualdades y contradicciones sociales. Ello, nos lleva a señalar, por un lado, que la promesa de gratuidad en la educación superior tan solo la posicionará como un derecho, pero no logrará disminuir las desigualdades, ya que se mantendrán algunas y se generarán otras, persistiendo la reproducción social de clases. Por otro lado, a preguntarnos acerca de salidas ante este callejón que aparentemente aparece sin salida.

Para encontrar la salida nuevamente recurriré a Francois Dubet. En la mencionada charla, él llamó a esforzarnos por quitarle el monopolio del éxito tanto a la escuela como a la universidad, es decir, si alguien falla en ambas instituciones, que su vida no se vea condenada sino que tenga alternativas.

Esta reflexión se está llevando a cabo en países más avanzados en donde se busca disminuir la desigualdad en los resultados, es decir, buscar la forma en que en el mercado laboral quien no tenga estudios universitarios, no se encuentre condenado a la pobreza.

¿De qué manera logramos esto? Una salida o una manera de lograrlo es por medio de la educación técnica. Necesitamos -con urgencia- valorizar, reformar el sistema y reimpulsar la educación técnica profesional.

Un buen indicio fue la creación de 15 centros de formación técnica estatales, pero es necesario regular la cantidad de institutos profesionales y CFT que hay en el país y que no se tiene certeza acerca de la calidad que entregan.

Eliminar la PSU para el ingreso de estudiantes, que formen alianzas de trabajo con los colegios TP, y que se fijen márgenes de ganancias entre los sueldos de un profesional y un técnico. Todas estas medidas son imprescindibles y, a juicio personal, previas a la gratuidad en la educación superior.

De esta manera, como sociedad estaremos intentando dar otras oportunidades a las personas que no quieren o fracasan en el sistema educativo tradicional (escuela y universidad), y al mismo tiempo, comenzando a dar la discusión acerca de una igualdad de resultados.

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21 jul 2015

Migrantes en las calles, la otra Copa América

A propósito de la última Copa América realizada en nuestro país, tuvimos la oportunidad de encontrarnos con una gran cantidad de personas provenientes de otros países;  las calles de las principales ciudades del país se llenaron de colores y banderas. Una fiesta de respeto que se hizo patente en los estadios con miles de carteles verdes al momento de cantar los himnos. ¿Es esta campaña reflejo del cómo actuamos cotidianamente?

Si bien nos llamó la atención el gran flujo de visitantes, ello no es una realidad particular ni exclusiva del desarrollo de este importante evento deportivo; por el contrario, si nos ponemos a revisar las cifras, durante los últimos años la población inmigrante en Chile ha crecido exponencialmente. De acuerdo a los resultados de la Encuesta Casen 2013, en nuestro país vivían ese año al menos 354.581 inmigrantes, un 129% más que el año 2006 y un 45% más que en el año 2011… Y la cifra sigue aumentando.

El Departamento de Extranjería e Inmigración indicó el año pasado que los extranjeros residentes en Chile se estimaban en 441.529, y un 26,8% correspondería a población inactiva. Esta realidad implica hacer un esfuerzo consciente por la integración; las prácticas vinculadas a términos tan potentes como exclusión, racismo y discriminación, han llevado en muchos casos a estigmatizar y crear prejuicios contra estas personas, cuando el desafío es precisamente integrarlos de la mejor manera posible.

Nos llama la atención que las cifras de la Casen indiquen que los inmigrantes residentes en Chile presenten tasas de pobreza por ingresos menores a los no inmigrantes, y que esta relación sea inversa al hablar de pobreza multidimensional. Esto implica que hay un grupo importante de inmigrantes que está en situaciones de alta vulnerabilidad y, dentro de ellos, muchos quienes se encuentran en situación de calle. Personas que han venido a Chile en busca de una oportunidad de mejorar sus condiciones de vida, y en muchos casos han terminado peor.

Ya es un fracaso rotundo como sociedad que en Chile tengamos que hablar de más de 12 mil personas en situación de calle, cifra que parece haber aumentado en los últimos años pero que lamentablemente no se ha medido, y ello es igualmente crítico al pensar que hay personas y familias que no logran encontrar en nuestra sociedad un lugar para desarrollarse.

Si bien durante los últimos años han aumentado los esfuerzos públicos y privados por abordar la inmigración desde la integración y el bienestar, el primer responsable debe ser la ciudadanía como agente colectivo. Ella, la sociedad civil, es la primera llamada a integrar.

Somos un país que sabe lo que significa el concepto de solidaridad y empatía, hemos vivido el ser exiliados y refugiados en otros países, y a la vez hemos salido en ayuda de otros. Una cosa es clara: no necesitamos de una campaña para asumir el desafío de la integración y la inclusión social.

Ahí está la otra Copa América, la que se pelea diariamente en nuestras ciudades y en nuestra vida cotidiana, no para las portadas de los diarios.

La otra Copa América es la que hay que ganar, la que se construye con la integración e inclusión y el reconocimiento y valoración de los inmigrantes.

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21 jul 2015

La Batalla de Gettysburg y el sentido de responsabilidad

Cuando llegué destinado a Estados Unidos, uno de los primeros viajes que realicé fue visitar la pequeña ciudad de Gettysburg, Pennsylvania, lugar donde se llevó a cabo la batalla más importante, sangrienta y decisiva de la Guerra de Secesión Americana. Ésta se produjo entre los días 1 y 3 de julio de 1863, y murieron más de 50.000 soldados.

Cabe señalar que dicho viaje lo hice con relativa prontitud, pues cuando asumió el Gobierno de la Nueva Mayoría, voces o tambores ministeriales me advirtieron que dada mi condición de ex Presidente de ADICA y mi reconocida militancia en Renovación Nacional, era muy probable que fuera trasladado a otro país. Estábamos en tiempos donde el concepto de retroexcavadora hacía se debut, por lo que tal medida no parecía infundada.

