03 ene 2014

¿Abstencionismo?

Han pasado ya algunos días desde la elección de Michelle Bachelet como Presidenta de Chile y las miradas han dejado, al menos por un tiempo, de estar centradas en el análisis electoral y ha cambiado el foco a los equipos y nuevos desafíos del futuro gobierno; sin embargo, pienso que es necesario generar algo más de debate sobre el tan comentado abstencionismo electoral del domingo 15 de diciembre.

Y cuando hablamos de generar debate es porque estoy convencido que el abstencionismo del cual se habla no es más del que ha habido en anteriores oportunidades y, por tanto, la pregunta lejos de apuntar a la legitimidad a la que ha buscado dispararle el senador Jovino Novoa, es la necesidad de entusiasmar y comprometer a los ciudadanos.

Es necesario, además, desmitificar algunos datos “blandos” que se dan.Se habla de un padrón de más de 13 millones de personas y ello es falso.En ese padrón no sólo siguen siendo considerados los detenidos desaparecidos, sino incluso hay gente que falleció muchos años antes del golpe de Estado.

Ni hablar de los chilenos residentes en el exterior, los mismos que fueron inscritos automáticamente pero a los cuales no se les permite ejercer su derecho a sufragio a distancia y a ellos cabe agregar, además, quienes no votaron porque llegar a su local de votación implicaba un gasto económico que su bolsillo no les permite llevar adelante.

Estamos, por tanto, hablando de que el verdadero padrón electoral asciende a algo más de 10 millones de personas, es decir, en primera vuelta el sufragio superó el 65% de quienes realmente podían ejercer su derecho (y deber) cívico y en diciembre el porcentaje también fue mayor al 55%, por tanto, mucho más del 42% del que tanto se ha hablado.

Con esto busco que bajemos el alarmismo por los números que se han dado a conocer, pero que no por ello dejemos de ocuparnos de la participación. Porque, cabe destacar, que el llamado movimiento social ha dado muchas muestras de que a los chilenos sí nos importa lo que pasa en nuestro país.

Es necesario entonces, que pensemos en las acciones necesarias para generar una mayor participación ciudadana y también la conciencia de que votar no sólo es un derecho, sino también un deber.

Y si tanto hablamos de mejorar la enseñanza, es hora de que se reincorporen las clases sobre educación cívica que se perdieron hace algún tiempo.¿A qué hora? Quizás a la hora que muchos colegios imparten religión.Parece que es bueno recordar que vivimos en un estado laico. He ahí una propuesta clara de cómo reubicar a los chilenos en la necesidad de sufragar.

Hace unos días alguien me insistía en que no podíamos ahora volver a hacer obligatorio el voto si ya habíamos dicho que era voluntario. Insisto, sufragar es más que un derecho, es un deber.

Así las cosas, “Vote por quien quiera, pero vote”, es mucho más que un slogan, es la expresión con la cual solicitamos el apoyo ciudadano a las propuestas que regirán los destinos de nuestro país en los años siguientes y, por tanto, es algo que debe preocuparnos durante todo el tiempo y no sólo cuando se acerca el período electoral.

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03 ene 2014

La “bala loca”, que cayó del cielo

“La nostalgia de la barbarie es la última palabra de cada civilización.” Cioran.

M.S.A. habita desde hoy el “Memorial de las Almas Perdidas”.

Fue una “bala loca” que cayó del cielo la que la mató.

¡Cómo si existieran las “balas cuerdas”!

¿“Papito, vamos a ver los juegos artificiales?”

Y con la esperanza en la fiesta de sus ocho años, y su mirada ingenua y llena de felicidad donde sólo se reflejaban los fuegos artificiales, cayó al suelo con un agujero de bala en su pequeña nuca sangrante sin decir nada.

Entre los estruendos y el ruido de los balazos, no se escuchó el leve quejido que cómo un susurro se le escapó desde el fondo de su alma.

Los locos y no las balas eran los que celebraban el año nuevo disparando al cielo, quizás con el fin oculto de herir a Dios.

¿Cómo es posible que hoy se dispare de alegría en las calles, al estilo de los sicarios y narcotraficantes, o por lo menos, de los vaqueros del “lejano oeste”, y lo peor, que comience a aceptarse como algo habitual?

En el sur, se dispara y se incendian casas de agricultores. En Santiago se ponen bombas en comisarías. El Papa pide por el fin de la violencia en el mundo, el mal definitivo del siglo XXI.

Todo tipo de violencias, “estructurales”, “simbólicas”, “subjetivas”, caliente”, “fría o depredadora” que sólo tienen o representan un solo fin intencional agresivo: el daño, sufrimiento o la aniquilación y muerte directa o indirecta de otra persona, sus bienes o también de la comunidad.

Parece ser cierto, la afirmación de que “nunca la vida del otro pareció valer tan poco”, y es difícil mantener una mirada optimista frente a esta realidad.

Wolfang Sofsky concluye su “Tratado sobre la Violencia”, radicándola como parte de la misma cultura. De forma bastante pesimista, pero con realismo, nos recuerda.

“La violencia es el destino de la especie. La indignación ante las atrocidades aumenta durante un corto espacio de tiempo para descender a su nivel habitual.El acto de maltratar al hombre tiene su origen en las capacidades de la acción humana,en la imaginación ilimitada del hombre.”

Su conclusión final es sombría.

“Si el hombre es capaz de comportarse peor que la más feroz de las bestias, es porque no es un ser guiado por los instintos, sino un ser dotado de espíritu.Es porque es un ser cultural que pude crearse su propia violencia…Los hombres siempre destruidos y asesinados como si ello fuese algo natural.La cultura no es en modo alguno pacifista. Ella misma es parte del mal.”

