03 dic 2013

Abstencionismo y Reformas

La candidatura de Michelle Bachelet está realizando un gran esfuerzo con el propósito de convocar a sufragar el próximo 15 de diciembre, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. La idea es clara: asumir que la tarea del bloque “nueva mayoría” es doblegar la postulación de la derecha y al mismo tiempo, vencer la indiferencia, desinterés o desencanto en una franja significativa del electorado.

En efecto, la lucha para disminuir el abstencionismo electoral es también para dotar de mayor potencia el ímpetu con que mañana sea impulsada la concreción de las reformas sociales comprometidas, en el caso de ser electa, por el liderazgo de Bachelet. Se trata de otorgar a dichas reformas la amplitud y legitimidad indispensables para llevarse a cabo en el nuevo escenario nacional, aquel que se configurará después de las elecciones.

Para nadie puede resultar un misterio que mientras menor sea la distancia entre ambas candidaturas, mayor será el empeño de los grupos o fuerzas retardatarias para frenar o bloquear las reformas que como la educacional o la tributaria, la de salud o la de cambios constitucionales y laborales, están planteadas en la agenda nacional.

Esos sectores inmovilistas y de acendrada vocación conservadora estarán permanentemente dispuestos a torpedear o anular el impulso reformador que se incubó en la sociedad chilena a más de veinte años de concluida la dictadura y que el gobierno de Piñera fuera incapaz de aceptar e incluso de comprender profundamente.Mientras mayor sea la abstención esa acción contestataria hacia las reformas se hará más fuerte.

El tema de fondo, la lucha contra la desigualdad encuentra en las transformaciones señaladas un instrumento esencial, para avanzar en limitar la brecha social existente y robustecer la institucionalidad democrática.

Esta es una mirada de largo plazo, las reformas sociales permiten renovar y ensanchar los límites del sistema democrático, versus la mirada rígida e inmovilista que se plantea en un país estático, apoyado exclusivamente en la variante del crecimiento económico, que la realidad demuestra a gritos que es estrecha para la amplitud del desafío a enfrentar y resolver por el bloque democrático reunido en la “nueva mayoría”.

Se trata de un proceso reformador, de una estrategia inclusiva y de largo alcance, no de un salto al vacío, como acusan en la derecha con añejas campañas y tampoco sin altos grados de complejidad, como se imaginan algunos que piensan que los cambios sociales son muchos más fáciles de realizar, de lo que en la realidad resultan ser.

Desde mi punto de vista, por su ya evidente postulación presidencial para el 2017, Sebastián Piñera, y junto a él, un sector preponderante en la derecha, se orientan cada día más hacia el bloqueo de las reformas pendientes.

De las inversiones en las sociedades anónimas deportivas han adoptado el criterio de “tapar los espacios” en los cuales se pueda mover y actuar el “rival”, en este caso, el futuro gobierno de la “nueva mayoría”. En el debate relativo al presupuesto nacional para el 2014 se tomó la palabra una línea de obstrucción y no de colaboración.

Por eso, desde La Moneda se inflan debates intrascendentes, una suerte de penosa guerrilla política que mas aleja a la ciudadanía, en que lamentablemente muchas veces se cae desde las filas de la oposición.

El gobierno envía leyes artificialmente formuladas para alimentar conflictos que le permitan retener el menguado control que mantiene sobre las bancadas oficialistas. Al final de cuentas no les importa que la gente vaya a votar.Le mueve motivar sus huestes más sectarias y furibundas.

No me extraña el bajo nivel del discurso gubernativo. Está hecho para que no haya motivación ni un debate público con altura de miras y sentido nacional.

Por eso mismo, para la “nueva mayoría” la amplitud de su convocatoria resulta ser un factor esencial.El proceso reformador para salir airoso de tantos retos que deberá enfrentar requerirá del máximo de fuerzas y voluntades, de las inspiraciones más diversas y de un abanico político tan ancho y, en ningún caso menor, que la actual configuración del bloque bacheletista.

No se debe olvidar que la derecha piñerista espera que las reformas no se realicen para volver en gloria y majestad. De manera que no hay que desviarse en otras direcciones y proponerse la cabal realización del programa comprometido con la sociedad chilena, a fin de reabrir un ciclo de gobiernos progresistas y de avanzada social en nuestra patria.

Las reformas sociales necesitan votantes que las respalden.El abstencionismo es seguir igual, es apostar al inmovilismo.

El abstencionismo es enemigo de las reformas.

