16 mar 2015

Tres Presidentas top

Las mujeres siempre hemos tenido difícil relación con el poder. Nos parece algo lejano y escaso. Por eso ha sido muy interesante para mí mientras investigaba datos para escribir primero “Señora Presidenta, mujeres que gobiernan países” (2006) y ahora “Presidentas ABC” (2015), anotar cómo desde la mitad del siglo pasado hemos ido escalando posiciones dentro del esquivo mundo de la política hasta llegar al más alto puesto de servicio público del país.

En nuestra América morena, continente cristiano y católico por excelencia, la cultura colonizadora que se impuso, evangelización cristiana incluida, significó que el patriarcado reinara sobre los nuevos súbditos ibero-americanos, lo que fue continuado por los mandatarios criollos tras la Independencia de la Corona Española. Y por eso  sólo 400 años después una mujer se atrevería a ayudar a conducir los destinos de su país al lado de un marido jefe de Estado, como fue el caso de Eva Duarte y Juan Domingo Perón en la primera mitad de la década del 50 en Argentina.

Eva Duarte nunca tuvo un cargo formal importante porque los poderes fácticos de esa época lo impidieron, pero sin dudas le preparó el camino a la  primera Presidenta de la República en América Latina, María Estela Martínez, la segunda esposa de Perón que asumió la  Primera Magistratura a la muerte de su marido y dejó malos recuerdos de su breve gobierno (1975-1976) con bajas en la economía y una feroz represión.

Algo parecido ocurrió con Violeta Barrios de Chamorro en Nicaragua, quien heredó la buena fama de su esposo Pedro Joaquín Chamorro luchando contra el dictador Anastasio Somoza. Pero ella lo hizo desde la otra vereda, contra el sandinismo tempranamente desgastado, y salió electa triunfante en las elecciones de 1990 primera mandataria femenina en Centro América.

Michelle Bachelet fue la siguiente mujer latinoamericana en ser elegida Presidenta, pero esta vez con votos específicos para ese cargo y valiéndose por sí sola, sin la sombra o aureola protectora de un hombre. Su padre, el general Alberto Bachelet, aunque fue un referente valioso como militar leal al Presidente Allende, nunca desempeñó un cargo público de peso (aunque sí uno importante como era en aquellos tiempos la distribución de los boicoteados alimentos). Por el contrario, fueron las mujeres de Chile quienes, antes que los partidos políticos, la elevaron como candidata a la Presidencia en 2005 y la condujeron al triunfo en 2006.

Un año después, Cristina Fernández de Kirchner fue la primera Presidenta elegida con sus propios votos en la República Argentina. Si bien el gobierno exitoso de su marido Néstor Kirchner- que sacó al país del mayor caos económico y político en 2001-, contribuyó enormemente a su triunfo, todos reconocen que ella ya tenía una carrera política que se había construido sola y no faltaban las malas lenguas que decían que ella era el verdadero cerebro del gobierno kirchnerista.

Y tres años más tarde, en 2010 la gran potencia sudamericana Brasil elegiría en Dilma Rousseff a su primera Presidenta, inaugurando incluso la palabra “presidenta”, vocablo nunca antes usado por cuanto ninguna mujer había detentado antes de ella la más alta conducción del país. Su padrino en este caso no fue su marido, de quien ya estaba separada, sino el Presidente anterior, el destacado obrero metalúrgico Ignacio Lula de Silva, de quien fue leal colaboradora durante su gobierno.

Porque a diferencia de Cristina Fernández, quien desarrolló larga y exitosa carrera parlamentaria primero en su región de Santa Cruz (Patagonia) y luego a nivel nacional, tanto Dilma como Michelle practicaron y desarrollaron sus liderazgos en cargos del Poder Ejecutivo.

Michelle fue ministra de Salud y más tarde de Defensa bajo el gobierno de Ricardo Lagos. Dilma se desempeñó en la cartera de Minas y Energía en el Estado de Río Grande del Sur y luego desde la administración central. Además, su padrino Lula da Silva le dio la oportunidad de mostrar sus habilidades desde el alto puesto de Jefa de la Casa Civil, equivalente a jefa de Gabinete, que en Brasil ninguna mujer había detentado y es clave para llegar a la Presidencia de la República.

Comparar sus vidas y trayectoria política ha sido otro ángulo importante el mirar el trabajo realizado al escribir “Presidentas ABC”. Las tres han sido re-electas en sus altas funciones, son sesentonas, se educaron en colegios públicos (aunque Cristina terminó la secundaria en uno de monjas) y se formaron en universidades públicas terminando sus estudios con excelentes resultados. Michelle es médica, Cristina abogada y Dilma economista. Las tres son trabajadoras incansables, con una vida dedicada a la política comenzando su militancia desde muy jovencitas, principalmente en la Universidad.

Las tres debieron luchar contra dictaduras temibles en las décadas de los 60 a los 80 en sus respectivos países y sufrieron el rigor de la represión. Michelle estuvo presa y sufrió tortura junto a su madre en el campo de concentración Villa Grimaldi y en Cuatro Álamos en Santiago. Cristina estuvo detenida sólo unas horas con su marido en Río Gallegos por haber dado refugio a un amigo montonero. Y Dilma fue la que se llevó la peor parte por haber combatido a los “gorilas” brasileños como guerrillera, miembro de un grupo armado. Así también fue la prisión y tortura que sufrió durante tres años.

Las tres se han dedicado a combatir la pobreza en sus países con muy buenos resultados para lo cual han debido tomar distancia del modelo neoliberal impuesto a sangre y fuego por las dictaduras militares.

Cristina es la que lo ha intentado con mayor decisión, pagando caro las consecuencias.Michelle busca modos de cambiar el capitalismo salvaje del que su país fue el laboratorio en los 70. Dilma ha sabido moderar los excesos sin abandonar totalmente el modelo, lo que le ha valido elevar al suyo al estatus de potencia emergente en el grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Las tres son fuertemente agredidas por las fuerzas del imperio por siquiera intentarlo.

Las tres reclaman que el cargo de Presidenta es más difícil siendo mujer, pero Cristina es de un feminismo suave, en cambio Michelle es decidida luchadora por los derechos de la mujer lo que continuó haciendo a nivel internacional luego que terminó su primer período de gobierno en Chile al nombrársela primera Directora de ONU Mujeres.