Bienvenida y de forma definitiva la cultura de la violencia en Chile.

M.S.A. descansa en paz.Podrás ver todos los fuegos artificiales del mundo, con ocho años que serán eternos.

Hay otro Padre que te acompañará siempre cuando le pidas: “¿Papito, vamos a ver los fuegos artificiales?”

¡Qué suerte la tuya! (y que nadie te olvide).

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03 ene 2014

La paradoja de Piñera y su destino

Sebastián Piñera fue un funcionario bancario, un empleado exitoso, un especulador con visión y gracias a eso ha ido amasando fortuna. ¿Empresario? En el sentido propio no, pues él no es un creador de empresas, sino un audaz administrador, alguien que compra y vende con claridad y sentido del éxito, que tiene “olfato” para ello.

No lo frenan los escrúpulos “exagerados” de otros ni las recomendaciones de prudencia. No reconoce límites y puede funcionar entre el resquicio y lo ilegal, aunque paga las multas cuando se excede o cuando es sorprendido en conductas no apropiadas.

Su meta está siempre “más allá del horizonte” (pero no es hincha de la U, sino de la UC hasta que el amor por el dinero primó sobre la camiseta y se pasó al ColoColo). Audaz, sus expresiones lo superan, no conoce la prudencia, vive acelerado y su expertizaje técnico se ve contrastado por una precariedad cultural que ha quedado de manifiesto en tantas y tantas intervenciones suyas.

Puede ser simpático, aunque también mordaz y tiene mucho pensamiento hablado sin procesar debidamente.

Inteligente, hábil, se acerca a las emociones de los demás y los acoge, pero no sabe reconocer las suyas ni qué hacer con ellas. Por eso a veces se encierra y parece que se deprime, aunque en realidad sólo está produciendo más y más planes para seguir en una aventura sin límites.

Con su buen olfato y fiel a las enseñanzas de papá, estuvo en contra de la dictadura, aunque en sus contradicciones haya adherido al modelo económico a pies juntos.Votó que no cada vez que pudo, pero no tuvo dudas en ser el generalísimo del abanderado del SI en la primera elección presidencial.

¿Cómo se explica eso? Simplemente en su paradoja esencial: tiene un lado luminoso y otro oscuro y nunca sabe en qué lugar pararse.Como la Luna.Y él siempre quiere hacerse notar, sin importarle las consecuencias.Que hablen de mí, bien o mal, pero que hablen. Eso es estar presente y es lo que quiere.

No ha dicho que quiere regresar a La Moneda, pero todas sus conductas indican que es así. Es la primera manifestación de prudencia que se le conoce, aunque algunos dicen que es mero cálculo.El no iría a arriesgar una derrota, como Frei, sino que querrá asegurar la victoria como Bachelet.

El DC se la jugó por ideas, programas, principios, él juega sus intereses, pues identifica su bien con el bien de Chile. Si él, uno de los ricos más ricos, está bien, es porque el país está bien.Sabe de los pobres, pero ignora la pobreza de las clases medias, pues él no alcanza a distinguir unos de otros y piensa que los que hablan como él son ricos y los demás son pobres. Le inquieta la pobreza y quiere hacer caridad.

Olvida – por falta de prudencia – el mandato evangélico que sugiere hacer la caridad en silencio y en privado, pues entiende que debe dar el ejemplo a los que son como él y permanecen egoístas.

En cambio él, generoso, desprendido, está dispuesto a congelar la administración de sus bienes para sacrificarse en la Presidencia de la República.

Ha sido el Presidente peor evaluado durante su mandato, comparable a lo que le pasó a los argentinos de la Rúa o a Menem en algún momento. Pero los políticos lo apoyaban y Allamand renunció al Senado para ser su Ministro. Los políticos de derecha lo tenían como el gran líder que les permitió recuperar La Moneda, esta vez sin necesidad de armas ni guerras inventadas.

Cuando esos políticos olieron la derrota, a la vera de septiembre y Piñera recuperó algunos de sus aires fundamentales al referirse a los 40 años del golpe y a las violaciones de los derechos humanos, esos dirigentes dejaron de quererlo y empezaron a distanciarse.

Paradoja: a medida que se distanciaban, Piñera comenzaba a subir en las encuestas.Y ahora que va alcanzando las más altas posiciones, sus antaño seguidores lo denostan y acusan como el culpable de todas las derrotas. Entonces el pueblo se da cuenta que Piñera es así, que no tiene remedio y empieza a quererlo, apoyarlo y tratarlo como uno de los suyos.

Es la contradicción flagrante, la paradoja irremediable, que debiera llevar a Piñera a la presidencia de Colo Colo, el equipo popular, el que cuando gana hace más sabrosa la comida del pobre, pero que es manejado por los más ricos y tiene más dinero que nadie. Y sus beneficios son para los ricos y las alegrías para los pobres.

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03 ene 2014

Pronósticos

El gran titular de fin de año fue el derrumbe de la bolsa chilena. Comparada con las principales plazas mundiales, cayó a la mitad. Contrariando los optimistas pronósticos de “expertos”, estas líneas lo pronosticaron hace un año. Han venido alertando acerca del nuevo “burbujazo” que la afectaba desde el 2009.

La mala noticia es que todavía aparece “inflada”. Lo mismo que el precio del cobre.Ello confirma una de las grandes lecciones de la crisis en curso: los capitales especulativos distorsionan grandemente los precios de los activos y monedas de países emergentes, cuando no encuentra oportunidades rentables de inversión en la economía real de los países desarrollados, que todavía resultan determinantes.

