La indicación en el proyecto de ley que acaba de fracasar en el Parlamento, que señala que el derecho a voto de los chilenos que viven en el extranjero depende del vínculo que ellos tengan con su país es, por decir lo menos, surrealista. Para empezar a conversar, hay un vínculo indisoluble: son chilenos.
¿Qué es el vínculo? ¿Una señal freak que separa a los buenos de los malos? ¿Quiénes son los buenos? Los delincuentes chilenos que viven en Chile y no están condenados o presos, pueden elegir a sus autoridades, por ejemplo, pero los que viven fuera del país, los buenos y los malos, no. ¿Cuán desvinculados están nuestros conciudadanos del extranjero?
¿Cómo se miden situaciones, por ejemplo, en que efectivamente ellos no tienen a sus niños en escuelas chilenas ni van, por ende a las reuniones de padres y apoderados, pero seguramente muchos de ellos envían recursos para sus hijos, nietos o sobrinos que sí lo están?
A los chilenos que viven en el exterior, además del “vínculo”, se les exigiría viajar una vez por año a Chile. O vivir acá cinco meses. Una mínima elite podría hacerlo. ¿Y los que no tienen recursos, pero quizás saben de nuestro país y se emocionan con nuestras noticias, y con lo que pasa en los pedazos de sus familias que han quedado atrás? No. ¿Y los que quisieran volver y no encuentran trabajo o no pueden trasladar a hijos y nietos? Tampoco.
Es interesante ver que la discusión, en todo caso, se centra en este caprichoso término “vincular” y no en el trasfondo político del tema. Si se cuantificara, ¿suponen algunos que hay más gente de izquierda que de derecha afuera? ¿Y si el cuadro hubiera cambiado? ¿Y si las preferencias políticas de los que viven en otros países, en otras culturas, fuera más transversal? Es bien pequeño pensar así y, definitivamente, se trataría de un grupo más participativo, eso no nos cabe duda.
Vínculo es unión, ligadura, nexo, enlace, atadura. También parentesco y familiaridad. ¿Quién se arroga el derecho a juzgar que tal o cual chileno ya no es chileno, que ya nada lo une a su tierra ni a los suyos?
Los peruanos, finalmente, nuestros vecinos, para no recorrer el globo con casos varios, nos acaban de dar un tremendo ejemplo. Votan todos, donde estén; aman a su tierra, a su familia, a los que no han podido visitar ni regalonear en demasiado tiempo.
Votar por elegir quiénes nos representen en el país de uno es justo lo contrario de ser y sentirse ajeno. Es una oportunidad preciosa. Es regresar.