08 ene 2014

3 y 4 Álamos

Tuve el honor de presentar el libro “Yo también estuve en 3 y 4 Álamos, y otros relatos relacionados” que corresponde a un segundo libro de testimonios de personas que pasaron por los campos de concentración conocidos por los álamos que servían de referencia para ubicarlos.

Fue editado por la Corporación 3 y 4 Álamos, en el contexto de un proyecto que persigue mantener viva la memoria histórica de las atrocidades cometidas en dicho lugar de la comuna de San Joaquín, sitio de memoria histórica que pretende transformarse en un parque por la paz y la memoria.

Más que un libro, es un esfuerzo por mantener un patrimonio intangible que pretende recuperar y conservar valiosos testimonios que – de lo contrario – el tiempo se llevaría como polvo del olvido. Es una tarea inagotable mantener viva la memoria histórica de los terribles hechos de violaciones sistemática y permanente a los derechos humanos cometidas a miles de hermanos y hermanas que pasaron por las barracas de 3 y 4 Álamos.

El libro recoge el testimonio de una serie de personas que estuvieron y/o conocieron la tortura en dichas dependencias y su lectura nos señala en forma explícita y evidente algunas ideas fuerzas a tener presente.

Recorriendo sus líneas uno puede comprender y valorizar la importancia de la memoria histórica, que en palabras de Rubén Roca,  una sociedad civilizada como la chilena no debe darle la espalda al pasado ni a la verdad. Debe ser capaz de mirar cara a cara los acontecimientos sin temor a los reflejos.

Los esfuerzos de la “Corporación 3 y 4 Álamos” deben ser respaldados por las principales autoridades en la materia y por todos los chilenos que creen en valores tales como la generosidad y la tolerancia para lograr hacer de Chile, de una vez por todas, una Nación donde prevalezcan la justicia, la libertad y el respeto de los derechos humanos como baluartes de la prosperidad del conjunto de su población.

Entre las hojas del libro encontramos la importancia de la lucha permanente, reflejadas en el testimonio de Samuel Houston quien nos relata uno de mis hermanos, con algunos de sus compañeros de Partido que ya estaban exiliados en Inglaterra, me había conseguido una visa y una beca para estudiar en una universidad en ese país. Leí las cartas que me habían enviado, escritas algunas en español otras en inglés, donde me hacían estos ofrecimientos solidarios. No lo pensé mucho.Al cabo de un par de días había tomado la decisión de no salir al exilio.La pelea había que darla en Chile.

La lectura del libro nos dará una clara visión de la justicia,  Ernestina Alarcón, nos cuenta que el recurso de amparo presentado en la Corte de Apelaciones, no tuvo respuesta del ministerio del Interior, y en cada organismo que se preguntó siempre se nos dijo “José Campusano, no está detenido”. Sabiendo que lo habían sacado desde la casa frente a su familia, la Justicia nada decía. Era un contubernio entre el Poder Judicial y el Gobierno cívico-militar. Los Tribunales de ese momento que no acogieron los recursos de amparo son responsables de los crímenes de muchas personas inocentes.

Pero el concepto que más se repite, a lo largo de las palabras esculpidas en el libro, es el de la solidaridad, reflejada en los recuerdos de Carlos González quien nos dice, jamás olvidaré la mitad de una marraqueta, que me pasó en los cajones de la Villa Grimaldi, un compañero que nunca supe quién fue. Tampoco olvidaré los miles de gestos de solidaridad y compañerismo de cada uno de las presas y presos del Campo de Prisioneros Políticos de 3 y 4 Álamos, o de la pluma de Hugo Behm quien nos expone que lo fundamental desde el punto de vista de la solidaridad es que todos estos bienes son comunes, absolutamente todos. Al obrero y al campesino les traen muy pocas cosas, pero con igual cariño que para aquél que, por tener más, le traían sencillamente más.

Concepto de solidaridad que reitera un vecino de 3 y 4 Álamos, Luis “Lito” Donoso, quien recuerda que la solidaridad fue una forma de resistencia, de rebelarnos y ser profundamente consecuentes con los compañeros y compañeras, sin pensar o meditar alguna vez si estas acciones ponían en riesgo nuestras vidas. Los dictadores jamás pensaron que sus acciones, sus traiciones, sus despiadados tratamientos nos fueron haciendo fuertes y dispuestos a combatirlos durante el tiempo que fuera necesario.

Después de la lectura del libro “Yo también estuve en 3 y 4 Álamos” uno tiene el derecho a preguntarse por las verdaderas causas de tanto dolor, a preguntarse la razón de la existencia de una sistemática violación a los derechos humanos, a indagar las profundas causas de la tortura y el asesinato.

Si bien estos fenómenos son multicausales, hay una causa cuya reflexión quiero compartir, cual es la existencia de una oligarquía que ve amenazado sus intereses oligárquicos. En efecto, cuando una oligarquía ve tambalear sus más esenciales intereses, partiendo por el control sobre el poder, es capaz de promover y avalar una brutal violación de los derechos humanos como mecanismo, precisamente, de control del poder.

Es un debate que dejo abierto.

De ahí la importancia de los testimonio recogidos en el libro que comento.

De ahí la importancia en una permanente defensa y promoción de los derechos humanos.

De ahí la importancia de la memoria histórica.

El libro termina con una proclama, ¡Nada está olvidado, nadie está olvidado!

Que nada está olvidado es un llamado a la justicia, a mantener viva la memoria histórica de las atrocidades de la dictadura, y a transformarlo en procesos educativos y trasmitirlo a las nuevas generaciones.

Que nadie está olvidado es colocar en el centro del debate y la acción de la defensa y promoción de los derechos humanos a su componente más preciado, la persona humana.

Nota del autor: el libro “Yo también estuve en 3 y 4 Álamos” puede ser adquirido, para su difusión, con el Director de la Corporación 3 y 4 Álamos señor Ernesto Lagos.elagosrobles@gmail.com

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07 ene 2014

2014 y el reencuentro político

Después de la celebración de la Navidad y Año Nuevo florecen energías más positivas, pero rápidamente decaen con la tozudez de este Gobierno.

La idea de insistir en una estrategia legislativa derrotada por las urnas habla de la falta de visión que permanece en los funcionarios y funcionarias gubernamentales salientes.

No es posible que quieran mantener la discusión de los proyectos sin contar con los acuerdos para avanzar considerando todas las voces involucradas.

La Nueva Mayoría es una fuerza política en evolución constante y poderosamente ciudadana, que estará disponible y dispuesta a realizar todas las tareas que vayan en la dirección de las exigencias del programa diseñado sobre las transformaciones políticas, económicas y sociales acordadas democráticamente.

La pretensión del Gobierno de imponer con fórceps una ruta legislativa a dos meses del cierre de su periodo nos reitera su desinterés en sintonizar con las personas, sus problemas, conflictos y dificultades.

Molesta esa falta de ubicación en el tiempo y espacio político, porque entorpece la gestión y la creación de políticas públicas de calidad. Normas que permitan el desarrollo integral que esperamos hace tiempo los chilenos y chilenas.

No queremos vetos que busquen doblarles la mano a los ciudadanos, no queremos Ministerios que no sean discutidos en profundidad, no queremos que dejen amarrados programas ministeriales que contradicen el itinerario solicitado por la mayoría del país.

El nuevo rol que debería estar en el primer plano de este gobierno brilla por su ausencia.Debería tomar nota de la oposición, de su forma de hacer política, escuchando a la gente y actuar en consecuencia, sin faltarle el respeto a las mayorías.

Si desde el Gobierno dedicaran sus esfuerzos a ello, otro gallo cantaría.

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07 ene 2014

El sueño de hoy, un gabinete de izquierda-centro

Todos hablan (algunos cruzan los dedos) sobre el futuro gabinete.

Momento histórico. Posibilidades. Sueños ubicados o no en el tiempo. Apoyo al programa que el pueblo votó. Ciertos temores. Parapetos de diversas derechas de fuera y de dentro.

Este no es para nada un pronóstico, pero ojalá que algunos de ellos y de ellas juren en marzo.

Hasta hace unos tres años Chile tenía por un lado la alianza de gobierno piñerista y por el otro una concertación en bajada terminal. La ideología neoliberal campeaba.

La de Piñera era una alianza de la derecha con la extrema derecha.

La de Escalona y Walker, una alianza de centro y centro-derecha. La poca centro-izquierda de la Concertación estaba subordinada y la izquierda en las afueras.

Pero vinieron fenómenos no esperados.En 2011 irrumpió un movimiento social con fuerza antisistémica.

