La Nueva Mayoría sí existe. Habla de cosas que están en el centro de las preocupaciones de las familias chilenas. La Nueva Mayoría entiende que muchas cosas pudieron haberse hecho infinitamente mejor, pero también sabe que buena parte de los enclaves abusivos y antidemocráticos de nuestro sistema se deben al veto que la derecha ha puesto constantemente en el Congreso y del que hoy se desentienden.
Lo bueno es que hay debates para poder refrescar la memoria. Ya pasaron los dos primeros encuentros entre los candidatos de la oposición y los de la derecha. Y hubo un abismo de diferencias. Hay dos cosas que resaltar y una tercera que es la enseñanza.
Lo primero. La derecha defendió con uñas y dientes un modelo que ha significado que la desigualdad en Chile sea la peor carta de presentación del país. Llegaron a decir, sin ninguna vergüenza, que el crecimiento de los últimos “30 años” ha sido modelo. Hace 30 años estábamos en dictadura y el año 83 era el apogeo de planes desesperados de empleo como el PEM, porque mientras el país de la derecha crecía vigorosamente, miles de familias sufrieron lo indecible.
Nunca se atrevieron a decirle dictadura a la dictadura; es comprensible, ambos candidatos tienen en su álbum de recuerdos fotografías con el dictador. Pero eso es ideológico y no hay mucho qué debatir con este sector. Lo que inquieta es que ambos nunca pusieron el acento en que el modelo suma varios abusos para la gente. No estamos diciendo que haya que acabar con el modelo, pero al menos reconozcamos que hay industrias que sí requieren mayor regulación porque de lo contrario llegamos a situaciones graves como el sistema de pensiones, la salud o la educación.
Segundo. La derecha le tiene pánico a la diferencia. No sólo es pánico al que piensa distinto, es pánico a los homosexuales, pánico a que se organicen los trabajadores, pánico a hablar de cambios al sistema, pánico a hablar sobre cambios constitucionales, pánico al debate. ¡Si no debatieron! Sonrisas maqueteadas y una estudiada y marketera sensación de que “estamos de acuerdo en todo”, fue lo que marcó el bajo rating de la derecha.
La enseñanza es que la Nueva Mayoría sí existe. Tenemos ideas en común: que los abusos no pueden continuar y que el veto de la derecha hay que combatirlo y denunciarlo; que mientras más diversidad haya, más aire entra a nuestra sociedad para convivir sin segregar a nadie; que aprendemos de los errores y que estamos dispuestos a debatir para avanzar hacia los temas que quedaron pendientes tras el paréntesis del gobierno de la derecha.
Hay que votar y hay que doblar la votación que logre la derecha, porque será una señal que el país de las sonrisitas no existe.
Que el país real tiene temas serios que hablar con la política: mejorar el trabajo en calidad y protección, mejorar la educación en calidad y oportunidades, mejorar la salud en acceso y por sobre todo equidad, mejorar las pensiones para terminar con los abusos.
¿Quién podría restarse a este llamado? Sólo los que siguen creyendo que hace 30 años Chile vivía una época dorada.