19 dic 2013

Perdón, pero le achunté

Dos días antes de las presidenciales, cooperativa.cl tuvo la gentileza de publicarme una columna sobre los posibles resultados electorales que titulé: “Michelle 63%, Matthei 37%”.

Dos días después Matthei sacó 37 y fracción y Michelle 62 y fracción.

¿Suerte? ¿Premonición? ¿Brujería? ¿Información especial? ¿Estudio acucioso de todas las regiones?¿Encuestas previas? No.

Sencillamente proyecté los resultados de la primera vuelta, calculé que votarían menos en la segunda, que en ella no votarían los que votaron por Claude y por la Roxana, menos los que lo hicieron por Jocelyn, tampoco la mayoría de los que votaron por MEO y por Parisi, y que sí lo harían (prefiriendo a Michelle) los que votaron por Sfeir e Israel.

Al mismo tiempo entendí que la derecha no se abstendría y que saldría a votar en masa en el ghetto del Barrio Alto con todas las ganas, por lo que Matthei también subiría su votación.

Tuve, además de las matemáticas, una consideración de fondo: la coherencia que mantienen los chilenos en política.

En este caso, los que votaron por Michelle volverían a votar por Michelle y los que votaron por Matthei volverían a votar por Matthei.

Consideré también que la abstención sería aún mayor que en la primera vuelta, no sólo porque el voto es voluntario y hay evidentemente, desde hace rato, una gran desconfianza en las propuestas comunitarias, sino porque todos sabíamos quien ganaría y quién perdería (a diferencia de lo ocurrido en las segundas vueltas anteriores) y, en esta elección, los candidatos a senadores y diputados no movilizarían a sus partidarios con todos sus recursos, como sí sucedió en noviembre.

Los que cambian de posición a cada rato y de gustos a cada instante, los empresarios del retail por ejemplo, los personajes de la farándula, la mayoría de los periodistas conocidos en TV, las y los jóvenes aficionados al espectáculo musical (que cambian ídolos todos los años), las y los que se visten a la cambiante “moda”, que son la inmensa mayoría, tienden a pensar que en política sucede lo mismo que en otras superestructuras sociales.

Pero no es así, al menos en Chile.

Entre nuestras viejas y viejos la mayoría de los que votaron SI en 1988 votaron por Buchi en 1989, por Alessandri Besa en 1994, por Lavín en 2000, por Piñera en 2006, por el mismo Piñera en 2010 y por Matthei ahora.

Aquí se sabe que en Vitacura, en Barnechea, en Las Condes, la inmensa mayoría va a votar por el o la candidata de la derecha, sea quien sea, sea pesada o simpática, sea chascón como Buchi o peinadito como Lavín, empresario como Piñera o milico como Pinochet, católico como Piñera, luterana como Matthei o agnóstico como Büchi.

Nuestra burguesía (la que lo es y la que se cree) tiene un profundo sentido de clase, sabe que eso de la lucha de clases (suave o fuerte) es absolutamente cierto y que ellos no pueden ni deben votar por gente “ordinaria” como Lagos o Bachelet.

Y, por el otro lado (esta elección lo demostró) las llamadas capas medias de buenos ingresos se parten entre conservadurismo y progresismo (ver resultados en Providencia, Ñuñoa, La Reina e incluso Viña del Mar) y los sectores subalternos (capas medias necesitadas, trabajadores, campesinos, pobres) tienden a votar muy claramente en contra de la derecha.

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18 dic 2013

¡Finalizando el 2013!

Este 2013 ha sido un año marcado por la política, directamente conectado con el proyecto de país que soñamos, una mayoría en la que estamos todos y todas llamadas a construir.Tres elecciones nos movilizaron por todo Chile.

Comenzamos con las primarias, luego la primera vuelta presidencial, más elección parlamentaria y de CORES. Finalmente, el 15 de diciembre fue la segunda vuelta, que estuvo marcada por el liderazgo de la Presidenta electa Michelle Bachelet y las transformaciones políticas, económicas y sociales que exige la sociedad de hoy.

A veces nos olvidamos de la interrelación que existe entre las dimensiones naturalmente humanas, pero la tradicional fiesta de Navidad nos convoca a pensar en estas partes del todo, las emociones, los pensamientos, la energía o espiritualidad que se conectan con los valores o cualidades de las personas.

Y es en este momento entre Navidad y Año Nuevo, más allá de las ganancias o pérdidas de una elección, hacemos un balance positivo por toda la gente que participó con distintos intereses, por diferentes motivos y situaciones, en todos los niveles de las campañas.El valor de una sociedad comprometida con su desarrollo hace grandes a los pueblos para construir sueños entre todos.

