12 ene 2015

Reforma Laboral, un avance para los trabajadores y trabajadoras

Al filo del plazo comprometido con la Central Unitaria de Trabajadores, el Gobierno dio a conocer al proyecto que reforma el Código del Trabajo en lo relativo al ejercicio del derecho a negociación colectiva. La reforma avanza en los tres temas comprometidos en el programa de la Nueva Mayoría: titularidad sindical, fin al reemplazo de trabajadores en huelga y establecimiento de un piso mínimo para el desarrollo de la Negociación. Avanza, asimismo, en la regulación de un proceso más simple eliminando un conjunto de trampas que hoy enfrentan los sindicatos.

La gran ausente del proyecto, por cierto, es la aspiración de establecer un sistema de negociación por rama de actividad que permita concordar condiciones de trabajo en un nivel superior a la empresa, anhelo este último que no fue recogido en la discusión programática del actual gobierno.

Vamos por parte.

Respecto de la titularidad sindical, el proyecto aborda un conjunto de elementos que hoy implican importantes obstáculos para una buena negociación colectiva.

En primer lugar, impide que se formen grupos negociadores allí donde existen sindicatos que puedan negociar. Esto es de suma relevancia porque el grupo negociador, instituido en la ley como directa competencia a la acción sindical, permite que un grupo de trabajadores se organice sólo para desarrollar una negociación colectiva frente a su empleador. En muchos casos esto no pasa de ser una ficción, y no es extraño que sean los propios empleadores los que organizan los grupos de trabajadores y llevan a los trabajadores a firmar Contratos o Convenios Colectivos por esta vía, dejándolos “bloqueados” para incorporarse en la negociación del sindicato. Ejemplos hay varios, especialmente en la agroindustria.

En segundo lugar, la reforma establece que un trabajador se incorpora al Contrato Colectivo al momento de afiliarse al Sindicato. Aunque esto pueda parecer lógico, en la actualidad la ley no lo permite. El Contrato Colectivo afecta sólo a los trabajadores que estaban al momento de la negociación colectiva y quienes se afilian después deben esperar hasta el proceso siguiente.

Si el Contrato tiene una duración importante, supongamos cuatro años y estamos en un sector de alta rotación, como el retail, la cantidad de trabajadores afectos se va reduciendo con cada trabajador que abandona la empresa. Es decir, con la actual ley, los Contratos Colectivos comienzan a morir el mismo día en que son firmados. La incorporación automática de los socios del Sindicato al Contrato evita este problema y provoca que los beneficios se renueven en cada trabajador que ingresa a la Empresa y libremente decide incorporarse al sindicato. Esto permite, además que los Sindicatos no tengan la necesidad de presentar proyectos cada cierto tiempo para incorporar a sus socios a los beneficios, dejándolos en instrumentos que vencen en fecha distinta, sino que podrán acumular a todos sus socios en un solo contrato y desarrollar una sola negociación.

El tercer punto relevante es el que afecta a quienes no estuvieron en la negociación. En la actualidad, el empleador tiene la potestad unilateral de extender los beneficios de un Contrato Colectivo a los trabajadores no sindicalizados, los que deben pagar al Sindicato una cuota “de extensión” de un valor equivalente al 75% de la que pagan los socios del Sindicato. Es decir, el actual Código favorece al que no se sindicaliza, no se sacrifica ni hace el esfuerzo de negociar, permitiéndole ser sujeto de la extensión “por gracia del patrón” y adicionalmente pagar una cuota ¡Inferior a la que pagan quienes consiguieron dichos beneficios!

Nuestros “freedomfighters” locales ya están argumentando que terminar o limitar la extensión es un atentado a la libertad porque obligaría a los trabajadores a sindicalizarse. Falso. El Empleador podrá generar beneficios en los contratos individuales al igual que hoy.Lo que se busca es evitar que los beneficios conseguidos por los trabajadores afiliados a un Sindicato sean entregados a quienes no hicieron nada por conseguirlos.

El proyecto de reforma modifica el punto, estableciendo que la posible extensión de beneficios debe ser un acuerdo de ambas contrapartes del contrato (Empresa y Sindicato) y la cuota a cancelar debe ser fijada por ambos, pudiendo ser igual a la de los socios y socias.

Un tercer elemento importante es que permite negociar a los Sindicatos Interempresas. En la actualidad, la ley permite al empleador negarse a negociar con el Sindicato Interempresas, aun cuando este tenga una cantidad importante de afiliados en dicha Empresa.

Un conjunto de organizaciones de esta naturaleza, como el Sindicato de Futbolistas Profesionales (SIFUP), el Sindicato de Actores de Chile (SIDARTE), el Sindicato de Choferes de Camiones (SITRACH) y el Sindicato Interempresas Lider de WalMart (SIL), entre otros, han luchado para eliminar esta restricción, demanda que se recoge en este proyecto, confiriendo titularidad plena a dichas organizaciones. Cabe señalar, contra la imagen que a veces se pretende transmitir respecto de los Sindicatos Interempresas que muchas de estas organizaciones son las mayoritarias o las únicas en las empresas donde tienen representación.

Respecto del procedimiento de negociación, la reforma establece un nuevo proceso, en el cual se pueden apreciar avances importantes de distinta índole como la obligatoriedad de la incorporación de mujeres en la mesa negociadora laboral y el fin de la “doble votación de huelga” que implica que los trabajadores pueden entrar a trabajar y “echar abajo” una huelga votada por ellos mismos.

Adicionalmente evita el conjunto de disposiciones que llevaban a que los trabajadores asumiesen la última oferta del empleador en un conjunto de casos. Asimismo, es destacable la reducción del período máximo de los Instrumentos Colectivos de cuatro a tres años, evitando la conducta de muchas empresas que tienden a diferir las negociaciones cuanto les sea posible.

Pero el punto central es la eliminación del reemplazo de trabajadores en huelga y el descuelgue de los mismos. En la actualidad, con un mínimo de requisitos una empresa puede reemplazar a los trabajadores en huelga desde el primer día, haciendo que el ejercicio del básico derecho a huelga se transforme en testimonial.

Asimismo, la ley le entrega la posibilidad al empleador de quebrar al Sindicato al día quince de la huelga, ofreciendo acuerdos particulares de reincorporación a los trabajadores que de ella participan. Un ejemplo del uso y abuso de ambas disposiciones fue la conducta desarrollada en la última negociación por el Banco Scotiabank, que contuvo mediante el reemplazo masivo el efecto de la huelga del mayor de sus Sindicatos y, al llegar al día quince, inició una campaña despiadada de presiones sobre los trabajadores para efectos de descolgarlos del proceso, debilitándolo definitivamente. 