Medida en dólares, la bolsa chilena se desplomó un 22 por ciento el año 2013, todo un récord mundial. Al mismo tiempo, el índice neoyorquino S&P 500 subía un 30 por ciento y otras bolsas de países desarrollados se recuperaban todavía más. Es decir, cayó a menos de la mitad en términos relativos.

La comparación, en el curso de la crisis secular, que se inició junto con el siglo de la bolsa chilena con las emergentes, los países desarrollados y el conjunto de las bolsas mundiales, todas medidas en Euros, permite apreciar de modo evidente el gigantesco “burbujazo” que viene afectando a las primeras desde el año 2003.

Tomando como base el mes de marzo del año 2000, se aprecia que tres años más tarde todas las bolsas mundiales habían caído a la mitad. Sin embargo, los pasos de los mercados emergentes difieren notablemente de los desarrollados a partir de ese momento.

En el curso de los cuatro años siguientes, los últimos se recuperan parcialmente, hasta alcanzar en octubre del 2007 un 80 por ciento de su valor de inicios de la década. Las plazas desarrolladas todavía distan mucho de recuperar su valor de marzo del 2000, medidas en Euros.

Es interesante observar que terminan el 2013 exactamente en el mismo nivel que lograron recuperar en octubre del 2007, la temible noche de “Halloween” que precipitó la fase más aguda de esta crisis.No sería raro que tuvieran un mal 2014.

En cambio, a octubre del 2007 las bolsas emergentes se habían elevado casi un 80 por ciento ¡por encima de su valor inicial! En otras palabras, éstas y también la chilena, subieron más del doble que las desarrolladas, durante esa primera recuperación cíclica. Durante la caída más violenta del año 2008, esta distancia se reduce, pero muy luego las bolsas emergentes continúan “desacoplándose” de las desarrolladas, hasta elevarse dos y media veces por encima de éstas a fines del 2010.

A esa fecha, la bolsa chilena se había “desacoplado” de todas las demás, elevándose más de cuatro veces y media por encima de las desarrolladas.A partir de ese momento, para cualquier observador medianamente sobrio, el derrumbe era cosa de tiempo. Y en efecto ocurrió. A lo largo de los tres años siguientes, las bolsas emergentes cayeron un 15 por ciento y la chilena lo hizo en un 40 por ciento, medidas ambas en Euros.

Sin embargo, puesto que las de países desarrollados continuaron recuperándose, la distancia entre ambas se redujo aún más. De este modo, la diferencia con las bolsas de los países desarrollados ha disminuido a 1,7 veces para el conjunto de los emergentes y a 2,16 veces en el caso de Chile.

El 2013 termina con una acelerada convergencia o “reacople”, del conjunto de las bolsas mundiales, pero la distancia entre ellas todavía es apreciable, lo que augura nuevas caídas relativas de las emergentes y en especial de la chilena.

El “burbujazo” especulativo no sólo afectó las plazas bursátiles y monedas de países emergentes, sino también y todavía más, a las materias primas. Si a fines del 2010, la bolsa chilena llegó a elevarse 2,8 veces por encima de su valor de marzo del 2000, el precio del cobre subió más de cuatro veces por encima de su valor de entonces. Al mismo tiempo, las bolsas de los países desarrollados se encontraban en ese momento un tercio por debajo de su valor de principios de la década, todo ello medido en Euros.

Lo que ocurrió con las bolsas de los países emergentes y el precio del cobre, se repitió con el conjunto de las principales materias primas y fuentes de energía. Las rentas de los 14 principales recursos naturales se elevaron de 1,5 por ciento del producto interno bruto (PIB) mundial en los años 1990, hasta alcanzar un 7 por ciento del PIB mundial el 2007, según una estimación del Banco Mundial. Algo similar sucedió durante la década de 1970, cuando la economía de los países desarrollados atravesó otro episodio de lo que hoy se denomina crisis seculares.

El asunto es paradójico: estas burbujas crecen precisamente cuando las economías desarrolladas atraviesan por dificultades, períodos prolongados de ciclos violentos que se suceden hacia abajo, elevado desempleo y crecimiento promedio muy lento.

Ello parece confirmar que, al no haber oportunidades rentables de inversión en las economías reales de los países desarrollados durante estos períodos, inmensas masas de capitales se desvían hacia otro destinos, “inflando” burbujas especulativas doquiera que aterrizan. Cuando las primeras muestran signos de recuperación, dichos flujos se revierten.Ello ocasionó, por ejemplo, la crisis de la deuda y la década perdida de América Latina en los años 1980.Ahora está sucediendo algo parecido.

Todo lo anterior se ve agudizado por fenómenos puntuales, que resultan relevantes para efectos de precipitar los momentos de cambio de dirección de estos flujos, pero que no determinan los mismos.

De este modo, por ejemplo, la invención de los “BRIC” el 2003 por parte de los bancos de inversión, si bien se basa en el inmenso fenómeno, bien real, del surgimiento económico de los países más poblados de la tierra, fue exagerado hasta “el cuento del tío más grande jamás contado”, según un articulista.

La demanda de China ciertamente ha influido en la reciente elevación del precio del cobre, pero la misma venía creciendo aceleradamente desde mediados de los años 1990, un período de baja en el denominado “superciclo” del metal, agravada por la sobreproducción generada en esos años desde Chile, que denunciara en su momento Orlando Caputo.

Del mismo modo, en un sentido contrario, el anuncio del fin de la fuerte emisión monetaria de la Reserva Federal estadounidense, ha apurado el retiro de capitales desde los países emergentes durante el 2013.Sin embargo, el “gran reacoplaje” de los mercados emergentes y recursos naturales se había iniciado dos años antes, al mismo tiempo que los bancos centrales aumentaban sin cesar sus emisiones monetarias.