Y quiero reconocer, especialmente, la fuerza y compromiso de los adultos y adultas mayores que se movilizaron a votar con todas las dificultades de traslados y de la falta de facilidades para las votaciones que existen en nuestro país.

En este sentido es justo y necesario, en lugar de rasgar vestiduras por el voto voluntario, dedicarse a modificar el sistema electoral y adaptarlo a la agilidad e inmediatez que exige la ciudadanía de hoy.Poner a disposición las herramientas tecnológicas para ejercer el derecho a voto sin limitaciones.

Realizar los cambios legales necesarios y sobretodo para contrarrestar la apatía frente a la política que se refleja en la abstención, hacerse cargo de las transformaciones que permitan sentir a la ciudadanía que la calidad de vida que esperan, sucederá en cuanto el enfoque en derechos sustente todas las dimensiones políticas: las económicas, sociales y culturales.

Finalizando el año 2013 y sintiendo la Navidad en el corazón, espero que el futuro de nuestro Chile querido responda a la igualdad de oportunidades y de derechos para todos y todas.

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18 dic 2013

Alimentos que matan

En un estudio publicado recientemente por la revista Food and Chemical Toxicology sobre los riesgos causados por el consumo de alimentos transgénicos o genéticamente modificados, se describe por primera vez que un grupo de ratas que fueron alimentadas durante dos años con maíz transgénico NK603 (producido por la empresa Monsanto y de consumo frecuente en USA) desarrollaron tumores mamarios masivos, daño renal y hepático, junto a otros problemas de salud.

La investigación fue considerada tan “caliente” que según el diario francés Le Nouvel Observateurlos investigadores utilizaron correos electrónicos encriptados, prohibieron las conversaciones telefónicas e incluso lanzaron un estudio de señuelo para impedir el sabotaje”.

Parece que todo esto no fue suficiente para evitar que las presiones sobre el semanario motivaran la retractación del cuerpo editorial, diciendo que, “la muestra fue demasiada pequeña como para permitir conclusiones claras y además el tipo de ratas utilizadas en el experimento es conocida por su alta incidencia de tumores”.

Los autores del estudio ratificaron sus hallazgos y denunciaron presiones de científicos ligados a las empresas transnacionales productoras de híbridos y transgénicos, lideradas por Monsanto. Chile no ha estado ajeno a la discusión sobre el uso de alimentos transgénicos.

En estos momentos se discute en el congreso la Ley Monsanto-von Baer, sobre los derechos de obtentores vegetales, ley que, según sus detractores, solo favorece a los intereses de las grandes empresas privadas, ya que obliga a los agricultores a usar semillas protegidas.

Junto con esto, sus opositores argumentan que la futura ley, al permitir la producción tanto de semillas híbridas como transgénicas, transforma al proyecto en una forma encubierta para introducir este último grupo de semillas en nuestro país.

Las ratas viven pocos años. Los seres humanos vivimos alrededor de 80. Esto significa que se necesitan décadas para tabular los posibles daños que este tipo de alimento podría producir en personas.

Este reciente estudio en ratas, a pesar de la controversia, es una evidencia más sobre los riesgos de los transgénicos, que nos obliga a poner en práctica el principio de “protejámonos lo antes posible” y evitar de esa manera el posible efecto deletéreo de los alimentos genéticamente modificados.

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18 dic 2013

Chile somos todos

Tras largo tiempo de tramitación y espera, se aprobó en el Senado la modificación legal que permitirá, en el futuro, concretar el anhelado derecho a sufragio de los chilenos que viven en el exterior.

Se trata de una decisión simple y obvia si se actúa conforme a los principios que señalan que la sola pertenencia a una nación confiere a sus integrantes, donde quiera que se encuentren, ciertos derechos, especialmente los que tienen que ver con la marcha y destino de esa comunidad, como elegir a sus autoridades.

Sin embargo, ello ha sido entorpecido por la derecha con demoras y excusas que más que atender a esos valores esenciales, han estado marcados por la calculadora electoral, que indicaría que buena parte de los chilenos residentes en el exterior son exiliados de la dictadura o familiares de éstos.

Eso dilató por mucho tiempo este avance, privando a estos compatriotas del ejercicio de un derecho elemental, incluso vulnerando la Constitución, que tras la aprobación de la inscripción automática, no establece requisito de residencia alguno para votar.

Es deber del Estado asegurar y facilitar a estos ciudadanos el ejercicio de su derecho, aún en el exterior y no obligación de éstos acercarse al país para hacerlo efectivo.

La última excusa invocada fue lo que se denominó “vínculo”. La UDI y alguna parte de RN señalaron que quienes viven en el exterior no se ven afectados por las decisiones que toman, por ello se requeriría que acreditaran esta relación a través de una vinculación permanente, como la posesión de bienes o viajar al país cada cierto tiempo.

