29 oct 2011

De las Instituciones y el respeto

Se ha levantado gran polvareda, e incluso alharaca, con los sucesos acaecidos en algunas salas del ex Congreso, ocasionados por ciudadanos ligados a distintos movimientos sociales.

Para buena parte de los miembros de las elites de poder, ha sido un cuasi sacrilegio: ¿cómo es posible que instituciones tan sagradas sean cuestionadas o desordenadas de esta manera?

Sólo unas pocas voces han invitado a reflexionar más allá de los sucesos mismos. La verdad de las cosas, llevan razón aquellos para los cuales es bueno y útil considerar y respetar   los  hitos y ritos institucionales en general, en sus distintos aspectos.

Es decir, resulta, hablando en general, bueno y útil atenerse a ciertas maneras  y hábitos, acordes con los espacios de que se trate y uno participe.

Hábitos y conductas que, por lo demás, son también un producto  de la propia evolución histórica y los acuerdos que la práctica  va generando.

Sin embargo, tampoco hay que caer en el histrionismo  exagerado.  En este caso, esa intervención desmedida tiene su origen en el contexto de malestar y descontento que se expresa respecto al modelo de economía y sociedad existente hoy en  el  país, y con las maneras en que las instituciones político-jurídicas (fuerzas policiales incluidas)  acogen, procesan y traducen ese malestar.

Las instituciones no están por sobre la sociedad y sus miembros. Tampoco planean más allá de la historia y sus conflictos.  En buena medida, en sociedades y economías como la nuestra, esos conflictos están ligados a intereses sectoriales, sea   de poder, económicos  o de clase y su lucha por aumentar su influencia o control.

Ellos no pueden no reflejarse  –con sus más y sus menos-, en la  marcha de las instituciones,  en particular, cuando lo que se interroga  es el mismo  fundamento o legitimidad normativa de aquellas.

Al parecer, no basta con que las instituciones funcionen, como se ha dicho. Tampoco que estén meramente ahí.

Si la lógica de su funcionamiento propio se vuelve autoreferente, ciega y sorda a lo que ocurre más allá de sus paredes, entonces pueden perder su norte y finalidad.

Cuando en ellas predominan intereses parciales – de poder, económicos o de otro tipo- dejan de lado su ideario de servicio al interés o bien común, y tienden a agotarse en una formalidad vacía o a volverse autistas.

Un tema importante  sale a relucir aquí:

¿Cuál es el criterio, la vara o medida más alta para evaluar la correcta o incorrecta marcha de las instituciones?

¿Un criterio meramente utilitarista o pragmático?

¿De mera conveniencia contingente?

Si las instituciones políticas tienen fallas en su legitimidad de origen (partiendo por la Constitución); si, además, ellas hacen oídos sordos a las demandas ciudadanas, ¿qué puede esperarse?

En relación a esto  bien podemos parafrasear  una afirmación del pensador americano  J.Rawls: si  un  modelo de desarrollo  (y sus instituciones correspondientes) es eficaz y eficiente, pero injusto,  debe ser radicalmente reformado o abolido.

Si este último fuera el caso entre nosotros, entonces,  siguiendo a A.Margalit esta  vez, querría  decir que vivimos en una sociedad no decente.

O, dicho de otra manera,  en medio de instituciones que actúan de una manera tal,  que muchas  personas sujetas a su autoridad creen tener suficientes razones para sentirse humilladas… No estaría de más quizá hurgar tras las apariencias en todo esto.

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  • http://www.facebook.com/people/Patricio-Valenzuela-Ormeno/607859346 Patricio Valenzuela Ormeno

    Profesor:
    Si bien no estoy de acuerdo en que algunos grupos puedan irrumpir donde les de la gana, invadiendo lugares que gracias a la confianza pública que aún existe, todavía no están cercados por un nivel alto de seguridad, lo cual permite que ciudadanos de a pie puedan vulnerarlos con un nivel relativamente bajo de violencia, concedo y con esfuerzo tolero que puedan ocurrir estas situaciones a nivel de protesta porque esos grupos de interés no son escuchados por el legislador según su parecer.
    Sin embargo olvida Ud. un detalle:  la coerción ejercida por el grupo vociferante que se subió a las mesas, logró que varios parlamentarios firmaran “voluntariamente” un compromiso de presentar ciertos proyectos de ley que interesaban al grupo invasor.  Es decir, se pasó de la protesta a la colegislación usando las vías de hecho.
    Nuestros parlamentarios podrán ser objeto, con mayor o menor fundamento, de toda clase de adjetivos negativos, pero mal que mal han sido elegidos por la gente, con las restricciones que ud quiera mencionar, pero con una legitimidad objetiva mucho mayor que el grupo que ingresó a la sala.
    Otorgar más legitimidad al grupo irruptor que a los parlamentarios elegidos en votaciones objetivas o al ministro designado por un gobernante que también ganó en las urnas, es preferir un burdo fascismo por sobre nuestra democracia por defectuosa que ésta sea.