Las evidencias de estos “burbujazos”, que han afectado a los mercados emergentes y de recursos, precisamente durante estos años de crisis, habrían resultado bien comprensibles para los economistas clásicos. Su gran descubrimiento pone paños fríos a todos los movimientos especulativos, cualquiera sea su naturaleza.

Aquel, que según Marx “cambió el curso del pensamiento humano”, consiste sencillamente en que todo el valor agregado en un período determinado – que mide de modo preciso el PIB mundial -, se origina en el trabajo humano aplicado a la producción de bienes y servicios que logran venderse en el mercado.

Éste puede modificar violentamente los precios mediante movimientos especulativos y transferencias de todo tipo. Sin embargo, los mismos no agregarán ni un solo peso de valor nuevo al PIB mundial.A la larga, nada puede crecer más que éste, que a su vez se mueve en estricta correlación con el trabajo humano ocupado en la producción de mercancías.

Así como crecen, tarde o temprano todas las burbujas tendrán que bajar.

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02 ene 2014

Los Tres y su apología al femicidio

“Tráeme la escopeta porque le voy a disparar al amor de mi vida que me acaba de traicionar” o “le dije mil veces que no me abandonara y ahora su destino lo decido yo” son algunas de las frases que contiene la nueva canción Hey, Hey, Hey del reconocido grupo chileno Los Tres.

Sin duda, una verdadera apología al femicidio y a la violencia que sufren o han sufrido al menos un tercio de las mujeres de nuestro país.

Esta expresión “artística” se convierte así en un ejemplo más de la casi total indiferencia que provoca en nuestra sociedad el asesinato y crueldad sistemática que viven miles de mujeres en el ámbito de lo privado por parte de parejas y ex parejas por el hecho de considerarlas como ciudadanas de segunda; carentes de derechos y capacidad de decisión y finalmente, como objetos a disposición del dominio y del placer y poder masculinos.

Si una se remite a los clásicos contractualistas que plantean la existencia del estado con el fin de garantizar los derechos naturales (entre ello, el derecho a la vida) frente a la inseguridad que representa el estado de naturaleza, pareciera que el estado chileno más preocupado de defender el derecho a la propiedad pone un especial foco en remitir las altas cifras de delincuencia y no en asegurar el derecho a la vida y a la calidad de la misma de miles de mujeres que deben enfrentar a diario la violencia como consecuencia de nuestro defecto de origen (no haber nacido hombres).

En este sentido, para las mujeres en Chile pareciera que el pacto que funda el estado moderno pudiéramos darlo por revocado.

Para la Red Chilena contra la Violencia Doméstica y Sexual, son 54 mujeres y niñas que no recibieron la pertinente respuesta del estado.

Quizás otras 50 mujeres que hoy viven en este 2014 que recién comienza requieren de una Ley Integral contra la Violencia de Género, que considere – entre otros aspectos- duras sanciones a la apología al maltrato hacia la mujer como la expresada por Los Tres en su última producción y que promueva una imagen que respete su igualdad y dignidad de las mujeres y que no puedan ser utilizadas de forma excesiva como objetos, como ocurre en la actualidad.

El estado tiene el desafío de enfrentar de manera integral la violencia que sufren las mujeres por razón de su sexo, ya sea la física y psicológica ejercida por pololos, parejas o ex parejas; así como el acoso y la violencia sexual.

De esta manera, una Ley Integral que pretende enfrentar la violencia de género – causada por el hecho de ser mujeres – requiere abordar las razones estructurales de la ocurrencia de esta violencia y que dicen relación con la asimetría existente entre géneros por razones históricas y culturales.

Y si bien el estado de Chile ha ratificado instrumentos del sistema internacional de los derechos humanos relativos a la erradicación de la violencia contra las mujeres, cuenta además con un marco jurídico legal sobre prevención y sanción de la violencia doméstica y ha realizado diversas campañas para visibilizar este tipo de violencia y promover la denuncia. A todas luces y enfrentados a las estadísticas, estos esfuerzos parecen insuficientes.

Así también, el estado debe enfrentar cada una de las manifestaciones de la desigual distribución de poder entre ambos géneros, que encuentra su fundamento en el patriarcado.

Esta verdadera ideología nos impone una verdadera marca de nacimiento, que nos impide disponer de nuestro propio cuerpo y con el riesgo siempre latente de ser objeto de abuso y discriminación, tanto en el ámbito público como privado. Sólo en el caso de la violencia, las mujeres también son más vulnerables a sufrir violaciones, abusos sexuales, delincuencia común, acoso sexual, etc.

Si bien el femicidio es la expresión extrema de violencia, existe una cultura escasamente proclive a la igualdad de género en nuestro país que le otorga el fundamento.

Es así que según datos del Observatorio de Género en Salud (2013), un 10% de los varones chilenos se manifestó en que hay ocasiones en que las mujeres “merecen ser golpeadas” o en porcentaje similar que en caso de violación “hay que preguntarse si la víctima es promiscua o tiene mala reputación”.

Así también ejemplo de esta cultura es que ocupemos el penúltimo lugar en el cono sur según el Ranking de Igualdad de Género del Foro Económico Mundial, siendo el ámbito laboral y el de representación femenina en política los ámbitos peor evaluados.

Debemos entender que la brecha salarial, la menor participación de las mujeres en el mercado laboral, la invisibilización del trabajo reproductivo o doméstico, la menor representación femenina, nichos de mercado laboral ampliamente feminizados, entre otros fenómenos, tienen la misma explicación que el fenómeno de la violencia.