Pero volvamos a la historia. Conviene recordar que la Guerra Civil o de Secesión Americana, -  1861 a 1865- , tuvo entre sus principales causas la  preservación del Estado como una sola entidad y la lucha por la abolición de la esclavitud, por parte de los Unionistas o Federalistas, en contraposición a los Confederados o Rebeldes, quienes deseaban mantener su independencia del Norte Industrial y la esclavitud en sus Estados.

Esta  guerra fratricida provocó la muerte de más de 650.000 personas.Para que usted se haga una idea de la magnitud de esta tragedia, comparémoslas con las bajas chilenas de la Guerra del Pacífico (aproximadamente 10.000) y de la Guerra Civil de 1891 (de 5.000 a 10.000).

Si usted vio la película ¨Lo que el Viento se Llevó¨, debiera recordar la escena de Scarlett O´ Hara  buscando el nombre de Ashley Wilkes, entre los listados de muertos y desaparecidos de Gettysburg. En  una escena posterior, se muestra a miles de heridos confederados en la ciudad de Atlanta, lo cual nos permite dimensionar los efectos de este trágico conflicto.

¿Por qué Gettysburg fue el punto de inflexión de esta Guerra Civil?

El hasta ese momento victorioso General Confederado Robert E. Lee, decidió terminar de una vez con este conflicto, trasladando la guerra a las tierras de la Unión,  y así intentar forzar la suscripción de un armisticio. Sin embargo, sus planes fracasarían.

Luego de tres días de intensos combates en Gettysburg, el General Lee decide utilizar su Reserva, a cargo del General George Pickett. Recibió órdenes de avanzar con sus hombres en una explanada de cerca de 1,5 kilómetros “a campo traviesa”. Tendría que soportar fuego de artillería y fusilería e intentar romper el centro de la línea defensiva de la Unión. Era la última carta del General Lee.

Lo que siguió de ese frustrado intento fue una carnicería. Los hombres de Pickett avanzaron y un puñado de ellos logró romper el cerco enemigo, pero no les fue posible sostenerlo. La mitad de los confederados que participaron en “ The Pickett´s Charge”, murieron .

Los que sobrevivieron, eran recibidos por un entristecido General Lee quien les decía “it’sallmyfaultboy, it’sallmyfault”.

Derivado de esta derrota, el General Lee presentaría su renuncia al Cargo de Comandante en Jefe de las tropas Confederadas al Presidente Jefferson Davis, quien se la rechazaría. Lee seguiría a cargo de las tropas rebeldes hasta el fin de la guerra, en 1865.

¿Por qué escribí esta columna?

Porque pese a los malos augurios ministeriales, pude recorrer Gettysburg, y por coincidencia, me senté a meditar en el lugar exacto donde se produjo “The Pickett’s Charge”.

Cuando uno observa esa explanada y la disposición de cómo estaban ubicadas las tropas, uno comprende la valentía, el alto sentido del honor y de responsabilidad que tuvieron esos hombres para cumplir con una orden de esa naturaleza.

Cabe recordar que en la Guerra del Pacífico, el Comandante en Jefe del Ejército, General Manuel Baquedano, también exigía a sus soldados a “atacar de frente”, lo cual también debe ser considerado, y que podría ser materia de otra columna.

Finalmente, estamos insertos en una sociedad donde la dignidad y el decoro se han perdido,  en donde nadie quiere asumir responsabilidad alguna, y por lo tanto es más fácil culpar a otros de nuestros propios errores. Por lo expuesto, convendría recordar la Historia  Universal y de Chile, para aprender de sus errores y aciertos.

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21 jul 2015

Disminuir la dieta parlamentaria y mucho más

En reciente reunión de la Bancada de la DC con el ministro de Hacienda,  Rodrigo Valdés,no sólo hablamos del Imacec y de las cifras macro y micro económicas. Si bien revisamos cómo esto puede influir en el programa de gobierno, también pusimos sobre la mesa un proyecto de resolución que hemos defendido e impulsado desde el año pasado: el reajuste inversamente proporcional en las remuneraciones del sector público.

Esta iniciativa, que busca establecer un mecanismo escalonado de reajuste en los sueldos de los trabajadores del sector público, además de reducir la  dieta parlamentaria, busca ir acortando, efectivamente, la brecha entre los ingresos más altos y más bajos del aparato estatal.

Le pedimos al Ministro Valdés que este proyecto, aprobado por la Cámara, que contempla una escala de sueldos, sea incorporado en el mensaje Presidencial que tendremos que debatir este segundo semestre con motivo del reajuste al sector público.

En este sentido, esta propuesta permite un reajuste escalonado que es inversamente proporcional al sueldo. Es decir, es una vía seria y realista de avanzar hacia una mayor equidad, asegurando que quienes reciben un mayor sueldo, no tengan un reajuste y baje el ingreso real, y que quienes perciben los sueldos más bajos en la administración pública, efectivamente tengan un reajuste significativamente  mayor.

Al 2014 los sueldos más altos en la administración pública eran casi 32 veces mayores que los de quienes reciben las remuneraciones más bajas. Aplicando este reajuste que proponemos, inversamente proporcional, la relación sería de 10 a uno, permitiendo, efectivamente, disminuir brechas de desigualdad y contribuir a una mayor equidad.

En la práctica este reajuste va disminuyendo las dietas liquidas reales,  al eliminar el IPC, el efecto crecimiento país y cual otro factor de incremento y reajuste. Con esta propuesta transformada en ley, al cabo de 5 años el menor grado de la administración, que es el 31 recibirá un ingreso líquido de $660.000 pesos, y el grado mayor recibirá 10.36 veces más, o sea $6.800.000 pesos, y no los casi $ 9.000.000 de pesos que recibirá de seguir aplicándose el reajuste salarial como en la actualidad, o sea  un 25% menos.