Sin embargo, las tres han favorecido a sus congéneres con sus iniciativas legales. Solo Michelle hizo un gobierno paritario (igual cantidad de mujeres que de hombres en su primer gabinete) y sólo Dilma se ha declarado públicamente contraria al aborto. Chile se convirtió en el primer país de América, y el tercero del mundo, después de España y Suecia, en tener igual número de mujeres y hombres en el gabinete. Y quizás sea de los últimos en aprobar el aborto terapéutico.

El ejemplo de estas pioneras del Cono Sur de América Latina ha fructificado. Al mismo tiempo que Michelle, Cristina y Dilma conducían los gobiernos de sus países, en la misma década del tercer milenio Panamá era gobernado por Mireya Moscoso, Puerto Rico por Sila María Calderón, y Costa Rica por Laura Chinchilla Miranda.

Dicen que las mujeres somos más sabias, dialogantes, conciliadoras y por lo tanto, que en nuestro desempeño como jefas de Estado evitamos las guerras y buscamos la armonía.

Lo dijo muy bien Phumzile Mlambo-Ngcuka, actual directora de ONU Mujeres que estuvo presente en la reunión de su organización en febrero en Santiago: con las mujeres empoderadas, “podríamos estar hablando de un mundo más sano, con una prosperidad más uniforme y sosteniblemente más pacífico”.

1 comentario
16 mar 2015

Los profesores y la reforma educacional

Después de estar más de cuatro décadas al lado del magisterio, mediante la presencia gremial, académica y la propia actividad profesional, me doy  cuenta que poco o nada se avanza en mejorar las condiciones de trabajo de este gremio de tanta importancia para cambiar la calidad de la educación en Chile. Es lamentable, pero así es, pese a algunos esfuerzos parciales que se han realizado para mejorar sus condiciones de trabajo profesional.

Comencemos con algunos factores que no han permitido el mejoramiento de la calidad del trabajo de los educadores.

La calidad de las universidades que forman profesores son malas o muy malas, con curriculum decimonónicos, es decir, se sigue enseñando con metodologías tradicionales y autoritarias, en donde las habilidades del pensamiento de los futuros profesores no son desarrolladas como debía ser, en una época llena de redes, informática y tecnologías avanzadas de información y comunicación.

Las Universidades no aplican el precepto de que se aprende haciendo, es decir, muchas de ellas, quizá la mayoría sigue aplicando, solo a fines de la carrera una práctica pobre y escasa de presencia del alumno a punto de egresar en la sala de clases y en la gestión del establecimiento educacional.

Las didácticas utilizadas por las Universidades no logran superar el círculo de la enseñanza recibida por los alumnos en sus niveles de básica y media: ellos siguen siendo escuchantes de lo que dice un profesor que aún cree en la sabiduría individual. Nada de desarrollo de competencias blandas, de trabajo en equipo, de nuevos liderazgos, nada de comunidades de aprendizaje,  de resolución de conflictos, de experiencia con padres y apoderados, de trabajo de casos en profundidad, etc. además de sus propias especialidades.

Las Universidades se siguen caracterizando, en las carreras de pedagogía que se imparten, como procesos llenos de tiza y pizarrón, de fotocopias, plagadas de curriculum centrados en la lecto escritura y el cálculo, en memorizaciones sin mucho sentido, con una baja importancia a la didáctica como disciplina del saber hacer..

Los Gobiernos de hoy y de hace algunas décadas no han podido superar la carencia de contar con políticas docentes coherentes y profundas dirigidas hacia el mejoramiento del trabajo profesional de los profesores, pues sus Ministros poco o nada han sabido de educación y de pedagogía. No han sido capaces de comprender que esta tarea es tanto o más difícil que cualquier otra profesión.

Por otra parte, los profesores como gremio no han sido capaces de elaborar, con conocimiento de la ciudadanía, propuestas serias en materias de políticas educativas. Ellos se han transformado en un gremio reclamón (quizá con justificación plena), pero no en una institución que aporta soluciones y cuando lo han hecho, no  han sido escuchados. Lo más serio que se les conoce en estas dimensiones son los Congresos Educativos que se han realizado con la debida participación de las múltiples corrientes ideológicas que lo conforman. Hoy nuevamente los veremos en las calles, pues no han sido escuchados con seriedad, más aún cuando el país tiene una deuda inconmensurable con ellos.

Ya planteada una parte de la Reforma Educacional, de la cual aún no conocemos una visión global de la misma, viene el plato fuerte, que es que aquellos que laboran de manera permanente en el Ministerio nos digan qué piensan sobre el mejoramiento de la calidad de las fuentes de ingreso de los profesores y que estos a su vez nos afirmen qué y cómo estarían dispuesto a realizar efectivamente para mejorar sus desempeños profesionales en la sala de clases y en los establecimientos educacionales.

Hoy se anuncian nuevos movimientos reivindicativos de parte de los educadores, pero la ciudadanía no sabe bien para que los realizan, salvo mejorar sus salarios.

Estamos ciertos que ellos merecen mucho más y que el país debe hacer un esfuerzo notable para mejorar los niveles de ingreso de los profesores, pero debe exigir también de los mismos que es lo que ellos ofrecen para mejorar la educación.

Estamos de acuerdo con el eslogan utilizado por el gremio en el sentido de que “la reforma se hace con los profesores o no se hace”. Este mismo gremio debe decirle al país cual será el aporte concreto que ellos harán al mejoramiento de la calidad de educación, habida cuenta que hay cuestiones que ya se han demostrado como fracasadas, como centrar la reforma en la lecto escritura y el cálculo, las pruebas estandarizadas, el curriculum centralizado y bajo la mirada supervisora Estatal.

Por último y para no cansar al lector, deben decirnos, Ministerio, gremio y autoridades municipales, cuales son las posiciones existentes frente a la Municipalización y desmunicipalización de la educación, cuáles serán los derroteros de la descentralización, la autonomía escolar (no siempre llevada a cabo con éxito), las nueva formas de gestión pedagógica e institucional en los establecimientos educacionales.

