23 ago 2015

Toda la verdad

Se ha roto un nuevo “pacto de silencio”. Esta vez ha servido para conocer el horror detrás del asesinato de 19 personas de Laja y San Rosendo.

Lamentablemente, este ha sido el único camino posible para conocer la verdad detrás de algunos casos de brutal violación de los derechos humanos cometidos durante la dictadura, como recientemente sucedió con el emblemático caso de Rodrigo Rojas y Carmen Gloria Quintana.

En todo caso hay que precisar que en estos pactos de silencio que se han roto es posible detectar dos formas de construirlos: por un lado el amedrentamiento y amenaza a jóvenes conscriptos y policías, así como a sus familias, tras convertirlos en autores materiales de planes criminales de superiores, y por otra parte el “premio”, por la vía de ascensos, destinaciones y jubilaciones, a los oficiales que comandaban las unidades exterminadoras.

En el caso de la denominada “Masacre de Laja”, que hasta ahora era probablemente uno no muy conocido para muchos concurren al menos, tres factores que lo hacen totalmente representativo del terrorismo de Estado implementado por la dictadura desde el primer día.

Por un lado la actuación del brazo uniformado, representado en este caso por Carabineros; por otro la participación de lo que el ex Presidente Piñera denominó “cómplices pasivos”, que en este caso fueron más bien activos, y que se retrata en la actuación de la CMPC; y, finalmente, en el rol cumplido entonces por la actual ministra de la Corte Suprema, Rosa Egnem, que grafica parte importante de la actuación del Poder Judicial durante la larga noche del autoritarismo.

Han pasado ya más de cuatro décadas desde estos injustificables actos que afectan hasta el día de hoy a sencillas familias de trabajadores de la “papelera”, de ferrocarriles e incluso a personas detenidas por razones totalmente alejadas de la política. Sin embargo, para quienes no hemos perdido la capacidad de asombrarnos ante la muerte injustificada de chilenos, es indignante comprobar que tanto las víctimas, como algunos de sus obligados ejecutores eran jóvenes que apenas se empinaban sobre los 20 años.

Molesta también comprobar el rol gravitante de aquellos civiles, que como señalara el Presidente Allende, buscaban recuperar con mano ajena sus privilegios. En este caso una empresa, que a través de su superintendente y su jefe de la división de personal, entre los más visibles, no solo “seleccionó” las víctimas, sino que también facilitó sus dependencias y vehículos, el alcohol que se les obligó a beber a los policías antes que cometieran este horrible asesinato colectivo y hasta el terreno donde fueron ocultados sus restos.

Indigna saber que recién el 2010, gracias a la iniciativa de la Asociación de Familiares de Presos Políticos Ejecutados de Laja y San Rosendo, el ministro de la Corte de Apelaciones de Concepción Carlos Aldana pudo dejar sin efecto el sobreseimiento y reabrir la causa, que tiene a once carabineros procesados, entre ellos el oficial acusado como autor de este homicidio: el entonces teniente Alberto Fernández Mitchell.

Hemos dicho que no queremos que la verdad que surge tras el rompimiento de los pactos de silencio que parecían estar cumpliendo con su misión de obstruir la justicia y perpetuar la impunidad, incluso en aquellos casos donde todos saben qué pasó, sean un “veranito de San Juan”, que sea solo un tímido rayo de sol que se cuela, casi accidentalmente, entre las negras nubes que pretenden ocultar la verdad.

Por eso no basta con alegrarse de que las pesadillas o los residuos de conciencia que aún existen en algunos de los victimarios (porque al parecer los autores intelectuales no tienen) sirvan para ratificar ante la justicia lo que las familias siempre han sabido. Se necesita generar las condiciones para que más involucrados den el paso que permita romper con ese silencio forzado que las instituciones y sus jefaturas idearon e implementaron para garantizar su impunidad.

Porque ya no es posible seguir aceptando la gastada tesis de los “excesos individuales” que tiene como único objetivo hacer pagar a los eslabones más débiles de la cadena de mando.

Confiamos en que los tribunales sabrán ahora restituir el imperio de la verdad que muchos denegaron durante la dictadura que no reconocía detenciones, torturas, ejecuciones y desapariciones y que recurrían al ilegítimo decreto de auto-amnistía para justificar lo injustificable. Los otros poderes del Estado, por cierto, también deben hacer lo suyo.