Esta es una forma efectiva de comenzar a abordar el tema de la desigualdad en el país, asegurando que quienes perciben menos ingresos, reciban un mayor reajuste y que quienes tienen un mayor sueldo bajen sus ingresos reales.

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20 jul 2015

Gratuidad ¡cuán cara cuestas!

Se empeñan los neo-mayoristas,  con algunos desgranes de su choclo, en insistir por la gratuidad para el sistema universitario de las Universidades del Consejo de Rectores (CRUCH) y no en todas ¡Qué raro! ¿Por qué no fue para las Universidades del Estado de Chile (CUECH)? Nadie habría reclamado, porque estas universidades tienen un férreo control del Estado o digámoslo mejor del pueblo de Chile, o mejor aún de todos los chilenos.

Si el Estado pone la plata, el Estado pone la música (control) ¿Por qué de nuevo este ataque violento contra el Estado y por ende contra todos los chilenos? ¿Por qué el Gobierno y los neo-mayoristas no quieren definir las cosas? El Estado para el Estado, el privado para el privado y se acabarían casi todos los problemas. No, se quiere una mezcla vomitiva de chicha, limonada, sal, azúcar, aceite y vinagre.

Parece ser que los intereses de los consorcios educacionales con ramificaciones en los partidos políticos y en el Parlamento están jugando algún rol. Conflicto de intereses que inhabilitaría para discutir proyectos de educación a quienes tienen acciones u otras vinculaciones con las empresas educacionales. Vayamos al fondo.

Los modelos incompatibles que se enfrentan son claros.

1)  El modelo educacional mercantil neoliberal (educación bien de consumo: ninguna acción educacional si no hay ganancia monetaria).

2) La educación como derecho igualitario (y gratuito) para todos, que podríamos englobar (muy dificultosamente) en un modelo socialdemócrata (el Estado benefactor o protector). Así el modelo Neo-mayorista es lo que dijimos ni chicha ni limonada. La bandera de lucha de todos es ¡calidad! de la cual nadie ha hablado, no se sabe qué es, quién la dará, ni cómo va a lograrse. Entonces se pretende que resulte cualquier cosa, pero que sea gratuita.

¿Gratuita? ¿Quién paga la electricidad, el agua, el gas, los arriendos, los docentes, los administrativos, los barredores, los laboratorios, los microscopios, los instrumentos de música, el papel higiénico…? El realismo mágico quedó corto.

El mercantilismo neoliberal ha calado hondo, ha borrado el problema real y ha convencido aún a los más izquierdistas que tienen que encarnizarse en el slogan inexistente “educación gratuita”, para ocultar los procesos educacionales, la Carrera Académica, la adjudicación de responsabilidades, los controles, la verdadera calidad, los direccionamientos de los recursos, la optimización de los costos, la elaboración de una política real de educación a corto, mediano y largo plazo, las comunidades involucradas.

La hipocresía es obvia y de nuevo se trata de un ataque artero contra el Estado y el bolsillo de todos los chilenos sin su consentimiento.

La educación gratuita no existe, lo saben muy bien, y cuando concretan saben que están diciendo “educación pagada por y con la plata de todos los chilenos (el Estado)” sin su consentimiento y haciendo uso de las leyes que dejó la Dictadura Militar-Neoliberal direccionadas a la destrucción del Estado, y especialmente de las universidades estatales, de Chile y Técnica del Estado, que es la organización social del bien común de todos los chilenos.

Estas leyes permitieron y permiten al Gobierno meter la mano en el bolsillo, principalmente, de los pobres y la clase media ya que los ricos (todavía) pagan menos impuestos y entregárselos sin más a las empresas, en este caso educacionales, incluso transnacionales. El precio es el que ponen esas empresas no el que el pueblo quiere y decide pagar.

El pre-proyecto presentado por el Gobierno mantiene esa hipocresía. No se atreven a reemplazar gratuita por pagada por el Estado, porque tendrían que justificar inmediatamente como le piden al país el consentimiento para entregarle plata a las privadas siendo que las estatales le saldrían mucho más baratas.

Pero no, se insiste en entregar más dinero a las privadas que a las estatales. El lector dirá ¿cómo, el Estado no paga a las Universidades del Estado? No, los salarios de los académicos de las universidades estatales en su mayor parte (con excepción de algunas universidades de regiones) ¡no los paga el Estado sino el privado a través de los aranceles de estudiantes y de los servicios que estas universidades han tenido que desarrollar para subsistir!

No hay universidades públicas en Chile en el sentido de pago de los salarios gastos basales. Hay una inmoralidad de proporciones peor que las de Penta o Soquimich, al tener a miles de funcionarios del Estado pagados y a mucho menor salario que otros funcionarios del Estado (como médicos o profesionales de los servicios públicos o para qué hablar de los parlamentarios) por el privado y con las condiciones de control de la Contraloría interna y de Jurídica interna de estas universidades.

La maldad es mayor al considerar los sueldos base especialmente de los médicos que trabajamos en las universidades del Estado. Un profesor titular, médico-cirujano, doctor en ciencias, con un pos doctorado en el extranjero, tope en la carrera, 44 horas semanales (horario completo) tiene un sueldo base de $200.000 mensuales.

La forma de destruir o reducir la Universidad de Chile y la Universidad Técnica del Estado ideada por la Dictadura Militar-Neoliberal fue simple:

1) Reemplazar la productividad académica por la optimización de gestión administrativa para la productividad económica.

2) Destruir físicamente la academia por asesinato, exoneración, exilio.

3) Obligar al sistema estatal a autofinanciarse e igualarlo al sistema mercantil de las universidades privadas.

4) Congelar las plantas y con ello destruir la autonomía universitaria.

5) Destruir la carrera académica autorizando por ley a cualquiera universidad para nombrar académico de cualquier nivel.

6) Destruir la presencia nacional de ambas universidades y pasar sus propiedades y sedes a universidades regionales tanto públicas como privadas.