Lo que es claro es que en materias educacionales poca o nada de claridad se tiene sobre el futuro cercano. La falta de diálogo serio, con autoridades sabias en materias educacionales, con una ciudadanía empoderada de las cuestiones pedagógicas (y no solo económicas e institucionales como ha sido al día de hoy), con un gremio con pensamiento de políticas públicas educativas precisas y profundas, nada se sacará con subir las remuneraciones si no se tiene de parte de los actores claridad y acuerdos sobre estas mínimas cuestiones planteadas  en este artículo.

En otras palabras, concluimos al pasar los días, que he seguido pensando que “la educación no es una cosa livianita que se toca solo con guitarra”.    

Lamentablemente, no tengo espacio suficiente para agregar el tema de los “tecnócratas de la educación”, cuyo aporte ha sido nefasto en estas materias.

5 comentarios
15 mar 2015

La ideología tras la evasión de impuestos

El evasor no lo va a decir públicamente, menos en los medios de comunicación.Sería inculparse.Quizás lo frene también el temor al juicio social. Pero lo cierto es que, como probablemente en la mayoría de las personas que delinquen, existe un discurso ideológico que sustenta su acción. Un discurso interno que lo justifica más allá de que en muchos casos esté montado sobre la simple ambición personal o familiar.

Este discurso aparece en los círculos más íntimos, en las cenas con amigos, muchas veces trasluciéndose detrás de un determinado discurso político. O, ya sin tapujos, explota como defensa desesperada ante la inminente sentencia judicial ( así lo hemos visto en el caso Penta).

Aquí van tres (auto) justificaciones para la evasión de impuestos. Disculpen algunos la simpleza,pero es que así funcionamos la mayoría, simplemente.

(1) “Yo merezco ese dinero. Me lo gané”. Es la justificación más común. Pone en cuestión la justicia del tributo aplicada a sí mismo. Alguno se auto-eximirá de todo pago, “me lo merezco todo, todo me lo gané con mi trabajo”. Otro cuestionará la tasa, “¿por qué tengo que pagar estos impuestos?” “Ese” porcentaje es “expropiatorio”. El Estado “me está robando” todo este dinero.

El énfasis del discurso está puesto en el origen del dinero. La convicción es que el dinero es de la propia persona. Y que, por tanto, además, si va a pagar impuestos tendrá que ser a cambio de que él determine lo que conviene pagar con ello: su propia seguridad, o, si se va a ayudar a otros, la fundación que “yo” estime conveniente ayudar.

(2) “Yo lo administro mejor que el Estado”. Es la justificación más sofisticada. El evasor sabe qué es lo que se necesita y cómo responder a esa necesidad con eficacia: la empresa que dirige es una “máquina de generar empleo”, en cambio, el dinero del Estado irá seguramente a parar a los bolsillos de los políticos “corruptos” (noten la paradoja).

Y si se necesita del Estado (cómo no), la persona sabe qué políticos son los que necesita el país. Él los financiará y dará generosamente de lo que tiene.

(3) “Todos lo hacen”. Es una justificación burda pero que especialmente cuando la corrupción es generalizada tiene fuerza. En este último caso, ya no es solamente que “porque todos lo hacen está justificado hacerlo”, que si no se evade, se  pierde. Estamos todos compitiendo y “para sacrificios no se está”. Más aún, si uno es un comerciante pequeño dirá, “cómo voy a estar pagando yo impuestos si los más grandes no lo hacen”.

Como se ve las (auto) justificaciones no son absurdas a primera vista. Si lo fueran, no funcionarían como tales. Es más, cuando efectivamente las tasas impositivas son altísimas, cuando el Estado es corrupto, y cuando la evasión es generalizada, estos discursos pueden convencer aún más. ¿Cómo combatirlos? Entre varias formas, reforzando tres discursos contrapuestos a los anteriores en el espacio público y educativo.

“Lo que ganas no es lo que mereces”. Lo que se gana en un mercado, incluso trabajando honradamente, no es un premio al “mérito personal” sino que, en el mejor de los casos (cuando el mercado funciona bien), a lo que la persona “produce”. Y no es lo mismo. La mayor parte de los ingresos de una persona promedio se pueden explicar por asuntos que no tienen que ver con su responsabilidad: dónde nació, la educación que recibió, su sexo, etc.

Así una parte de la remuneración del más rico (incluso mucho más importante de lo que se suele imponer) ha sido fruto de las condiciones sociales de la sociedad y además es de aquellos que ganan mucho menos de lo que merecen. El dinero es de ellos. Este discurso sirve también para que estos últimos luchen por lo que merecen.

“Nadie te ha elegido para administrar los recursos de todos”. La democracia es imperfecta y no es el gobierno de los mejores. Pero nadie tiene el derecho a adjudicarse la facultad de administrar recursos que no son de él. Porque lo que se ha tasado como impuestos no son “sus recursos”. Es lo que se ha determinado que pertenecen a todos.

Si todos hiciéramos lo mismo…” La evasión de impuestos y todo acto de transgresión de normas de manera individual debe juzgarse de cara a su universalización. ¿Qué pasaría si mi comportamiento lo siguieran todos? Si el resultado de esa pregunta es que la sociedad política se destruye, la siguiente pregunta es, ¿quién soy yo que me hace tan particular como para transgredir las reglas?

A lo mejor si soy la que sostiene una familia que vive en la pobreza y la injusticia, cabría un cuestionamiento a la ley. Pero si soy un privilegiado, ¿con qué derecho me comporto como si fuera más importante que los demás?

Las leyes son imprescindibles pero si la corrupción se generaliza la ley se vuelve inútil. Por eso a la evasión se le combate no solo con legislación sino con una renovada ética de la igualdad y de la responsabilidad común.

1 comentario
15 mar 2015

No a Barros en Osorno

Nací en Osorno. Recibí los sacramentos de iniciación cristiana en esa Diócesis.  Conocí una Iglesia rural, campesina, de inmigrantes, agricultores y  pueblos originarios.  Llena de generosidad de laicos y laicas, religiosas y religiosos chilenos y extranjeros.

La crisis institucional y el cuestionamiento a ciertos liderazgos públicos atraviesan también hoy día a nuestra Iglesia Católica. El próximo sábado 21 de marzo asumirá el Sr. Juan Barros como nuevo obispo de la Diócesis de Osorno en medio del rechazo y la crítica pública de laicos/as y sacerdotes.