En 2012 y 2013 el centro se sensibilizó ante el movimiento, la izquierda tradicional hizo suyas las nuevas banderas, la ex Presidente Michelle Bachelet se abrió (desde la ONU) a los cambios sociales, y la más apabullante mayoría ciudadana de la historia de Chile (más del 62 por ciento) aprobó el Programa de Gobierno de Izquierda-Centro de la Nueva Mayoría y puso en La Moneda por cuatro años a Bachelet.

Ahora corresponde que un gabinete de izquierda-centro (con hegemonía de izquierda-centro) y no de centro-izquierda, como en 1990, trabaje con la Presidenta en el cumplimiento del Programa. Han cambiado los problemas y los componentes.

En 1990 el Presidente era democristiano y la mayoría de la alianza también. Ahora la Presidenta es socialista y la mayoría proviene de lo que fue, hace muchos años, la Unidad Popular.

Un gabinete con mayoría de izquierda y centro-izquierda, con gente probada y “comprometida con el programa”, como ha dicho Michelle.Por ejemplo.

Interior: Javiera Blanco, independiente. (Centro)

Defensa: Juan Goñi, PPD.(Centro)

RREE.: Heraldo Muñoz, PPD (Centro-izquierda)

Educación: Mario Waisbluth, independiente (Centro-izquierda)

Secretaría General de Gobierno: Antonio Elizalde, socialista (Centro-izquierda)

Cultura: Carmen Romero, independiente (Izquierda)

Salud: Julio Sarmiento u otro médico comunista (Izquierda)

Justicia: Fernando Atria, independiente. (Izquierda)

OOPP: Claudio Orrego, demócrata cristiano. (Centro)

Segpres: José Antonio Gómez, radical. (Izquierda)

Medio Ambiente: Alberto Sfeir, ecologista. (Centro-izquierda)

Mideplan: Luis Maira, socialista. (Centro-izquierda)

Trabajo: Claudia Serrano, socialista. (Centro-izquierda)

Bienes: María Antonieta Saa, PPD. (Centro)

Ministerio de la Mujer: Laura Albornoz, DC. (Centro)

Ministerio de Economía: Mario Marcel (PS), con Manuel Riesco, comunista (Izquierda) como Subsecretario.

Ministerio de Hacienda: Alberto Arenas, PS (Centro) o Andrea Repetto, independiente. (Centro)

Ministerio del Deporte: Carlos Caszelli, independiente (Centro-izquierda)

Instituto Nacional de la Juventud: Karina Delfino Mussa, PS (Izquierda) o Miguel Crispi, Rev.Democrática ( Izquierda)

Ministerio de Agricultura: Nicolás Eyzaguirre, PPD. (Centro-derecha)

Ministerio de Energía: Jorge Marshall, PPD. (Centro)

Ministerio de Minería: Pablo Engel, DC. (Centro)

Ministerio de Transportes: Jorge Burgos, DC. (Centro-derecha)

Amplio, con siete ministras, diversos partidos y sensibilidades, con respeto a todas las sensibilidades, con destacados y reconocidos independientes, político-técnicos, y sobre todo un gabinete programático.

Es un sueño, claro, con anclaje en la realidad. La Presidenta y el Programa mandan.

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07 ene 2014

El secreto de la ficha

A principios de diciembre participé en un interesante seminario “Una nueva mirada sobre pobreza: del asistencialismo a lo promocional”, organizado por la Fundación de Superación de la Pobreza donde se estableció un debate sobre el sistema de focalización en Chile. En dicha ocasión se observaron las consecuencias subjetivas relacionales que estos sistemas han acarreado.

Principalmente, porque junto con dar señales equívocas en torno al esfuerzo -por el aumento de los puntajes- también su aplicación ejerce una violencia simbólica hacia las personas que viven de manera más precaria.

Por estas razones se exponía la necesidad de terminar con la focalización hacia los grupos más pobres centrándose en políticas universales y que identificaran o focalizaran en los más ricos para excluirlos de ciertos beneficios sociales, dado que en nuestro país el tema de las vulnerabilidades sociales atraviesa a un significativo número de habitantes.

Este debate entra en contradicción con lo que ha sido la política del actual gobierno el cual desde el primer día se puso por misión el mejorar la focalización en los que más pobres o según sus palabras en “los verdaderos pobres”. Para ello creó una comisión de expertos el 2010 y luego cambió la unidad de focalización por la División de focalización en el ministerio de Desarrollo Social cuya misión es implementar la Nueva Ficha de Protección Social.

Supuestamente durante el año 2012 se realizaría el proceso de refichaje y durante el año 2013 la Nueva Ficha estaría operativa, sin embargo, estamos comenzando el 2014 y se ha decidido cancelar su aplicación hasta que el nuevo gobierno tome la decisión y aún no se conocen aspectos sustantivos de su posible futura aplicación.

Si bien sabemos que la Nueva Ficha incluye preguntas sobre gastos, patrimonio, enfermedades catastróficas y que la información será validada por otras fuentes de información sustituyéndose el privilegio del auto reporte, no sabemos aspectos sustantivos, que hasta el día de hoy son un verdadero secreto.

a. Cuál es el algoritmo de cálculo del puntaje de la Nueva Ficha y, por tanto, las ponderaciones de cada una de las variables o dimensiones.

b. Cuántas personas que antes eran beneficiarios quedarán fuera de ellos con la nueva focalización.

Estas dos preguntas tuve la oportunidad de hacérselas al ministro de Desarrollo Social en el seminario señalado,  no obtuve ninguna respuesta.

Hace pocos días se anuncia la suspensión del proceso, situación que parece acertada frente a la incertidumbre anteriormente señalada, pero nadie nos ha dado una explicación en relación a los recursos invertidos en un proceso no ejecutado, ni en las razones de los atrasos, ni por qué el proyecto estrella del nuevo ministerio de Desarrollo Social no vio la luz durante toda su gestión.

Será un nuevo error del “gobierno de excelencia”, nos hemos acostumbrado a ellos pero eso no quita que como ciudadanos exijamos explicaciones.

La construcción y uso de este instrumento de focalización no es neutro en el sentido que responde a un modelo de desarrollo de la Política Social.

La estigmatización y consecuencias de su aplicación así lo muestran, si bien el próximo gobierno comprometió en su programa cambios a la Nueva Ficha, aún no sabemos las consecuencias que podría tener la aplicación de ésta.

Tiene la oportunidad de cambiar la mirada, sin embargo, frente a la situación de incertidumbre actual y de congelamiento de los puntajes debe estar preparado para un momento de transición de fácil operación.

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06 ene 2014

La pacificación de Chile

El 7 de enero del 2013, días después de la tragedia ocurrida en Vilcún con el matrimonio Luchsinger-Mackay, cooperativa.cl en su sección de Opinión publicó una columna mía con el título “¿Pacificar La Moneda?” con una crítica directa al accionar de Palacio, intensamente policial, pero políticamente limitado y errático. Esas fueron mis palabras. “De pronto, da la impresión que el Palacio Presidencial, que debería ser centro y sujeto de construcción política, se convierte solo en un centro de Bandos y órdenes”.

Estamos a Enero del 2014, exactamente un año después. ¿Y qué observamos? Masivo despliegue policial; viajes del ministro del Interior y reuniones oficiales con agricultores (más, con ninguna comunidad indígena); declaraciones belicosas; imputaciones abiertas de “terrorismo indígena”; declaraciones notables o sorprendentes de una vocera haciendo alusión al rescate de la “Pacificación de la Araucanía”… ¿Son distintas estas observaciones de aquellas de las cuales dimos cuenta en enero del 2013? No.

Y al contrario, personeros del mundo empresarial han sido más relativos en sus juicios. Sin renunciar a exponer su preocupación por la gravedad de determinados hechos, en su mayoría coinciden que la Región de la Araucanía sigue produciendo y que algunos actos de violencia no afectan mayormente los indicadores de producción.

Desde la cárcel, Héctor LLaitul, vocero de la CAM sale al paso de algunas personas que haciendo uso y abuso de la causa mapuche confunden su accionar con la identidad indígena o la emplean con una finalidad propagandística.

El Gobierno dice, “encontramos panfletos que hacen alusión a la causa mapuche”.Y cuando eso se dice, me acuerdo de aquellos años de dictadura cuando en determinados (y muy sospechosos actos de “violencia extremista”) proliferaban también “panfletos y volantes subversivos”.

¿Qué está sucediendo en realidad en La Araucanía? Nada nuevo que no se conozca desde hace más de 40 años, sólo para establecer una mirada corta (desde el punto de vista histórico).