A estas alturas del siglo y de la historia que queremos escribir mirando hacia un futuro digno y democrático, la única meta posible es que se sepa toda la verdad, porque como dice el gran poeta uruguayo Mario Benedetti.

En el fondo el olvido es un gran simulacro
nadie sabe ni puede/ aunque quiera/ olvidar
un gran simulacro repleto de fantasmas.

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23 ago 2015

Señores empresarios, los salmones no se van a morir

En una de las sesiones de la comisión de trabajo de la Cámara de Diputados, un parlamentario le indicó a uno de los empresarios de la industria del salmón, que le tenía un recado de los trabajadores de esa industria que habían acudido días antes a esa misma comisión, el recado era” díganle a los empresarios que los salmones no se van a morir”.

Es impresionante como esta discusión sobre la reforma laboral está cruzada por  una brutal desconfianza de los empresarios hacia los trabajadores, pareciera que éstos fueran imberbes mocetones malintencionados y aprovechadores, inconscientes a la hora de mantener y cuidar la fuente laboral, alguien se preguntará que les interesa a estos enajenados llamados trabajadores.

La realidad es tremendamente distinta, la inmensa mayoría muestra una gran responsabilidad en su labor diaria, identificación con su fuente de trabajo y normalmente es la remuneración el elemento que  los decide a cambiar de empresa y no  las condiciones en que se desempeña. En la práctica  trabajadores y empresarios conviven diaria y civilizadamente.

Todo esto a pesar de que las remuneraciones  y otras condiciones laborales no son las que se podrían esperar de un país que avanza hacia  unos mentirosos 20.000 dólares per cápita que están basados exclusivamente en los ingresos que obtiene el 10% más rico de la población.

Por esto es necesaria una reforma laboral de verdad, en que se reconozca y se consagren en la ley  los derechos de los trabajadores a organizarse y a negociar  sus condiciones de trabajo entre ellas, su remuneración.

Por esto es tan importante que se le otorgue a la expresión extrema del desacuerdo, que no es sino la huelga, un espacio conveniente y cuyos costos hagan necesario y preferible siempre el acuerdo.

No hay que temer  a  los trabajadores, como el recado a los salmoneros, ninguno va a dejar que su fuente de trabajo se extinga, ni se deteriore, no es necesario mantener la actual legislación para impedir ese daño, tampoco es necesario fijar clausulas intermedias y confusas como el famoso reemplazo interno.

¿Cómo evitar que el empresario terminada la huelga favorezca de mil maneras a  aquellos que  hicieron esos reemplazos y esto termine desvirtuado y la reforma en papel muerto?

Por otro lado parece de todo sentido común que los beneficios no sean extensivos a quienes no pertenecen al sindicato, no pagan cuota social ni destinan tiempo a la actividad sindical. ¡No participamos en nada y nos llevamos los mismos beneficios que aquellos que sí lo hacen!

Alguien señalaba una encuesta en la cual los trabajadores estarían en contra de no hacer extensivos los beneficios obtenidos, y claro es como preguntar si Ud. prefiere pagar o andar gratis en micro.

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21 ago 2015

Lecciones que aprendimos de Les Luthiers y Daniel Rabinovich

Que el humor salva vidas no es novedad. Lo verdaderamente novedoso es que, desde el minuto en que se conoció el fallecimiento de uno de sus actores y fundadores, Daniel Rabinovich, el mundo se revolucionó al compás de las redes sociales enfocándose en algo mucho más grande que la muerte misma: el legado.

Es que la risa y el humor son contagiosos y por contagiosos, se volvieron virales los videos donde se lo seguirá disfrutando con sus ingeniosas ocurrencias.

Desde el punto de vista del crecimiento personal, tenemos al menos cinco lecciones que podemos aprender de él y de Les Luthiers.

La primera es que con humor todo es más sencillo. Rabinovich venía padeciendo serios problemas cardiológicos; incluso hace ya bastante tiempo que el grupo que integró desde el origen anunció su salida por problemas de salud. Sin embargo, en entrevistas esporádicas, algunas apariciones televisivas, y en recortes de escenas en largometrajes, lo hemos disfrutado haciendo del humor un arte.