El establecimiento de servicios mínimos como contrapartida mantiene las causales de los actuales “equipos de emergencia”, por lo que no debiese significar una cuña para el objetivo central de toda huelga, que es detener la producción. Habrá que estar atento a la posible presión de la derecha y de los sectores más conservadores de la Nueva Mayoría por desnaturalizar esta disposición. En este y otros temas, el Congreso puede ser un espacio donde la reforma pierda fuerza o derechamente se transforme en letra muerta.

Respecto de la aspiración de contar con un piso de negociación, la reforma es más tibia de lo que uno hubiese aspirado. Al establecer que las garantías mínimas de beneficios no consideran la reajustabilidad futura de los mismos, se parece demasiado al actual artículo 369 del Código del Trabajo, que permite extender el contrato vigente por dieciocho meses, congelando los beneficios en su valor nominal.

Análisis aparte y sin duda más extenso requieren los Pactos de Adaptabilidad incorporados en el proyecto, que buscan asumir la demanda empresarial de “ampliación de las materias de la negociación”.

Esta es una reforma que, en lo grueso, cumple con los objetivos señalados en el programa y mejora de forma importante las condiciones de los Sindicatos y de sus afiliados para enfrentar los procesos negociadores.

Es por ello que la campaña de la derecha y del empresariado en las siguientes semanas tendrá por objetivo tratar de convencernos de que el interés “Sindical” es algo espurio y ajeno al interés de los trabajadores. Vendrán los viejos cantos respecto de “los que no están en la CUT” y “los que no se incorporan al mercado laboral”, que hemos escuchado tantas veces. El punto es que no tiene sentido preguntarnos cuánto empleo queremos, si no fijamos los parámetros de dignidad y calidad de dichos puestos de trabajo, y una mejor negociación colectiva permite que sean las propias partes las que avancen en resolver esa ecuación.

Finalmente, dos elementos complejos y delicados de este proyecto. Por un lado, la eliminación de los notarios como ministros de fe de los actos sindicales, que va en el sentido de quitar espacio a las irregularidades que muchas veces se amparan en dichos mesones, tiene la contraparte de concentrar en el Estado el registro de la actividad sindical. Esto puede ser fuente de limitación a la autonomía sindical, especialmente bajo gobiernos de vocación autoritaria en la materia.

No hay que olvidar que los Sindicatos son creación autónoma de los trabajadores (“obreros” en el origen), y son anteriores al derecho del trabajo y a la institucionalidad pública laboral. Entregar al Estado el monopolio del registro de actos sindicales es desconocer dicho origen y la autonomía que el conlleva.

Por otro lado, es inaceptable que se pretenda penalizar el ejercicio del derecho a manifestarse en los procesos de huelga. Al establecer ciertas prácticas como causal de desafuero se abre una puerta para la represión de la acción sindical. Con la legislación actual la violencia (“vías de hecho”) sobre las cosas y sobre las personas es causa de despido. Y en el caso de un trabajador aforado, ya sea por negociación colectiva o como dirigente, debe ser el Juez o Jueza del Trabajo quién aprecie los hechos. Todo esto sin perjuicio de las acciones penales pertinentes. Más que suficiente.

La Reforma, sin embargo, se extralimita, estableciendo las conductas de fuerza sobre las cosas y las personas como práctica desleal, sancionada expresamente con desafuero del dirigente.

Conjuntamente incorpora el equívoco y ambiguo concepto de “fuerza física o moral” en las personas. ¿Qué es fuerza moral?, ¿gritar, insultar, interpela, funar, manifestarse contra alguien? Abrir un camino de penalizar la manifestación y la movilización es un error y debe ser subsanado cuanto antes, despejando así el camino a un proyecto que, con sus sombras y sus luces, constituye en mi opinión, un avance para los trabajadores y trabajadoras de Chile.

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11 ene 2015

El invierno de Jaime Guzmán

Por estos días, a raíz de la arista política del “Caso Penta”, asistimos a la crisis de legitimidad más grande que ha tenido la ultra derecha chilena, representada por la Unión Demócrata Independiente (UDI), desde su fundación en 1983. Se trata de un partido “sui géneris”, que buscó en sus inicios cristalizar políticamente la herencia de la dictadura de Pinochet, para luego manejar con éxito los códigos de la mercadotecnia política, llegando a convertirse en la tienda más grande de Chile.

Su crisis, es también la crisis de un modelo, aquél codificado por la Constitución de 1980. Y se da en un propicio momento, justo cuando nos aprontamos como país a discutir una nueva carta fundamental.

La UDI es hermana de nuestra actual Constitución política. Son hijas del mismo padre, el ex senador Jaime Guzmán, y pese a los cambios que ambas han tenido en sus 32 y 35 años de vida, muestran hasta el día de hoy su genética común.

La preponderancia que le da nuestra carta magna, en su artículo 1º, a los “grupos intermedios a través de los cuales se organiza y estructura la sociedad”, y su autonomía, es exactamente la misma que manifiesta la UDI en el art. 3° de su declaración de principios. Este principio, entendido sistémicamente junto a la garantía constitucional del art. 19 n° 21 (derecho a desarrollar cualquier tipo de actividad económica, que encuentra su símil en el art. 15° de la DP UDI), se transforma en la base de la subsidiariedad del Estado, principal innovación introducida en 1980 y piedra angular del “modelo chileno”.

En base a este principio, es posible entender cuestiones que en otras sociedades parecerían demenciales. Por ejemplo, que el grupo Penta sea un holding empresarial con inversiones en las áreas de previsión, salud, vivienda y educación, entre otras. Que maneje clínicas que les ofrecen servicios a aseguradoras de salud que también son de su propiedad, rentas vitalicias, universidades, y diversos servicios en donde la relación con la –escasa- regulación del Estado es muy estrecha.

Resulta entendible, aunque no menos repudiable, que bajo este prima al grupo Penta le interese financiar a la UDI, brazo político del modelo que le permite ejercer todas sus actividades económicas, lucrar con servicios que debieran ser derechos sociales, y obtener utilidades de $63.950 millones durante 2013, y de $54.563 millones sólo considerando el primer semestre del 2014.

En ese contexto, el “raspadito de olla” solicitado por Iván Moreira o los aportes a Von Baer y Silva, si bien son porcentajes menores respecto de sus utilidades totales, son muy significativos para mantener en orden las reglas del juego. Paradojalmente, los aportes se hicieron sin respetar las reglas que el mismo modelo impuso para el financiamiento político, recurriendo a boletas de honorarios por servicios que nunca fueron prestados, y que están siendo investigados por la Fiscalía.

Bajo esta fórmula de negocios y subordinación de la política, Penta logró en complicidad con la UDI, que el gobierno de Sebastián Piñera abortara la propuesta que pretendía crear una tarifa plana para todos los usuarios de las aseguradoras privadas de salud.

Según se ha conocido estos días, el actual presidente de la UDI (y diputado por el distrito 23, que concentra la población ABC1 del país), recibió el 10 de enero de 2013 un correo de Carlos Lavín, uno de los principales accionistas del holding, para ver “que se les ocurría” en el contexto de la tramitación de los cambios a la ley de Isapres. Silva mantuvo hasta 2012 un paquete de 12.100 acciones de la Isapre Banmédica, controlada por Penta.