7) Pasar el presupuesto estatal para salarios y funcionamiento básico de las universidades estatales paulatinamente hacia las universidades privadas.

8) No reajustar salarios según el alza del costo de la vida y obligar a las universidades estales a aumentar los aranceles y servicios o morir. Nada se reparó, este asedio continúa para que las privadas se mantengan robándole al Estado.

Si el país sustenta económicamente a sus universidades en forma completa (salario y funcionamiento basal) podemos hacernos cargo no sólo de la educación “gratuita” universitaria del 15% de la población chilena sino que de reconstituir comunidades académicas de creación de cultura universal competitivas a nivel mundial y de las labores extensionales con no más de U$ 1.000.000.000 y no U$ 2.500.000.000 como se pide.

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20 jul 2015

La DC en su laberinto

La DC continúa enfrentando serias discrepancias en torno a los temas éticos y programáticos.Ahora las discrepancias de principios y políticas se muestran en la Sala de Senadores de la DC. En los últimos días diversos medios de comunicación informan que la bancada de senadores DC está considerando rectificar el artículo 347 del Proyecto enviado por la Cámara para permitir  el reemplazo de trabajadores en la huelga, en cuanto sean de la misma empresa.

Dice el artículo 347 del actual Código del Trabajo sobre Derecho a huelga que la huelga es un derecho que debe ser ejercido colectivamente por los trabajadores. Se prohíbe el reemplazo de los puestos de trabajo de los trabajadores en huelga.

Esta norma coincide con la jurisprudencia reiterada de la Corte Suprema, que señala: “…esta Corte  sostuvo  que  la prohibición de reemplazar trabajadores en huelga del artículo 381  del  Código  del  Trabajo  impide  no  solo  contratar  nuevos trabajadores,  sino  también  su  reemplazo  con  personal  que  ya pertenecía a la empresa antes del inicio de la huelga”.

Es muy lamentable que en el Senado los trabajadores y trabajadoras estén sufriendo para mantener las magras modificaciones logradas al Plan Laboral de la Dictadura. Las perspectivas que se tenían eran contrarias.

Esos mismos medios de comunicación informaban que “no hay dos opiniones” en el sentido de permitir el reemplazo con trabajadores de la misma empresa.También publicaban la que sería la “doctrina Cortázar”, en ese mismo sentido, que tendría divididos a los senadores DC.

Cuanta desconfianza produce la denominada “doctrina Cortázar”cuyos  promotores han estado vinculados a empresas que han sido fervorosos defensores del sistema de relaciones laborales impuesto por la dictadura.

El PDC nominó a una comisión que trabajó por meses y que entregó un documento final de consenso que fue adoptado oficialmente por su Consejo Nacional, en el cual, entre otros, reconocía “…el interés real de parte del gobierno en mejorar la situación en Chile de los sindicatos, la negociación colectiva y el derecho a huelga. Sin embargo, se recordó que los principios y la estructura normativa de estas materias fueron definidas por el Plan Laboral de la Dictadura, y, consecuentemente, todas las modificaciones son rectificaciones o mejoras a una regulación que fue rechazada por la Comisión Política Técnica de la DC, tanto por su origen como por su contenido. Razón por la cual propuso que en un futuro se pueda abordar una reforma integral al derecho laboral, nueva y distinta que elimine todos los vestigios del plan laboral y se elabore un nuevo Código del Trabajo que recoja las inquietudes de todos los actores, pero que principalmente proteja adecuadamente los derechos individuales y colectivos de los y las trabajadoras.”

En cuanto al fortalecimiento del derecho a huelga concluía que “…la única medida de presión que tienen los trabajadores es el derecho a huelga, que a su vez tiene un costo para ellos al no percibir remuneración, por lo que es indispensable eliminar efectivamente el reemplazo de trabajadores en huelga y el reintegro individual, ya que si la decisión de irse a huelga es de carácter colectivo, la decisión de reintegrarse debe adoptarse de la misma manera.”

Si el PDC permite estos actos personales de algunos de sus senadores estaría desechando todo el trabajo realizado por su Comisión Político-Técnica Laboral, constituida para trabajar por el mejoramiento real de los derechos colectivos. Y lo que es peor estaría demostrando el poco respeto que tiene por sus dirigentes  sindicales y profesionales que trabajaron en dicha comisión.

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20 jul 2015

El poder está en otra parte

La coyuntura de las dos últimas semanas ha estado dominada por el punto de inflexión al cual llegó el “programa de la igualdad” y las “reformas estructurales”.  Luego de un año complejo, de un mes de enero esperanzador, de la aparición del caso CAVAL y de una cirugía mayor del equipo político del gobierno, se ha llegado al momento actual en el que el gobierno da un giro en la forma en que se han estado impulsando las reformas. Mientras, por un lado, se han encendido las alarmas en algunos sectores de la Nueva Mayoría, por otro, hay cierta satisfacción en sectores más conservadores y más emparentados con la antigua Concertación.

A la fecha, se habla de formas y no de contendidos. “Hay un compromiso” se ha dicho y ellos, están para “cumplirse”. En consecuencia, no se trata de una regresión “neoliberal” o de una ofensiva contra-reformista; al contrario, manifiestan la intención de seguir con las “necesarias y urgentes” reformas por la igualdad por medio de la tesis política de que las reformas –debido, al delicado contexto económico y político- deben aprobarse con prudencia, gradualidad y responsabilidad fiscal: todo, no se puede hacer en un período de cuatro años.

De hecho, se habla frecuentemente de que hay reformas y “cosas” que van a quedar para otro período. Es más, el tiempo y los espacios políticos no dan para que en este gobierno se apruebe la Nueva Constitución, una de las reformas estructurales “prometidas”. A lo más, se pondrá en marcha el proceso constituyente que avanzará de manera muy lenta debido a los dos años electorales que se vienen.