Es un argumento muy torpe. El derecho a sufragio, como decíamos, emana de la sola pertenencia al grupo social. En el hay personas de todo tipo y condición, a quienes no se les exige requisito alguno, más que la edad y no haber cometido delitos graves. Con el mismo fundamento del vínculo, durante el siglo XIX se excluía a buena parte de la ciudadanía que no poseía bienes y, por tanto, se decía, tampoco sufría los efectos de su voto.

Quienes piensan de este modo, además de no entender el principio sociológico, jurídico y político que funda este derecho, le dan una naturaleza económica alejada de su esencia. No comprenden que hay cosas más relevantes, significativas y trascendentes que las consecuencias económicas y materiales de los actos.

La vinculación de estos chilenos que viven fuera con nuestro país es su interés, cariño y preocupación por su patria y, también, en la mayoría de los casos, por sus parientes.Eso no tiene que ver con los viajes a nuestro territorio o con la tenencia de propiedades en el.

Es una vinculación no material, sino afectiva. La hemos experimentado todos quienes hemos permanecido, por distintas razones, fuera del país por largo tiempo.Es lo que hace que un chileno en Estocolmo, Rio Gallegos o Madrid se ocupe de leer nuestros periódicos, busque los ingredientes preparar nuestras comidas, participe de campañas solidarias, se acerque a quienes viajan para saber de su ciudad o de su club favorito o vibre con nuestras selecciones nacionales.

También es lo que hará que se levanten a votar un domingo, a miles de kilómetros, cuando muchos de quienes viven acá no lo hacen. ¡Qué más vinculo se necesita !

Se ha dado un paso importante en esa justa lucha. Falta aún la tramitación, que esperamos sea rápida, en la Cámara de Diputados. Hay, asimismo, algunos puntos que suscitan dudas como la necesidad de inscribirse para cada proceso electoral, pero hemos avanzado para terminar con esta marginación injusta y odiosa. Chile somos todos.

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18 dic 2013

Chile va a perder en La Haya

A esta altura, y habiendo leído la Declaración de Zona Marítima y el Convenio de Zona Fronteriza, parece que está claro que la posición peruana es asistida por la base (sólida a mi juicio) de la letra de los acuerdos firmados. Esto en razón de que ninguno de estos acuerdos lleva por título “Tratado Limítrofe” como entiendo lo exige el derecho internacional en esta materia.

La posición chilena se basa sobre la base del “Uso y Costumbre” y toda nuestra apuesta es que La Haya considere ese factor como más importante que la falta de un “Tratado Limítrofe” propiamente tal. Esta es una apuesta voluntariosa y, a mi juicio, ingenua.

A ojos de buen negociador, nuestra apuesta debería haber estado acompañada de acciones concretas, tanto para reafirmar esa posición, como también para apoyar la inevitable negociación con Perú en caso de que el fallo de La Haya sea favorable a la posición peruana,que es lo más probable a mi juicio.

¿Qué podríamos haber hecho para sustentar nuestra posición de mejor manera o para aumentar nuestro poder en la mesa de negociación con Perú pos-La Haya?

El impacto de un fallo desfavorable, es fundamentalmente económico. Cosas como derechos de pesca, tránsito marítimo, operaciones portuarias, etc.

Lo que debimos haber hecho, desde que supimos que existía esta controversia, es aumentar nuestra apuesta en la zona y sumar agentes terceros a la mesa, para aumentar nuestro poder de negociar con Perú y nuestra posición con la Haya.Algunos ejemplos.

-Hacer que los dueños de operaciones pesqueras de la zona pidieran créditos de largo plazo a organismos multilaterales que tengan operaciones de crédito con el estado peruano (Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, etc.) para financiar proyectos de preservación de biomasa y desarrollo comunitario. Estos créditos deberían haber sido “colaterizados” con los ingresos provenientes de la operación pesquera.

-Asignar una cuota de los derechos pesqueros a operadores internacionales, financiados con créditos de organismos multilaterales.

-Ejecutar operaciones de “Project Finance” con organismos multilaterales para la construcción de grandes operaciones portuarias justo en la zona de conflicto.

-Ejecutar proyectos industriales que dependan de las operaciones portuarias anteriores y estructurarlas también bajo la modalidad de “Project Finance”.

-Ejecutar inversiones conjuntas con Ecuador, en la zona de conflicto, en sendos convenios de colaboración e inversión conjunta.

-Expandir la cobertura de servicios de esta infraestructura con contratos preferenciales para los mercados peruanos cercanos a esa zona, de manera que el PIB de la zona peruana adyacente dependa de esta red de servicios.