Un Obispo tiene como misión ser pastor.  Lo que involucra tener cualidades para animar, liderar, acompañar, cuidar y sobretodo servir. Lo anterior, para generar comunión y unidad ante todo el Pueblo de Dios.  Es por ello que  no deja de producir rechazo su nombramiento y el hecho que asuma su función no considerando los efectos de división que ha causado en la comunidad local.

El caso Karadima ha sido uno de los episodios más duros y vergonzosos para nuestro país y nuestra Iglesia. El dolor de las víctimas y de los que creyeron en ese sacerdote aún permanece. Su historia, su figura, su entorno aún cicatriza.  Por lo mismo, es que cuesta comprender que se designe a una persona que reabra heridas y dolores en las víctimas y en algunos miembros de nuestra Iglesia;  que no genere consenso, comunión y la  unidad necesaria para ejercer un rol de pastor.  No hay un cuestionamiento ni civil ni canónico, pero si un cuestionamiento abierto a su rol  durante un proceso en el cual finalmente tuvo que aceptar la sanción impuesta por el Vaticano al sacerdote Karadima.

Su nombramiento abre un tema más profundo eclesiológico cual es el modo en que se eligen y se nombran a  nuestros obispos.  Procesos en los cuales ni las Conferencias Episcopales participan, menos los laicos y menos aún las comunidades católicas de las diócesis.  Así también esclarecer la función del Nuncio Apostólico que pocos entienden y menos el cómo ejerce su rol.

En estos tiempos creo que nuestra Iglesia debe abrirse a transparentar ciertos procesos, especialmente los que tiene que ver con sus líderes y sus pastores.  No es ser poco eclesial preguntarse por qué se eligió al Sr. Barros para Osorno  no considerando la división y cuestionamiento que ha producido su nombramiento. Ni menos manifestar la molestia pública  por su llegada. Si otros pastores han pedido a los laicos que hagan sentir su voz pública sobre otros temas ¿Por qué no también a los que incumben a nuestra propia Iglesia?

Jesús llamó públicamente sus apóstoles. Eran pescadores sencillos, pecadores, hombres de trabajo. Producían división, pero no por haber participado en fraternidades que después fueron disueltas, sino porque seguían a alguien que dividía por estar del lado de los pobres y oprimidos.

Osorno y Chile necesitan obispos que no abran heridas que aún están sanando sino que curen y pongan en sus hombros a las ovejas más débiles y excluidas.  Un pastor que por  una o por cuatro de ellas perdidas, sea capaz de dejar a las cien para volverlas al redil.

2 comentarios
15 mar 2015

Falsos dilemas

Cual un monstruo de mil cabezas, el proceso judicial que afecta al grupo Penta por el financiamiento ilegal de las campañas electorales de la UDI, acaba de cobrar una nueva víctima, ahora le ha tocado al diputado Ernesto Silva presentar su renuncia a la Presidencia de ese Partido.

La razón es evidente, no pudo controlar los efectos que cual una bomba de racimo se extienden extensa y ampliamente en la estructura y el entorno de esa formación política. No obstante, el respiro que le reportó el caso Caval, la formalización de los principales implicados, reabrió más intensamente el dolor causado por una herida que no sana y que daña aún más el organismo. Silva trató de soportar la cruda situación, pero la realidad es que la misma ya no daba para más.

El imperio de los hechos lo hizo un lado, obligándolo a apartarse sin más alternativa ni remedio.En cosa de minutos la dimisión de Silva se convirtió en una aguda pugna interna en la UDI, es la lucha por la sucesión, por asegurarse una cuota de poder en la nueva configuración del mapa de influencias en el que sigue siendo el más poderoso partido político de la derecha.

Lo curioso es como se ocultan o disfrazan los verdaderos dilemas en discusión. En efecto, se repite la frase que se estaría en presencia de un durísimo conflicto generacional, pero no se dice en torno a qué diseño,  qué conducta seguir,  cual estrategia instalar; en fin, el dilema que en el curso de las semanas se ha transformado en el más decisivo de la historia de ese partido permanece en la penumbra y se presenta al debate público una lucha de corte generacional.

Esa no es la esencia de la encrucijada que le toca vivir a la UDI. El problema radica en si serán capaces o no de aceptar el término de un sistema ilegal de financiamiento de sus candidaturas, o al menos de una parte fundamental de ellas, lo que significa renunciar a una ventaja indebida, ilegítima, la de capturar una abultada cuota de recursos extra legales provenientes de arcas empresariales que imponen ideas, criterios y comportamientos de acuerdo a sus estrechos intereses corporativos.

En esta situación el dilema es si se rompe o no se rompe la cohabitación entre política y negocios, es decir, si ese grupo político logra terminar con esas malas prácticas o se somete a la tutela de tales intereses que, en definitiva, determinan su financiamiento. Lo demás es una vieja táctica para distraer la atención hacia cuestiones o aspectos subalternos, que pueden parecer importantes pero que en el hecho no lo son.

La tarea de dirección política entregada a la Presidencia del diputado Ernesto Silva no estaba en condiciones de resolver la decisiva encrucijada que vive ese partido. Sus redes familiares, su propio y rápido ascenso en la larga escala del poder de esa rígida y jerarquizada organización estaba sellado por la pertenencia a esa telaraña de intereses entrelazados férreamente.

Por otra parte, en las filas de la Nueva Mayoría también existen los que tienen la tentación de atizar el falso dilema entre una supuesta “vieja guardia” y su lógica contraparte de una “nueva generación”, sin decir ni definir que serían una y la otra.Quiero insistir que las buenas o malas prácticas no se definen por su antigüedad o novedad, sino que por su contenido, por lo que cada una de ellas significa, así como por la inspiración que las anima y los objetivos que se proponen.

He visto a políticos como Clodomiro Almeyda, Aniceto Rodríguez y Raúl Ampuero, llegar al fin de sus días sin ninguna mancha personal y con la frente en alto, así como, se pueden observar lamentablemente figuras jóvenes que caen en el viejísimo error de querer alcanzar poder y dinero de manera fácil y de un día para otro.

Las ambiciones desmedidas se definen por su comportamiento, sus métodos y prácticas y no por su edad. Además, la odiosidad y la intolerancia de la dictadura dejó su marca, la que se expresa en que ciertos “políticos” no exponen ideas sino que sólo broncas, animosidades, querellas de bajo nivel; en cada una de sus acciones rebajan y denigran la dignidad del sistema político.