Entre 1973 y 1989 el Pueblo Mapuche, en particular y en el sur principalmente, sufrió una profunda represión. Lo que quedaba de sus tierras fue usurpado por particulares y por el Estado militar. Las leyes que se alcanzaron con esfuerzo y el trabajo de muchos años para proteger una parte de los derechos de tierras, fueron borradas sin contemplaciones.

La dictadura dictó Decretos Presidenciales mediante los cuales se subdividió la tierra indígena y se obligó a muchas comunidades y familias a dejar sus tierras.Sobre estos mecanismos institucionales se levantó el poder de las empresas forestales y se fortaleció la hegemonía de familias de terratenientes.

Esa es la verdad. Y los indígenas fueron reducidos a la mínima expresión. Cualquier lucha social y pacífica que se levantase para exigir derechos indígenas en el sur, fue violentamente reprimida.

¿Qué cambió con la transición democrática? En 1989 los indígenas firmaron el Pacto de Nueva Imperial con Patricio Aylwin. El Presidente cumplió: creó la CEPI, Comisión especial de pueblos indígenas. Le encomendó enmendar la ley y crear una Ley Indígena. Pasaron tres años y finalmente la Ley 19.253 nació el 5 de octubre de 1993, generando grandes esperanzas de cambio.

En 1994 se crea la CONADI y se inicia una nueva relación entre Pueblos Indígenas y Estado. ¿En qué fallamos?

Se destinaron recursos limitados para resolver complejos problemas de demandas de tierras ancestrales. La naciente institucionalidad democrática chilena no estaba preparada para impulsar grandes cambios en la política indígena. Las autoridades del Estado, en general, sentían que el tema indígena era fundamentalmente un problema de pobreza y falta de oportunidades.

En suma,lo indígena nunca alcanzó a ser un tema relevante en el Estado. Con la crisis de Ralco y su impacto en la Ley Indígena, la Conadi perdió fuerza y la Ley Indígena quedó debilitada.

El Presidente Lagos comprendió que estábamos ante un problema y convocó a una comisión que durante dos años y medio arribó a conclusiones muy importantes: el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Nuevo Trato reconoció las injusticias que el Estado cometió en contra de los Pueblos Indígenas; se auto-impuso el deber de establecer una Deuda Histórica y formuló 120 medidas de todo tipo para iniciar un proceso de reparación.

El Informe está cumplido sólo en una mínima parte. La Presidenta Bachelet, en su primer Gobierno hizo un giro conceptual importante el 2008. Habló de Derechos integrales (políticos, sociales, económicos y culturales) y enfatizó la aprobación del Convenio 169. Las políticas públicas indígenas, mientras tanto mantuvieron su ritmo, sin muchos nuevos recursos y, en suma, se avanzó en la medida de lo posible.

Por cierto, se cometieron errores que afectan la confianza del mundo indígena en las leyes, las instituciones y el gobierno. Sus demandas comenzaron a ser criminalizadas. La Ley anti-terrorista hizo su aparición y surgieron las primeras víctimas mapuche. La distancia ha crecido.

Resolver la situación de la Araucanía requiere una suma de procesos. El Estado democrático debe cumplir sus compromisos. Ahí está el Informe de Verdad y Nuevo Trato, hay que llevarlo a la práctica.

El Gobierno debe hacer cumplir las Leyes. Ahí está el Convenio 169 que obliga a una completa revisión y ajuste de la legislación y normativa nacional aplicable a los Pueblos Indígenas.

Chile debe cumplir sus compromisos internacionales. Ahí está la Declaración Universal de Derechos Indígena en el mundo, de Naciones Unidas 2007 (que Chile firmó de puño y letra).

El Congreso deberá legislar para incluir a los indígenas en el Parlamento y aprobar los reconocimientos jurídicos pendientes en el corto plazo.

El Poder judicial debe revisar todo proceso judicial contrario a los derechos indígenas. Chile debe invertir más recursos financieros para comenzar a saldar la Deuda Histórica reconocida el 2004.

Esto solo para comenzar a conversar.

¿Cuánto vale la Paz de Chile? ¿Qué valor le ponemos a la Paz en la Araucanía? Si Chile actúa con mezquindad, la paz se hace relativa. Con la plata de todos los chilenos el Estado ha salvado la crisis de medios de prensa, de bancos, de empresas.

¿Cuánto le cuestan al país los subsidios a las empresas mineras, forestales, salmoneras, eléctricas y las variadas y extensas “condiciones ventajosas”? Seamos claros, son miles de millones de dólares.

¿Cuánto se ha invertido en 14 años en buscar resolver la Deuda Histórica con los Pueblos Indígenas? menos de un décimo de lo que se ha invertido (y se sigue invirtiendo) en grandes complejos industriales.

¿Quién debe ser pacificado entonces? El país, cuando la discriminación estructural y la ausencia de reconocimiento de Derechos son fuente de la violencia primera.

Entonces, llamo a los chilenos a ponerse una mano en el corazón, para entender que es la diversidad cultural la que da sentido y solidez a nuestra plurinacionalidad y que los indígenas son sujetos de derecho, y meter la otra mano en el bolsillo, aunque sea para decir: “mire, y para que por lo menos sea una vez en la Historia de Chile, ¡lo que cueste!, los chilenos pagaremos nuestra Deuda Histórica con los Pueblos Indígenas”.

Entonces podremos hablar de una Paz duradera.

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06 ene 2014

El factor humano en los incendios forestales

Pocos son los fenómenos que pueden afectar tan significativamente distintos aspectos de nuestro entorno como los incendios forestales. Por cierto se afecta la naturaleza, su biodiversidad, su capacidad para proveer servicios ambientales y económicos.

Pero también afecta la salud de las personas a través de la contaminación, la emisión de gases de efecto invernadero y, en forma más directa, la amenaza a la vida de las personas, sus casas y propiedades, su trabajo. Los incendios forestales son una de las principales amenazas a la vida y al ambiente en el sector rural y en la interfaz urbano-rural.

En forma inédita, la alta incidencia de incendios forestales esta temporada ha comenzado a afectar a la población urbana, como es el caso de la nube de humo que se extendió sobre Santiago el último fin de semana, o la amenaza a la ciudad de Angol producto de la cercanía de los focos de incendios en esa zona.

También en este conjunto de impactos negativos debe considerarse el corte reiterado de las autopistas interurbanas, impidiendo que las familias puedan viajar en forma segura a sus lugares de veraneo.

Lamentablemente la cobertura periodística está mayoritariamente orientada a dar cuenta del hecho puntual y no hace un análisis más profundo del fenómeno global.

¿Por qué sufrimos año tras año el flagelo de los incendios forestales? ¿Acaso son inevitables? ¿Su aumento se debe a falta de recursos para el combate? ¿Lo estamos haciendo bien en materia de prevención?

La emergencia deja poco espacio para la reflexión y cuando las brasas comienzan a apagarse, otros problemas más urgentes desplazan de la agenda a los incendios.

Comienza el invierno y los episodios de contaminación en las ciudades, el año escolar, los tacos.Termina una temporada más y los análisis sólo le corresponden a la Conaf y al ministerio de Agricultura.

En términos de balances, los incendios forestales muestran estadísticas históricas que no son para nada positivas. Existe una sistemática afectación de superficie que promedia las 50.000 hectáreas anuales. Sin embargo, muchas veces ocurren episodios extraordinarios que incrementan estas cifras como fue la temporada 2011-2012 con el incendio del Parque Torres del Paine (17.000 ha.) o los incendios en la región del Biobío del cerro Cayumanque. Esa temporada la superficie afectada superó las 80.000 hectáreas.

El periodo 2012-2013 sufrió una drástica caída respecto a la temporada anterior.Sin embargo ahora estamos en presencia de una especialmente activa en materia de incendios.Probablemente una de las peores en los últimos años, por la cantidad de superficie afectada ¿Cuáles son las razones que explican esta situación?

Se insiste por una parte en el tema de los recursos. Sin embargo no se trata de más recursos para el combate. Podríamos duplicar o triplicar las brigadas y sólo tendríamos más gente combatiendo los mismos cinco mil incendios que se producen anualmente.

¿El incremento de recursos reduciría esa cifra? Tal vez los atacaríamos más rápido, llegaríamos antes a los focos. Sólo tal vez, dependiendo de las condiciones de clima y accesibilidad. Lo seguro es que seguirán existiendo los incendios forestales si no se enfrenta el factor humano que los provoca.