-Contratar seguros de cobertura contra riesgos de “expropiación” con compañías internacionales con alto grado de relaciones con Perú.

-Vender parte de la producción pesquera de la zona por adelantado con contratos de “Futuros” a importantes clientes e instituciones financieras en EE.UU. y Europa que tengan altos grados de relacionamiento con inversiones en Perú.

No digo que todo esto sea factible, pero el punto es que en una eventual negociación compleja, uno debe pensar “fuera de la caja”, anticiparse a los hechos y acciones de la otra parte y aumentar las variables en la mesa para negociar.

Si todo esto fuera posible de ejecutar y se hubiera ejecutado tempranamente (cuando el conflicto estaba en etapa embrionaria), nuestra posición en este proceso habría sido mucho más favorable.

1. En un escenario altamente complejo, con muchos jugadores involucrados (operadores internacionales, organismos multilaterales, Ecuador, etc.) el “Uso y Costumbre” se torna mucho más difícil de obviar para los jueces de La Haya.Al final del día, la Corte Internacional de Justicia también debe velar por su propia legitimidad, emitiendo fallos que sean ajustados a derecho, pero que también sean prácticos de implementar.

De otra manera va a sembrar muchas situaciones del tipo “Colombia-Nicaragua” haciendo que termine por minimizar su relevancia a nivel internacional, con el riesgo de convertirse en un “Think Tank” en vez de una Corte efectiva.

2. Si aún así, con todas estas acciones ejecutadas, La Haya fallara a favor de Perú, tendríamos una base mucho más sólida para mitigar el impacto económico que ese fallo desfavorable podría implicar para Chile.

Parece ser que los derechos de pesca están debidamente resguardados por los convenios vigentes, sin embargo, un fallo favorable a Perú podría iniciar una escalada de impuestos, derechos, royalties u otras acciones onerosas para las operaciones pesqueras de la zona en conflicto, que será difícil de parar en base a nuestra posición actual.

Hoy, creo que nuestra situación es débil. Esto es así porque los gobiernos chilenos han sido miopes y han minimizado el conflicto.

Chile -sus gobiernos y nuestra cultura cívica- nunca se ha caracterizado por ser una nación con buenas habilidades negociadoras. Nuestra cultura es fundamentalmente “judicialista”. Tenemos una alta tasa de abogados “per cápita” y los equipos negociadores en Chile (a nivel de empresa) son usualmente compuestos por más abogados que “Gerentes”.

En resumen, faltó sentido negociador y táctico en el manejo de este conflicto. Por esa razón, somos los principales responsables de tener una baja probabilidad de ganar el fallo.

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18 dic 2013

El nuevo ciclo en cultura

El claro triunfo de Michelle Bachelet en las elecciones presidenciales va acompañado de la expectativa de abrir un nuevo ciclo en la vida política de nuestro país, después del largo período inaugurado por el plebiscito de 1988 y que, a pesar o quizás debido a los éxitos, culmina con un evidente agotamiento del discurso político de la estabilidad y con instituciones que, más que funcionar, crujen por los cuatro costados.

El nuevo ciclo político ha puesto en el centro los temas culturales. En efecto, la naturaleza de las cuestiones que hoy están en la expectativa de la gente no son tanto económico –sociales como culturales.

La reforma del sistema educacional, el fin de la discriminación, el respeto de las identidades étnicas, la participación de las regiones, el matrimonio igualitario, una nueva constitución, son todas proposiciones que hacen a una nueva manera de vivir juntos más que a los temas que dominaron el pasado reciente.

El discurso político por ello se llena de referencias culturales y cobra cada día mayor relevancia lo que ocurra con las políticas culturales: la educación, por ejemplo, aspecto central del nuevo ciclo, si bien requiere de cambios institucionales profundos en sus formas de financiamiento y en su modelo de gestión, no puede mejorar si no recuperamos la situación del libro y la lectura, en que muy pocos leen por placer y muchos no comprenden lo que leen.

El programa de la presidenta Bachelet propone con razón que un nuevo ciclo en cultura tendría que poner el acento en el acceso, la participación y la formación de vastos sectores que hasta el presente se sienten excluidos, pero buscando su vínculo fuerte con el patrimonio del país y la creación artística de calidad.

La única manera de hacer aquello es fortaleciendo las instituciones culturales y los mecanismos –como la lectura- por medio de los cuales las personas se apropian del conocimiento.

Lo que no puede seguir ocurriendo en este nuevo ciclo es que los museos no tengan los recursos para preservar, restaurar y dar acceso público a sus colecciones, que los centros culturales comunales no tengan el personal calificado ni los recursos para programar sus actividades; que los escasos cuerpos estables de danza y música se sostengan en la precariedad; que las campañas de fomento de la lectura sean invisibles; que los libros carezcan del valor social y simbólico que se les debe.