Luego,  no es necesario usar palabrotas para hacer reír. El silencio, la “dislexia” verbal, la reinterpretación de ideas sencillas, son suficientes para darnos cuenta del enorme potencial de la comunicación humana. Incluso para marcar diferencias de opinión, es sabido que cuando una persona denosta a otra, habla más de la primera persona que de su ocasional ofendido.

Tercero, la obra nos trasciende. Somos mucho más que una experiencia humana, por lo que cualquier cosa que dejemos hecha “de buen barro” y con manos de alfareros creativos, honestos y sensibles, perdurará por los tiempos de los tiempos. Eso no se borra. Tenemos muchísimos ejemplos, como el de la Madre Teresa, Martin Luther King, Gandhi, y tantos otros cercanos a los latinoamericanos. Sin ir tan lejos, acá nomás, Violeta Parra y su inmortal “Gracias a la vida”.

Cuarto, en la experiencia está el aprendizaje. Los comienzos son tímidos, pequeños, con pasos a veces que nos asustan y hasta pueden paralizarnos por fracciones de segundos.

Aunque si nos animamos a zambullirnos por completo en las aguas de las vivencias, participando al ciento por ciento de lo que queremos lograr, estaremos marcando huella. La experiencia es más valiosa que los símbolos como el dinero, el estatus, y hasta el ego mismo.

Sin embargo, grande es la paradoja, que la experiencia termina por incluirlos como resultante final del camino: prosperidad, reconocimiento, y unas tremendas ganas de seguir haciendo más.

Finalmente,somos inolvidables. Si no para todo el mundo, al menos para un puñado de buenos corazones. Aquellos amigos leales, la familia con la que tenemos lazos fuertes y sinceros, los compañeros de ruta que estuvieron en distintos momentos. Por eso, en este paso por la vida, el legado y el sembrado es lo más importante. Lo demás son detalles.

Asi vivió y sintió Daniel Rabinovich. Alma de actor, corazón de humor, como tantos otros.Hoy toca recordarlo y grabar su memoria ante su partida. No nos olvidemos de los artistas, son los que pintan paisajes hasta en el lugar más desolado y capaces de regar el pastizal más seco, para que, de a poco, aparezca un nuevo brote de esperanza.

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21 ago 2015

La gratuidad como proceso

Luego del cónclave de la Nueva Mayoría, se han sucedido los análisis sobre las repercusiones del evento y quiero detenerme en los avances hacia la gratuidad que fueron anunciados.

Debemos  reconocer  que hubo progresos,  porque cuando se explícita que la gratuidad se amplía a nuevas instituciones universitarias, que no pertenecen al CRUCH (Consejo de Rectores), se da un paso para terminar con políticas que han tenido como único sustento el año de fundación de las universidades,  generando  la odiosa división entre CRUCH y privadas, sin considerar trayectorias, ni el proyecto académico que representan, o los mecanismos de participación que contemplan en su gestión.

El esfuerzo planteado por el gobierno de reducir del 60% al 50%, para aumentar la cobertura del beneficio, posee el mérito de tomar una decisión desde una ‘perspectiva realista y sin renuncias’. Con costos por cierto, por las presiones que han ejercido algunos rectores, quienes señalaron que debieran ser compensados por esta reducción.

En definitiva el gobierno ha sido capaz de superar los criterios ideológicos, asumiendo  pragmáticamente la implementación de la gratuidad. Se echa de menos eso sí, un análisis más fino del tipo de estudiantes y de universidades que podrían haber sido favorecidos.

Debemos tener en cuenta que el respaldo o rechazo a la iniciativa, se va a jugar en esta etapa, en la que se harán visibles para la opinión pública el impacto de la gratuidad, más allá de los eslóganes.

Los beneficiados  serán el 50% de los estudiantes más vulnerables que hayan accedido a las 25 universidades del CRUCH, por eso resulta injustificable que 4 universidades ‘tradicionales’ que tienen menos de 4 años de acreditación, que es el requisito mínimo que se les va pedir a las privadas, sí puedan acceder a esta etapa de la gratuidad.

Si algo es indispensable para darle solidez a esta política, es que sea consistente, coherente y predecible. Lo que claramente ha faltado hasta el momento y todavía estamos a tiempo de rectificar.