El sistema electoral binominal, instaurado por la ley 18.799 en 1989, es otra de las bases del modelo, incentivando al empate entre coaliciones, lo cual complejiza –junto a los quórums especiales- las deliberaciones mayoritarias por parte del Congreso Nacional. Este sistema genera que, en la actual composición de la cámara, la UDI tenga un 24,16% de los escaños, habiendo obtenido sólo un 18,92% de los votos.

La sobre representación de la UDI no debiera dejarnos indiferentes. Es el partido representante en Chile de la ultra derecha, que paradojalmente define en el art. 2° de su declaración que se “deben rechazar las ideologías excesivas”; de la hipocresía, pues en 1983 mientras la dictadura violaba los Derechos Humanos la UDI declaraba (art. 4°) “el derecho a la integridad física y psíquica de las personas, que excluye los apremios ilegítimos”; del conservadurismo, al señalar en su art. 6° que “la mujer es el agente de transmisión de valores y tradiciones”, o en su art. 7° que “la juventud debe nutrirse de ideales que contrasten con las utopías desquiciadoras”.

Tanta es su resistencia al cambio, que incluso pasan por encima de la historia, declarando en su art. 10° que “luchan contra el Partido Comunista, como el agente directo de la URSS en su afán de convertir a Chile en uno de sus satélites”.

El invierno de la Unión Demócrata Independiente es también el invierno del modelo instaurado por Jaime Guzmán, que pese a las sucesivas mejoras democráticas de las últimas dos décadas, recién hoy podrá ver derribados dos de sus pilares más importantes.

El nuevo ciclo social que abrió la movilización ciudadana del año 2011, y su consecuencia política en los avances propiciados por el gobierno de la Nueva Mayoría y en la irrupción de nuevas fuerzas que continúan empujando las transformaciones, ha permitido que hoy el reemplazo del sistema electoral binominal sea casi un hecho.

Junto a ello, la Presidenta Michelle Bachelet ha anunciado al 2015 como el año donde se dará partida al proceso constituyente en democracia.

Este podría ser el último invierno del legado de Jaime Guzmán. Para que así ocurra, la nueva Constitución debe recoger las necesidades de las ciudadanas y ciudadanos de todo Chile, sin refugiarse solo –como siempre ha ocurrido- en las meditaciones de una élite. De lo contrario, la UDI se asomará victoriosa en su próxima primavera.

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11 ene 2015

¿Qué entendemos por paridad de género?

Según el World Economic Forum 2014, Chile avanzó 25 puestos en paridad de género, lo que nos sitúa entre los países que más avanzaron en América Latina. De un total de 142 naciones partícipes del estudio, nos encontramos en el lugar número 66. Sin embargo, retrocedemos al 128 cuando se trata de brecha salarial entre hombres y mujeres y al 95 en igualdad de participación laboral.

Entonces, me pregunto, ¿qué entendemos por paridad de género? ¿Que gozamos igualdad de acceso a oportunidades en general? ¿Qué nos desenvolvemos de igual manera en nuestros respectivos roles? ¿Qué nuestras capacidades son las mismas? Porque, si aterrizamos el dato global a la realidad, pareciera que siempre habrá una brecha que nos separe.

Si bien en educación y salud Chile es considerado un país bastante equitativo entre hombres y mujeres –lugares 30 y 36, respectivamente–, es nuevamente en la dimensión económica donde protagonizamos los peores resultados.

Por supuesto, los países nórdicos lideran el estudio, siendo Islandia, Finlandia y Noruega los primeros en subir al podio. Sin embargo, eso no siempre fue así. Incluso los países más desarrollados han debido aplicar medidas que tracen un camino de igualdad en todo ámbito, ya sea político, económico o social. Por ejemplo, la ley de cuotas parlamentaria implementada en Noruega, que luego de lograr de forma natural la participación y validación de la mujer en la política fue eliminada.

Un país como Chile, miembro de la OECD que busca y gusta ser comparado con las naciones más desarrolladas debe ser capaz de estar a la altura de sus “colegas” y no sólo parecer, sino que también ser.

Para eso necesitamos actuar y no sólo profesar una igualdad que por ahora sigue siendo inexistente. Una sociedad chilena más democrática entre hombres y mujeres requiere de una mirada a largo plazo con objetivos específicos que nos permitan identificar las medidas concretas y particulares acordes a nuestra realidad e idiosincrasia.

Una iniciativa que ha contado con apoyo desde los diferentes sectores políticos es la creación del ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, aún en trámite en el Congreso. Sin embargo, este tipo de acciones que tienen por objetivo velar por la promoción de la equidad de género y luchar contra todo tipo de discriminación hacia la mujer no deben quedar circunscritas al mundo público. El privado también tiene que subirse al carro de la equidad, ya que no sólo se trata de la brecha salarial, sino que se debe permear los más variados ámbitos laborales y cotidianos.

Estas diferencias afectan de forma transversal a todo tipo de trabajadora; de hecho, de los directorios de las empresas que componen el  IPSA, apenas el 3% son mujeres. Cifras como éstas, están lejos de reflejar la igualdad que añoramos para Chile.

Desde ACCIÓN –comunidad de empresas comprometidas con el Desarrollo Sostenible y que representan el 13% del PIB chileno–, una de las iniciativas en las que trabajamos con mucho ahínco es en el Programa +Diversidad, que busca consolidar un mercado laboral inclusivo y meritocrático terminando con cualquier tipo de discriminación y brechas injustificables entre profesionales de igual capacidad.

Ya tenemos 23 compañías comprometidas con trabajar con políticas y prácticas de transformación cultural, número que esperamos crezca este año porque es sumamente importante lo que pueden hacer las empresas públicas y privadas en este ámbito.

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11 ene 2015

Mi acto de corrupción

Nuevamente la “clase política” nos brinda un vergonzoso escándalo de corrupción. El caso Penta.

Y nos muestra varias cosas que ya se han hecho costumbre (partiendo por el acertado calificativo de clase).

Un  poderoso grupo de empresarios financiaba campañas de políticos, para luego cobrarles en favores, comprometiéndolos en la defensa de sus intereses.

Corrupción. Políticos a la venta. Y luego, defensa de clase.

De alguna forma, todos los sabemos o al menos lo sospechamos. Sabemos que son muchos los políticos que están financiados por los grandes grupos de interés y que derecha y descaradamente, defienden sus intereses.  Desde gremios, empresarios, organizaciones aparentemente sociales, etc.

Los guionistas de Hollywood, no son tan creativos y finalmente muestran la realidad. Y ahí está la primera gran herida.