La causa no está en una violencia estructural de nuestras sociedades, sino fundamentalmente en que existe una menor valoración social de las mujeres respecto a los hombres. En definitiva, las mujeres somos una casta, consideradas ciudadanas de segunda categoría. Así como existe una preocupación por el incremento de las cifras de delincuencia, la violencia que vivimos las mujeres también es una lacra que debemos enfrentar, pero de modo integral.

Una sociedad que es indiferente a la violencia que viven las mujeres se convierte en cómplice. Y un estado que no sanciona expresiones pro violencia como éstas, también.

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02 ene 2014

Bachelet y el agua

Antes de criticar, sería razonable esperar cuál es el nivel de cumplimiento de las promesas del futuro mandato presidencial. No obstante, es válido contrastar su programa de gobierno con las necesidades del país y proyectar sus brechas. Esto porque 4 años de status quo y ausencia de políticas públicas adecuadas en materia de recursos naturales puede costarle caro al país, a punto de llegar a situaciones difícilmente reversibles.

Lo anterior, dado que en Chile, a las dificultades propias de la gestión hídrica se suma la existencia del libre mercado de aguas, el cuál es un problema en sí mismo, porque supone un principio básico de la economía, que al aumentar la demanda por el recurso entonces también aumenta la cantidad ofertada y por lo tanto, el sistema debe llegar a un nuevo equilibrio por acción y gracia de una “mano invisible”.

Cabe señalar que por condición natural, la disponibilidad de agua u “oferta hídrica” no sólo es limitada y finita, sino que más aún,la proyección realizada por diversos estudios indica que producto del cambio climático esta oferta será cada vez menor.

Por otro lado y para agudizar más el problema,la demanda por agua será cada día más alta debido al crecimiento económico y al propio calentamiento global. Luego esto permite prever un panorama de constante escasez hídrica en el país, de no mediar políticas públicas adecuadas.

De lo anterior se desprende que, como mal se informa, los principales problemas del país en materia de aguas no son debido a sequías (disponibilidad de agua) sino por la escasez (diferencia entre lo demandado y lo disponible).

Esto es importante incorporarlo, ya que cambia el carácter del problema desde algo puntual (sequías) a algo permanente y sostenido en el tiempo (escasez).Por lo tanto, las soluciones deben pasar desde la gestión de emergencias a medidas estructurales que involucren la forma como se administra el agua.

Revisando el programa de Bachelet en esta materia, puede observarse que se basa esencialmente en lo que pueda dictar una supuesta Nueva Constitución que reconocerá “el dominio público pleno, absoluto, exclusivo, inalienable e imprescriptible de los recursos hídricos”declarando“las aguas como bienes nacionales de uso público”.

Situación nada nueva, ya que el actual código de aguas de 1981 ya las declara, luego el problema radica en el régimen de propiedad privada que rige a los derechos de agua,que está conformado para asegurar el pleno funcionamiento de un mercado de aguas con nula regulación estatal y que contrarresta cualquier intención de darle una connotación de bien nacional de uso público.

Por otro lado, la oferta bacheletista señala que “se delegará en el legislador la regulación del procedimiento de constitución, reconocimiento, ejercicio y extinción de los derechos que se reconozca a los particulares sobre las aguas”.Es decir, se dejará al parlamento (el mismo que demoró 15 años en modificar estéticamente el código de aguas en el año 2005) que “regule” el actual procedimiento en que el Estado constituye los derechos de agua.

Así, el objetivo es “mejorar” lo existente, sin tocar en absoluto los mecanismos de transferencia actuales ni menos cuestionar la presencia del mercado en la asignación del vital recurso.No se cuestiona en lo más mínimo la base ideológica neoliberal con la que se construyó el modelo hídrico en la dictadura.

Otra promesa de este programa indica que, en sus primeros 100 días el Gobierno nombrará a un Delegado Presidencial para los Recursos Hídricos, para identificar y avanzar en soluciones a la escasez de agua en el país. Se analizará una normativa que haga posible la existencia de la figura “recursos hídricos con fines sociales”.

Esto podrá establecer usos prioritarios, pero siempre dentro del modelo de mercado de aguas, lo cual entregará respuesta en situaciones críticas, pero no frente a un escenario de carácter permanente como lo será la escasez futura.

Por otro lado, el cambio climático impactará fuertemente a los recursos hídricos de nuestro país, en tanto el rumbo en esta materia ha sido mal y peligrosamente enfocado sólo en la mitigación de gases efecto invernadero y el mercado de bonos de carbono, situación que sólo va en beneficio de corporaciones y empresas que participan en dicho mercado.

El programa de Bachelet ofrece una continuidad en éstas políticas cambiándole el nombre al Consejo de Ministros para la Sustentabilidad por el de “Consejo de Ministros para la Sustentabilidad y el Cambio Climático” y entregándole la misión de elaborar con la máxima celeridad posible un nuevo Plan Nacional de Cambio Climático, orientando las medidas hacia una economía baja en carbono con la meta de cumplir el compromiso de emisiones asumido por Chile el 2009 en la XV Conferencia de las Partes de Cambio Climático.

El programa no incluye medidas orientadas a la adaptación de nuestras normas legales, prácticas y políticas públicas a una realidad hídrica incipiente e irreversible, como será el permanente déficit hídrico en que se verá enfrentado gran parte del territorio nacional.

Es imperativo establecer de manera clara el plan futuro de políticas públicas en materia de aguas, de modo que permita un análisis crítico de la ciudadanía y los grupos expertos, la situación actual y futura ya no permite ambigüedades, ni enmascaradas invitaciones al statu quo,como las que aparentemente presenta el programa de Bachelet.

