07 jul 2015

El respiro

Hijo de casa pobre, Albert Camus se acostumbró a jugar de guardameta desde chico, pues era el lugar donde menos se gastaban los zapatos. Durante sus años jóvenes, en su natal Argelia, asimiló muchas cosas, tanto desde su posición de hábil centro delantero como de notable guardameta.

“Aprendí que la pelota nunca viene hacia uno por dónde uno espera que venga”, escribió en Lo que le debo al fútbol. “Eso me ayudó mucho en la vida, sobre todo en las grandes ciudades, donde la gente no suele ser lo que se dice derecha”… “Lo que más sé, a la larga, sobre la moral y los deberes de los hombres se lo debo al fútbol. Si volviera a nacer y me dieran a elegir entre ser escritor o futbolista, elegiría lo segundo”, comentaría más adelante.

Esta vez los colores de la Roja tuvieron visos de amarillo. De amarillo de guardameta. Y el país calló por un momento su malestar para vestirse con esa combinación otoñal.

Es conmovedor y curioso, que luego de un par de semanas de excelente juego, solamente empañadas por un desubicado Vidal, se nos diera la oportunidad de recuperar la alegría y abandonar ese complejo permanente que Eugenio Tironi engloba con este párrafo: “El triunfo de anoche hará historia. Y no solo en lo deportivo. Sampaoli y su equipo nos sacaron del marasmo. Nos hicieron redescubrir ese orgullo que une a todos, más allá de las diferencias ideológicas o de clase. Pero, por sobre todo, nos hicieron terminar con esa manía incomprensible de sentir vergüenza de nosotros mismos”.

Volverán los titulares de prensa, radio y televisión a recordarnos que toda alegría es breve y escasa en el tiempo, y la realidad, dura y crítica, pero esta vez tocarán su música  en escala menor. Los problemas no han desaparecido, pero las ramas que no han dejado ver el bosque se irán separando y abriendo paso a una luz que permita fijar la mirada en lo que vale la pena. En lo que se está avanzando para hacer de éste un país mejor y no en lo que lo hace retroceder.

La pelota puede venir hacia uno por dónde uno espera que venga. Pero esa suerte no es gratis.Hay que trabajarla, pensar en el país más allá de sus chascarros, empujar para adelante en vez de para atrás, soñar, sortear los laberintos, parecernos a los mejores en vez de a los peores. Respirar. Ganar.

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