Porque finalmente, los políticos, nuestros políticos, son personas que han sido elegidas por el pueblo para representarlo. Para actuar en defensa de los intereses del pueblo. Hay una delegación del poder soberano del pueblo hacia individuos que detentan cargos, con el poder de dirigir el país.

Pero resulta que finalmente, estas personas, al menos varias de ellas, tuercen la Ley que ellos han dictado e incurren en conductas que para las personas normales serían graves delitos y los hacen pasar como errores (o actos de valentía incluso como la defensa de Moreira, que lo hizo para favorecer a sus electores), pretendiendo transformar actos delictuales en actos virtuosos, como si sus electores, el pueblo, fueran una tropa de descerebrados. Lamentablemente, el pueblo termina actuando de esa forma, pues sigue reeligiendo a los mismos.

Y esta verdadera conducta delictual, ya se ha hecho una costumbre que traspasa todas las barreras políticas. No es exclusiva de la Derecha ni de la Izquierda, es propia de “la clase política”.

Y acá la cosa se pone más oscura.

Primero porque se crea una cultura de “clase”, de un grupo sobre el pueblo, que se justifica por sí mismo y que considera que todo lo que sea necesario para mantener el poder es bueno, aunque sea abiertamente contrario al pueblo que le ha dado el poder.

Y luego, por el gigantesco descrédito en que ha caído la actividad política en nuestro país.Tenemos autoridades que consideran que evadir impuestos y torcer la ley de financiamiento electoral no es más que un error, cuando es un delito. Otros que consideran que las violaciones a los Derechos Humanos, fueron excesos y no crímenes. Que apropiarse de las empresas del Estado a precio vil, fue una forma de salvar al país pues las empresas en manos del Estado están destinadas al fracaso. Que usar los empleos estatales como una forma de construir sus máquinas de poder, es una forma correcta de hacer política. Todo está permitido, mientras ellos estén en el poder.

Y claro, cuando son sorprendidos, se presentan con caras dolidas y avergonzados, diciéndole al país que “asumirán su responsabilidad política”. Y acá lo más grave.

Porque por los mecanismos del sistema judicial, sabemos que los políticos involucrados difícilmente van a tener responsabilidad o consecuencias criminales o civiles (no habrá políticos presos ni condenados a restituir los dineros con que defraudaron al Estado). Pero lo que podríamos esperar es que asumieran su responsabilidad política, que se concreta en perder el cargo y en general, en dar un paso al costado y retirarse de la actividad política.

Es impensable, en un país con una cultura política mínima, pensar en políticos involucrados o defensores de las violaciones a los Derechos Humanos, que luego de 10 años y sin asumir ni un gramo de responsabilidad, puedan ejercer de ministros, senadores o diputados. Es impensable, pensar en políticos que reiteradamente son involucrados en actos de corrupción (financiamiento ilegal, defensa de intereses de grupos empresariales, nepotismo, etc.), puedan seguir en sus cargos, como si nada hubiera pasado.

Pero acá ocurre. Y el descrédito de la política, llega a su culmine, cuando en la última elección presidencial, vota casi un tercio de los que deberían haberlo hecho. Ya a nadie le interesa.

El descrédito de la política y la falta de participación popular, solamente son útiles a quienes están en el poder y luchan por mantener las cosas como están. Nada de eso favorece ni al Pueblo ni a quienes intenten cambiar el orden de las cosas.

Y en mi opinión, esto no es casual. No es producto de la mala suerte. Es parte de un diseño, pensado para evitar la participación popular. Es el centro de un diseño que es por definición antidemocrático, pues está pensado en impedir la democracia y la participación, para mantenerse así e impedir los cambios.

Y para estar a tono, perpetraré mi acto de corrupción.

La editorial Ediciones Radio Universidad de Chile, dirigida por el gran Juan Pablo Cárdenas, acaba de publicar el libro “La Rueda de la Historia. Testimonio de un protagonista”, de mi padre, el abogado de derechos humanos, político y tarotista Jaime Hales.

Es indispensable leerlo. Porque en este difícil escenario es cuando vale la pena leer a alguien que no tiene ninguno de esos compromisos políticos y que desde su libertad es capaz de escribir su testimonio contándonos, cómo se ha construido un modelo de desarrollo basado en el neoliberalismo extremo, una democracia protegida o aparente, un gobierno autoritario y nulas posibilidades de promover los cambios que el Pueblo o la Nación soberana demande.

Me emociona leer a mi padre, porque veo parte de mi vida, de mi infancia. El miedo, la sensación de lucha, la fragilidad, el compromiso emocional con el destino de la Patria, algo de heroísmo. La entrega.

Son muchas las historias y las anécdotas. Con nombre y apellidos. Datos que no les van a contar en otros lados, porque sus protagonistas necesitan olvidarlos, porque defienden sus posiciones de poder, no la verdad, no la democracia, sino su democracia. Esa democracia aparente, en la que nada puede cambiar y en la que nadie quiere participar.

Y claro, deja en evidencia, como se ganó un plebiscito, pero finalmente la Dictadura Cívico Militar (sí, la de los cómplices pasivos) triunfó, pues logró imponer a raja tabla y sin derecho a discusión, su modelo de desarrollo para este país.

Parece un final triste y deprimente.

Finalmente nada va a pasar. Y los malos volverán a ganar. Es probable que los políticos del caso Penta salgan libres y no ocurra nada. Y el Pueblo lo olvidará nuevamente, porque ese es el modelo. Un Pueblo ignorante.

Pero para evitar eso, tenemos que reconstruir la memoria. Léase este libro.

Y saben, tiene un final feliz. Porque nadie tiene clavada la rueda de la fortuna, la historia seguirá girando y ni siquiera los más poderosos la podrán detener.

Y un pueblo instruido podrá seguir de pie y hacerla girar.

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10 ene 2015

El ejemplo de Francia

“Francia no es un país, sino una causa”, decía Matta con razón. Y lo que ha ocurrido en estos últimos días a propósito del acto terrorista en contra de Charlie Hebdo, en el que fueron asesinados seis de sus dibujantes más célebres, así lo confirma.

Charlie Hebdo es una revista satírica, que con su ironía fustiga a toda persona, partido, religión o tendencia, que pretenda atentar en contra de los valores que han hecho grande a Francia y en los que se encarna el espíritu de la Revolución Francesa.

Ninguna fuerza o autoridad, ningún poder fáctico ha quedado a salvo de sus críticas, que buscan constantemente afirmar el laicismo, la justicia, la igualdad y la fraternidad. Y es que este tipo de humor, surgido precisamente en lo tiempos de la revolución, es la expresión directa de la libertad de expresión y del respeto a diversidad que en una sociedad moderna es la condición fundamental de la convivencia entre los ciudadanos.

Eso es lo que motivó el rechazo inmediato de la sociedad francesa al atentado del que fue objeto esta revista. Las balas terroristas se dirigían directamente al espíritu de Voltaire que sigue y seguirá viviendo. Y eso, Francia no lo puede permitir. Por eso se puso sobre el Arco de Triunfo la leyenda: “Yo soy Charlie”.