Por eso, que el actual desafío es tan decisivo, se trata de lograr que prevalezca la probidad, la decencia, el interés de servir al país, por sobre la política espectáculo, la codicia y el clientelismo, que rebaja a las personas a simples receptores de coimas de ínfima cuantía, como son baratijas como anteojos, paquetes de alimentos o artículos electrónicos que se ha repartido en las  últimas campañas electorales.

Es más que notorio el descrédito de la acción política y este se origina en las malas prácticas, en la corruptela que detecta la ciudadanía en la conducta de muchos “honorables”, es obvio que la edad no es el origen del problema sino que en violar el compromiso de probidad y honradez que inspira la pertenencia a una fuerza o partido de izquierda o del centro progresista. Hoy, la lucha es para que la política deje de ser un mecanismo para conseguir privilegios o abusar del poder.

Ante los lamentables hechos que preocupan a los militantes puros y sinceros, hay que volver a insistir en que somos mundos distintos; el socialismo promueve los derechos de los que o no tienen nada o tiene poco y necesitan ser respetados, en cambio, como se muestra ahora una vez más, la derecha defiende el estado de cosas que resguarda la desigualdad que Chile debe superar.

Nadie puede ser excluido por sus ideas, es por ello que el ancho espacio de la democracia engloba e incluye al conjunto del sistema político, suprimir una parte del espectro de posiciones sociales e institucionales es una pretensión totalitaria que fracasó rotundamente. Ahora bien, no nos podemos confundir,  el motor de la lucha del socialismo y la izquierda es una sociedad libertaria, pluralista, con pleno ejercicio de la diversidad y con una inquebrantable voluntad de justicia social.

Atiborrarse de dinero no es el afán de los que pertenecen a estas filas. Los negocios en su sitio, la política en el suyo. En una sociedad democrática pueden vivir cada cual en lo suyo, pero la confusión de ambos en una sola madeja, cuyos hilos se cruzan de forma promiscua nada bueno puede traer para una comunidad sana, para la mística ciudadana y el desarrollo económico, por el bien común estos mundos distintos se deben complementar pero jamás establecer un maridaje que socave la ética social y erosione la institucionalidad democrática.

Hay que vencer los falsos dilemas y las conductas impropias y vergonzosas, con ello la política será capaz de fortalecer la democracia y cumplir con su razón de ser, de estar al servicio del interés nacional.

Deja un comentario
14 mar 2015

Bachelet no es Mujica

En mayo del año 2004, el analista Antonio Cortés Terzi, en el artículo “Araucaria en macetero” reflexionaba  sobre las limitaciones que imponían las estrategias de los partidos, particularmente del PS, a la entonces ministra de Defensa, cuya popularidad comenzaba a perfilarla como potente candidata para suceder al Presidente Ricardo Lagos.“La ministra Bachelet crece como araucaria y ellos le ofrecen un macetero”. Creció, sin duda hacia arriba (su segundo mandato da cuenta de ello, aunque con una abstención electoral histórica), pero ¿qué tan profundas son sus raíces?

Durante los últimos meses, la Presidenta ha bordeado los más bajos índices de aprobación ciudadana, 39 %, según muestra la encuesta Adimark dada a conocer recientemente, aumentando a 52% la desaprobación a su gobierno. Ya no parece incombustible a la fluctuante opinión pública, como parecía ocurrir frente a cada situación crítica que se le presentaba (Transantiago, maremoto, para recordar dos hitos).

La caída en la confianza hacia la Presidenta se gatilló desde su núcleo más cercano. El caso Caval impactó en el imaginario mismo del Gobierno y de la Nueva Mayoría, en la pretensión de que ellos encarnan un proyecto progresista y democrático cuyo horizonte simbólico es una sociedad de “cancha nivelada”, reduciendo las brechas y las desigualdades.

El contundente reproche de la ciudadanía por  los casos Caval y Penta, son fundamentalmente a una sociedad profundamente injusta, lo que se expresa en la asimétrica relación con el poder, el dinero, los riesgos y las oportunidades.

La “clase política” chilena ha quedado, una vez más, en una precaria situación de legitimidad, tensionando la viabilidad del proyecto democrático pos dictadura. Y esta vez sus nexos con el poder económico ya no solo son una presunción, sino hechos en los que se funda una imputación criminal.

Por otro lado,  José Mujica, el saliente Presidente de Uruguay, se posicionó en el imaginario latinoamericano y mundial como una figura ejemplar de austeridad y consistencia política con el proyecto histórico de democracia y justicia social. Terminó su periodo con  65% de respaldo y se instaló como una figura de culto a partir de su biografía, el distanciamiento con los ritos del poder y el coraje político.

No obstante, las críticas a Mujica y al Gobierno del Frente Amplio, que con Tabaré Vázquez asume un tercer gobierno consecutivo, tampoco se hacen esperar: la concentración de la propiedad de la tierra, la precariedad de las fuentes de empleos creados con capitales extranjeros movedizos, y un espacio cada vez mayor para la inversión privada en áreas de interés público, son las más duras que se formulan.Monsanto y el impacto de los sojeros en la economía uruguaya son un nudo crítico en el proyecto frenteamplista.

Aunque ambas figuras, Bachelet y Mujica, lograron posicionarse como referentes de una izquierda con vocación de poder democrático y enarbolando banderas de una sociedad más justa, lo cierto es que los grandes problemas estructurales y de legitimidad que afectan a nuestros países desde la intervención neoliberal, no han sido sustancialmente abordados. Desigualdad económica y política, privilegios y riesgos distribuidos desproporcionalmente y un cada vez mayor distanciamiento de las agencias y agentes políticos con la ciudadanía y las organizaciones de la sociedad civil, persisten en nuestros países después del retorno a regímenes democráticos.

Pero al menos el estilo Mujica es más consistente con el discurso y el ideario de las fuerza democráticas que, la “institucional” puesta en escena de la Presidenta Bachelet y de los partidos chilenos, buscando la salida limpia mediante una propuesta legislativa en un parlamento cuestionado y comisión de “respetables” que “iluminen” al país en estos momento difíciles.