En el nuevo ciclo la institucionalidad deberá reformularse. La separación de lo patrimonial y lo creativo (la DIBAM y el CNCA) ha afectado la coherencia de las políticas y el mejor aprovechamiento de los recursos. Es claro que los centros culturales comunales no tendrían porqué ser sólo centros de artes escénicas, sino que debieran incluir espacios para bibliotecas y salas para exponer las artes visuales.

La televisión, por otra parte, no debe quedar ajena a una política cultural que busque mejorar su calidad y relevar su aporte a la formación cívica y cultural de nuestra gente.

El programa del nuevo gobierno de Bachelet promete duplicar los fondos disponibles para cultura, del mismo modo en que ya lo hizo en su gobierno anterior.

Ello es una buena noticia porque implica que se podrá dar un apoyo más sustantivo a las instituciones culturales y a los creadores de excelencia, sacándolos del círculo de la precariedad y de la subordinación de los procesos creativos a la lógica de los fondos concursables anuales.

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17 dic 2013

Abstención, ¿de qué nos sorprendemos?

Pasaron ya las elecciones presidenciales. Y uno de los fenómenos que se han tomado la discusión pública, por su carácter llamativo y sintomático, ha sido la alta abstención. Algunos intentan explicarla diciendo que la gente no vota porque está demasiado conforme como para que el resultado le importe. Desde el otro extremo, la abstención es un acto consciente de disconformidad con el sistema, el cual no se está dispuesto a legitimar votando.

Intentaremos a través de estas líneas aportar elementos para un análisis menos reduccionista y más profundo, mirando los votos y la historia reciente.

Hasta las elecciones del 2009 tanto Concertación como Alianza venían obteniendo ambas un aproximado de 3,5 millones de votos. Evelyn Matthei experimentó una enorme fuga, obteniendo casi la mitad de esa cifra. Sin embargo, también debe considerarse que Michelle Bachelet, aún con el apoyo del PC y otras fuerzas distintas al arco histórico de la Concertación, solamente mantuvo la votación histórica. Por lo tanto, la abstención no se explica únicamente por la “fuga” de votantes de derecha, como han deslizado algunos analistas.

Por otra parte, al igual que a aquellos que se abstuvieron, también es preciso preguntarse quiénes son los que sí votaron. Hace unas semanas un reportaje sobre la primera vuelta mostraba que en las mesas nuevas (votantes que antes no estaban inscritos), la abstención fue casi de un 73%.Es decir, solamente uno de cada cuatro de los nuevos votantes fue a sufragar.A esto cabe agregar que en dichas mesas los resultados fueron muy distintos, con Bachelet y Parisi peleando palmo a palmo el primer lugar con cifras cercanas al 25%.

Sumando ambos elementos, la conclusión parece clara: ambas candidatas obtuvieron sus votos desde su base histórica. Quienes sufragaron son, en su gran mayoría, los mismos que lo han venido haciendo desde 1988 en adelante.Aquellos que identifican en el hecho de votar un deber moral, y para quienes aún hace sentido la dicotomía democracia/dictadura, cuyas vidas se vieron suficientemente comprometidas como para que esa distinción siga siendo central 23 años después.

Por contrapartida, la mayoría de los grupos sociales e identidades protagonistas de la pos-dictadura, no acudieron a las urnas. Esto, a pesar del famoso “fenómeno Bachelet”, y de que se enfrentaban proyectos que (al menos en el papel) guardaban mayores diferencias que las que vimos en elecciones pasadas.

Y es que cuando la política se reduce a convocatorias, a “expertos” que defienden una ideología no electa por nadie, cuando los asuntos públicos desaparecen de nuestras vidas, cuando nuestra posibilidad de educarnos depende más del dueño de la Universidad que del Estado, cuando el paseo del fin de semana depende más de Horst Paulmann que de las ya inexistentes plazas, entonces la “fiesta de la democracia” termina reducida a lo mismo que cualquier otra fiesta: un día donde nos juntamos, la pasamos bien, y al día siguiente todo sigue igual.

Esto se expresa con claridad en aquella recurrida frase “salga quien salga, mañana hay que trabajar igual”. Si durante todas nuestras vidas nos inculcan un individualismo a toda prueba, si nos dicen que la competencia es el motor principal y por lo tanto el esfuerzo individual es la única herramienta que importa, ¿qué incidencia puede tener una elección que afecta a todos y no sólo a mi?