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02 ene 2014

El giro al centro

La nación chilena está en un proceso de cambios que no se debe eludir ni retardar. La estrategia de un viraje hacia el centro, que se sugiere a Renovación Nacional por el diputado Cristián Monckeberg, no debe ser temida pero tampoco desatendida por el bloque político de la “Nueva Mayoría”. Si esa nueva conducta acepta las reformas, la consecución de las mismas se puede ver favorecida.

Al revés, si se trata de una táctica que entorpezca las reformas, introduciendo una cuña en la coalición que asume el gobierno en el próximo mes de marzo, naturalmente tendrá que ser rechazada.

En todo caso, la mejor solución a cualquier intento divisionista es la propia unidad del bloque de la “Nueva Mayoría”, el espíritu inclusivo que aúne sus propósitos y la superación de cualquier pretensión sectaria de querer reducir su amplitud por la vía de cualquier “polo” que angoste y merme su convocatoria nacional.

El mejor antídoto es que la “Nueva Mayoría” acentúe y no disminuya su diversidad y el pluralismo político y social que la ha constituido en la principal fuerza política del país.

Algo parecido a lo sugerido por el diputado Monckeberg ocurrió al inicio de la transición democrática, en el período 1989-1990.

Renovación Nacional, entonces encabezada por la dupla Jarpa-Allamand, asumió el compromiso público de concurrir a las reformas constitucionales que Pinochet negó luego de ser derrotado en el plebiscito del 5 de octubre de 1988 y antes de la elección presidencial de diciembre de 1989.

Luego, “el peso de la noche”, es decir, la posición ultra reaccionaria de la bancada de senadores de entonces del partido Renovación Nacional, adicta a un ciego y visceral pinochetismo hoy desahuciado, impidió el cumplimiento de la palabra empeñada y Chile hubo de esperar hasta el año 2005 para que se materializaran esas tan anheladas reformas institucionales.

Un cuarto de siglo después, es de esperar que no vuelva a cometerse la misma conducta. Hay una generación distinta y esta no debiese caer en tan lamentable renuncia a sus convicciones y mirada de país.

De ser así, de crearse una nueva situación en el Congreso Nacional, las condiciones permitirían la concreción de una Comisión Bicameral, que desde hace años he impulsado, con el propósito de establecer una vía institucional que permita avanzar en el diálogo y elaboración de una nueva Constitución “nacida en democracia”, como es la tarea que se ha propuesto la Presidenta electa, Michelle Bachelet.

En Chile, hasta ahora son decisivas dos circunstancias contrapuestas. La primera, es que el texto constitucional tiene un vicio de origen, lo que obliga a que, responsablemente, los actores políticos, pensando en el futuro de la Patria, sean capaces de encontrar un camino viable que ayude al país y no lo haga retroceder, para resolver el dilema constitucional pendiente.

La segunda, es que hay dos bloques políticos amplios y representativos en la vida nacional, ya que aún con todo lo ancha que resulta la diferencia entre el 62 por ciento de la Presidenta electa y el 37 por ciento de su competidora, en la segunda vuelta, de todas maneras no se puede abrir paso una alternativa que fructifique, a la postre, en una nueva Constitución si se intenta una política sectaria y no se insiste y se practica una voluntad de diálogo tenaz y eficiente que alcance ese magno y gran objetivo para Chile, incorporando, además, a otros sectores de opinión que legítimamente esperan ser incluidos y entregar su propia contribución.

Si el “giro al centro” que se propone a Renovación Nacional tiene como trasfondo el convencimiento de que ya definitivamente la derecha “ochentera”, como denuncia el documento, no puede seguir siendo refractaria, vetando avances institucionales de interés del conjunto de la sociedad, hasta ahora rehuidos e impedidos por la inercia que aún significa la herencia del régimen dictatorial.

Si estamos ante una nueva mirada estratégica, quiere decir que el 2014 puede dar los frutos societales que todos anhelamos cuando nos abrazamos a la hora cero este último miércoles y celebramos la llegada del Año Nuevo.

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02 ene 2014

Yuyanapaq, para no olvidar

Yuyanapag es el nombre de la exposición oficial de la Comisión de Verdad y Reconciliación del Perú, que con el aporte de 24 fotógrafos y distintos medios retrata las dos décadas de violencia en el Perú, años en que se desencadenó la feroz acción del movimiento Sendero Luminoso, una fracción maoísta del partido comunista peruano, y la consecuente réplica de las fuerzas armadas, la policía y los escuadrones de la muerte, dejando un saldo de sesenta y nueve mil muertos y desaparecidos, según la Comisión de la Verdad que dirigió el prestigioso académico Salomón Lerner Febres.

El interés por los hechos ocurridos en el vecino país es indudable para nosotros los chilenos. De hecho, las experiencias de Chile, Perú y Argentina, con su simultaneidad y terroríficas cifras de muerte, desaparición de personas y torturas, nos hablan de una violencia profunda en nuestra región, algo que creíamos que no formaba parte de nuestra cultura, pero que se manifestó con fuerza y rudeza inaudita en las tres últimas décadas del siglo XX.

Sin duda, los contextos en que desarrollaron los hechos son muy diferentes en cada país. A diferencia de Chile y Argentina, en el Perú no había una dictadura militar desatando una política de violaciones sistemáticas de los derechos humanos, sino que el país estuvo gobernado por gobiernos elegidos en las urnas la mayor parte del tiempo.

La violencia fue desencadenada en el marco de la vigencia del estado de derecho por Sendero Luminoso, secundado en una medida menor por el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru y en una etapa terminal del conflicto por grupos narcotraficantes aliados de Fujimori.