Otros han señalado recientemente que la causa es el aumento sostenido de la superficie de plantaciones, principalmente Pinus radiata y Eucalyptus, lo que ha generado un paisaje homogéneo, continuo y más combustible, por ende mayor riesgo de incendios y vulnerabilidad de las comunidades aledañas. Nuevamente esta explicación omite el factor humano en el origen de los incendios.

En momentos en que sobran las opiniones y muchos aprovechan de pasarle cuentas a las plantaciones forestales por estos incendios, es conveniente recordar que detrás de cada uno de estos siniestros hay personas que los originaron.

Los incendios no se generan espontáneamente, hay personas, con nombre y apellido, con rostro, que originaron este desastre para el medio ambiente, para la biodiversidad y para todas las familias afectadas.

Negligencia o intencionalidad, finalmente el origen siempre es humano.Humana es la práctica de lanzar fuegos artificiales en áreas con vegetación, humana es la práctica de acampar en zonas no habilitadas y descuidar las fogatas, humana es la práctica de quemar intencionalmente plantaciones forestales por antiguas querellas entre vecinos.

Humana es la costumbre de postergar la limpieza de quebradas y zonas aledañas a poblaciones, reduciendo el combustible potencial en temporada alta.

Humana es la costumbre de quemar residuos agrícolas o basura en las cercanías a zonas con vegetación y presencia de viento.

Hay a mi juicio dos consideraciones claves en la temática de los incendios forestales.

En primer lugar parte enfrentar decididamente el factor humano en el origen de los incendios forestales, analizar las causas, perseguir a los culpables, educar a la población, entender las motivaciones detrás de la intencionalidad de muchos siniestros.

En segundo término, afrontar este tema como un desafío de alcance nacional que involucre a toda la ciudadanía, tanto de áreas urbanas como rurales. Efectivamente es un tema de interés nacional, que sin embargo no tiene la relevancia para la población que sí debería tener.

No se trata solo de combatir los incendios forestales, sino de evitar que se originen.Ese objetivo es tarea de todos.

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06 ene 2014

Pre-derecho al Agua

Mientras los termómetros marcan las temperaturas más altas en la Región Metropolitana, con hasta 37, 2 grados en Til Til, y 35, 5 grados en la Florida, y en el terreno de la agenda pública ya se especula cómo será el gobierno de la Presidenta Electa, Michele Bachelet, sobre todo en lo centrado a una de las grandes temáticas, la Educación, no me puede dejar de sensibilizar un tema más básico y vital, como es el derecho al agua. ¿Quién lo está defendiendo?, ¿existen medidas al respecto?

Parece insólito que un recurso que debiera estar por natura, llegando a cada casa tras recorrer libremente la cordillera de más de 4.000 kilómetros a lo largo del país e hidratar sus aguas y mares; que incluso se defiende a nivel de tratados internacionales (cuando se habla de la salida al mar a Bolivia) pero, que sin embargo, a nivel nacional no se cuida lo suficiente e incluso algunos lucran con el, restringiendo su acceso a algunos habitantes de zonas áridas del país y coincidentemente que son de una alta riqueza minera, uno se pregunta, ¿dónde está la igualdad del agua? El que no todos puedan darse el lujo de beber agua limpia y asearse con ella con tranquilidad, me parece de un subdesarrollo que nos debería mínimo avergonzar.

Ya somos un país con grandes desigualdades económicas, educacionales, de salud.Somos sectoriales, con una mala distribución de la riqueza, y que además esta desigualdad se lleve al terreno de recursos naturales, es indignante.

No puede ser que mientras algunos pueden comprar aguas purificadas, darse una ducha todos los días, beber agua de una manguera o de una pileta en un parque, otros tengan que dosificarlas dependiendo de un camión aljibe que pasa en horas restringidas y esperar para preparar una mamadera con la inseguridad si el agua es limpia o no, como les ocurre a familias de comunas como Petorca y la Ligua, donde el agua que debería ser para todos pasó a ser fuente de negocio “sucio” y finalmente los aísla, los emputece, los enferma y en el fondo los mata.

El agua es un recurso natural, y si no se resguarda debería ser ley para que nadie lo prohíba y/o ensucie, ni menos lucre con el.

El agua es un derecho, antes que cualquier bono barato o promesa electoral, este recurso debería estar resguardado por derecho para todos y cada uno de los habitantes del país.

Si en el pasado se aseguró el derecho a medio litro de leche diaria para todos los niños de Chile, ahora tendríamos que asegurar mínimo tres litros de agua potable y limpia diaria para cada persona. De lo contrario es realmente un retroceso abismante.

Sin agua, es como que faltara el aire, es de las necesidades “pre-básicas”. Nuestro cuerpo consta de ¾ partes de agua, estamos en contacto con ella desde el vientre materno, el planeta es mayoritariamente agua.

No se puede vivir sin ella, es un derecho humano, básico y fundamental, como lo reconoció el 2010 la Asamblea General de Naciones Unidas, reafirmando que el agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos.Por ejemplo, una mujer en periodo de lactancia necesita 7,5 litros de agua al día ¿Hoy en Chile, quién se los asegura?

Mientras se habla de derecho a la vida, el derecho al aborto -en casos específicos-, el derecho a la educación, a la salud, el derecho al matrimonio igualitario, no se puede avanzar sin olvidar ni descuidar que existe un pre-derecho: el derecho al agua que requiere ser regularizado y normado para todas y todos los habitantes de esta tierra fértil, sin excepción.Esto es más que política, sin agua simplemente no hay vida.

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06 ene 2014

La flecha, la hoz, el martillo y la ideología de la guerra fría

La eventual convivencia de la DC y el PC en el gobierno de la Presidenta Bachelet se ha transformado en el foco principal de los analistas políticos de derecha muchos de los cuales siguen librando su propia guerra fría en medio del mundo globalizado y de una realidad postmoderna donde los viejos ideologismos y las políticas de trinchera tienen cada vez menos significado.

Uno de ellos, Francisco José Covarrubias, columnista de El Mercurio, merece ser comentado por la cantidad de inexactitudes con las cuales sostiene su tesis sobre que el PC y la DC no pueden estar juntos en un gobierno porque unos leen a Marx y otros a Maritain, porque unos utilizan como método de análisis el materialismo dialéctico y otros la Divina Providencia, porque unos hacen referencia al Manifiesto y los otros a la Doctrina Social de la Iglesia.

Es decir, el mundo que diseña Covarrubias es simple, está ordenado por autores, métodos y documentos inamovibles.

Covarrubias no solo no repara que tanto la visión de Marx como la de Maritain son parte de la gran cultura del iluminismo y que el filósofo socialista como el cristiano hacen referencia a una política de valores, de exaltación de personas y comunidades sociales mucho más profundas de lo que su axioma de buenos y malos supone.

Tampoco comprende que la dialéctica marxista proviene del filósofo idealista alemán Hegel y que tanto el Manifiesto de Marx como la Doctrina Social de la Iglesia, especialmente a partir de la Renun Novarum de Leon XIII, responden a la pobreza, exclusión y explotación de amplísimos sectores de la sociedad de la época, explican el capitalismo en sus contradicciones y son textos fundamentales en la generación del pensamiento moderno.

Lo sorprendente es que Covarrubias no tenga en cuenta que entre Marx y Maritain, más allá de la actualidad de muchas de sus elaboraciones en el plano de la doctrina social, de la sociología – de la cual Marx es uno de sus fundadores – y de la política, hay un enorme campo de elaboración donde se mezclan diversas vertientes culturales y hoy es imposible sostener que el pensamiento político moderno sea obra de una sola concepción.

Vivimos, como diría el filosofo francés Jacques Bidet, en verdaderas meta estructuras culturales donde liberalismo, visiones cristinas, socialistas y otras más recientes como ambientalistas, feministas, han determinado el surgimiento de visiones del mundo y de las realidades sociales compuestas, complejas, donde no hay nada en blanco y negro como supone la lectura de Covarrubias.

No sirven muchos de los esquemas y de las rígidas separaciones ideológicos que utiliza para abordar los temas de las sociedades complejas, líquidas, como diría Bauman.

Tampoco para explicar el efecto de la revolución digital de las comunicaciones y las nuevas tecnologías de la información en la naciente y diversa subjetividad de los habitantes del planeta.

Ni Marx ni Maritain, y tampoco Hayek que seguramente es la piedra angular de la elaboración teórica de Covarrubias, sirven , por si mismos, para explicar estos fenómenos.