La situación de conflictividad a la que se ha llegado en el campo de la política no sólo se debe a un programa ambicioso de “reformas estructurales” que atacan aspectos neurálgicos del neoliberalismo criollo, sino también a una deficiente conducción política del gobierno que era el actor llamado a dirigir ese proceso de transformación.

Los cambios son de tal magnitud que han generado oposición y distancia desde todos los sectores. Aquí, sin duda, radica el hecho esencial que explica el momento político que se estructura por un lado, en torno a la disputa por los contenidos y formas de las reformas, y por otro, en torno a los ritmos de las mismas: más reformas, menos reformas, estabilización de las reformas, más rápido, más lento.

Digo esto, porque el principal error político del bacheletismo, de la de Nueva Mayoría, de los electores  y de la Opinión Pública es haber pensado y creído que el poder estaba en las instituciones de la democracia, principalmente, en el ejecutivo y en el parlamento.El giro táctico, en consecuencia, es resultado de que se ha constatado que el poder no está donde pensaron que estaba.

En efecto, pensaron de manera ingenua y carente de una compresión política, sociológica y filosófica del poder, que era suficiente con un apoyo electoral masivo y “arrollador” de Bachelet y con un parlamento que asegurara quórum para el programa de la inclusión. Los números son elocuentes y los objetivos electorales se lograron. Tenemos un mandato claro y contundente decía el vocero de manera insistente. Por cierto, tenía razón.

Lo que no entendieron es que era necesario, pero insuficiente; menos aún, cuando se trata de “reformas estructurales”: fin al lucro, a la selección y al copago; reforma tributaria, fin binominal, votos chilenos en el extranjero, reforma laboral, nueva constitución, AFP estatal, ambicioso programa de hospitales, Unión Civil, aborto terapéutico, gratuidad educación superior, matrimonio igualitario, etc.

A lo que hay que agregar por efecto de la profundización de la crisis de credibilidad: nuevo sistema de financiamiento de la política, ley de partidos políticos y agenda de probidad. No hay duda, un programa ambicioso que cuesta plata y que pone en tensión un conjunto de intereses.

No entendieron, que la soberanía, como tradición de pensamiento político, no está en las instituciones ni en el pueblo.

No comprendieron, que la soberanía sólo esconde un hecho macizo y contunden: la dominación.

No entendieron, que la soberanía y la voluntad general es sólo una entelequia que esconde a los verdaderos portadores del poder.

No entendieron, que la política esta vaciada de poder frente a la empresa y sus aparato ideológico, la publicidad. No comprendieron, que los políticos no tienen poder real, concreto ni transformador.

Pensaron y creyeron, al contrario, que sólo con votos y quórum legislativos y con el capital político de Bachelet era suficiente para llevar adelante cambios de tal magnitud.

Una de las razones de la debilidad y el desprestigio de la política y sus instituciones, partidos y parlamento es, justamente, su incapacidad para ser el espacio de la construcción colectiva de la sociedad. La mercantilización de la vida social instalada por el neoliberalismo ha debilitado la política y el Estado. Cuando los políticos recuperen su capacidad para convertirse en constructores de nuevos mundos, van a recuperar su credibilidad y prestigio.

Cuando recuperen la capacidad para liderar y conducir proyectos de sociedad-país van a rescatar su esencia y su fortaleza política.

Mientras tanto, será la empresa, el capital y la publicidad los que van a seguir definiendo los destinos del mundo, de las sociedades y de las personas. Mientras tanto, serán los medios y los centros ideológicos de producción de saber y verdad los que van a seguir generado efectos de poder y dominación de unos por sobre otros.

En el Chile de hoy, el poder y la capacidad de creación se encuentra en la empresa, en los medios, en los think tank, en los movimientos sociales, en los grupos de presión, en las armas, en la ideología y en la cultura. Es evidente, que los políticos profesionales, sus partidos y sus electores son débiles y muy débiles frente a los otros poderes del campo de la política. No hay, por tanto, soberanía general, sino una intricada red de relaciones de poder en la que cada actor y sujeto busca instalar sus particulares visiones de mundo o de país. El poder, por tanto, no está en las instituciones de la democracia actual, sino en los actores y en los sujetos de la política real y no de la política que trata de encauzar por instituciones sus intereses y pasiones.

Son estos, sin duda, los intereses y las pasiones que han conducido al punto de inflexión de las reformas. Es el poder real y no institucional el que han debilitado el proyecto de la inclusión. Es el poder real y no institucional el que ha debilitado las reformas y erosionado el capital político de la presidenta.

En este contexto y con esta voluntad política no sólo se busca recuperar los bajos y malos niveles de aprobación, confianza y credibilidad de la presidenta, del gobierno y de las reformas, sino también generar condiciones políticas favorables para la intensa competencia electoral que se viene. La Nueva Mayoría y su gobierno buscan y apuestan por la continuidad olvidándose del poder real y siendo seducidos por la apariencia del poder y por el botín del Estado.

Luego de un año y medio de gestión y conducción política ha aterrizado de una pesadilla que ellos mismos incubaron por no entender que el poder no está donde pensaron que estaba.

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20 jul 2015

Tenis joven de Chile en una muy buena semana

La medalla de oro en dobles en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 junto a la victoria 5 por 0 en la semifinal de la Zona 2 de América en Copa Davis, en Talcahuano, a través del equipo capitaneado por Nicolás Massú, con la mayoría de jugadores de menos de 24 años representantes de la renovación de nuestro tenis, son un gran éxito deportivo del deporte blanco.

Hans Podlipnik, de 27 años, la primera raqueta nacional, 167 en el ranking de singles ATP, Nicolás Jarry, 221 en el mismo ranking de singles, con 19 años, Christian Garín, 271 de la ATP, de 19 años y Juan Carlos Sáez, 238 de la ATP, de 23 años, ambos en singles, fueron los integrantes del equipo que con los 2 primeros de los jugadores señalados hicieron importante historia en los Juegos Panamericanos y luego en la Zona Americana complementaron el triunfo del equipo nacional.