La llamada guerra popular que inició Sendero Luminoso reclamaba el fin del dominio de la burguesía y la instalación de una dictadura del proletariado, la que se verificaría con la toma del poder por parte de la vanguardia del pueblo, el movimiento Sendero Luminoso.

Las víctimas principales de tal guerra, sin embargo, no fueron los burgueses limeños, sino los campesinos pobres y las comunidades indígenas del Perú.

Que la supuesta guerra popular afectó principalmente a los más pobres lo muestran las distancias culturales entre las víctimas y el resto del país las que aparecen como las más dramáticas: mientras que para el 20% del país el quechua y otras lenguas nativas es su idioma materno, esa proporción supera el 75% entre los muertos y desaparecidos reportados a la Comisión de Verdad y Reconciliación.

Es importante destacar que las partes en conflicto tenían una postura similar en relación a los derechos humanos. La Policía y las fuerzas armadas los consideraban un obstáculo para el cumplimiento de una eficaz lucha anti subversiva y Sendero Luminoso creía que el derecho internacional de los derechos humanos y hasta el propio estado de derecho eran construcciones ideológicas que era menester destruir.

La experiencia del Perú obliga entonces a preguntarse si es correcto limitar las denuncias por violaciones a los derechos humanos sólo a los actos cometidos por agentes del Estado.

En efecto, crímenes de lesa humanidad tales como actos contra la vida y la integridad física de las personas, actos de tortura y secuestros cometidos de manera sistemática y respondiendo a un programa bien justificado ideológicamente, planificado y prolongado en el tiempo, ¿no debieran también calificarse como graves atentados a los derechos humanos?

Es cierto que son los Estados los firmantes de los tratados que protegen los derechos humanos, y ellos están obligados a respetarlos; pero ello no implica que los ciudadanos o los grupos organizados de la sociedad civil o política carezcan de obligaciones y que su acción no pueda caer en el campo específico de los crímenes de lesa humanidad.

La trágica historia de dos décadas del vecino país no puede ser olvidada pues conlleva lecciones para toda la región latinoamericana y muy especialmente para las fuerzas políticas, tanto de izquierdas como de derecha.

Todos deben aprender que la democracia no puede abandonar su supremacía moral y política y hacer abandono de sus responsabilidades sometiéndose sin control a los mandos de las fuerzas armadas pues ello tiene consecuencias políticas lamentables: corrupción y violaciones a los derechos humanos.

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02 ene 2014

Voto y voluntariedad, tres posiciones frente a un problema

Las elecciones del año pasado no solo generaron un nuevo escenario político al otorgar, por primera vez desde el retorno a la democracia, una mayoría en ambas Cámaras del Congreso a la persona que ejercerá la Presidencia de la república por los próximos cuatro años, sino también porque revelaron una importante situación en relación a la participación electoral, dada la nueva realidad de inscripción automática y voto voluntario.

El Estudio de Valores Sociales de la USACH nos dijo que en primera vuelta la participación electoral fue muy diferenciada en función principalmente de dos variables: edad y nivel socioeconómico.

Efectivamente en relación a estos dos elementos las correlaciones fueron totales.A mayor edad hubo mayor participación electoral, es decir los mayores votaron en mayor proporción que los más jóvenes, y a mayor nivel socioeconómico hubo mayor participación electoral, es decir los más ricos y educados votaron en una proporción mayor que los más pobres y con menor nivel de educación.

Esto último es muy significativo cuando se pregunta por la auto calificación en la escala social ya que casi un 90% de los que se autodefinen como clase alta o media alta votaron en la primera vuelta del 17 de noviembre, en tanto que la participación global alcanzó a solo un 52% del padrón electoral, corregido de los que viven en el extranjero y les estaba impedido votar y de los fallecidos que no han sido eliminados del padrón, que sumados se estima son un millón de personas.

Un nivel de participación bajo no tendría por qué ser un problema. Muchos estudios dicen que hay sociedades desarrolladas y no tan desarrolladas en que la participación es baja. Pero es un problema si la participación electoral es segregada, como demostró el Estudio de Valores Sociales.

Ya teníamos un problema cuando el voto de una persona en Maipú vale menos de la mitad que el voto de una persona en Melipilla, y menos de la cuarta parte que en Vallenar. Pero el inconveniente es mayor al agregar las segregaciones por edad y por nivel socioeconómico, especialmente por este último calificativo.

No funciona bien una sociedad donde los ricos y calificados participan y los pobres y poco instruidos no lo hacen. Ello refleja diversos problemas, y constituye un problema frente al que han surgido básicamente tres posiciones.

La posición más conservadora sostiene que el problema no es un problema en si y por lo tanto no hay que actuar. Seguramente, apunta esta posición, los que no participan aprenderán con el tiempo a hacerlo y lo harán en la medida que tengan mayores niveles de educación.

La posición radical postula que no es posible que la sociedad tolere que unos participen y decidan por todos, y que el tiempo que se toma en ir a votar es una excusa de menor nivel, y que si la sociedad impone obligaciones en diversas áreas también lo debe hacer en esta, y el voto debe ser obligatorio (y recuerda que ser vocal de mesa es obligatorio para los que son convocados).

Una posición similar, pero menos categórica, dice que hay que asociar las obligaciones a los derechos y que si alguien quiere obtener un beneficio de la sociedad debe participar en su construcción, así el votar debería ser una exigencia para obtener subsidios, abrir cuentas de ahorro para la vivienda y otras actividades en las que las personas requieren del Estado.¿Recuerdan que así ocurría hasta 1973, en un sistema que funcionó con gran eficiencia?