En el plano de las comunicaciones ni Mcluhan ni Castells, que yo sepa, se han inspirado en Marx o en Maritain, para describir el mundo de la aldea global comunicada a través de la TV y de Internet.

Por tanto, cuando la guerra fría felizmente ha terminado, cuando en el mundo han caído varios muros, cuando no existen más los mega relatos donde cada cultura creía tener la verdad absoluta, cuando los temas de la sociedad y del pensamiento son otros y requieren búsqueda más que certezas, no veo problema ideológico alguno para que comunistas y demócrata cristianos chilenos, que han luchado por muchos ideales comunes por decenios, que fueron tenaces opositores a la dictadura de Pinochet y que han confluido en un Programa común de transformaciones, no puedan convivir en la sociedad, en el parlamento y en el gobierno si así lo decide la Presidenta Bachelet que es quien tiene la facultad constitucional para nominar a su gabinete.

Es más, analistas como Covarrubias y otros personeros de derecha, debieran observar una cultura mas republicana en estos temas.

Elegido Piñera a nadie de la Concertación se le ocurrió cuestionar el derecho del Presidente a nombrar a sus Ministros o vetar a alguno de ellos. Debo decir a Covarrubias que a muchos, que vivimos personalmente el rigor del régimen militar y de sus órganos represivos, habríamos tenido motivos para pedir que los “cómplices pasivos” y otros no tanto, no estuvieran en el gobierno.

El articulista incorpora también en su análisis algunas referencias internacionales para sostener el porqué la DC y el PC chileno no pueden estar juntos en el gobierno.

Presenta al PP español como un partido de extrema derecha. Pero olvida que con Suarez a la cabeza lo que sería el PP fue parte del Pacto de La Moncloa que incorporó a todos los sectores políticos, incluido el PC de Santiago Carrillo, como actores de la construcción de la democracia después de la muerte de Franco.

En cambio la derecha pinochetista chilena estableció en la Constitución impuesta al país el artículo 8 transitorio para dejar fuera del proceso, por razones ideológicas, al PC y a las fuerzas de izquierda del país.

Menciona a Pier Ferdinando Casini, que preside la Internacional DC, para afirmar la lejanía del organismo con la DC chilena. Pero aquí su falta de información demuestra la superficialidad de su análisis.

Pier Ferdinando Casini fue el líder del Movimiento Juvenil DC italiano a mitad de los 70 y junto al Secretario de la Juventud Comunista italiana Massimo D Alema y de líderes juveniles socialistas, liberales y republicanos encabezaron la solidaridad con la causa de la democracia chilena y del repudio internacional a Pinochet.

Casini es hijo político de Arnaldo Forlani , ex Primer Ministro de Italia, que rompió las relaciones diplomáticas con la dictadura militar chilena a nivel de embajador durante 17 años y que en innumerables ocasiones recibió a Hortensia Bussi de Allende y a líderes de todos los partidos chilenos incluido a Luis Corvalan cuando este salió del campo de concentración de Isla Dawson.

Forlani y Casini apoyaron a Bernardo Leigton y estuvieron junto a él cuando fue víctima del atentado perpetrado en su contra por la DINA.

Ignora, además, que fue justamente en Italia, donde las Brigadas Garibaldinas del PC y las de la Acción Cristiana, combatieron con las armas la ocupación nazi fascista que termino con la dictadura del Duce.

Ignora u oculta que el primer gobierno democrático italiano después de la segunda guerra mundial fue presidido por el DC Alcides De Gasperi y el Vicepresidente del Consejo de Ministros fue nada menos que Palmiro Toglaitti, el principal líder comunista italiano.

Toda la argumentación de Covarrubias se sostiene solo en su ideologismo. El PC es uno de los partidos más antiguos de Chile. Ya antes de su creación, su fundador Luis Emilio Recabarren era parlamentario.

Ha sido un partido firmemente incorporado en las instituciones y fuertemente presente en la cultura y en la sociedad chilena de los últimos cien años. Tiene una larga historia de relación política con la DC chilena.

Fueron líderes DC que participaron del Bloque de Saneamiento Democrático para terminar con lo que Neruda llamó la “Ley maldita” que ilegalizó y persiguió al PC durante la administración de Gonzalez Videla.

Fue el PC, con la CUT dirigida por el ex diputado Luis Figueroa, quien llamó a la gente a las calles para defender al gobierno del Presidente Frei Montalva cuando sonaron los ruidos de sables y hubo riesgo de un golpe de estado.

Fue Radomiro Tomic quien habló el año 1969 de conformar la Unión del Pueblo entre la DC, el FRAP, que comprendía a los comunistas, y los radicales, para derrotar a la derecha y profundizar los cambios iniciados por Frei Montalva.

Entre la DC y el PC hay una historia muy larga, de acuerdos y desacuerdos. Pero siempre vivida en el marco de sólidos valores democráticos y republicanos.

Por tanto, ningún argumento de guerra fría puede impedir que si ambos partidos son parte de un Programa de gobierno, de un acuerdo parlamentario, no sean también, con pleno derecho, parte del nuevo gobierno de la Presidenta Bachelet.

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04 ene 2014

Chile, el juicio de la historia

El espontáneo aplauso que esa noche del 13 de diciembre en la sede del Senado de Francia hizo un paréntesis en mi intervención cuando hablaba del trabajo realizado por el juez Juan Guzmán tras la querella del 98 contra Pinochet por todos los crímenes de la dictadura, me ha parecido la evidencia más concreta del reconocimiento generalizado de la comunidad internacional ante los avances en nuestro país en materia de verdad y justicia, a pesar de las inmensas dificultades que ha debido enfrentarse y de lo mucho que falta por hacer.

Ocurrió en el desarrollo del evento realizado en París en torno a la fatídica Operación Cóndor, convocado exitosamente por el Colectivo Argentino por la Memoria que agrupa a argentinos, latinoamericanos y franceses que han asumido la memoria histórica como una responsabilidad histórica y moral.

Como para ratificar lo dicho, esos aplausos se repitieron en las mismas circunstancias la noche siguiente, esta vez en los amplios salones del bello edificio de la embajada de Argentina, en el amplio debate que siguió a la exhibición del documental “Escuadrones de la Muerte, la Escuela Francesa” de la cineasta Marie Monique Robin.

Los importantes encuentros tuvieron lugar los días 13 y 14 de diciembre pasado en la capital francesa con una vasta convocatoria. En cada una de ambas jornadas se hicieron presente más de doscientas personas de los más distintos signos ideológicos y de las más diversas nacionalidades, entre ellos jueces, juezas, abogadas, abogados, periodistas, sociólogos, ex prisioneros de las diversas dictaduras del cono sur de los años 60 y 70, estudiantes y dirigentes sociales.

Por cierto, asistieron numerosos compatriotas que, habiendo debido abandonar Chile en los años del horror, rehicieron sus vidas merced a la solidaridad de esa gran nación.

Entre los expositores se encontraban personalidades vastamente conocidas como el juez español Baltasar Garzón, el investigador, periodista y escritor norteamericano John Dinges, el jurista paraguayo Martin Almada, el fiscal argentino Miguel Angel Osorio, la jurista española Dolores Delgado, Zelmar Michelini, periodista uruguayo hijo del desaparecido senador de su país del mismo nombre, Gabriel Peries, Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de París, la destacada abogada francesa Sophie Thonon – Wesfried, el activista de DDHH de Brasil Jair Krischke, la periodista boliviana Mirna Murillo y el abogado argentino Federico Villegas. Con ellos tuvimos el privilegio de compartir y debatir.

La presidente de la entidad convocante es la maestra Alicia Bonet – Krueger, gran figura de la lucha en defensa de los derechos de las personas. En 1974 estuvo condenada a muerte por la Alianza Anticomunista Argentina, durante el régimen que encabezó Isabel viuda de Perón, por haberse atrevido a iniciar un juicio acusando a la Marina argentina por el fusilamiento de su marido, Ruben Bonet, en el episodio que conocemos como la “masacre de Trelew”. Tras años de clandestinidad logró llegar a Francia en 1978 en donde ha continuado sus esfuerzos por esclarecer y sancionar los crímenes de la dictadura militar de su país.

En los salones de la Alcaldía de París, se realizó además una mesa redonda organizada por el colectivo que dirige el sociólogo chileno Eduardo Valenzuela y en la que junto a varios de los ya citados, compareció el destacado intelectual galo Alain Touraine. Esta vez la discusión giró en torno a la influencia de la lucha por la memoria, la verdad y la justicia, en las elecciones presidenciales en Chile, cuya segunda vuelta estaba entonces a las puertas de realizarse.