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21 ago 2015

Democracia sana, participación activa

Desde el primer día de su gestión, el eje central del Gobierno de la Nueva Mayoría ha sido el de promover la igualdad, con un fuerte énfasis en derechos sociales como la educación, la salud y las relaciones laborales y con un potente correlato político que ha permitido avanzar en mayor igualdad para la participación cívica y en la necesaria revisión de las prácticas de nuestras instituciones democráticas.

Así, durante la recién pasada legislatura, el sistema binominal para las elecciones parlamentarias fue reemplazado por uno de carácter proporcional que garantiza mayor equidad. Además, los chilenos residentes en el extranjero conquistaron su derecho a votar y participar en los procesos electorales del país.

Hoy, en el marco de la discusión del proyecto de fortalecimiento de la transparencia de la democracia, estamos trabajando en la generación de condiciones más justas para el desarrollo de los partidos políticos y la competencia electoral.

También hemos abordado, a través de otra iniciativa legal en plena discusión, la sanción de pérdida del cargos para parlamentarios, alcaldes, consejeros regionales y concejales que infrinjan las normas sobre transparencia, límites y control del gasto electoral. Se trata de materias clave para la calidad de la democracia

Es cierto que algunas de estas iniciativas tienen su origen en las irregularidades del sistema político que hemos conocido en el último tiempo.Pero con éstas y otras propuestas, próximas a discutirse, se está haciendo el trabajo lento y perseverante que apunta a desarticular, una a una, todas las barreras, las trampas y los obstáculos que han impedido la expresión auténtica y plena de la voluntad ciudadana.

Es probable que la gente no valore hoy estos esfuerzos en toda su dimensión, pues la estridencia y la mordacidad de las redes sociales suele apagar la voz pausada y reflexiva de quienes reconocen cada avance. Es natural, pues la desconfianza y  el individualismo han calado profundo en nuestra sociedad.

Por supuesto, la clase política, como consecuencia de sus errores, tiene responsabilidad en ello.

A través de la Agenda para la Transparencia y la Probidad, el Gobierno, la Nueva Mayoría -y progresivamente también la Oposición- nos estamos haciendo cargo de esa realidad.

Esperamos que las chilenas y chilenos asuman un rol activo en cuanto a ser verdaderos titulares de derechos y no meros beneficiarios de subsidios. Dicho de otro modo, más ciudadanos y menos consumidores.

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20 ago 2015

Cambio de paradigma

La discusión sobre la reforma laboral  cobra cada día más fuerza y será difícil llegar a un modelo que deje satisfechos a empresarios y trabajadores, pero si se considera que para lograr el éxito de una empresa basta con establecer un equilibrio adecuado entre capital y trabajo, entonces el asunto no es muy complicado, ya que un buen estudio podría determinar qué porcentaje de las utilidades de la empresa podrían ser destinados a pagar las remuneraciones de quienes hacen posibles esas utilidades.

Suponiendo que ese estudio indicara que un 30% (a modo de ejemplo) de las utilidades puede ser destinado al pago de sueldos, dejando el porcentaje restante a disposición del dueño o los dueños de la empresa, lo lógico sería pensar que los trabajadores harían sus mejores esfuerzos para aumentar las utilidades de la empresa, pues de este modo aumentaría su parte, como también estarían dispuestos a cumplir con los mejores estándares de calidad, los horarios de trabajo, incluso a trabajar horas extraordinarias y a ahorrar en todo lo que fuera en beneficio de la empresa, puesto que ello sería de beneficio propio.

Dentro de este esquema, que no tiene nada del otro mundo, los resultados de la empresa deberían ser siempre mejores, porque así todos recibirían mayores beneficios: “Yo gano, tú ganas” ¿Y qué mejor para un empresario correcto que compartir un porcentaje de las ganancias de su empresa con las personas que le permiten alcanzarlas?

Por supuesto, que si, en lugar de ganancias, hay pérdidas, estas también deberían compartirse proporcionalmente entre el empresario  y sus trabajadores. Y lo más probable es que, en ese caso, todos estarían dispuestos a realizar las necesarias correcciones para que en el ejercicio siguiente los números fueran azules y no rojos. Y si ello no fuera posible, lo más seguro es que el tanto el empresario como los trabajadores se preocuparían de buscar nuevos horizontes.