La araucaria se tambalea frente a su propia autosuficiencia, creyendo que se puede construir un proyecto político democrático sin el respaldo de la ciudadanía y desarraigado de los movimientos sociales, postergando una y otra vez el gran desafío desde el retorno a la democracia: un nuevo pacto político-social que se manifieste en una Constitución Política  legitimada por referéndum popular. Una Asamblea Constituyente no es solo una cuestión de forma, sino de fondo. Y urgente.

Al menos a Mujica todavía lo puedes tratar de compañero y encontrártelo en la plaza del barrio.“La Jefa” esta blindada en su macetero por los partidos oficialistas, esperando a que el cántaro resista un poco más el peso de la evidencia.

Deja un comentario
14 mar 2015

¿Todos responsables? ¡No señor!

Frente a los escándalos vinculados al financiamiento ilegal de la actividad política – en particular de las campañas electorales – y al impacto de un negocio inmobiliario realizado aparentemente con el uso de información privilegiada y gracias a influencias políticas indebidas, se ha instalado en los partidos políticos, gracias al discurso aprendido y repetido incansablemente por la derecha, en particular la UDI, la idea que esta relación entre negocios y política es un mal endémico de nuestra sociedad que nos afecta a todos y para lo cual todos debemos contribuir con generosidad a encontrar una solución.

Muchos líderes políticos de la Nueva Mayoría parecen también haberse comprado esta versión de que todos tenemos responsabilidad y que este es un problema transversal. El propio gobierno ha asumido esta tesis y ha llamado, una vez más, a “los expertos” para resolver el problema.

Ciertamente es necesario resolver el problema de la relación entre poder, negocios y política y se trata de una materia pendiente y que es necesario regular con urgencia.

Pero en los hechos conocidos ¿de qué se trata exactamente?

Ni más ni menos que, a propósito de una investigación dirigida contra un poderoso grupo empresarial por fraude tributario, a la UDI la pillaron con las manos en la masa poniendo en evidencia, aparentemente, un sistema creado para financiar a determinados parlamentarios e incluso funcionarios públicos de manera ilegal y en todo caso ilegítimo.

Esto no es extraño. Se trata del mismo sector político que construyó, apoyando a la dictadura, el sistema económico neoliberal que con pocos cambios nos rige y que ha elevado a la categoría de valores sociales el tener más (consumismo), el ejercer el poder y el individualismo. Es la mantención a todo trance de estos valores y de las posiciones de poder que se han conquistado lo que explica culturalmente esta relación anómala e ilegítima entre los negocios y la política.

Sus responsables – y lo mismo vale si hay otros actores políticos de distinto signo que aparezcan vinculados a estas prácticas – han defraudado la fe pública y han deteriorado gravemente la confianza de la ciudadanía en sus autoridades electas, en los partidos políticos y en las instituciones. ¡Este sí que es delito que no tiene perdón! Y no tiene nada que ver el esfuerzo por instalar como concepto paradigmático “la famosa presunción de inocencia”.

Incluso si por la debilidad de las regulaciones actuales o por vacíos legales se demostrara que judicialmente no ha existido delito, ellos mismo ya han reconocido sus errores e incluso ¡han pedido perdón! Han actuado ilegítimamente, han abusado de sus relaciones de poder.

¡Por favor vuelvan a sus actividades privadas y renuncien a sus funciones públicas, especialmente si son parlamentarios electos por voluntad de un sector de la ciudadanía y por la distorsión comunicacional que resulta justamente del financiamiento que criticamos!

Como regalo a estos señores que todavía deben muchas explicaciones, aparece un negocio inmobiliario de proporciones en que la ciudadanía sospecha el uso de información privilegiada y de influencias políticas a las que la gran mayoría de los chilenos no tenemos acceso. Su protagonista, por ser quien es, produce de una manera irresponsable un daño grave a la imagen de nuestra Presidenta y a nuestro gobierno. Es bueno que vuelva al mundo privado – del que parece no había salido – y enfrente eventuales  investigaciones y querellas.

Lo que no es aceptable es que desde la derecha justamente se levanten voces buscando “el empate” y llamando a escándalo por el uso de información privilegiada y por la especulación financiera. Recordemos que su líder, que es puesto como ejemplo de emprendedor y que alcanzó la más alta autoridad de la República, también ha estado bajo la sospecha y la polémica pública por  haber construido su fortuna gracias a la especulación financiera y al uso de información privilegiada.

Es importante para quienes nos importa la imagen de Chile y que como académicos y como militantes políticos trabajamos incansablemente por recuperar y reconstruir una nueva democracia, decir con fuerza que nos duele en el alma lo que sucede.

Tenemos sí la responsabilidad de ser claros y categóricos.

La evidencia muestra que esta relación incestuosa entre poder, negocios y política ha beneficiado histórica y principalmente a un sector político de la derecha. Si hay políticos de otros sectores implicados también deberán dejar la función pública.

Pero todos ellos, por favor no esperen a que gracias al Comité de Expertos se encuentre una salida y se perfeccionen las regulaciones que impidan esta relación ¡váyanse ahora!

En esta fecha simbólica, vale la pena decir que fuimos millones los que luchamos contra la dictadura, que somos millones los que seguimos soñando con una democracia sólida, participativa, renovada.

Somos muchos más los académicos, los dirigentes políticos, los trabajadores, los religiosos, los periodistas, los militantes políticos, los miembros de las fuerzas armadas, los dirigentes sociales que no hemos participado de esta relación impropia entre poder, negocios y política y que construimos día a día la Patria.

¿Todos responsables? ¡No señor!

7 comentarios
13 mar 2015

Marco, ¿cerca o lejos de La Moneda?

El eje político-programático de las próximas presidenciales ya está instalado. En general, será una coyuntura en que los ciudadanos se van a pronunciar sobre la profundización, consolidación o retroceso de las reformas: más reformas o menos reformas.

Tres son las problemáticas que debe sortear Marco para convertirse en Presidente de Chile: mantener su posicionamiento presidencial en las encuestas, que las reformas que se están impulsando deben gozar de buena salud y resolver sus tensiones favorablemente con la Nueva Mayoría.En esta ocasión el análisis pone atención en el primer problema. Las encuestas desde que asumió Bachelet lo ubican en una posición de privilegio.

