La confianza es uno de los pilares fundamentales en Gestión de Emergencias. Un pilar tan robusto al momento de la crisis que es capaz de contener y liderar fenómenos sociales complejos que suelen aparecer de manera súbita y alterar de manera significativa a la comunidad, las funciones críticas y por cierto, en muchos casos, amenazar o afectar la seguridad de comunidades enteras, pudiendo causar heridos y muertes.
Este pilar es tan sólido en la crisis, como tan frágil ante la falta de transparencia, la carencia de mensajes directos, o cualquier acción que pueda crear la más mínima sensación de desconfianza.Un pilar robusto, que si no es cuidado y reforzado permanente se puede deshacer como una estatua de arena frente a la más breve brisa.
Es aquí donde la falta de comprensión y preparación en gestión de emergencias, que ya comienza con una mirada restringida que suele tenerse de esta disciplina y que muchos la asocian exclusivamente a la fase de respuesta, es la puerta de entrada a un círculo vicioso muy común en nuestro medio, donde los mensajes suelen ser construidos con un fin meramente de contención inmediata, pero que en el largo plazo termina siendo un remedio peor que la enfermedad.
Los sismos en el norte no dejan de ser una buena oportunidad de recordar que las verdades a medias abundan en nuestro sistema, trayendo consigo el deterioro sistemático de la confianza, credibilidad y liderazgo de la institucionalidad del Estado responsable de las emergencias.
Pero las verdades a medias no las construye una institución, pues estas son, junto a la comunidad, las víctimas de la acción de personas que en un momento dado deciden construir un relato que muchas veces está cargado de información confusa, excesivamente tecnócrata o por qué no decirlo, simplemente de omisiones injustificables si de establecer un lenguaje directo y transparente se trata.
Para construir una relación de confianza robusta con la comunidad, al menos en emergencias, es fundamental tener claridad sobre la necesidad de establecer una comunicación directa, simple y de alcance masivo, y por cierto absolutamente transparente.
Es algo tan sencillo de entender, pero tan poco practicado. Pues cuando damos a conocer un riesgo, una debilidad o incluso una amenaza, estamos desde ya advirtiendo a la comunidad y estableciendo la primera medida para empujar el autocuidado, a tomar medidas para reducir los riesgos y prepararnos para el peor escenario.
El tsunami menor, la auto evacuación, la evacuación preventiva, son parte de ese lenguaje que evita y resiste la verdad directa y necesaria para una comunidad que requiere estar confiada en que en el peor momento se le dirá qué ocurre y lo que debe hacer.
Es así como tsunami es tsunami, la auto evacuación es simplemente la acción espontánea que la comunidad toma muchas veces frente a la falta de alerta oportuna de la autoridad e incluso por desconfianza.Cuando se dice evacuación preventiva, es solo evacuación, pues toda evacuación busca reducir riesgo de daño a las personas por lo cual su esencia es preventiva.
Una red sismológica robusta y fortalecida, es otra de las tantas verdades a medias, por ser conservador en la calificación.
Instrumentos instalados, que ni siquiera están enchufados, que no envían señal al centro sismológico, y que en realidad solo están puestos en terreno.
Instrumentos enviados a terreno para fortalecer el monitoreo sismológico, en vez de decir que su fin primario es registro científico y no el monitoreo sísmico pues su instalación inicial no contempla comunicaciones robustas para enviar señales al centro de procesamiento, son algunas de las tantas verdades a medias que suelen copar los medios de comunicación y que lamentablemente tienen su origen en importantes responsables del sistema de emergencias, en definitiva de la seguridad pública.
Un ejemplo más concreto y grave aún, corresponde al bullado anuncio del director de ONEMI en enero pasado sobre el SAE, Sistema de Alerta de Emergencias, que anunciaba la instalación de capacidades para alertar vía mensajes a celulares sobre emergencias, el mismo que para la última evacuación, ya en un nuevo gobierno, simplemente no funcionó.
Como se dice hoy elegantemente el accountability tampoco existe en nuestro sistema de emergencias, pero probablemente eso será para otra columna, por ahora me quedo con las verdades a medias.