El estudio necesario para establecer el porcentaje adecuado podría ser realizado por organismos ajenos a intereses sectoriales o de otro tipo, y es muy probable que ese porcentaje no sería muy diferente entre una industria, un comercio, un estudio jurídico, un centro médico, un taller mecánico o un establecimiento educacional: ¿el 30%, el 35%, el 10% o el 40%? No importa. Será el porcentaje que resulte de un estudio realizado con seriedad, conciencia y sentido común.

A mayor eficiencia y eficacia en el trabajo, mayores beneficios para empresarios y trabajadores. Todos ganan y se terminan las confrontaciones entre ambos actores. Los sindicatos deberían esmerarse en alcanzar los mejores resultados para la empresa, ya que de este modo estarían beneficiando a los trabajadores que representan.

El sentido común indica que podría resultar este paradigma, que no es difícil de probar y que no requiere de ninguna reforma laboral, como tampoco de muy “sesudos” análisis. Puro sentido común y pragmatismo. ¿Dónde hay un error en este modelo? Yo no lo veo.

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20 ago 2015

Liderazgo en tiempos de crisis

Un antiguo refrán chino dice que las crisis son oportunidades para crecer y abrir nuevas puertas y efectivamente, muchas organizaciones y personas han logrado superar con éxito grandes crisis convirtiendo las amenazas y problemas en oportunidades de desarrollo.

En Chile, es evidente que enfrentamos una crisis de valores, manifestada en síntomas institucionales políticos, económicos y sociales. La sensación de caos y descontento está latente, pero ¿cómo estamos enfrentando esta situación?, ¿nos hemos tomado el tiempo para reflexionar?, ¿qué le pediríamos a la Presidenta para salir adelante y que el país se ordene ?

Cuando hablamos de que en una sociedad, empresa o país existe miedo e incertidumbre, estamos hablando de una crisis de liderazgo, y nos referimos a la falta de confianza y a la percepción de una incapacidad profunda para crear futuro. Que este escenario mejore, dependerá en gran medida de la posición y visión que transmita el líder.

Pero, ¿cómo ejercer el liderazgo en momentos turbulentos? En el contexto de una crisis, el reto principal de los líderes es movilizar a la organización para que identifique las problemáticas y desarrolle su capacidad para adaptarse y enfrentarlas.

Pero para esto, es sustancial buscar la calma, tomarnos una pausa, recurrir a la reflexión antes de pasar a la acción. No se trata de tomar decisiones a la rápida que sólo respondan a la urgencia. Es el momento de detenerse a observar y escuchar, de abrirnos a nuevas posibilidades y una vez que se ha tomado una decisión fijar un nuevo camino.

Cuando una organización enfrenta tiempos adversos, verdaderamente se enfrenta a su capacidad adaptativa para poder superarlos. Si el escenario es el actual ¿cómo y porqué llegamos este punto?, ¿qué debemos hacer para avanzar?, ¿cómo nos adaptamos a este nuevo momento?, ¿cuál es nuestro objetivo?

Efectivamente, las organizaciones o instituciones en tiempos de crisis se enfrentan al reto de hacer cambios radicales en muchos de los hábitos y prácticas organizacionales y esto requiere modificaciones profundas en el comportamiento de muchas personas y procesos dentro de la organización.

Un líder que potencie nuestra capacidad adaptativa

Cuando nuestras convicciones son cuestionadas, cuando los valores que le dieron éxito a la organización son menos relevantes, y cuando la teoría del negocio o la institución está obsoleta y necesita reinventarse para responder a una nueva realidad, es indispensable un líder capaz de incentivar la reflexión en sus equipos e involucrarlos.

En lugar de proteger a su gente contra amenazas externas, deben permitir que sientan el impacto de la realidad para estimularlos a enfrentarla. Con ello, las personas se verán obligadas a desarrollar nuevos roles y formas de relacionarse ya que las soluciones a los problemas adaptativos no siempre están en la cúpula de la organización, sino en la inteligencia colectiva de las personas en todos los niveles.

De esta forma es más probable mantener un sentido de urgencia que saque a la organización de la complacencia que la llevó a la crisis, pero siempre cuidando no generar el miedo e incertidumbre en el ambiente, ya que el miedo sólo debilita el compromiso de las personas con el proceso de cambio.