En primer lugar debemos destacar la gran actuación de Hans Podlipnik acompañado con Nicolás Jarry para lograr la primera medalla de oro del tenis chileno en la especialidad de Dobles de los Juegos Panamericanos, después de 56 años de la primera y única medalla de oro en singles de la historia conseguida por nuestro inolvidable Luis Ayala en los Panamericanos de Chicago 1959.

Podlipnik (110 en dobles)  y Jarry (185) en cuartos finales ganaron 5-7 6-3 y 10-3 en Super Tiebreak a Jean Yves Aubone (481) y Dennis Novikov (206) de Estados Unidos, en semifinales vencieron a los ecuatorianos  Emilio Gómez (317)  y Gonzalo Escobar (422) por 6-4 6-4 y en la final los chilenos superaron a los argentinos Facundo Bagnis (103) y Guido Andreozzi (130) por 6-4 y 7-6 (5)

Este inédito oro en dobles de nuestros tenistas, que desde Ayala no había alcanzado el tope del podio Panamericano, pese a contar a lo largo de las competencias con participantes como Marcelo Ríos que perdió el oro en 2003 en Santo Domingo con el brasileño Fernando Meligeni, permitió colaborar a la campaña del equipo de Chile, en los Juegos de Toronto, que mejora la actuación de los juegos anteriores de Medellín 2011.

Y trasladándonos desde Toronto a Talcahuano, muy destacable fue la actuación de Juan Carlos Sáez (238), debutante en el equipo de Copa Davis que en el partido inaugural, el más disputado en el Gimnasio La Tortuga de Talcahuano logró dar el primer punto en 4 horas de juego remontando el marcador con el score de 4-6 6-0 5-7 7-6 y 6-1 venciendo a Lucas Gómez y completando el domingo una labor perfecta al vencer 6-4 6-2  a Tigre Hank.

Reconfortante también la actuación de Christian Garín, una de las promesas nacionales y el jugador de mayor experiencia, con 12 partidos disputados de Copa Davis, que ganó sus 2 encuentros de individuales, el viernes con gran jerarquía por 6-1 6-4 6-4 a Tigre Hank y cerrando la serie el domingo con un 5 por 0 para Chile, al vencer a Leonardo López Villaseñor por 6-2 6-1.

De esta forma el equipo chileno de Copa Davis ha avanzado con una victoria contundente a la final de la Zona Dos de América, para enfrentar los días 18, 19 y 20 de septiembre una vez mas en nuestro país, en el escenario que la Federación de Tenis determine de acuerdo con el Director Técnico del equipo, a Venezuela que paralelamente en la otra semifinal se impuso en la cancha dura de Plexipave instalada en el Estadio Oscar Payot de Caracas, a El Salvador por 3 a 2.

Esta confrontación será la tercera de la historia y la segunda que se efectuará en nuestro país. Chile en las 2 anteriores se impuso ante los mexicanos. El primer encuentro fue en 1991 en la cancha central del Estadio Nacional donde Pedro Rebolledo y José Antonio Fernández en individuales pese a la caída de Hans Gildemeister y Gerardo Vacarezza en dobles consiguieron el triunfo por 3 puntos a 2, sobre Nicolás Pereira y Mauirice Ruha.

La segunda y última confrontación fue el 2003 en el Centro Nacional de Tenis de Caracas, donde Chile como visitante venció estrechamente a los aztecas por 3 victorias a 2 gracias a la actuación de Fernando González que fue la figura del encuentro al ganar sus 2 singles y el dobles con Hermes Gamonal, mientras Marcelo Ríos caía en sus 2 singles con Kepler Orellana y José de Armas.

De completar con un triunfo durante el fin de semana de Fiestas Patrias el compromiso con Venezuela, Chile volverá con absoluta propiedad a la Zona Uno de América, escenario al que sin duda merece con largueza incorporarse por los antecedentes de sus triunfos y el ranking de su nueva generación.

Ya en el Grupo Uno de América con equipos como Colombia, Uruguay, República Dominicana, Ecuador y  quizás Brasil o Estados Unidos, si algunos de estos 2 países perdiera el repechaje de septiembre, Chile tendría la oportunidad de alcanzar en 2016, un par de victorias que le permitan disputar, ojalá ese mismo año, un posible repechaje con equipos perdedores del Grupo Mundial.

Así nuestro tenis podría intentar regresar a la categoría máxima que es el Grupo Mundial en el que ha estado en varias oportunidades con anteriores generaciones, la última con Marcelo Ríos, Fernando González y Nicolás Massú, y que en estos momentos es encabezada por Australia, Gran Bretaña, Argentina y Bélgica que disputarán en septiembre en los encuentros de semifinales, su paso a la final mundial para inscribir su nombre en la centenaria Ensaladera de Plata.

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19 jul 2015

¿Qué va a pasar con este gobierno?

En 2011, bajo el impacto de las marchas estudiantiles, se publicó un libro de Eugenio Tironi sobre Sebastián Piñera que se llamaba “¿Por qué no me quieren?” Si hoy se publicara un libro referido a Michelle Bachelet, quizás tendría que titularse “¿Por qué dejaron de quererme?”

Esa es la realidad, y debe ser doloroso reconocerlo para la mandataria, que se había acostumbrado al aprecio de la mayoría de los chilenos. Por cierto que lo ocurrido no se explica solo por el cariño o la falta de cariño, pero está probado que los sentimientos gravitan decisivamente en las mareas sociales y políticas. Y no existen los cariños incondicionales.

Nada ha alimentado tanto los sentimientos negativos de mucha gente como la impresión de que las promesas de campaña carecían de sustento. El sentimiento de engaño es muy intenso.