  • http://www.facebook.com/people/Patricio-Valenzuela-Ormeno/607859346 Patricio Valenzuela Ormeno

    Profesor:
    Si bien no estoy de acuerdo en que algunos grupos puedan irrumpir donde les de la gana, invadiendo lugares que gracias a la confianza pública que aún existe, todavía no están cercados por un nivel alto de seguridad, lo cual permite que ciudadanos de a pie puedan vulnerarlos con un nivel relativamente bajo de violencia, concedo y con esfuerzo tolero que puedan ocurrir estas situaciones a nivel de protesta porque esos grupos de interés no son escuchados por el legislador según su parecer.
    Sin embargo olvida Ud. un detalle:  la coerción ejercida por el grupo vociferante que se subió a las mesas, logró que varios parlamentarios firmaran “voluntariamente” un compromiso de presentar ciertos proyectos de ley que interesaban al grupo invasor.  Es decir, se pasó de la protesta a la colegislación usando las vías de hecho.
    Nuestros parlamentarios podrán ser objeto, con mayor o menor fundamento, de toda clase de adjetivos negativos, pero mal que mal han sido elegidos por la gente, con las restricciones que ud quiera mencionar, pero con una legitimidad objetiva mucho mayor que el grupo que ingresó a la sala.
    Otorgar más legitimidad al grupo irruptor que a los parlamentarios elegidos en votaciones objetivas o al ministro designado por un gobernante que también ganó en las urnas, es preferir un burdo fascismo por sobre nuestra democracia por defectuosa que ésta sea.

  • Anónimo

    Para mí, ese tipo de actos entran en mi concepto subjetivo, acerca de La Desobediencia Civil.
    El que las leyes de la Costitución del 80 sean obsoletas por antidemocráticas y cadúcas es un hecho indesmentible. 
    Nuestras instituciones se asemejan en nuestra percepción de la vida cotidiana a mausoleos, piezas históricas, quizas en el algún futuro tengan algún interés arquelogico. Pero ahora no están cumpliendo el objetivo, al contrario, esta son leyes que coartan los derechos de los ciudadanos, que se suman mas y mas a las protestas por reformas, Bastante lógico a mi entender eso de la desobediencia civil. 
    Lo practicaron en sus tiempos Javiera Carrera y Camilo Henriquez.

  • tapiajuan43

    Para mí, ese tipo de actos entran en mi concepto subjetivo, acerca de La Desobediencia Civil.
    El que las leyes de la Costitución del 80 sean obsoletas por antidemocráticas y cadúcas es un hecho indesmentible. 
    Nuestras instituciones se asemejan en nuestra percepción de la vida cotidiana a mausoleos, piezas históricas, quizas en el algún futuro tengan algún interés arquelogico. Pero ahora no están cumpliendo el objetivo, al contrario, esta son leyes que coartan los derechos de los ciudadanos, que se suman mas y mas a las protestas por reformas, Bastante lógico a mi entender eso de la desobediencia civil. 
    Lo practicaron en sus tiempos Javiera Carrera y Camilo Henriquez.

  • Jose Gutierrez

    Don Pablo, de su comentario se puede desprender que,
    El diagnóstico:  porque existen fallas (las instituciones ) de legitimidad( en el origen), que no cumplen con sus objetivos, que se defienden intereses parciales, etc,  para finalmente volverse carentes de contenido y perder su finalidad;  en esete contexto, ¨los modelos de desarrollo…”, para Ud. “las instituciones”,  forzando groseramente el alcance del autor que Ud. cita,  ”deben ser radicalmente reformado o abolido” y que “si lo anterior  fuera el caso”… “entonces vivimos en una sociedad no decente”,
    Ergo: Según Ud. la ocupación de la sede del Congreso en Santiago sería algo menor y que que no hay que reaccionar con histrionismo, porque hay que situarla en el contexto por Ud. señalado, es decir, una moral de situación, lo que equivale a decir: todo está permitido porque esas pobres personas están tan condicionadas por la situación en que viven de modo que no pueden actuar de otra manera. Siguiendo su línea argumental, sería perfectamente plausible de que esas mismas personas en un futuro cercano repitan sus actos e instalen el “Nuevo Congreso”  y liberen a todos los ciudadanos de Chile de las fallas que esa institución padecía.

  • Jose Gutierrez

    Don Pablo, de su comentario se puede desprender que,
    El diagnóstico:  porque existen fallas (las instituciones ) de legitimidad( en el origen), que no cumplen con sus objetivos, que se defienden intereses parciales, etc,  para finalmente volverse carentes de contenido y perder su finalidad;  en esete contexto, ¨los modelos de desarrollo…”, para Ud. “las instituciones”,  forzando groseramente el alcance del autor que Ud. cita,  ”deben ser radicalmente reformado o abolido” y que “si lo anterior  fuera el caso”… “entonces vivimos en una sociedad no decente”,
    Ergo: Según Ud. la ocupación de la sede del Congreso en Santiago sería algo menor y que que no hay que reaccionar con histrionismo, porque hay que situarla en el contexto por Ud. señalado, es decir, una moral de situación, lo que equivale a decir: todo está permitido porque esas pobres personas están tan condicionadas por la situación en que viven de modo que no pueden actuar de otra manera. Siguiendo su línea argumental, sería perfectamente plausible de que esas mismas personas en un futuro cercano repitan sus actos e instalen el “Nuevo Congreso”  y liberen a todos los ciudadanos de Chile de las fallas que esa institución padecía.