Por invitación de los organizadores del “Festival del Mediterráneo”, participamos también en actividades, ahora centradas en el proceso abierto en Chile por la muerte de Pablo Neruda, en la bella ciudad de Grasse espléndida en sus edificios de los siglos XII y XIII, corazón de la industria de los perfumes y de rica tradición obrera antifascista.

Nos acompañó el profesor franco – español Jean Ortiz, destacada figura de la izquierda, periodista, cineasta y activista incansable a favor de la causa de los pueblos de América Latina.

En paralelo se presentó una exposición de pintura y poesía de chilenos exiliados en Francia y de franceses solidarios con las luchas democrática de nuestro país. Paul Euziere, concejal de Grasse y candidato a Alcalde preside el Festival.Días más tarde tuvimos ocasión de hacernos presente en actividades en el sur de Francia, en las ciudades de Pau y Tarbes.

De la evaluación y el contraste con lo alcanzado en otros países con historias similares, surge la inevitable conclusión de que – pese a la falta de apoyo del Estado – somos el lugar de América, de aquellos que sufrimos dictaduras militares reaccionarias, que cuenta con el más alto número de procesos judiciales en curso.

Actualmente hay un total cercano a los mil quinientos en todo el territorio nacional.Trescientos de ellos corresponden a las primeras acciones que parten con la histórica querella encabezada por Gladys Marín el 12 de enero de 1998 que cubría el total de los crímenes de lesa humanidad.

Muy luego siguieron los juicios por la llamada Caravana de la muerte que encabezó Arellano Stark, y los de Operación Cóndor, maniobra colectiva de las dictaduras conosureñas, operada desde el exterior y nacida formalmente en aquella reunión en Santiago que, por orden de Pinochet, presidió su amigo Manuel Contreras. Están además los casos “Calle Conferencia”, “Operación Colombo” y muchos otros por muertes, torturas o desapariciones forzadas, todos iniciados en 1998.

De esas querellas conoció el juez Juan Guzmán quien durante varios años fue el único magistrado nacional a cargo de los procesos por crímenes de lesa humanidad. Pero además sin dedicación exclusiva y sin otorgarle inicialmente los medios adecuados.

Le vimos largos meses escribiendo de pie en una pequeña oficina, solamente con una máquina de escribir, sin computador. Recuerdo que, informados del hecho, la agrupación de jueces democráticos de Barcelona acordó obsequiarle un computador.Enterada de la noticia, la autoridad nacional le instaló un artefacto.

Así era la realidad. Es más, uno de los asistentes asignados al juez resultó ser un informante.

Todo demuestra no sólo el desinterés del Estado chileno y sus instituciones por atender a las víctimas y a sus familiares, sino que expresa la voluntad de dificultar todo avance en materia de derechos humanos. Parecía imponerse el olvido.

Se hablaba de “justicia en la medida de lo posible” y de “dar vuelta la página y mirar al futuro”, como si hubiera posibilidad de construir futuro ignorando la historia. Es decir, se trataba de no eludir el pago del precio de una transición pactada : no tocar a los genocidas ni con el pétalo de una rosa.

Pero las agrupaciones de familiares de las víctimas nunca abandonaron su lucha, al contrario, la redoblaron. Ello explica que varios años más tarde la Corte Suprema designara otros jueces, aunque nunca con dedicación exclusiva.

Don Juan Guzmán no fue el único juez digno pues hasta en el pasado dictatorial hubo quienes trataron de cumplir con su mandato de aplicar la ley.

Ya en democracia, Carlos Cerda, Milton Juica, Haroldo Brito, Hugo Dolmetch, Sergio Muñoz, Victor Montiglio, Miguel Vásquez, Leopoldo Llanos, entre varios otros, han bregado por reponer en plenitud el derecho nacional y los tratados internacionales suscritos por Chile en materia de investigación, sanción y reparación de crímenes de lesa humanidad.

Mención especial merece el juez Mario Carroza quien lleva la mayor parte de los mil doscientos nuevos procesos que a partir del 2010 inició la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos y que sustancia además procesos emblemáticos como los relativos a la muerte de Salvador Allende, de Pablo Neruda, del general Alberto Bachelet y también la querella contra los responsables directos del golpe del 73 entre los que se cuentan Henry Kissinger, Agustín Edwards, Pablo Rodríguez, León Vilarín, Orlando Sáez y los grupos conspirativos de empresarios y uniformados que todos conocemos y de los que dan cuenta los documentos del propio gobierno norteamericano.

En el 2013 se logró ¡por fin! que la Corte Suprema comprendiera la necesidad de otorgarle dedicación exclusiva a los jueces que llevan juicios por violaciones a los derechos humanos.

Apenas esto sucedió, la cosas empezaron a cambiar y se ha dictado estos últimos meses una buena cantidad de sentencias que por años debieron esperar a que los magistrados tuvieran las condiciones necesarias.

No todo es color de rosa. Salvo honrosas excepciones, las sentencias aplican penas irritantemente bajas y se acude a grotescos argumentos ajenos al Derecho como esa invención impresentable de “la media prescripción”, con la que se rebaja penas, pese a que nadie discute que los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles.

Con todo y pese a todo, en nuestro país hay 568 procesados o condenados ya con sentencia definitiva, hay 147 condenados que están libres porque cumplieron la pena o porque se les concedió beneficios y hay 71 condenados que cumplen prisión efectiva, la inmensa mayoría de los cuales nunca más saldrán en libertad.Fuera de Chile continúan procesos contra agentes de la dictadura en Francia, Italia, España.

Funciona la jurisdicción universal y no sólo de modo simbólico. Recordemos una vez más el encarcelamiento por casi 3 años en Italia del ex fiscal militar de Temuco, el torturador Alfonso Podlech liberado pocos días después de la visita a Roma del presidente Piñera el 2011.

Considérese además la circunstancia de que numerosos personajes de la dictadura no pueden salir del país por tener órdenes de captura internacional derivadas del proceso en España y que inició el juez Garzon.

En el caso de Francia, en la Corte Penal de París se condenó en ausencia a 13 agentes de Pinochet culpables por la desaparición de 4 víctimas franco – chilenas en un juicio que tuvo lugar entre el 8 y el 17 de diciembre del año 2010. Las condenas fueron desde 15 años de prisión a presidio perpetuo y se refiere a los detenidos desaparecidos Etienne Pesle, Jean – Ives Claudet, Alfonso Chanfreau y Georges Klein.

En el curso de estos años se ha creado un nuevo escenario judicial. Con avances y retrocesos, se impone el respeto a los Tratados y a los principios del Derecho Penal Internacional en esta materia.

Hemos conseguido que también en Chile se reconozca de algún modo la jurisdicción universal y la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad que, hasta antes del 98, era impensable.

Es que el horror desatado por la dictadura reaccionaria no conoció límites. Estoy cierto que la inmensa mayoría de los chilenos, los que nunca han tenido acceso a los expedientes, o no han querido conocerlos, todavía no saben de todo el sadismo empleado en defensa de oscuros intereses.

Un ejemplo de lo que afirmo : Joaquín Lagos Osorio, comandante de la primera división del ejército y jefe de zona en estado de sitio en Antofagasta en 1973, que intentó oponerse a la barbarie de Arellano Stark, declaró para explicar porqué no se entregó los cadáveres de los 14 ejecutados a sus familias, que “daba vergüenza verlos, estaban hecho pedazos, yo hubiera querido armar sus cuerpos, dejarlos en forma humana, les sacaban los ojos con cuchillos, les quebraban las mandíbulas, las piernas, usaban corvos o les ametrallaban por partes, las piernas, los órganos sexuales, después el corazón…”

¿Era necesaria toda esa crueldad contra personas desarmadas, indefensas, atadas de pies y manos? ¿Había que permitir que se impusiera la impunidad?

Por eso resulta tan justo el aplauso cerrado de París, que era para el juez Juan Guzmán, pero también para todos quienes han luchado contra el olvido. Desde luego otros jueces, pero además la brigada de DDHH de la PDI de esos años, las agrupaciones de familiares de las víctimas, la AFDD y la AFEP, y para aquellos abogados que en los años duros de la tiranía abrieron con honor y valentía el largo camino para reponer el imperio de la ley y de la dignidad humana y cuyo ejemplo otros hemos intentado seguir después. Para que se haga justicia real, no “en la medida de lo posible”.