¿Cuál camino tomará la sociedad? El nuevo Gobierno y el Parlamento tienen la palabra al respecto, lo importante es que la conversación y el debate sobre este tema no se olviden hasta que las elecciones municipales del 2016 lo vuelvan a poner de relieve.

Hoy tenemos información y estudios que pueden y deben ser considerados para abordar el problema.

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01 ene 2014

Que a Chile le vaya bien

Al comenzar el nuevo año, nos esperanzamos con la posibilidad de que las cosas sean mejores que en el año que se fue. Son sólo deseos naturalmente, pero es muy humano que sea así: somos criaturas movidas por los deseos, los sueños, los planes que no cesamos de hacer, el impulso de “inventar” los días que vienen.

Queremos corregir esto o aquello, renovar lo que hace falta, mejorar la vida. Y cuando ya somos viejos, nos ilusionamos con la idea de que nuestros hijos y nietos tengan una vida mejor que la que tuvimos.

Sabemos, en todo caso, que nuestras fuerzas son limitadas, que nuestro tiempo es limitado. Nos damos cuenta de que necesitamos medir nuestros pasos y tratar de no equivocarnos gravemente.Nuestro reto cotidiano es lograr una síntesis entre la pasión y la razón.

En marzo, se cumplirán 24 años de la recuperación de la democracia. Aquel fue un gran momento, pues representó el triunfo de la cultura de la libertad y el comienzo del difícil proceso de restañar las heridas que dejó el despotismo. No fue sencillo restablecer el funcionamiento de las instituciones democráticas, pero lo hicimos sin grandes convulsiones.

Se puede decir que hemos asimilado las duras lecciones de la historia: nada es más importante que asegurar que en Chile prevalezcan la paz, la libertad y el derecho.

Hemos avanzado en muchos terrenos y no podemos olvidar la forma en que lo conseguimos. No lo hemos hecho todo bien, pero las cosas esenciales sí las hemos hecho bien.

Hemos construido una institucionalidad que procesa civilizadamente las diferencias y los conflictos. En el terreno económico, la cooperación del Estado y el sector privado ha sido el motor del progreso, en un marco de garantías explícitas para la inversión.

Los logros no cayeron del cielo. Queda mucho por hacer. Pero debemos cuidar lo conseguido para seguir avanzando. Debido a que Chile progresó ostensiblemente en el último cuarto de siglo, es que surgen nuevas demandas. Es un proceso natural.Las familias que salieron de la pobreza aspiran a mejorar la situación conseguida.La clase media espera apoyo en los campos de la educación, la salud y la previsión.

Es imprescindible reducir las desigualdades. Pero lo es también definir certeramente los instrumentos apropiados para lograrlo. Hemos aprendido que el mercado no debe ser el ordenador supremo de la vida en sociedad, pero también hemos aprendido que el Estado no debe ser el gran propietario ni concentrar poderes excesivos.

Ni libremercadismo ni asistencialismo. El Estado debe proteger el interés colectivo, y a la vez fomentar la autonomía de las personas.Ello implica alentar el emprendimiento y la creación de fuentes de trabajo.

Nunca estuvo Chile tan cerca de conseguir el objetivo de convertirse en una nación desarrollada.Ello no se reduce a lograr un determinado PIB per cápita, sino que exige crear una base de progreso sostenible y avanzar en el ámbito de la cohesión social.Podemos conseguirlo.

Un libro iluminador es “Por qué fracasan los países” (Editorial Planeta chilena, 2013), de Daron Acemoglu (profesor del Massachusetts Institute of Technology, MIT) y James A. Robinson (profesor de la Universidad de Harvard). El subtítulo es “Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza”, lo que es revelador de su contenido.

Se trata del resultado de 15 años de investigación y reflexión sobre la experiencia de numerosos países de todos los continentes, lo que permitió a sus autores establecer ciertas pautas respecto de por qué algunos prosperaron y otros se quedaron atrás. Leído en Chile, ayuda a visualizar mejor lo que debemos hacer y lo que debemos evitar en los años que vienen.

El futuro gobierno iniciará su labor en un contexto de altas expectativas. No podrá responder a todas ellas. Tendrá que establecer prioridades a partir de un programa que, a decir verdad, es sobreabundante.

Es de esperar que la Presidenta electa configure un equipo de excelencia, que actúe con gran cohesión.Habrá que hablar francamente a los ciudadanos acerca de lo que se puede conseguir en 4 años.No debe haber ilusiones desmedidas, puesto que ellas se vuelven en contra.

Necesitamos que Michelle Bachelet lleve a cabo una gestión exitosa. Para ello, su gobierno necesitará equilibrar adecuadamente los cambios y los factores de continuidad.Lo mejor es que las reformas constitucionales no originen un proceso confuso, que dé la impresión, dentro y fuera de Chile, de que todo está en discusión.

Los avances sociales deben ser tangibles al final del período, y ello va de la mano del crecimiento de la economía. Y ya sabemos que en estos tiempos, la globalización condiciona en gran medida las metas nacionales.

Para progresar sobre bases sólidas, se necesitarán grandes acuerdos. O sea, diálogo democrático, interacción dinámica entre el gobierno y el Congreso. Y por supuesto escuchar a los diversos sectores de la sociedad civil. Tanto el gobierno como la oposición tienen la obligación de proteger la estabilidad y la gobernabilidad. Las diferencias de criterio, propias de la vida en democracia, no deben debilitar la defensa del interés colectivo.

Vamos todos en el mismo barco. Por lo tanto, es vital que la carga esté bien estibada, que el rumbo sea claro y que seamos capaces de enfrentar los cambios de las mareas. Necesitamos que a Chile le vaya bien. Tenemos que cooperar para que sea así.

¡Feliz Año Nuevo!

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