Pero lo que mas llama la atención es la fuerza y la coherencia de este rechazo de parte de todos los sectores de la sociedad, incluso de aquellos que han sido en algún momento objeto de los dardos libertarios de la revista.  Nadie se ha restado a la condena, todos de manera consecuente han hecho declaraciones en favor de la libertad de prensa y han sabido poner esta reivindicación por encima de sus posturas particulares. Nadie ha hecho uso de este hecho para criticar al gobierno o para afirmar posturas partidistas.

Tuve la oportunidad de ver en la televisión a todos los políticos franceses cerrando filas ante el gobierno y convocando a sus partidarios a la manifestación ciudadana que tendrá lugar este domingo.

El ex-Presidente Sarkozy visitando al Presidente Hollande en el Eliseo para mostrar su completo rechazo al acto terrorista y su espíritu de unidad nacional exigido por las circunstancias, Alain Juppé, actual candidato presidencial de la UMP, exactamente lo mismo y, por supuesto, todos los sectores que apoyan al gobierno.

Los representantes de todas las iglesias de Francia hicieron una declaración sorprendente, afirmando que Francia es un país laico y que en el tienen lugar dentro del espíritu de mayor tolerancia todas las creencias religiosas.

Los Imanes de la mayoría de las tendencias musulmanes también se hicieron presentes, condenando resueltamente el acto terrorista y afirmando los valores de la República. Nadie, por ningún motivo, esgrimió argumentos como “se lo buscaron”, “fueron demasiado lejos”, “todo tiene sus límites”, para justificar el acto terrorista como ocurrió en Chile con los partidarios de Pinochet que justificaron de este modo el terrorismo de Estado, olvidándose no solo de los valores ciudadanos, sino también de los derechos humanos. Y es que en Francia, la libertad no se puede tocar, porque es la base de sustentación del régimen. En Chile la única libertad que no se puede tocar es la de comprar y vender. 

Cada vez que se ha puesto en juego la lucha por los valores ciudadanos, cada vez que ha habido que restablecer las conquistas fundamentales de la revolución, el pueblo francés se ha levantado para mostrar de nuevo su unidad, como ocurrió por ejemplo el 2001 cuando el 80% de los ciudadanos de todas las tendencias políticas democráticas votaron por Jacques Chirac en contra del racismo y la xenofobia del Frente Nacional.

Lo mismo ocurrirá este domingo en que nadie se restará a la Manifestación Ciudadana en contra del terrorismo y en favor de la Libertad de expresión.

Y lo mismo ocurrirá en la próxima elección presidencial en la que no hay que ser un mago para predecir que el candidato ganador sera el candidato que gane las primarias de la derecha.

Nuevamente todas las fuerzas republicanas se unirán en contra del FN. Y es que en Francia hay un consenso ciudadano sobre ciertas cosas que no se tocan y que son la base sobre la que se construye la unidad del país. En Francia, la frase “la izquierda y la derecha unidas, jamás serán vencidas” no es un chiste.

Uno de los mayores logros de la política francesa es que exista una derecha ciudadana, una derecha comprometida con los valores de la República, una derecha que le da estabilidad a esta y en la que todos los ciudadanos democráticos pueden confiar.

Gracias a esto, el país se ha mantenido en equilibrio y se ha impedido el avance de las fuerzas de ultraderecha. En Chile, lamentablemente esta posibilidad no se ha dado. La derecha chilena es en realidad una ultraderecha, que sigue siendo pinochetista y en la que ningún demócrata podría verdaderamente confiar porque sigue justificando el golpe con los mismos argumentos de siempre. Tampoco existen fuerzas armadas verdaderamente comprometidas con la República, ni tampoco valores compartidos por el 80% de los ciudadanos. Ni siquiera la Constitución es fruto de un acuerdo unitario nacional.

Por eso, cuando el domingo aparezcan en las pantallas de televisión las imágenes de la Manifestación Ciudadana en Paris, en la que se verán miles y miles de participantes de todas las tendencias unidos por el apoyo a la libertad de expresión y a la defensa del derecho a existir de una revista con la que ni siquiera comparten siempre sus propósitos, los chilenos deberíamos ver esto como un ejemplo, como un ideal a conseguir, como una fuerza unitaria que no tenemos y que hace y que ha hecho la fuerza y grandeza histórica de un país.

Tal vez nosotros también algún día podamos hacer la Revolución Francesa.

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10 ene 2015

Fanatismos peligrosos

Esta semana, el mundo fue nuevamente testigo de actos terroristas perpetrados por fanáticos religiosos en París, cuando una revista fue atacada. Fueron al menos 13 personas las que murieron en estos ataques motivados por el fanatismo, a poco de que ocurriera una tragedia similar en un café de Sidney, Australia.

El problema es que este tipo de conductas no siempre están lo suficientemente lejos de nuestra realidad. Guardando las proporciones obviamente, hemos visto cómo algunos personajes han protagonizado continuos altercados y acosos a miembros de las colectividades gay de Chile. Esto, no tiene cabida en un país que quiere y debe vivir en armonía, respetando todos los credos, formas de vida e inclinaciones políticas, religiosas y también de género.

Nadie tiene derecho a poner una mano encima de otra en virtud de discriminaciones motivadas por odio o por fanatismos de cualquiera índole. Nadie tiene derecho a erigirse como garante moral, ya que nuestra sociedad es diversa, multicultural, multiétnica y tolerante por definición.

Abrir espacio al hostigamiento por causas religiosas, sexuales o de cualquiera otra naturaleza, es abrir la puerta a la violencia.

Chile hoy es muy distinto al de pocos años atrás. Tenemos una importante migración, tenemos gente joven y adulta más dispuesta a asumir su condición sexual de manera abierta, tenemos una sociedad que ya no es exclusivamente adscrita a una sola religión, tenemos un país que demanda más participación de los adultos mayores, las mujeres y los jóvenes.

Es por esto que los cultos, las organizaciones y movimientos políticos y civiles, deben actuar guardando el respeto por todas las personas, por la integridad física y el derecho a vivir sin ser molestados ni menos agredidos.

Esa es la lección frente a los tristes hechos que hemos visto en Francia y Australia y que no queremos que ni la sombra de esa intolerancia, se asome en nuestro país.

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10 ene 2015

Penta, no más camuflaje ¡Viva la transparencia!

Las acusaciones de la justicia a Penta y a los aceitados por el Grupo (más las declaraciones de Moreira) han reiniciado la transparencia total de nuestro sistema político.

Se acabó el camuflaje, los disfraces ya no sirven, los momios “populares” se desinflaron y mostraron transparentemente su verdadera cara.

Los años de la dictadura fueron años oscuros y políticamente básicos: en síntesis, se estaba a favor o en contra de la dictadura, a favor o en contra de la libertad. Ni siquiera se avanzaba un mínimo, se trataba de una dictadura de derecha, que defendía las bases del nuevo capitalismo y propiciaba su desarrollo, pero ello se ocultaba.