Expresión de ello es la caída del apoyo de las mujeres a la Presidenta, que pareció incombustible por largo tiempo. Empezó a bajar igual que el apoyo de los hombres desde septiembre/octubre de 2014, cuando muchas madres que enviaban a sus hijos a un colegio particular subvencionado por considerarlo un poco mejor que los municipales, en el que por lo menos había orden y las clases no se interrumpían con paros y tomas, se dieron cuenta de que la Presidenta quería cambiar eso sin ofrecer verdaderas garantías de que habría una “educación pública, gratuita y de calidad”.

Y tenían razón para desconfiar: las escuelas municipales no han mejorado en nada en este período. Incluso, se siguen retirando alumnos por efecto del paro de profesores.

El 65% de desaprobación a la gestión del gobierno habla por sí solo. Es muy grande la desilusión por el rumbo errático, las improvisaciones y los errores del gobierno, que se hicieron más patentes debido a que la retórica oficialista partió anunciando poco menos que el inicio de una era luminosa.

Es útil recordar el tono soberbio y sentencioso que usaban algunos senadores y diputados de la Nueva Mayoría en las primeras semanas: embriagados por la mayoría obtenida en el Congreso, se sentían llamados a cumplir una gran misión. Los ministros de La Moneda anunciaban que el país no volvería a la democracia de los consensos, lo que daba a entender que el oficialismo no se molestaría en escuchar a los opositores. Deberá figurar en la historia de la Cámara la aprobación por parte de los diputados oficialistas del proyecto de reforma tributaria con disciplina “militar”, sin discusión, casi golpeando los tacones.

La exaltación refundacional impidió una gestión realista, que concentrara los esfuerzos y los recursos en las necesidades principales. Extrañamente, los redactores del programa creyeron que la economía tenía un piloto automático y crecería sin problemas, por lo que solo había que preocuparse de cómo gastar la plata. El choque con la realidad fue violento.

El crecimiento de 2015 difícilmente superará el 2%; la inversión privada ha experimentado la caída más aguda desde 1986; el déficit fiscal podría llegar a 3%; la inflación en 12 meses va en 4,4%, lo que supera la meta del Banco Central; el desempleo está en 6,6% y con tendencia al alza; la recaudación fiscal será 2,9% menor a la programada, etc.

Está visto que ningún programa es la Biblia, que no se construyen políticas públicas sólidas sobre la base de consignas, que no basta con decir que un proyecto es progresista para que lo sea en realidad, en fin, que la chapucería legislativa se paga muy caro.

No hay forma de liberar de responsabilidad a la Presidenta por lo ocurrido. En nuestro régimen político, el gobernante dispone de amplias atribuciones constitucionales para definir el rumbo, armar los equipos y fijar las prioridades. En consecuencia, tiene que responder por los resultados.

Por cierto que la mandataria no es la única responsable de lo ocurrido. Los dirigentes de los partidos no pueden lavarse las manos. Se podría elaborar una antología de las declaraciones rimbombantes de senadores y diputados oficialistas que llamaban a ser leales con el programa como si este hubiera sido la Biblia.

¿Y qué decir de los intelectuales que fueron los inspiradores del “otro modelo”? Algunos de ellos llegaron a oponerse a la focalización del gasto público en los sectores más vulnerables, porque a su juicio lo mejor era –como si Chile fuera Noruega o Canadá-, subir los impuestos para asegurar “la universalidad de los bienes públicos”. Ellos fueron los padrinos del disparate de la gratuidad universal en la educación superior, que resultó ser, además, un auténtico volador de luces. O sea, ingeniería social despegada de la realidad.

Es meritorio que la Presidenta haya resuelto dar un giro hacia el realismo, lo que implica reconocer que no podrá cumplir todo lo prometido. Pero ello debe traducirse en opciones claras. El gobierno debe empeñarse en despejar los factores de desconfianza y reactivar la economía, dar una respuesta contundente a la delincuencia, atender las necesidades más urgentes en el campo de la salud, elevar la calidad de las escuelas municipales antes de que se queden sin alumnos.

No hay espacio para experimentos de resultado incierto. Las concesiones al populismo han causado demasiado daño. Sería lamentable mantener la ambigüedad respecto del asunto de la Constitución, que lo mejor es que sea abordado por el próximo Congreso.

La Presidenta debe marcar un rumbo que reduzca la incertidumbre y asegure la gobernabilidad, aunque eso no sea comprendido por todos los miembros de la Nueva Mayoría.Guillermo Teillier, presidente del PC, acaba de decir: “en el cónclave veremos si la Nueva Mayoría puede continuar o no hacia adelante” (LT, 19/07). A ese punto hemos llegado.

Cada partido responderá ante el país por lo que haga o deje de hacer. La misión de la Presidenta tiene que estar por encima de los cálculos partidistas. Ella es la jefa del Estado, tiene un mandato ante el país en su conjunto y debe ejercer sus atribuciones plenamente.

Si quiere ser respetada, no puede dejarse intimidar. Su obligación es proteger el interés colectivo en cualquier circunstancia, para lo cual debe estar dispuesta a tomar las decisiones que sean necesarias para que Chile recupere la posibilidad de progresar.

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19 jul 2015

Realismo sin conformismo

Luego del intercambio de opiniones surgido una vez realizado el cónclave del gobierno, en el cual la PresidentaBachelet, dijera que las reformas establecidas en su Programa no son posibles de realizar simultáneamente, se expresó la diversidad de fuerzas y opciones que es propia del bloque de la Nueva Mayoría, en un necesario y legítimo debate de quienes están comprometidos con la suerte del actual gobierno y sus proyecciones.

Sin embargo, en los momentos de dificultades que vive el gobierno es realmente un contrasentido intentar crear una suerte de resistencia a la decisión presidencial de aplicar el criterio estratégico de “realismo sin renuncia”, a partir del hecho confirmado que las reformas comprometidas con el país, no son simultáneas y requieren un Estado sólido que las realice.

