Nuevamente se vuelve a la constante y habitual actitud de injusticia, de dejar en el silencio el hecho de la muerte de un joven asesinado en el Centro privativo de libertad de Til Til.
Recuerdo lo ocurrido en el incendio de la cárcel de Puerto Montt, donde murieron 11 adolescentes, anterior a ello en Serena, otro siniestro deja 7 fallecidos. Así otras situaciones similares, que concitan la atención de los medios y del público en general, pero no va más allá de dos o tres días. ¿Qué indica todo esto?
Para nosotros una indiferencia que no resiste análisis. ¿Cómo puede ser posible que dos puntos a la baja de la bolsa de comercio, genere cuantiosos comentarios que perduran por varios días y la muerte de un ser humano pasa tan pronto y tan callando?
Recién ocurrida la muerte de Daniel Ballesteros (17años), aparecieron voces señalando la necesidad que había que hacer un cambio en la dirección del Sename.Estas personas -que más bien reaccionan ante los hechos registrados- nunca se refirieron a la urgencia de hacer un cambio radical en la política de recuperación de quien delinque, a fin de insertarlo social, familiar y educacionalmente.
Aún más, no hay una reflexión profunda al respecto, ya que nunca se ha planteado una política de Estado con metas claras y medios razonables y evaluables, para lograr los objetivos.Recién ocurrida una situación dramática en centros privativos de libertad, sean de adultos o juveniles, no faltan los defensores oportunistas de los derechos humanos, cuya evidente ausencia en dichos recintos es manifiesta y por lo mismo al desconocer la temática, difícilmente podrán plantear argumentos, con base técnica, que oriente y ayude a pesar una solución definitiva sobre lo expuesto.
Consecuente con lo anterior diríamos que lo propio de la superficialidad es argumentar cambio de personas, en lugar de metodologías y programas que vayan más allá de los intereses políticos y de la orientaciones propias de cada Gobierno.
En este sentido consideramos que un aporte sustantivo para la recuperación de quien delinque es aplicar políticas de orden de apoyo familiar, capacitación laboral, inserción laboral, atención de medicina general y neuropsiquiátrica, educación básica y media, formación en valores y acompañamiento espiritual, personal de alta calificación profesional habilitado para trabajar en ambientes con personas vulnerables y en conflicto con la justicia, etc.
Así las cosas, podríamos imaginar lo que sería, si nos aplicáramos todos, Estado y Sociedad, en lugar de cargarle los dados a los directores de Sename y Gendarmería, que al final también son víctimas de un sistema inoperante, en hacer cumplir – en el tiempo- los planes y programas trazados para beneficio y recuperación de quienes delinquen.