De alguna manera el anticomunismo y la inhumanidad por un lado, y el afán natural de justicia y autodeterminación personal y grupal por el otro, ocultaban una cuestión esencial: la política no es únicamente representación de intereses, pero, en la medida en que se profundiza o se llega a momentos de ruptura, la representación de intereses de clase, eso que está tan desprestigiado por los superadores del marxismo de Marx, va quedando nítida.

Aún hoy los más progresistas analistas clasifican a los políticos sólo por “sus proyectos de sociedad” o, peor, sólo por “sus programas”, como si las propuestas políticas partieran de las cabezas de pronto iluminadas de análogas personas, hasta entonces huecas de intereses e ideología y uniformadas “en su amor por Chile” o “en su voluntad de servicio público”.Superficialidad pura.

No sólo los políticos, hasta los héroes deben ser calificados según su posición real en la sociedad.Hay héroes reaccionarios, como los que perdieron su vida en El Alcázar de Toledo en la guerra civil española, y hay héroes revolucionarios como el Ché y Salvador Allende. No existen los héroes sin apellido.

En el Chile, digamos, de 1969 a 1973, no existía “la clase política chilena”, como concepto de camuflaje. Sí existían los políticos de clases.

Fidel Castro, que estuvo aquí en 1971, por ejemplo, no fue visto jamás como un gran estadista que encabezó la verdadera independencia de Cuba, que lo era; unos lo mal vieron como un “dictador comunista y asesino” y otros lo bien vieron como “un gran revolucionario”.

Para todos, en esos años, estaba claro en Chile (para el conjunto de la sociedad) que la Izquierda Chilena (en el gobierno) representaba en política los intereses de la nación, de los trabajadores y los sectores bajos de la sociedad; que los partidos del centro, como la Democracia Cristiana, representaban a las capas medias y a éste o ese otro empresario, y que los partidos de derecha, en particular el Partido  Nacional (ex liberales y ex conservadores) representaban a los sectores altos de la sociedad (latifundistas, grandes empresarios, los dueños de la prensa de derecha, todos ellos ligados por decenios a las fuerzas reaccionarias norteamericanas, las dueñas de la región).

A nadie se le hubiese ocurrido, por ejemplo, que los banqueros, los dueños del cobre expropiado, los defensores a ultranza del capitalismo chileno, podrían financiar a los candidatos parlamentarios de la Unidad Popular. Financiaban a la derecha (que también –se ha probado- era apoyada económicamente por los EEUU) y en parte al centro.

Nadie tampoco podía haber imaginado que los sectores ligados a la Iglesia del momento, muchos de los empresarios de la construcción, los trabajadores mineros de más ingresos, los empresarios medianos y muchos pequeños, los Vilarín y los Cumsille, podrían ligarse más a la Unidad Popular que a la Democracia Cristiana, a los comunistas que a los freístas, dada su posición clasista en la sociedad.

Y nadie dudaba que los sectores populares, grandes masas de campesinos y pobladores, los adscritos a la Central Única de Trabajadores y otras organizaciones sindicales, la inmensa mayoría de los estudiantes universitarios, los intelectuales y artistas, estaban social y económicamente ligados a la Unidad Popular.

La política era absolutamente transparente. Casi no había caretas. Menos camuflajes.

Creo que, para bien, de los delitos de Penta, institución tan representativa del piñerismo y la derecha, se ha desprendido que la UDI (y algunos perdidos como el ex candidato Velasco) no  son más que una representación política de lo peor del empresariado y el conjunto del poder capitalista, alabado recientemente por Büchi, quien ha afirmado que la operación Penta-UDI no tiene nada de ilegal.

La decena de connotados derechistas que solicitaron “ayuda” a Penta (como tienen que haberlo hecho desde siempre a Penta y otros grupos parecidos) le solicitaron esa ayuda, con normalidad, como correspondía, con las maniobras a que siempre echan mano,  a correligionarios, a camaradas de las mismas batallas e intereses, a sus pares, con los cuales comparten sus campañas, su poder, su plata, sus curules y hasta buena parte de su vida.

La política del camuflaje ha llegado a su fin. La política con vidrios polarizados se acabó. Se terminó el disfraz y capotó el encubrimiento.

Délano y Lavín son lo mismo que Longueira, Von Baer, Novoa, Moreira, Zalaquet, Bombal, todo ese circo que huele siempre a negocio y fechoría.

Los grandes empresarios y encumbrados vecinos están con la derecha, son la derecha, no sólo en la última elección (la de la vergüenza) sino que siempre. Son lo mismo. Son Pinochet, son Paul Scheffer, son Penta, son la UDI, son O´Reilly y Opus Dei, son Los Legionarios de Cristo, son la CPC, son El  Mercurio, son Karadima.

La novedad del último tiempo es la transparencia, no conquistada por nosotros sino fruto de una investigación estatal y una gran ida de lengua.

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09 ene 2015

¡Mujeres!

En una columna anterior dije que en lugar de tolerar las diferencias, definitivamente las agradezco.

Por ello, y con la idea de promoverla, junto a un grupo de mujeres de mi distrito, Peñalolén, y la Directora Regional del Servicio Nacional de la Mujer, Claudia Opazo, revisamos la agenda de género impulsada por el Gobierno de la Presidenta Bachelet. Confieso que , como hombre, entender esto de la “perspectiva de género” es como las noticias, un proceso en desarrollo; pero, apasionante.

Es indiscutible que en los espacios de participación ciudadana, son las mujeres las que destacan por su compromiso y su vocación por mejorar la calidad de vida, no sólo de sus familias, sino de sus comunidades. Sin embargo, hay una importante brecha de representación: el liderazgo en las dirigencias vecinales y sociales de base es ejercido principalmente por los hombres.

Lo anterior también se ve en nuestro Congreso. Tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado,  son sólo el 15%: 6 senadoras de 38, y 18 diputadas de 120. Estamos incluso al debe si nos comparamos con el resto de Latinoamérica, donde, en promedio, el 21% de los parlamentarios son mujeres. Tampoco el Gobierno, tiene cifras alentadoras, aunque mejores: sólo el 39,1% son ministras. En el mundo privado los números y proporciones de mujeres en cargos directivos y gerenciales, tampoco muestran mejores estándares

Hay otras diferencias que es necesario considerar y revertir, si nos proponemos hacer de Chile un país más equitativo e inclusivo. De acuerdo con la CASEN (2011), las mujeres, son las jefas del 38,8 % de los hogares en Chile. A la vez son más pobres, ellas y sus familias, pues tienen un tercio menos de ingresos que las familias con un hombre a la cabeza de hogar. ($614.068  v/s $918.164 promedio ingreso monetario).