En este primer año se han realizado cinco preguntas –en dos encuestas- que entregan pistas en torno a cómo va la carrera presidencial. La encuesta CEP hace dos preguntas: conocimiento de la figura política y evaluación positiva/negativa.Luego CERC-MORI hace tres: políticos con más futuro, quién le gustaría y quién cree será el próximo presidente.

Conocimiento público. Mientras más conocido, más probabilidades de ser Presidente.En el 2005, Bachelet gana la presidencial con un 98% de conocimiento; en el 2009, Piñera con un 99% y en el 2013, Bachelet con el 99%.

Siempre los más conocidos son las figuras mejor posicionadas en términos presidenciales: Lagos, Frei, Piñera, Bachelet y Lavín aparecen siempre entre los más conocidos con una cifra que no baja del 97%. En consecuencia, podemos plantear la hipótesis de que para ser Presidente hay que tener un nivel de conocimiento superior al 97%.

En 12 mediciones entre noviembre del 2009 y noviembre del 2014 el promedio de Marco es del 93%, la misma cifra de sus dos últimas mediciones.En consecuencia,  está cerca de posicionarse como opción presidencial con altas probabilidades de convertirse en Presidente de Chile. Aún más, en esta pasada ya no compite con presidentes, ni ex presidentes. Por ello, ocupa el primer lugar en el contexto de los nuevos liderazgos presidenciales.

Valoración.Los resultados de esta pregunta a través del tiempo nos muestra que se puede ganar la presidencial con menos del 50% de valoración positiva; de hecho, Piñera ganó con el 43%.No obstante, Bachelet lo hizo en el 2005 con el 62% y en el 2013 con el 61%.

Los datos de las dos últimas mediciones ubican a Marco con una valoración positiva del 44% en junio del 2014 y del 50% en noviembre del mismo año. En 12 mediciones, observamos que su mayor valoración ocurre en octubre del 2009 con un 52%. Hoy, es el mejor posicionado.

“Los 5 políticos con más futuro” es una pregunta muy predictiva. De hecho, para ser Presidente hay que estar en esa lista. Marco está en ella desde el 2012 de manera estable. No obstante, sus números si bien hoy son los más altos está lejos de lo que este indicador exige para convertirse en presidente: Bachelet sobrepasaba el 50% en su primera elección y llegó al 49% en la última presidencial. Piñera, marcaba 47% cuando ganó la elección a fines del 2009.

La evolución de Marco muestra que a fines del 2008 marcaba 1%, a fines del 2009 un 37% y a fines del 2010 un 6% y queda fuera del “top five” presidencial. Esta cifra se mantiene a fines del 2011.

El alza se observa desde el 2012 cuando a fin de año llega al 24% y se ubica en el tercer lugar. La medición del 2013 lo ubica en el segundo lugar del ranking con el 27%. Durante el 2014 baja significativamente al 18% y se instala, no obstante, en el primer lugar. La medición de enero del 2015 lo mantiene como el político con más futuro con el 22%.

La pregunta ¿quién le gustaría que fuera el próximo presidente de Chile? muestra que el que está en el número uno de esta lista es el que se convierte en Presidente . Así, Piñera ganó la presidencial del 2009 estando en el primer lugar de este ranking con el 38%. Lo mismo con Bachelet que en el 2013 marcó 45% y a fines del 2005 un 43%.

Hoy, Marco está lejos de esas cifras. En octubre del 2014 llega al 10% y se estabiliza en enero de este año en torno al 11%. Si bien está en el primer lugar del ranking, se encuentra bastante lejos de lo que el indicador exige para convertirse en presidente que oscila –según las tres últimas elecciones- en torno al 40%.

¿Quién cree que será el próximo presidente? tiene la misma lógica política y se puede leer como “imagen de triunfo”. Bachelet a fines del 2005 y del 2013 marcaba respectivamente un 64% y un 66%. A su vez, Piñera lograba en este indicador el 52%.

La pregunta se retoma en el 2015 y Marco se ubica en el primer lugar del ranking con el 7% junto a Piñera.Si bien está en el primer lugar, se encuentra lejos de lo que el indicador exige para convertirse en presidente que oscila en torno al 60% y sobre el 50%.

En síntesis. En conocimiento de los ciudadanos debe subir del 93% al 97%; en valoración positiva debe subir del 22% al 40% -como mínimo-; en relación, a los cinco políticos con más futuro debe subir del 22% al 50%; en relación, a quien “le gustaría” fuera el próximo presidente debe subir del 11% al 40%; y en relación, a quien “cree” será el próximo presidente debe subir del 7% a más del 50%.

En el Chile de hoy, es fundamental estar en los primeros lugares de las encuestas presidenciales. Ha llegado el momento de profundizar y consolidar su posicionamiento presidencial.

Si al terminar el 2015 sigue manteniendo su buen rendimiento no sólo estará en condiciones de negociar y seducir a la Nueva Mayoría, sino también optar por el “camino propio”. Cada día tiene su afán. Hoy es el momento de seducir a los ciudadanos. Esta cerca, pero falta.

3 comentarios
13 mar 2015

Más música chilena en nuestras radios

Hoy el mundo artístico está de celebración. Y es que el pasado martes 10 de marzo se aprobó por fin el último trámite del proyecto de ley que garantiza un porcentaje mínimo de música chilena en las radios. Con esta iniciativa legal que modifica la Ley de Fomento de la Música Nacional, se establece que las radioemisoras deberán emitir en su programación diaria al menos un 20% de música compuesta o interpretada por chilenos, y dentro de ésta, un mínimo de 25% deberá ser de composiciones o interpretaciones musicales emergentes.

En la actualidad, más del 70% de la música que se escucha en nuestras radioemisoras pertenece a tres grandes sellos transnacionales que imponen una determinada cultura musical (principalmente norteamericana) por sobre las demás. Esta concentración no solo tiene consecuencias negativas para la sustentabilidad de la industria musical local, sino también implicancias culturales que afectan a nuestra identidad como país.

Los artistas nos hemos movilizado a lo largo de todo Chile para reivindicar lo que es nuestro. Estamos cansados de no disponer de espacios y cederlos a otros porque se tiene la idea de que lo que viene de afuera, siempre es mejor. Falso. Tenemos a grandes músicos y artistas autóctonos que son desconocidos para la mayoría porque no tienen difusión.

