El discurso de la Presidenta Bachelet fue sobrio, realista y centrado en cómo la acción del Estado se enfoca en mejorar la calidad de vida de la familia, de todos los chilenos, dejando claro que su rol es el de emparejar la cancha y no permitir que abusos y desigualdades históricas sigan siendo el sello de la sociedad chilena.
Muchas veces se cae en la crítica fácil y banal de que “no se ha hecho nada”, pero cuando analizamos las cifras presentadas por la Mandataria, vemos que el país avanza. Puede que esto no le guste a la derecha, a los sectores más conservadores y a los grupos que por décadas han tenido beneficios que hoy se ven afectados, pero lo concreto es que cuando hay mejor acceso a la educación, cuando esa educación ya no es un negocio sino un derecho, o cuando la salud pública se fortalece para atender a personas y no clientes, son miles los que ven estos cambios con esperanza.
Estamos contentos por temas como la gratuidad real para el 60 % de los hogares más vulnerables en materia de educación superior, o el reimpulso a la cobertura de la enseñanza preescolar, o los más de 4 mil millones de pesos para mejorar la red hospitalaria.
Cómo no celebrar el fin de la cotización de salud para mayores de 65 años que hoy entregan el 5 %, o cómo no sentirse alegres con los anuncios en materia de mejoramiento de obras de riego, desalinización de agua para consumo y riego, así como en temas de obras públicas y conectividad, pero es cierto que debemos trabajar con más fuerza para que estos cambios se hagan con más participación e información a la ciudadanía.
El tema institucional no es menor. Ninguno de estos objetivos tendrá real impacto y no serán acariciados como propios por la gente, si las instituciones no son bien valoradas y si no vuelve la confianza en la política.
Como partido, creemos que es indispensable que la reforma a la Constitución sea un proceso impecable que nos dé un marco respetado por todos, reconocido por todos como fruto de una democracia y no de un parche a ideas amasadas en dictadura. Creemos firmemente en el camino institucional con la debida injerencia de la ciudadanía, tal como lo dijo la Presidenta: participación vinculante, pero con apego a la institucionalidad formal.
La DC dará su total apoyo a este proceso porque creemos que es tiempo de ponernos a tono con una democracia más demandante de parte de sus participantes. La Nueva Mayoría va a tener que actuar con una generosidad enorme y una sabiduría a la altura del desafío para no generar ruidos en un asunto que ante todo, nos une.
Si vamos a darle al país una Constitución democrática de verdad que sea capaz de albergar estos cambios en materia tributaria, educacional, de salud, de seguridad ciudadana, crecimiento e inclusión, debemos hacerlo sobre la base de la amistad cívica y la colaboración. Nadie puede quedarse al margen de esta discusión, ni nadie puede pretender ganarlo todo sin ceder.
Este fue un discurso que puso en el centro a los ciudadanos y ciudadanas de la Patria; puso énfasis en que la cancha debe ser pareja para que todos jueguen en igualdad de condiciones. Ese sello es clave para entender la tarea que nos espera en lo que resta de Gobierno y por eso es que nuestros votos, nuestras habilidades y nuestra voluntad política y de diálogo, están con las reformas que la Presidenta ha impulsado y que no admiten frenos ni cambios de rumbo.