Las brechas salariales son otra expresión de estas diferencias de género. En Chile, los hombres ganan, en promedio, más que las mujeres con igual nivel de estudios. Las cifras van desde un 19.9% más si ambos no tienen educación formal, a un 71,6% más con formación universitaria incompleta. (Casen 2011). Nuestro país buscará dar efectividad la igualdad de remuneraciones entre hombres y mujeres que presten un mismo trabajo.Gráficamente la Presidenta ha dicho “a igual pega, igual paga”.

Sin embargo el aspecto más dramático de esta discriminación es la violencia contra la mujer.Según la Encuesta Nacional de Victimización por Violencia Intrafamiliar y Delitos Sexuales (Ministerio del Interior – Adimark GFK 2013), observamos que:

-  Durante su vida una de cada tres mujeres ha vivido violencia física, sexual o psicológica por parte de sus parejas o ex parejas. A menudo también violencia económica.

- En la mayor parte de los casos la última agresión sufrida fue causada por una pareja o ex pareja, y entre sus principales consecuencias se mencionaron moretones o rasguños.

Para las vecinas de Peñalolén y La Reina, con quienes analizamos esto, uno de los aspectos más importantes es la necesidad de  un cambio cultural. Se entiende que no sólo los hombres, sino también las mujeres, hemos sido educados en algunos “supuestos”, que se transforman en “la forma de hacer las cosas” y pasan a ser parte de nuestro funcionamiento automático, se vuelven invisibles y no los percibimos.

Por ejemplo, los roles de hombres y mujeres, quién y cómo se ejerce el control en la pareja, en la familia, la forma de resolver los conflictos, etc. Para lograr cambios duraderos y profundos entonces, se requiere que modifiquemos cómo concebimos al hombre, la mujer y la forma en que ambos se relacionan.

También se requiere un cambio cultural para que las mujeres sean elegidas como representantes de sus comunidades. Ni ellas mismas votan por sus congéneres para representarlas en el poder legislativo. Se puede suponer, que como consecuencia, la perspectiva de género no está incluida del todo en la discusión pública, primando la visión de los hombres en la toma de decisiones, incluyendo áreas tan sensibles como el combate contra la violencia intrafamiliar, los temas de familia, educación, salud reproductiva, etc.

Pero sin duda, es urgente el cambio en la forma de relacionarse entre hombres y mujeres. La dominación y el control son conceptos que no tienen espacio, como lo es, también, la  violencia en todos sus modos y formas.

Además de los efectos físicos y mentales, la violencia tiene efectos sociales, como sus costos asociados: la carga sobre el sistema de salud; el de justicia; la pérdida de salarios y productividad y los impactos en la próxima generación. Por ello el Banco Mundial ha señalado que es hora de “demostrar que este tipo de violencia no es solo una cuestión de derechos humanos o salud pública, sino un asunto económico y de desarrollo, que ralentiza el crecimiento y socava los esfuerzos para reducir la pobreza.”

Un país como el nuestro, que está en proceso de hacer cambios en los modos de ser en sociedad, con grandes reformas que llevar adelante, no puede sino hacerse cargo de este aspecto de la integración y equidad.

Se necesitan leyes, políticas públicas y recursos que consideren las diferencias de las mujeres para fortalecer el ejercicio de sus derechos y promover su desarrollo.Pasemos de la retórica a la ofensiva; de los anuncios y proyectos, al reconocimiento cotidiano y urgente de la integral mirada de las mujeres.

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09 ene 2015

Justamente por eso

Mientras la UDI trata de justificar lo injustificable, socialistas y PPD se pelean por presidir sesiones del Congreso, en la Democracia Cristiana se está iniciando la campaña para renovar la directiva nacional. Hemos levantado una lista que encabeza Ricardo Hormazábal y tras la cual se están sumando muchos militantes, siendo la mayor parte de aquellos que habían perdido la esperanza y no habían votado en las últimas convocatorias.

Se perdía la esperanza al ver que clanes principescos o maquinarias bien aceitadas con recursos de variadas fuentes estaban manejando sin contrapesos el poder, llevando al PDC a defender posiciones ajenas a su doctrina, a sus dirigentes a situarse en los límites de la ética política y a sus dirigentes sociales reducidos a mínimas expresiones, sin presencia significativa en los colegios profesionales, en las organizaciones poblacionales, juntas de vecinos, federaciones de estudiantes, sindicatos.

Entonces levantamos una opción que bajo el lema “Renacer de la Esperanza” persigue recuperar la vigencia práctica de los principios, rescatar la ética en la política y revitalizar el carácter popular del PDC. Queremos que el PDC sea la vanguardia que siempre debió ser y cuya enseña levantaron Eduardo Frei Montalva, Radomiro Tomic, Bernardo Leighton y Jaime Castillo Velasco.

Un diputado del clan familiar se permite decir: ¿Cómo se atreven a levantar a Hormazábal, que fue quien presidía el partido cuando se produjo el error en la inscripción de los candidatos que casi nos deja sin posibilidades de postular en muchos distritos?

Justamente por eso. Porque esa vez Ricardo dio un ejemplo de responsabilidad política, seriedad, consistencia doctrinaria, eficacia política y sentido de la ética. Tal como lo había hecho en toda su trayectoria política.

Recordemos los hechos. Un funcionario del PDC, al llevar las listas parlamentarias y los respectivos poderes, cometió el error de hacer poderes “firmados ante Notario” en lugar de escrituras públicas. Más allá del hecho de que el notario en cuestión no debió haber aceptado eso de acuerdo con el texto de la ley que él debía respetar y hacer respetar, se trataba de uno de los típicos errores que los partidos subsanaban en el registro electoral, donde se encerraban dos o tres días mientras llegaban los candidatos a ratificar sus firmas.

Pero Hormazábal, presidente del PDC, enterado de eso, no se prestó para actos que bordeaban lo ilegal aunque fueran de uso frecuente. De inmediato actuó en conjunto con el secretario nacional – hoy subsecretario de Relaciones Exteriores – para encontrar una solución en el marco de la legalidad.

Se habló con el Ministro del Interior, político avezado, quien estuvo llano a enviar un proyecto de ley extendiendo el plazo y luego se tomó contacto con Pablo Longueira, presidente de la UDI entonces y con Piñera presidente de RN, quienes, apoyados por sus directivas dieron el apoyo necesario para que todo se regularizara por unanimidad.

Vale destacar la admiración expresada por estos personeros de derecha cuando supieron que Hormazábal había reconocido el error, lo había puesto en conocimiento de las autoridades y había rechazado consistentemente todas las soluciones apañadas a las que pudo haberse recurrido.

Y luego de haber solucionado el problema y estando todo ya regularizado, en una muestra clara de responsabilidad presentó su renuncia al cargo de presidente, aunque no fuera responsable directo de los hechos mismos. Eso es lo que hoy no hacen los presidentes de nada.