Es que en definitiva, más allá de la importancia jurídica y judicial de estos 1500 procesos en curso, se trata en el fondo del juicio de la historia, de dejar establecida la verdad para siempre y sobre todo para que las jóvenes generaciones asuman que un pueblo que ignore su pasado no tiene un futuro cierto y que el “nunca más” será siempre un mito si no se atiende a las causas reales de la tragedia del 73.

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04 ene 2014

El Nunca más de la Judicatura, luces y sombras

Nada más propio del fin de un año que repasar lo hecho y lo que no, y a partir de ello hacerse de nuevos y vigorosos propósitos para el período que recién comienza. Este ejercicio a nivel personal alcanza los diversos vericuetos de los ámbitos y lazos más bien íntimos y, a nivel profesional se desarrolla marcadamente en el espacio social y público.

Pero hay algunos hitos que tienen un sabor y una textura de alcance más bien universal. Son esos episodios que desarrollándose preponderantemente en uno de estos ámbitos extiende sus efectos hacia el otro y se permite alojar en la vida de quien los vivencia para perdurar más allá de los 365 días del año en que éste se produce.

De este tipo es el hito acaecido en septiembre de 2013 que comentaré en estas líneas.

Pero antes de entrar de lleno en lo anunciado, o tal vez precisamente para lograr profundidad en el análisis debo señalar que a fines de agosto expuse una tesis en el Seminario internacional sobre Políticas Públicas de Derechos Humanos y Género en los Poderes Judiciales Latinoamericanos que es importante tener presente (aún cuando requiere de una necesaria “actualización” a la que aludiré) para apreciar la importancia, pero a su vez los límites del hito en cuestión, en el que la Judicatura, expresada a través de sus dos institucionalidades principales, la asociativa, Asociación Nacional de Magistrados y la organizacional, Corte Suprema, hizo un mea culpa a la vez que ofreció garantía de no repetición con su compromiso de nunca más, en relación a lo que fue su participación en las violaciones a los derechos humanos durante la Dictadura.

La tesis trató de un análisis sobre las condiciones de probabilidad de que los jueces puedan dar tutela efectiva a los derechos fundamentales de todas las personas.

Para hacer el análisis expuse el argumento que desarrolla la Dra. en Ciencia Política Estaunidense, Lisa Hilbink, en su libro Judges beyond politics in democracy and dictatorship. Lessons from Chile. Cambridge, 2007.

Quien ha tenido la oportunidad de leer este estupendo libro sabe que la pregunta central que buscó responder es la siguiente, ¿por qué los jueces chilenos, que habían sido entrenados y nombrados por gobiernos democráticos facilitaron, a la vez que legitimaron, las políticas autoritarias durante la Dictadura del General Pinochet?

También lo pone de esta otra forma, ¿por qué en un país de extensa tradición democrática y de respeto hacia la legalidad, un país cuyo movimiento por los derechos humanos fue uno de los más fuertes del continente, los jueces no hicieron ningún esfuerzo oficial para defender los principios y prácticas democrático-liberales, no solo bajo el régimen de Pinochet, sino hasta bien entrada la década de 1990?

Para responder esta interrogante, el libro consulta los debates de Derecho Público y Política Comparada que abarcan las raíces del comportamiento judicial, la definición y los límites de la independencia judicial, y la forma en que el rol del juez debiese ser concebido y construido para promover el Estado de Derecho y la defensa de los derechos individuales.

A ello suma una acuciosa investigación en la que aborda el estudio del desempeño judicial en Chile desde 1964 hasta el año 2000 demostrando que las preferencias políticas personales, la filosofía legal imperante, los intereses de clase y las variables propias del régimen no son suficientes para explicar el comportamiento colaboracionista.

La investigación entrega una respuesta que evidencia la importancia del diseño institucional.Hilbink muestra con solidez la relación existente entre una determinada estructura organizacional de la judicatura, la ideología reforzada por la misma y, la capacidad de los jueces de ejercer (o no) el rol de garantes de los derechos y libertades de las personas.

Específicamente, argumenta que la estructura e ideología institucionales de la judicatura chilena en conjunto provocaron que fuera altamente improbable que los jueces estuvieran dispuestos y/o capacitados para tomar postura en defensa de los principios democráticos y liberales.

Cuando se habla de la estructura institucional, se hace referencia a las reglas formales que determinan la relación de los jueces entre sí y con otras ramas del Estado.

Acá son particularmente importantes las reglas que gobiernan la carrera judicial, esto es, las reglas que tratan acerca del nombramiento, el ascenso, la remuneración y la disciplina.

Cuando se habla de la ideología institucional, en cambio, se hace referencia a la comprensión que se tiene del rol social de la institución de la que los jueces forman parte, cuyo contenido es mantenido a través de sanciones formales y de normas y códigos informales dentro de dicha institución.

La investigación demuestra que las reformas estructurales de la década de 1920 sirvieron para suspender la evolución del entendimiento de la ley, la sociedad y del rol judicial, y paralizarlo en uno del siglo diecinueve. La rígida jerarquía establecida por estas reformas empoderaron a los miembros conservadores de las altas cortes, en particular de la Corte Suprema, para reforzar y reproducir sus propias perspectivas a través de la disciplina y de las promociones dentro de la institución.

Es así como producto de esta investigación se afirma que mucho antes de que el General Pinochet entrara en escena, el escenario ya se encontraba dispuesto para la cooperación del Poder Judicial para con el régimen. Esto, debido a la configuración institucional de la judicatura, en la que los jueces fueron, primero ideológicamente y luego estructuralmente, separados de la vida política, lo que desincentivaba el pensamiento independiente y la innovación y, en su lugar, reproducía el conservadurismo y la conformidad.

La autora dedicó un extenso capitulo a analizar el rol político del Poder Judicial durante los años de la dictadura, destacando la continuidad de su pasado pre autoritario. En particular, el capítulo demuestra cómo las características institucionales del Poder Judicial (su estructura e ideología) facilitaron la capitulación judicial y la cooperación con el régimen militar.

Desde el primer día de la dictadura, los ministros de las altas cortes demostraron una clara disposición a apoyar la agenda “anti-política” del gobierno militar y la Corte Suprema siguió manteniendo un tremendo poder sobre la jerarquía judicial, a través del cual indujo al conservadurismo y a la conformidad a los Ministros de Corte de Apelaciones y a los jueces de primera instancia.

La Corte Suprema no solo destituyó rápidamente del servicio a aquellos jueces que habían demostrado simpatía por la administración de Allende, sino que también dejó muy en claro que cualquiera que cuestionara la legitimidad de las tácticas del gobierno militar era sospechoso de querer “politizar” la justicia y comprometer el Estado de Derecho.

La Corte Suprema desincentivó continuamente cualquier esfuerzo en defensa de los derechos, a través de la asignación de competencia a la justicia militar, la anulación de decisiones no conformistas y la acción disciplinaria en contra de los pocos jueces que rehusaron mantenerse en fila.

Sus esfuerzos se vieron facilitados por la largamente vigente ideología del Poder Judicial chileno, de acuerdo a la cual los jueces deben permanecer “apolíticos”.

En este escenario institucional, incluso los jueces demócratas estaban, salvo excepciones, poco deseosos de tomar una abierta postura conforme sus principios en los casos llevados contra las leyes y prácticas autoritarias.

Desafiar las decisiones de la Junta Militar, autoproclamada guardiana del interés nacional, simultáneamente violaría su deber profesional de mantenerse apolítico y haría peligrar sus posibilidades de avance en la carrera.

El Poder Judicial chileno, entonces, no solo falló en contribuir a la defensa de los derechos humanos cuando esa defensa se necesitaba con urgencia, sino que proveyó un manto de legitimidad para el régimen de Pinochet.

Las crudas pero inobjetables palabras del vocero de la Excma. Corte Suprema, escuchadas por todos los chilenos en el mes de septiembre en una entrevista televisada, aceptando sin dejar margen de duda que la Corte Suprema de la época de la Dictadura fue golpista, nos hace fácil las cosas en torno a discernir el tipo de ideología que la dominaba: una ideología que, en palabras de Hilbink, explica el activismo conservador que dejó traslucir en la etapa previa al golpe de estado y su colaboracionismo posterior.

Esta ideología hizo una alianza perfecta con las características estructurales, ordenadas alrededor de las facultades de Superintendencia que posee la Corte Suprema, las que ejercidas en el contexto de la organización vertical y altamente jerarquizada, comunicaron un claro mensaje al resto de la judicatura, es decir, a todos los jueces “subordinados”: no problematizar, cuestionar ni menos limitar el ejercicio del poder que la cúspide estimaba legítimo.