La ley del 20% de música chilena regulará una distorsión del mercado mundial de la música a favor de la diversidad. Gracias a esta medida podremos reforzar la industria local de nuestros músicos, promover nuevos talentos y fortalecer nuestra identidad cultural. Países como Francia, Argentina, Uruguay, Australia, Canadá y Portugal, aplican unas cuotas mínimas –partiendo en un 25%- para apoyar a los sellos independientes de sus respectivos países y luchar así contra el dominio de los grandes sellos transnacionales.

Nos encontramos ante una nueva forma de hacer política cultural. Han sido ocho años de tramitación, que culminan tras la aprobación en la Cámara de Diputados y posteriormente en el Senado, del informe que emitiera una comisión mixta que debió formarse para llegar a acuerdo entre ambas cámaras.

El triunfo de la ley del 20% de música chilena ha sido un gran paso en nuestra lucha, pero debemos seguir con esta misma garra en nuevas iniciativas que regulen, protejan y fomenten el arte chileno.

7 comentarios
13 mar 2015

Política, crisis y futuro

La actividad política, tal como la conocemos desde el retorno a la democracia, está pasando por un mal momento. No solo porque se hayan conocido hechos que afectan aún más su credibilidad, cuando parecía que eso ya no era posible. La solución, claramente, no es hacerse los lesos. Lo que corresponde es que nos hagamos cargo de nuestras responsabilidades, individuales y colectivas.

Lo anterior no significa solo apuntar con el dedo a los presuntos culpables y pedir las penas del infierno, sino también hacer el difícil pero necesario ejercicio de la autocrítica, acerca de lo que hemos hecho, bien o mal, pero sobre todo lo que no hemos hecho.

Esto tiene que ver, por ejemplo, con el rol que les cabe a los partidos, sus dirigentes y representantes, así como a quienes han tenido responsabilidades en el Ejecutivo, frente al proceso de despolitización acentuado en nuestra sociedad, no solo desde el primer día de dictadura y su sistemática destrucción de la política y su imagen como actividad humana, legítima y necesaria, sino también durante la larga transición a la democracia iniciada en 1990.

Porque hoy parece una coartada muy conveniente sostener que los gobiernos y los partidos actuales, en general, han perdido poder, a manos de un mercado globalizado y el sector privado, los medios de difusión y de la propia ciudadanía. La confianza sigue siendo, sin duda, el activo más importante en la política, pero ello no se da de forma espontánea: eso se construye desde su rol, desde sus ideas, desde su relato, desde el desempeño de sus representantes, desde sus proyectos.

Pero lamentablemente, como lo señalara Geoff  Mulgan, ex asesor de Tony Blair, lo que se ha venido ofreciendo a la ciudadanía no es una ideología ni una estrategia de cambio, sino simplemente una forma de ganar elecciones. Ello, sostiene este político inglés, termina haciendo que los mismos factores que le dieron éxito a un proyecto electoral, terminen debilitándolo como un proyecto transformador.

Este desafío, el principal que enfrentan gobiernos, coaliciones y partidos en el siglo XXI, se da además en un contexto mundial de desafección ciudadana con la denominada política tradicional. Ello es lo que ha estado atrás de muchos procesos en nuestro continente y en otras latitudes; es lo que pasó en algún momento en Brasil, Ecuador, Venezuela y Bolivia, y lo que ha estado pasando en el último tiempo en Islandia, en Grecia y en España, donde tras la falta de respuestas adecuadas por parte de los partidos tradicionales, han surgido nuevos movimientos y agrupaciones que han canalizado, para bien o para mal, la voluntad ciudadana.

A ello hay que agregar aquello que Tironi denomina el proceso de “desolirgarquización” o “deselitización” que irreversiblemente viene viviendo la sociedad chilena, y que se expresa no solo en un acto temporal de rebeldía frente a las elites, sino en un proceso permanente de desconfianza en sus predicciones, vaticinios y promesas.

Todo este escenario se desarrolla, además, en un marco de compromisos programáticos que, tras un paréntesis de gobierno de la derecha, apuntan a introducir cambios en temas de fondo que se necesitaban y que la ciudadanía también venía exigiendo desde hace mucho tiempo, pero más visiblemente, desde el 2011 con la movilización surgida desde y por la educación, pero sintetizando en ella otras temáticas, expresadas bajo la consigna de “fin al lucro”, pero de baja participación electoral, gracias también a la  cuestionada decisión de establecer el voto voluntario.

Así las cosas, el escenario tiende cada vez más a un escenario del todo o nada. Donde pese a avanzar en temas como el voto de los chilenos en el exterior y abrir el debate sobre el aborto, todo parece poco enfrentado a la más que legítima demanda de Asamblea Constituyente que todavía no logra encontrarse, en el hacer, con el compromiso programático de una nueva Constitución.

La Nueva Mayoría y su futuro inmediato deben comenzar por reconstruir la hegemonía política y social que en el camino se redujo solo a lo electoral. Debe superar también lo que Cortés Terzi llamaba la “personalización” de la política, que es sin duda otro de los factores que aportan a la generación de episodios de crisis. La separación definitiva de los negocios y el ejercicio del servicio público, así como el término de lo que en algunos momentos ha tendido al suplantamiento de la sociedad civil por parte de las elites políticas, son condiciones ineludibles para edificar una democracia solida y dinámica.

Ciertamente hay muchos otros aspectos que se podrían abordar en un análisis de este tipo, como es la falta de medios de comunicación para expresar y difundir ideas y proyectos políticos diversos, más allá de programas electorales coyunturales. Sin embargo renunciamos a ello al inicio de la transición y hoy pagamos ese costo, aun cuando nunca es tarde para revisar esa decisión política que cada vez nos pesa más.

Estamos en un momento difícil, crítico, pero como dice Roberto Mangabeira, si tenemos una propuesta, la crisis es el momento. Debemos superar lo que este analista brasileño denomina “la parálisis de la imaginación programática”, para enfrentar y superar la “dictadura de la falta de alternativas”, para no seguir diciendo y haciendo solo más de lo mismo.

Es nuestra obligación, moral con quienes dieron sus vidas por recuperar la posibilidad de trabajar por una sociedad mejor y con quienes conducirán los destinos del país que viene.

Aún estamos a tiempo. Chile lo necesita.

Deja un comentario