¿Qué es para mí la felicidad?
Creo que en muchas ocasiones me lo han preguntado, y el mismo número de veces me lo he planteado cuando me doy un tiempo para hacer meditación sobre el mundo que me rodea, sobre la vida real… y siempre he llegado a la misma conclusión.
Es cierto que el mundo está lleno de divergentes opiniones, creencias y consideraciones, y que nadie es capaz realmente de hacer cambiar de parecer así como así a otro y si lo hace, es verdaderamente difícil.
Muchos creen en la felicidad como algo pasajero, pequeños momentos de la vida que se guardan como oro puro en un cofre escondido dentro de nuestro corazón, y la suma de estos es lo que conocemos como un estado de prosperidad. Sin embargo, por todas las experiencias que he tenido, puedo decir que para mí, la felicidad no son momentos, va más allá que recuerdos o instantes, es una actitud frente a lo que nos pasa a diario, nuestra forma de tomar la existencia.
Cada uno, tiene variados problemas que surgen día a día y que nos hacen ser de una forma u de otra dependiendo de la situación. Algunas veces, llegamos a tenerlos tan arraigados dentro de nosotros mismos, que no conseguimos apartarnos de ellos y lograr un estado pleno, sin su presencia.
Es evidente que los seres humanos tenemos complicaciones, ellas constituyen una parte fundamental de nuestro existir ¿no? la superación de obstáculos es algo que efectuamos desde tiempos inmemoriales; estos siempre estarán allí, por mucho que queramos apartarlos. Pero pienso que la felicidad básicamente es eso.
Un trabajo personal, que requiere, obviamente, un gran esfuerzo para conseguirlo, un estado supremo de gratitud, amor y alegría; cuando nos levantamos cada mañana y decimos “¡que emocionante, un nuevo día!” y nos disponemos a hacer las cosas que normalmente realizaríamos, pero con una cara distinta a cuando teníamos un dilema, cuando no sabíamos qué hacer.
Superamos todo eso para lograr la felicidad, independientemente de si los problemas nos acompañan o no, porque el concepto es poder llegar a sentirse pleno, no permanentemente, pero sí que esa integridad se plasme en nuestra esencia, porque como decía Aristóteles, “los seres humanos nacieron para ser felices”.
Ahora bien, efectivamente cuando pasamos por una situación de gran angustia, -una depresión por ejemplo- se nos hace realmente difícil ver el camino de salida y muchas veces, hasta consideramos la felicidad como una ironía, en algunas ocasiones hasta nos preguntamos ¿y por qué ese que pasa caminando hoy por mi lado está tan feliz y yo no? ¿Qué es lo que necesito realmente? Y es cuando debemos sentarnos un momento, en completo silencio, y pensar, ¿qué es lo imprescindible para mí?
Algunas veces la felicidad sólo se encuentra haciendo las cosas que nos gustan; quizá en muchas circunstancias, cosas poco convencionales, locuras para el resto del mundo, que nos hagan sentir únicos y especiales.
El sentimiento de felicidad es algo, ciertamente, trascendental para que nuestro mundo se siga desarrollando como hasta ahora lo hace; incluso se pueden hacer grandes cambios de vida con su presencia, se pueden hacer realidad los sueños y lograr cosas que parecían impracticables.
Por eso he escrito el libro “Ser feliz es gratis”, para motivar e inspirar, para que todos seamos más felices, ya que pienso que ser feliz no es algo quimérico ni imposible, al contrario, está al alcance de nuestra mano, sólo basta con un cambio de actitud, para comenzar a ver la vida y a quienes nos rodean, con los ojos del corazón.