Esta predisposición de la Judicatura, especialmente de la cúspide, se manifestó en materia cautelar en que de 5.400 recursos de Amparo entre 1973 y 1983 sólo 10 fueron acogidos.

De otra parte, en materia de Justicia Militar la Corte Suprema renunció -contra la doctrina tradicional- a ejercer sus facultades de revisión jurisdiccional y de Superintendencia (que sostuvo incluso en la Guerra del Pacifico respecto de sentencias dictadas por el General Jefe del Ejercito de Ocupación de Chile en Perú) manteniéndose al margen de los Tribunales de Guerra que entre 1973 y 1976 dictaron y ejecutaron casi 200 penas de muerte, antecedentes todos acuciosamente detallados en el libro que venimos comentando.

En palabras de Hilbink, la renuncia de la Corte Suprema a su jurisdicción sobre las apelaciones de casos llevados por los tribunales de guerra y su disposición a entregar casos al sistema de justicia militar cada vez que este lo requería, permitió, bajo el disfraz de la legalidad formal, una práctica que se encontraba en disonancia fundamental con incluso la más básica de las definiciones de Estado de Derecho.

De otra parte, a pesar del hecho de que los abogados de derechos humanos apelaban constantemente a la Constitución en defensa de las víctimas del régimen, los ministros no estuvieron dispuestos a acoger sus razonamientos.

De hecho, en diciembre de 1974, cuando la junta emitió el Decreto Ley No. 788, estableciendo que todos los decretos ley previos que se encontraran en contradicción con la Constitución, debían ser considerados una modificación de esta, la Corte aceptó rápidamente la proposición.

En recursos de inaplicabilidad subsecuentes y en otros casos en los que los argumentos presentados fueron relativos a la inconstitucionalidad de los decretos ley más tempranos, la Corte simplemente declaró que cualquier decreto ley emitido entre el 11 de septiembre de 1973 y el día en que fue emitido el Decreto Ley No. 788, estaba imposibilitado de contradecir a la Constitución de 1925, dado que “es necesario aceptar que [estas leyes] tenían y siguen teniendo la calidad de modificaciones tácitas y parciales” de la Constitución.

Estimo que llegados a este punto es fácil advertir que un análisis de este tipo es de primera importancia para comprender el impacto de los acontecimientos conocidos en el mes de septiembre en lo relativo a la judicatura en nuestro país, aunque también sus limitaciones.

En efecto. Si Hilbink tiene razón y efectivamente existe una relación importante entre la configuración institucional del Poder Judicial –su estructura y su ideología- y la real posibilidad de que los jueces cumplan el rol de garantes de los derechos fundamentales de todas las personas cabe preguntarse por el actual estado de cosas, ¿es hoy la estructura e ideología judicial diferente a la vigente en el período analizado por la autora?

Sobre la estructura organizacional cualquiera cercano al mundo judicial sabe que la matriz frecuentemente caracterizada como monárquica se ha mantenido estable en sus notas principales y es así como en la cúspide de la organización siguen concentradas las funciones jurisdiccionales y de gobierno, manteniendo la Corte Suprema a través de la Superintendencia el control sobre la carrera de todos los jueces, conforme sus amplias facultades discrecionales en lo tocante a las calificaciones, promociones y disciplina.

Pero sobre el segundo punto en análisis, esto es, la ideología judicial podemos decir que ha habido un hito que nos habla de un cambio de importancia, a partir de septiembre de 2013.

Hidalgamente he debido revisar mi postura sobre este punto, que apenas en el mes de agosto en el Seminario aludido al inicio de esta columna se inclinaba más bien por apreciar la existencia de antecedentes que indicaban que la ideología interna no había variado sustancialmente.

Estos antecedentes, entre otros se referían a las respuestas oficiales dadas por la Corte Suprema a lo informado por las Comisiones Rettig y Valech, y a nivel interno, tomaban en consideración la decisión de sancionar en el año 2005 a un juez por un Trabajo de Tesis que abogaba por la incorporación del enfoque de derechos humanos en la Judicatura, a la vez que proponía medidas concretas para el reposicionamiento ético del Poder Judicial dentro de la sociedad chilena en el contexto transicional.

Este comportamiento institucional de la Corte Suprema -sostuve en agosto- obligaba a preguntarse, ¿si la estructura institucional y la ideología interna no han cambiado sustancialmente, existe realmente una garantía de no repetición?

Pero llegó septiembre y sus aires primaverales trajeron un remezón de gran envergadura en la conciencia moral de todos los chilenos, el que en la Judicatura cristalizó en una Declaración Pública expedida por la Asociación Nacional de Magistrados en la cual se sostuvo que “El Poder Judicial y, en especial, la Corte Suprema de la época, claudicaron en su labor esencial de tutelar los derechos fundamentales y proteger a quienes fueron víctimas del abuso estatal.”

Dicho lo anterior, como Asociación Nacional de Magistrados, se estimó que llegaba la hora de pedir perdón a las víctimas, sus deudos y a la sociedad chilena por no haber sido capaces, en ese trance crucial de la historia, de orientar, interpelar y motivar a la institución gremial y a sus miembros, en orden a no desistir de la ejecución de sus deberes más elementales e inexcusables, a saber, el cumplimiento de la función cautelar que en sí misma justifica y explica la existencia de la jurisdicción.

En esta Declaración se explicitó que “este perdón constituye la genuina expresión de un compromiso férreo y claro en el presente y hacia el futuro de nuestra judicatura con la tutela, protección y promoción de los derechos fundamentales de la persona humana, incluso y muy especialmente en contextos en los cuales estos se vean más expuestos y vulnerables, como garantía de que nunca más a las personas que habitan el territorio de nuestro país les será vedado el acceso a la justicia.”

Pero la acción no quedó ahí, sino que la Asociación de Magistrados invitó a la Excma. Corte Suprema a realizar también la necesaria reflexión crítica en relación con sus propias actuaciones y omisiones del pasado, mediante las cuales no dispensó a los perseguidos ni a las víctimas la protección jurisdiccional que tanto y reiteradamente le fue reclamada, recibiendo una respuesta más que satisfactoria, pues el Pleno de la Corte Suprema hizo lo suyo, explicitando el reconocimiento de lo que calificó como dejación de funciones jurisdiccionales, al negar efectiva tutela judicial a los afectados.

En esta Declaración del Pleno del máximo Tribunal se imputa, además, a la Corte Suprema de la época haber arrastrado con su accionar a parte de la judicatura del país, punto que no siempre es suficientemente relevado.

Esta imputación no es gratuita. La Corte Suprema es consciente de su poder de influencia en el comportamiento judicial.

La Corte Suprema sabe, como sabe cada uno de los miembros de la Judicatura que un juez –salvo notables excepciones- no contradice aquello que asienta la Corte Suprema.

La estructura judicial está justamente pensada para que ello no ocurra, en su diseño de configuración de matriz monárquica absolutista.Y eso vale para todo tipo de decisiones que deban tomar los jueces, lo que significa que el mandato de sujeción a la ley que es esencial en un estado democrático de derecho en su rol de garantía ciudadana no se encuentra suficientemente asegurado por las condiciones institucionales.

Retomando, entonces la pregunta ¿es hoy la estructura e ideología judicial diferente a la vigente en el período analizado por Hilbink? Digo que la Declaración Pública efectuada por la Asociación Nacional de Magistrados habla sin lugar a dudas de una ideología distinta, de una comprensión republicana del rol del juez sustentada en el respeto por los derechos fundamentales.

La declaración del Pleno de la Corte Suprema avanza en la misma línea, instando a todos los jueces de la República al reconocimiento y promoción de los Derechos Humanos.

Es el Nunca más de la judicatura, que contiene las luces de una promesa de no repetición.

Sin embargo, la estructura organizacional sigue intocada en sus aspectos fundamentales y esta constatación nos pone en advertencia acerca de las reales posibilidades de que esta promesa sea cumplida bajo ciertas circunstancias: he aquí las sombras del hito más relevante del año en el ámbito judicial.

No quiero restar importancia a una acción respecto de cuya entidad y corrección poseeo certeza moral, y en cuya generación tuve el honor de participar directamente.Pero valorando este hecho como el más importante del año 2013 y mirando hacia el 2014 no puedo dejar de puntualizar que el proceso está incompleto, pues se requiere todavía de una profunda discusión y avance de las reformas estructurales que la organización de la judicatura chilena necesita para asegurar una real sujeción del juez a la ley.

Solo entonces la judicatura estará en posición de dar una real garantía de tutela de los derechos fundamentales de todas las personas.

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