A raíz de la abstención, también se ha planteado una discusión sobre si el gobierno de Bachelet es menos “legítimo” que los anteriores. Más allá del oportunismo de una derecha que busca ganar aun habiendo perdido (ampliamente), una mirada de largo plazo nos da cuenta de que la institucionalidad como conjunto, el binominal de Pinochet, las discusiones secuestradas por la tecnocracia, y por sobre todo el actual sistema de partidos, no dan el ancho para procesar el conjunto de demandas sociales que han emergido.

La respuesta de nuestra clase política ha estado lejos de hacer la necesaria autocrítica, centrando únicamente la discusión en el voto obligatorio, que ha terminado siendo la mejor forma de esconder la basura debajo de la alfombra.

El ejercicio real de la democracia no se basa únicamente en sus aspectos formales, sino en la existencia de un tejido social constituido, organizado, que pueda ser parte de la discusión política. Lo que tenemos hoy en cambio es una separación brutal entre partidos políticos y todo actor social que no sea el empresariado. La reconstrucción de lo público pasa a ser la tarea central si queremos una democracia verdadera, donde los ciudadanos no solamente participen por decreto, sino porque efectivamente hacerlo es importante para sus vidas.

Hoy lo fundamental es abrir los espacios a la participación democrática, y por sobre todo, desmercantilizar la vida, los derechos sociales básicos, para recuperar soberanía sobre nuestras propias vidas y que los principales asuntos del país vuelvan a ser parte de la discusión política y no de la decisión de un puñado de empresarios y sus brazos “técnicos”.

La educación entrega una oportunidad perfecta para aquello: no existe reforma educacional posible sin que sea diseñada en un espacio con presencia e incidencia directa del movimiento social por la educación y sus organizaciones y actores involucrados, que son quienes han hecho posible que, 23 años después, el clivaje central de la política chilena ya no sea democracia y dictadura: hoy lo que más marca diferencias es derechos versus negocios. Ese es quizás el gran triunfo del movimiento social por la educación en estos años.

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17 dic 2013

Aprobación del voto de chilenos en el exterior

El miércoles 11 de diciembre pasado el Senado ha aprobado por 29 votos a favor, 6 en contra y 1 abstención el proyecto de reforma constitucional que asegura el voto de los chilenos en el exterior.

Con ello se avanza decisivamente en la concreción de ese anhelo por tantos años perseguido de que nuestros compatriotas puedan participar en la definición de los destinos del país, no importando el lugar donde residan, lo que contribuye a la ampliación de nuestra democracia y a la efectividad del derecho a sufragio que contempla la propia Carta Fundamental.

Conseguir este preciado objetivo, sin embargo, ha conllevado un largo camino y mucha perseverancia.

Más de 22 años han trascurrido desde que el entonces diputado Carlos Dupré presentara en 1991, luego de la restauración de la democracia, el primer proyecto de ley para regular el voto de los chilenos en el exterior.Dicho proyecto no obstante aprobarse en la Cámara de Diputados en 1994, fue objeto de objeciones de constitucionalidad en el Senado.

El año 2000 se presentó una indicación sustitutiva a dicho proyecto por parte del Gobierno del Presidente Ricardo Lagos, cuando ejercí como Canciller, que se hizo cargo de todas las observaciones de constitucionalidad.

A pesar de ello este proyecto no contó con el apoyo necesario de los senadores de la Alianza para conseguir su aprobación.

Con posterioridad se presentó otro proyecto de ley por parte de la diputada Isabel Allende el que contó con el apoyo de los Gobiernos del Presidente Ricardo Lagos y de la Presidenta Michelle Bachelet. Dicho proyecto fue votado en la Cámara de Diputados no consiguiendo la mayoría necesaria de los 4/7 de los diputados en ejercicio por la abstención o rechazo de los diputados de la Alianza.

Una nueva iniciativa legal presentó, entonces, la Presidenta Michelle Bachelet, sin conseguir el apoyo necesario por parte de los parlamentarios de la Alianza para su aprobación.

Al asumir su cargo, el Presidente Sebastián Piñera se había comprometido a legislar a favor del voto de los chilenos en el exterior. Sin embargo las iniciativas que presentó su Gobierno condicionaban el ejercicio del voto de los chilenos en el extranjero a la demostración de un vínculo.

Ello se expresaba en una reforma constitucional que consagraba este derecho sólo a quienes mantuvieran vínculos con Chile y un proyecto de ley que definía ese vínculo en términos de circunscribir el derecho a sufragio sólo a los chilenos que se encuentren o estén residiendo temporalmente fuera del país y que dentro de los últimos ocho años hayan permanecido dentro de Chile por un período continuo o discontinuo de a lo menos cinco meses.