Aunque muchas personas se hubiesen convencido que los cambios se precipitarían de inmediato, las transformaciones estructurales son graduales, por cuanto se apoyan y retroalimentan entre sí.

Incluso más, el elevado financiamiento que asegura su viabilidad condiciona su desarrollo y el ritmo de las mismas, en definitiva, su propia implementación a largo plazo. Sería lamentable que las reformas se cayeran por que el Estado no es capaz de soportar el esfuerzo y su base institucional se fracturara en su desarrollo.

Hay quienes insinúan que la solución a la estrechez derivada del bajo crecimiento y la disminución de los recursos provenientes del cobre es un mayor endeudamiento del país; se imaginan a la autoridad económica viajando a Wall Street colocando un nuevo bono soberano, en medio de las sonoras campanillas con que los banqueros festejan tales sucesos que  engordan sus activos.

Ese es pan para hoy y hambre para mañana. La actual generación no tiene derecho de dejar endeudado el país y que luego se tenga que ceder, incluso en aspectos claves de la soberanía nacional, como ahora le ocurre a Grecia, cuando llega la hora de pagar lo que parecía tan fácil. Antes, venían los inspectores del FMI y dictaban lo que se hacía y lo que no se hacía con los recursos del país; en los años 80 esta fue una práctica habitual. Uno de los mayores logros de la Concertación, desde los 90 en adelante, fue sacarle a Chile esa soga asfixiante. Sería lamentable volver a tal situación.

Puede ocurrir que ciertos personeros no den la debida importancia al déficit de 3% que se calcula para este año, pues se habla que basta un “bono soberano” y asunto arreglado. El problema es que financiar la política social que acerque a Chile, paso a paso, hacia un Estado social y democrático de Derecho es una tarea que se presentará todos y cada uno de los años venideros, porque precisamente las reformas tienen como sentido revertir la inequidad que viene desde la cuna, con una Educación que permita que las personas desplieguen plenamente sus potencialidades.

Desde luego que financiar más de 800.000 mil millones de pesos deficitarios este año, de acuerdo al Informe entregado esta semana en la Cámara de Diputados, más los costos financieros que esa carga genera y los nuevos gastos sociales provocados de una sola vez sería imposible en el corto plazo, debido a que también, el ministro Valdés estimó que habrán ingresos inferiores a los calculados para este año en más de 1500 millones de dólares.

Además, nunca se debe olvidar que cuando se trata de reformas estructurales hay que tener recursos permanentes, ya que los mayores gastos no son desembolsos para una sola ocasión,  sino que obligaciones que año a año el Estado se obligará a cubrir, salvo que no pueda hacerlo y las reformas se desplomen por la incapacidad de sostenerlas.

Con las esperanzas ciudadanas no se puede jugar, por tanto, deben visualizarse desde ya los recursos necesarios, de modo especial, hay que asegurar el financiamiento de la reforma educacional a largo plazo.

Así que, ¡ojo! con el  populismo y la demagogia que promete inescrupulosamente una solución inmediata cuando ella no es posible. Esas falsas promesas derrumban finalmente la confianza en las políticas sociales y desploman la credibilidad del sistema político. La derrota a evitar es que una presión  cortoplacista inviabilice las transformaciones que Chile necesita.

De modo que la responsabilidad fiscal nada tiene que ver con la ideología neoliberal, para la que todas estas demandas no debieran ni siquiera plantearse, ya que se resuelven por la mano invisible del mercado. En cuanto a la tesis de que hay que gastar no más porque es una “necesidad política”, sólo se debe recordar que ese es un breve entusiasmo que se termina a la hora de recortar o suprimir gastos sin ninguna posibilidad de financiarse.

Se han conocido frases impactantes, como que estamos ante una rendición o un abandono generado por el chantaje empresarial; no hay que deslizarse por una pendiente que exacerba la retórica ya que ese hábito, de intoxicarse en los propios dichos, es un tobogán sin fin. De hecho, el camino de las reformas se vio decisivamente entorpecido por las malas prácticas y los escándalos de corrupción que situaron al gobierno en la situación política más delicada que se ha producido desde la restauración democrática en 1990.

Claro que no se trata de la sumisión ante la desigualdad económica y social que tanto afecta la fortaleza y legitimidad de la democracia chilena. En tal sentido, es fundamental un camino estratégico  que asegure la viabilidad del proceso de reformas.

No es un realismo conformista que abandone la meta de avances civilizacionales que Chile, con sus progresos sostenidos y meritorios, está en condiciones de alcanzar. No hay que temer al proceso de reformas, pero tampoco se puede creer que se haga de un día para otro, y aún menos se debe olvidar que el costo fiscal que las garantiza es permanente.

Desde esa mirada no se advierten razones fundadas para lesionar la tan necesaria unidad de las actuales formaciones políticas gobernantes en el país. Aún más, constatando que el pluralismo y la diversidad, que es un valor del bloque de la Nueva Mayoría, significa también legítimas diferencias de opinión en su seno, hay que colocar el acento en lo que une y no en lo que divide, con vistas a que prevalezca su unidad y logre asumir como corresponde su responsabilidad de gobernar Chile.

Una perspectiva de realismo sin conformismo es hacerse cargo coherentemente, a largo plazo, de la gran tarea de derrotar la desigualdad, ese resulta ser el desafío esencial. Hay que superar las dificultades y lograr que las reformas estructurales se afiancen y articulen con un crecimiento económico sustentable. Así lo hace necesario la estabilidad democrática de la nación chilena; por ello, no se trata de mera compasión social que mitigue el dolor de algunas familias ocasionalmente.

Con tal propósito se debiese entregar instrumentos eficaces al conjunto de los sectores sociales del país y valorar su trabajo, con vistas a que construyan y aseguren un espacio de dignidad y prosperidad a los suyos, con una justa y equitativa  distribución de la riqueza que Chile es capaz de producir y crear, a fin de garantizar la cohesión social que permita seguridad y crecimiento como nación.

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