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  • Benito Sebastián Cáceres

    Estimado señor Escalona:

    De su artículo me quedan 2 cosas. Primero: el esfuerzo del bloque en el cual usted participa se orienta a “doblegar la postulación de la derecha” antes que fomentar el ejercicio más básico de ciudadanía como lo es el sufragio, lo cual, para los que vivimos pensando en como podemos fortalecer el ejercicio ciudadano desde las nuevas configuraciones sociales, es una muestra más del daño profundo que la clase política la ha generado a mi país durante los últimos 40 años; y segundo la institucionalidad democrática no se fortalece por la cantidad de votantes que participan o no en una elección con candidatos impuestos por la clase política en un sistema electoral que permite que usted (como tantos otros de todos los sectores políticos) siendo la tercera mayoría en su circunscripción, asegure un escaño en el Senado; al contrario, la democracia se fortalece cuando existe un ejercicio de participación ciudadana intregrador y transversal a las politicas públicas. Hoy en día la baja abstención tiene su respuesta en el desencanto que sufre la gente de la clase política debido a que todas las promesas sociales que se hicieron han ido fracasando sistemáticamente y la sintomatología mas evidente de aquello es el surgimiento desmesurado de los movimientos sociales, generando una hiper-politización de la sociedad civil, debido al fracaso de la clase política de actuar como cuerpo intermediario entre esta y el Estado, como “representantes” del pueblo “democráticamente” elegidos. Por lo tanto es necesario que se reconozca que la ciudadanía democrática supone que las personas deben estar capacitadas, que tienen la habilidad para participar socialmente como ciudadanos y poder generar coordinación de la acción social a través del diálogo, y ese debe ser el gran esfuerzo del proximo gobierno para descomprimir las demandas sociales, fortalecer las instituciones intermedias, generar educación cívica e integración ciudadana, lo que conllevará, de una vez por todas, a generar el tránsito necesario de la democracia representativa a una democracia participativa sólida.
    Espero mis palabras le sirvan de algo… aunque, al igual que los casi 10 millones de votantes que se abstuvieron, ya no espero nada de la clase política.
    Saludos Cordiales.

    • Tani Amaya

      Entonces resucite a Pinochet, en sus tiempos de horror no se permitía a los políticos, claro a los democráticos, los otros pampeaban…”yo no espero nada de la clase política”, sus palabras…

      Y mejore su comprensión lectora, Escalona dice que la abstención favorece a la derecha y por lo tanto, le quita piso a las necesarias e imprescindibles reformas sociales…

      • Benito Sebastián Cáceres

        Primero que todo creo que la abstención no favorece a nadie ya que, con 3,5 millones de votantes, el sistema dará por ganadora a la candidata de la “Nueva Mayoría”, de eso no cabe duda. En segundo lugar mi crítica está orientada hacia la partidización de la política y cómo la democracia se ha transformado en marketing político avanzando en dirección contraria a las necesidades sociales, razón por la cual la ciudadanía hoy se ve en la necesidad de expresarse a través de los movimientos sociales y no a través de las instituciones intermedias, por lo cual observamos una sociedad hiper-politizada tratando de ejercer presión para obtener las transformaciones sociales que debieran haberse iniciado hace más de 15 o 20 años; hoy en cierta medida se culpa al sistema de Voto Voluntario por los niveles de abstención sin hacer un mea culpa sobre la acción política de los representantes y el por qué de su incapacidad para movilizar al país en una decisión tan importante como una elección presidencial. La abstención es una manifestación de que la gente necesita política de calidad, representantes que antepongan el bien común y el diseño socio-ético de un proyecto de ciudadanía por sobre los intereses partidistas e individuales; lamentablemente aquí no se ha gestionado política democrática ciudadana, no existe participación ciudadana, por lo tanto el valor de la democracia está en crisis y el concepto de lo político como diseño socio-ético se esta derrumbando. Creo que no soy yo quien tiene que mejorar la comprensión lectora o a lo mejor mi error radica en situar mi opinión desde las bases filosóficas desde las cuales se construye la política y el que usted no entienda de que hablo es el fiel reflejo de como el sistema se ha encargado de destruir la ciudadanía a través del sistema educativo, eliminando la formación ética, estética, cívica, política y, por ende, la formación ciudadana, creando sujetos cognitivos competentes para el mercado laboral. Y seguiré sin esperar nada mientras se sigan superponiendo los intereses partidistas y la eterna disputa Izquierda-Derecha por sobre los ideales de justicia, igualdad y libertad. Sfeir planteó con mucha sabiduría que esas nomenclaturas estaban “pasadas de moda” y que había que construir un país con un proyecto de desarrollo sustentable (en todas sus dimensiones) a partir del reconocimiento de las personas como seres humanos y no como cifras estadísticas o porcentajes de votantes o abstinentes.

      • Benito Sebastián Cáceres

        Estimada Tami: Junto con quitarle piso a las “necesarias e imprescindibles” reformitas sociales también le quita legitimidad a la gran familia política de este país que ha gobernado durante 40 años de forma concensuada. Sáquese la venda de los ojos y dese cuenta de que izquierda y derecha son solo imagines existentes y creadas por los que controlan el país, sin embargo, ambos solo han servido al capitalismo vendiendo nuestro país a pedazos. Hoy Chile es un país triste, oprimido y enfermo mental que busca desesperadamente creer en algo y se aferra a sus sueños de una forma pauperrima, sin la capacidad de ejercer sus derechos inherentes a la condición humana. Créame que bajo ninguna circunstancia resucitaría a Pinochet, soy Radical Social-demócrata pero, si usted tiene capacidad de observación, se dará cuenta que los gobiernos socialistas democráticos distan mucho del sueño e ideales políticos del gran Salvador Allende. Saludos Cordiales.