Ello implicaba reconocer un derecho limitado y condicionado a viajar regularmente a Chile, exigencia que rechazamos desde la oposición.

En estas circunstancias, en el marco de la discusión del proyecto de ley sobre inscripción automática es que el Gobierno se comprometió a legislar a favor del voto de los chilenos en el exterior con el sólo requisito que nuestros compatriotas se inscribieran en los consulados.

A partir de entonces insistimos reiteradamente al Gobierno en la necesidad que enviara dicho proyecto de ley. Incluso con la senadora Isabel Allende le solicitamos el patrocinio para una moción parlamentaria que habíamos redactado sin lograr resultados positivos.

Es en este marco que junto con el senador Patricio Walker y la senadora Isabel Allende presentamos un proyecto de reforma constitucional para asegurar el voto de los chilenos en el exterior por el sólo hecho de encontrarse inscritos en los registros que mantendrían los consulados.

En la discusión de esta iniciativa en la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia del Senado logramos por fin conseguir el necesario acuerdo político con los senadores Alberto Espina y Hernán Larraín,que han permitido la aprobación de este proyecto en el Senado.

Uno de los elementos más destacables de esta iniciativa es que se consagra el derecho al voto de los chilenos en el exterior por el sólo hecho de solicitarlo al Servicio Electoral. Ello tiene la virtud que una vez aprobada esta reforma constitucional no podrá condicionarse el ejercicio del derecho a voto a ninguna clase de vínculo.

Por supuesto que hubiésemos deseado, como lo planteamos en la moción original, que el derecho a voto de los chilenos en el exterior no sólo se ejerciera respecto de las elecciones presidenciales(incluidas las elecciones primarias) y los plebiscitos nacionales, sino que también se pudiese ejercer en las elecciones parlamentarias, pero tenemos que valorar el enorme paso que significa que las elecciones del pasado domingo sean, como esperamos, las últimas que se realicen sin la participación de nuestros compatriotas que residen en el exterior.

En la aprobación de este proyecto ha sido decisiva la larga lucha dada por las organizaciones de chilenos que residen en el exterior por revindicar su derecho a participar en la definición de los destinos de su patria.

El domingo que recién pasó asistimos a una jornada electoral ejemplar que se coronó con el gran triunfo de la Presidenta electa Michelle Bachelet. Sin embargo, a todos nos ha preocupado el alto nivel de abstención electoral.

En este sentido resulta simplemente inentendible que algunos todavía rechacen la idea de ampliar la participación electoral, permitiendo que lo hagan nuestros compatriotas que residen en el exterior.

Esperamos que se siga tramitando con el mayor sentido de urgencia esta reforma constitucional aprobada en el Senado y que luego se pueda despachar rápidamente la Ley Orgánica Constitucional, para que también podamos oír la voz de nuestros compatriotas que viven en el extranjero. Chile somos todos.

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17 dic 2013

De la abstención a la educación cívica

Es para todos evidente que la abstención es un problema serio. Sobre todo por el impacto que tiene en la legitimidad de los elegidos. Ese es el punto, más incluso que la representación o la participación, otros dos ejes importantes a considerar, en este naipe llamado democracia. La legitimidad nos salva de la violencia y la mentira decía Hannah Arendt. Así de límite es el asunto. Nada más y nada menos.

Pues bien, como no se puede afirmar que todos los que votaron en las últimas elecciones fueron instruidos por sendos currículum escolares de educación cívica, tampoco podemos afirmar lo contrario.

Sin embargo se ha hecho, y se ha responsabilizado en gran parte a la educación cívica, su inexistencia, como una de las causas basales de la alta abstención.Se cree erróneamente que una educación cívica necesariamente lleva de suyo como a uno de sus contenidos genéricos el deber de ir a votar, o la habilidad de hacerlo cuando se den las condiciones para que ese deber se actualice.

No estoy diciendo ninguna novedad.Para los que todavía creen que la educación es un asunto de puro conductismo, están profundamente equivocados.

Un buen curso de educación cívica debe necesariamente enseñar los conceptos clásicos de la ciencia política, por supuesto.

Debe enseñar la historia de la política y sus saberes así como los fundamentos filosóficos que la han inspirado.

Debe por otra parte señalar cómo en la historia de nuestro país esas interpretaciones, con esos conceptos fundamentales, han cristalizado.

Debe por lo tanto problematizar y profundizar en los análisis e interpretaciones que a partir de ellos se pueden obtener para el fortalecimiento de la democracia, señalando además de sus límites teóricos, los peligros que pueden involucrar la dictadura, el totalitarismo o las tiranías.Estamos de acuerdo.