Es lo que hubiéramos esperado de Walker después de que el candidato del PDC obtuvo sólo un 7% en las elecciones primarias para Presidente de la República o de la desastrosa pérdida de cientos de miles de votos en las elecciones parlamentarias. Pero a él le ha faltado el sentido de la dignidad del cargo – como lo tuvo Hormazábal – o tal vez cree que sus acciones políticas no están sujetas al escrutinio público y de sus electores, como se demostró aquella que como diputado votó y argumentó en contra de la acusación constitucional de que fue objeto Pinochet.

Justamente por eso, porque Hormazábal es así y representa la valentía, la solidez doctrinaria, la consistencia, la ética política acendrada, debe ser el próximo presidente del PDC. Conoce al partido como nadie y los militantes lo conocemos a él.

Tiene la fortaleza para encabezar un proceso de recuperación que lleve a la DC a ser la vanguardia de un pueblo que quiere construir una sociedad de justicia, libertad y, sobre todo, fraternidad, con las alianzas mayoritarias necesarias, según lo ha postulado desde aquellas gestas de la revolución en libertad primero y la campaña de Tomic después.

Con esta opción volverán los que se habían quedado en sus casas decepcionados porque los dirigentes del PDC habían velado su doctrina y aceptado las prácticas políticas y las propuestas programáticas de los que sólo buscan el poder para beneficiarse con el.

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09 ene 2015

8 de enero, Ley del Voto Femenino

En la sesión del 20 de junio de 1945, se dio cuenta de la moción de los senadores Arturo Alessandri (P. Liberal), Rudecindo Ortega y Eleodoro Guzmán (P. Radical), Elías Lafertte (P. Comunista), Horacio Walker (P. Conservador), Julio Martínez (P. Democrático), Marmaduque Grove y Salvador Allende (P. Socialista), que modificaba la Ley General sobre Inscripciones Electorales para conceder el “voto político” a la mujer.

Lo que buscaba esta iniciativa, dirigida a los “conciudadanos del Senado”, era seguir “corriendo el cerco” al derecho de voto femenino acotado a elecciones municipales, introducido en 1931, mediante un decreto ley de Carlos Ibáñez, que terminó en la Ley 5.357 de 1934, que incluía el derecho de la mujer a elegir y ser elegida en las elecciones municipales, a partir de los comicios del 5 de abril de 1935.

Este último “derecho” había sido “conquistado” tras un debate efectuado en 1926, en la tramitación de un proyecto de ley que reformaba las atribuciones municipales, incluyendo materias electorales, y cuyo artículo 8º, Nº2 señalaba que: La Comisión (Electoral) inscribirá a las chilenas contribuyentes de la comuna y domiciliadas en ella, que no estén bajo potestad de padre o marido y que no se hallen bajo guarda”, lo que reducía la participación femenina a un mínimo simbólico.

La moción parlamentaria de 1945, por el contrario, consideraba “indispensable incorporar a la ciudadanía política a la mujer, que constituye el 51 % de la población chilena… en todas las elecciones generales o complementarias para elegir Presidente de la República, Senadores o Diputados que se realicen, sobre la base de los nuevos registros a partir del 21 de mayo de 1948.”

En la sesión del 3 de diciembre de 1946, la Comisión de Constitución del Senado recomendó aprobar el proyecto, estableciendo el 1 de enero de 1948 como fecha de entrada en vigencia del ejercicio del sufragio político femenino, toda vez que dicha instancia consideraba “conveniente el plazo de un año para que la mujer se prepare al cumplimiento de este nuevo deber cívico”.

Finalmente, el 17 de diciembre, el proyecto fue aprobado por la Cámara Alta con 17 votos a favor, 9 en contra y 2 pareos.

En la sesión del 15 de diciembre de 1948, el presidente de la Cámara de Diputados, Juan Antonio Coloma, dio inicio al segundo trámite del proyecto. La moción volvió al Senado con algunas modificaciones para, finalmente, el 21 de diciembre de 1948, ser aprobado por 25 votos contra 6.

Finalmente, el 8 de enero de 1949, Gabriel González Videla promulgó la Ley 9.292 que, en lo referente al ejercicio de voto político de la mujer, comenzaría a regir 120 días después de ser promulgada en el Diario Oficial.

Pese a esta ley, la primera elección en la que hubo sufragio femenino fue en la presidencial del 4 de septiembre de 1952, la que se realizó con un padrón electoral que doblaba al anterior. En esos comicios fue electo Presidente Carlos Ibáñez del Campo, con el 46,79% de los votos.

Tras la obtención del voto femenino la primera mujer en llegar al Parlamento fue Inés Enríquez (P. Radical), elegida diputada por Concepción, Talcahuano, Tomé, Yumbel y Coronel en 1951 y, posteriormente, electa diputada por Valdivia, La Unión y Río Bueno, desde 1957 a 1969. Entre las primeras legisladoras chilenas también estaba Lya Laffaye (P. Conservador), diputada por La Unión, Valdivia y Río Bueno por el período 1953-1957.

Ciertamente, el debate sobre el voto femenino había comenzado mucho antes, en un contexto de prejuicios, pese a que Chile había avanzado en temas como la incorporación de la mujer a las universidades. El debate del Senado de 1926, que consideraba la existencia de un padrón separado para las elecciones municipales, en tanto se asumía que éstas permitían mantener a las mujeres alejadas de la política contingente, es un ejemplo de ello.

Entre los argumentos opuestos al sufragio femenino, estaban algunos como el del senador Rafael Barahona, quien sostenía que “es el hogar el sitio donde realiza la mujer su más alta misión, y pretender arrancarla de él es desnaturalizar esa misión”. Argumentos muy similares a los esgrimidos por diputados(as) UDI en la discusión sobre la creación del ministerio de la Mujer que apuntaban a diferenciar “lo que es de la esencia de lo femenino y lo masculino” y para relevar “la maternidad como función social”.

Y aunque pareciera ya superada esta lógica que busca seguir bloqueando la plena participación de la mujer en política, dejando atrás lógicas añejas como que las mujeres pudieran elegir, pero no ser elegidas; que votaran solo si tenían patrimonio propio; o -un caso extremo- que existiera un “voto familiar” que permitiera que los electores varones pudieran votar por sí mismos, sus esposas y sus hijos, como lo propuso el senador Arturo Lyon (P. Conservador), al parecer tanto en la discusión de la reforma al sistema binominal, como en el de la creación del ministerio de la Mujer, seguiremos encontrando en la derecha un muro que busca obstaculizar su avance.

Sin embargo, no solo porque son la mayoría del país y del electorado, sino también por la justeza de sus reivindicaciones, estamos seguros que al final del camino, al igual que en el pasado, el sentido común, y los principios de equidad y de plena igualdad terminarán imponiéndose sobre conservadurismos que buscan limitar el inmenso aporte a la sociedad que las mujeres pueden seguir haciendo, en conjunto con los hombres.

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