23 may 2015

Los Rondizzoni, héroes olvidados

Francisco Rondizzoni, marino ítalo-chileno, era liberal como su padre Giuseppe Rodizzoni Canepa. Ambos sufrieron en el siglo XIX los rigores del sectarismo de los conservadores y de los O’higginistas respectivamente, pese a los inmensos servicios prestados por ambos a Chile en sus primeras décadas como nación independiente.

El padre, nacido en Parma, Italia, salvó al Ejército Libertador de la emboscada realista con su experticia adquirida en el ejército napoleónico en lo que pudo ser el Desastre de Cancha Rayada, con una retirada estratégica. Gracias a esta performance, los independentistas pudieron llegar a la batalla de Maipú.

El hijo Francisco, cuatro décadas después, fue condecorado por el Gobierno de Bolivia comoTeniente 1o., luego que hallándose embarcado en la corbeta “Esmeralda”, tomó parte en toda la campaña de Guerra contra España. En febrero de 1866 participa en el Combate Naval de Abtao entre la escuadra aliada chilena-peruana y las fragatas españolas “Blanca” y “Villa Madrid”, las que fueron rechazadas.

Este episodio no es tratado con la debida relevancia por la asignatura de Historia de Chile. Se trata de la alianza boliviana-chilena-peruana para repeler la agresión española, cuya armada bombardeó los puertos de Valparaíso y del Callao. Llama la atención que sólo se conmemoren los episodios que nos confrontaron con los países vecinos y se tienda un manto de oscuridad sobre esta gesta que incluso, como curiosidad, se luchó bajo una bandera igual a la chilena pero con tres estrellas en vez de la solitaria.

Terminada la Guerra contra España, y después de una corta licencia por enfermedad, participa bajo el mando del Capitán Enrique Simpson Baeza en una serie de trabajos hidrográficos.

Durante la Guerra del Pacífico participa al mando del vapor “Itata”, protegiendo a los transportes que viajaban entre Valparaíso y Antofagasta y viceversa, pernoctando siempre fuera del puerto en previsión de cualquier emergencia. Terminada la campaña naval de la Guerra del Pacífico, desde 1881 hasta 1890, fue Inspector de Faros, dependiente de la Dirección de Oficinas de Faros y Capitanía de Puertos.

No inclinándose al bando de la Escuadra en la Guerra Civil de 1891 a causa de su simpatía por el liberalismo, fue excluido del escalafón, siendo purgado por los mandos conservadores de la Armada y no regresó al servicio cuando se promulgó una de las leyes de amnistía.

Destino similar tuvo su padre José. En los días en que se fusilaba a José Miguel Carrera, su gran amigo, salió al exilio. Se asiló en El Salvador, Centroamérica.

Sin embargo regresó a Chile y sus méritos profesionales lo llevaron a convertirse en Jefe del Estado Mayor del Ejército y luego Intendente de Concepción.

Murió en Valparaíso, poco después de homenajear a su compatriota Giuseppe Garibaldi junto a la comunidad italiana de la ciudad-puerto.

Dos Rondizzoni, héroes nacionales, olvidados por la historia oficial.

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