Pero, no sé cómo lo ven ustedes, pero yo al menos no lo veo simple, sobre todo en el punto que estamos tratando de perfilar: después de un curso de educación cívica no necesariamente me voy a transformar en un votante activo o en un abstente pasivo. El punto es que tampoco a la inversa.

Nadie sabe. De un curso así perfectamente puede resultar un abstente activo, quien, como en forma de protesta, decide no votar. ¿Por qué no? Tal vez reduzcamos la posibilidad de la abstención por enseñar el valor de votar y el deber de participar en las elecciones, pero eso en verdad lo veo todavía muy conductista de considerar.

Seguramente un buen curso de educación cívica tendrá que enseñar lo que es la “desobediencia civil” de Thoreau, y creo que con eso se lo digo todo.

Ya sé lo que está pensando, no porque enseñe la “desobediencia civil” resultará entonces que los jóvenes… ¿Ve? Es precisamente lo que le estoy tratando de decir.Tampoco, obviamente al contrario, si lo que enseño es la no-violencia de Gandhi.

El conductismo hace rato que no es una opción, lo que digo es que menos para la educación cívica.

Por lo tanto, es hora de considerar que tal vez el factor más importante para que lleguemos a tener una abstención tan gravitante como la que tuvimos sea la pobre autocrítica de la clase política en la medida que no es capaz de hacer notar su importancia, que obviamente va más allá de su propio ombligo.

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17 dic 2013

¡Es hora de ser vulnerables!

Ser vulnerable, según nuestra cultura machista, es malo. Expresar y mostrar nuestros sentimientos es negativo, desconsiderado, demuestra debilidad e inferioridad. No sirve. Esto es lo que nos enseñan y nosotros lo implementamos en nuestras vidas. Y poco a poco nos vamos dando cuenta que somos rehenes de nuestras emociones no expresadas.

Nunca decimos lo que en realidad queremos decir o cuando lo hacemos no sabemos la manera adecuada de expresar nuestras emociones sin ser agresivos o pasivo-agresivos. Esto solamente refuerza nuestra idea de que es mejor no decir nada. Me guardo todo lo que siento y hago como que no existe. Quizás así deje de existir.

Claro, todos sabemos que esto no sucede. Los problemas no desaparecen por arte de magia.Las emociones no se manejan solas. Al contrario, con el tiempo todo empeora hasta el punto que explotamos y perdemos el control.

Los psicólogos, psiquiatras y profesionales de la salud mental han demostrado a través de numerosos estudios que los seres humanos venimos al mundo para conectarnos con otras personas y así para cumplir nuestro propósito en la vida. Hay algo innato en nosotros que busca relacionarse con los demás. Es aquí donde las emociones juegan un papel tan importante.

Según Brené Brown, doctorada en trabajo social y autora de varios best-seller sobre el tema de la vulnerabilidad, las personas que logran verdaderas conexiones son quienes se sienten merecedoras del amor y valor de otros. Estas personas no viven dudando o preguntándose ¿seré lo suficiente buena o bueno?

Al contrario, estas personas tienen algunas características en común que los diferencia del resto.Brown pudo aislar estas características en sus entrevistas y estudios y se dio cuenta que estas personas tenían el coraje para ser imperfectas, eran compasivas consigo mismas lo que llevaba a que fueran compasivas con los demás y finalmente eran personas que tenían conexiones gracias a su autenticidad.

La cualidad más importante que los llevaba a lograr este tipo de conexiones era la vulnerabilidad.

Ellos no veían a la vulnerabilidad como algo cómodo pero tampoco terrible, sino como algo necesario. Pero Brown no se queda ahí y busca llegar al fondo del tema de la vulnerabilidad.

Ella explica que el problema de nuestra sociedad es que queremos bloquear los sentimientos negativos (dolor, vergüenza, miedo, etc.) y todos lo hacemos de distintas formas. Algunos salen a tomar, otros comen o se endeudan comprando todo lo que se les cruza por el camino. Cada persona conoce su manera de bloquear lo que no quiere sentir. El problema de las emociones es que no podemos bloquear lo malo sin también bloquear lo bueno.

Por lo tanto, te invito a que reflexiones sobre la vulnerabilidad y la manera en que puede cambiar tus relaciones. Deja que la gente te vea tal y como eres, no guardes parte de ti ni pongas barreras que te alejen de los demás. Muéstrate. Atrévete a querer y amar sabiendo que no hay garantías, consciente de que corres un riesgo.

Sé que es difícil, no soy un experto ni siempre lo logro, pero lo intento. Lo hago porque incluso en los momentos de mayor tristeza y desolación puedo descansar sabiendo que estoy siendo fiel a mí mismo. Al final del día, vivir bloqueados nos aleja de disfrutar de la vida.

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