La Policía de Investigaciones de Chile cumple 82 años de existencia. Es una fecha muy especial en que se conmemora la creación de esta institución, que a lo largo de su existencia republicana ha buscado transformarse en un pilar para la seguridad y la justicia en el país. Pero también es una fecha muy significativa, porque el Prefecto General Héctor Espinosa Valenzuela asume como nuevo Director General.
En efecto, con especial orgullo y satisfacción recordamos aquel 19 de junio de 1933, fecha en que el entonces Presidente de la República, don Arturo Alessandri Palma, tuvo la visión de dar vida propia a una organización policial ya existente desde el siglo XIX y poseedora de una clara identidad investigativa y civil, separándola definitivamente de Carabineros de Chile.
Recordar aquella decisión del Presidente Alessandri es también una oportunidad para mirar con entusiasmo su presente y futuro, sobre todo ahora que la institución cuenta con renovadas autoridades. Es un momento de gran significación, porque nos permite pensar y reflexionar respecto de la Policía que Chile necesita para enfrentar de mejor forma sus nuevos retos en materia de seguridad, criminalidad, justicia y cooperación internacional.
Atrás quedaron los tiempos en que la delincuencia actuaba de modo más o menos improvisado y sujeta a rudimentarios códigos de comportamiento. En estos días la criminalidad se ha sofisticado, actuando de manera cada vez más violenta y planificada e incorporando en sus acciones los avances tecnológicos. Su proceder es cambiante y muestra un ascendente desprecio por reglas mínimas de respeto por los otros.
En este contexto y desde 1990, la Policía de Investigaciones ha elevado sus estándares profesionales, adecuándose a nuevas y mayores exigencias legales y deontológicas. Sus hombres y mujeres han dejado atrás la “intuición” como herramienta de ejercicio profesional, y han asumido el “conocimiento científico”, la “planificación estratégica” y la “sabiduría ética” como fuentes de auténtica gestión policial.
Sin embargo, ha llegado la hora de ampliar los horizontes. Con el impulso de estos 82 años de existencia, la PDI debe volcarse sin temores a consolidar un proceso de creciente especialización, haciendo del conocimiento aplicado y científico su mayor herramienta de desempeño. Ha llegado la ocasión de focalizar sus acciones en aquellos delitos críticos y de alta gravedad, complejidad e impacto para el desarrollo del Estado y la sociedad. Esto, por cierto, en sintonía con el resto de los actores de los sistemas de seguridad y persecución penal.
Desde la recuperación de la infraestructura y la dignificación policial de los noventa, pasando por la modernización de la gestión en la década del 2000, se hace necesario avanzar hoy en una nueva etapa de especialización investigativa.
Es la hora de trabajar en la ampliación de un capital humano poseedor de competencias policiales de alta entidad. Es la oportunidad de salir de las “fronteras interiores” para realizar aportes en materia de política criminal y en apoyo a la justicia, así como en temas de análisis delictual, investigación y prospectiva policial.
El terrorismo internacional, el crimen organizado transnacional, la ciberdelincuencia, el narcotráfico globalizado, la flexibilidad de la delincuencia común, así como otros fenómenos criminales, hace imperioso que el Estado de Chile cuente con una PDI apta para anticiparse, identificar tendencias y realizar análisis criminal de renovada eficacia, es decir, capaz de poner la ciencia policial al servicio de la seguridad integral del país.
Para enfrentar la moderna criminalidad, ya no es suficiente el uso exclusivo y legítimo de la fuerza. Ello fue exigible en el pasado. Hoy, empero, es indispensable el uso progresivo y sistemático del saber especializado y científico.
Ha llegado el tiempo de asumir plenamente el “valor estratégico” de la PDI para el desarrollo de la nación.