Por ello el líder debe lograr mantener la serenidad y la calma en momentos turbulentos, evitando contagiarse con la confusión general. Una vez que decide qué alternativa tomar, debe ser capaz de transmitir la visión, de dibujar el camino y de visualizar la meta, comunicándola a a su equipo de manera integral, posibilitando lograr un espíritu organizacional alineado, abierto a los cambios y dispuestos a desarrollar toda su capacidad para enfrentar los nuevos retos, de manera de ser artífices de su propio futuro.

Lo que requiere nuestro país hoy, es un liderazgo efectivo, capaz de optimizar recursos, de aunar voluntades, de maximizar las capacidades individuales en la obtención de un objetivo colectivo. Un líder con visión de país, que marque estrategias, pero sobre todo, que sea capaz de transmitir confianza a través de la toma de decisiones en pro del bien común.

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19 ago 2015

Argentina entre continuidad y ruptura

Argentina es un país muy singular. Los chilenos los amamos y los odiamos porque lo consideramos una rareza en el mosaico de independencias hispanoamericanas. Ellos mismos presumen de su singularidad, la que a nosotros nos asombra y nos espanta, o ambas.

La singularidad se arraiga en su fuerte nacionalismo. El kirchnerismo es un proyecto nacional y popular ante todo. También es la actualización del corazón del peronismo, que ha sido siempre un proyecto de la argentinidad que apela al mundo popular, la clase obrera y los sindicatos. Al lado de cada trabajador está el sindicalista y detrás está un peronista, como suele decirse.

El peronismo o justicialismo es un movimiento político surgido en Argentina a mediados de la década de 1940 alrededor de la figura de Juan Domingo Perón y un considerable número de sindicatos. En 1949 el peronismo organizó el Partido Peronista Femenino, fundado por Eva Perón e integrado solo por mujeres. La denominación de “justicialismo”, proviene de su fuerte impronta por la justicia social. Solo ha perdido ante coaliciones dirigidas por el Partido Radical en las elecciones de 1983 y 1999.

El Presidente Juan Domingo Perón ante la Asamblea Legislativa en 1952, declaró el ideario del movimiento: “Así nació el Justicialismo, bajo la suprema aspiración de un alto ideal. El Justicialismo creado por nosotros y para nuestros hijos, como una tercera posición ideológica, tendiente a liberarnos del capitalismo sin caer en las garras opresoras del colectivismo”.

El peronismo ha sido derrocado dos veces por golpes de estado militares. El primero a Perón en 1955, cuando fue declarado ilegal por la dictadura autodenominada Revolución Libertadora,  manteniéndose la prohibición durante 18 años.  El segundo a María Estela Martínez de Perón, depuesta en 1976 por un golpe de Estado que dio origen a la dictadura autodenominada “Proceso de Reorganización Nacional” y que la mantuvo detenida varios años.

Los elementos que constituyen su doctrina son las Veinte Verdades Peronistas, equivalente a los principios de la organización. Fueron dadas a conocer por Perón en la celebración del quinto aniversario del Día de la Lealtad. Perón las leyó desde el balcón y las Veinte Verdades Peronistas se hicieron muy populares y muchos de sus principios arraigaron en la cultura popular. La primera es la definición de la democracia: “La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo.”

La cuarta es muy llamativa para los socialistas chilenos: “No existe para el Peronismo más que una sola clase de hombres: los que trabajan”. La número seis es rayana en el sectarismo: “Para un Peronista de bien, no puede haber nada mejor que otro Peronista”. Fue reformada en 1974 para dejarla como “para un argentino no puede haber nada mejor que otro argentino”.

Una de las cuestiones más valoradas por los partidarios del peronismo es el Estado de Bienestar construido durante los dos primeros gobiernos. Es un ejemplo que ha pesado sobre los gobernantes peronistas posteriores, con la excepción de Menem que se lanzó en brazos del consenso neoliberal y protagonizó una época que los propios argentinos la denominaron “la borrachera menemista”. Una crisis que continuó con un débil gobierno radical y terminó con el país en quiebra.

Todos saben que Néstor Kirchner accedió al gobierno con Argentina en precarias condiciones. Su gobierno estuvo marcado por la urgencia de la recuperación económica del país. Sus logros y la propia gestión de la Presidenta Cristina Fernández ha posibilitado a los Kirchner estar cerca de doce años en el poder. No solo recuperaron el país, resolvieron ejemplarmente los temas de DDHH, ampliaron la protección social y al mismo tiempo estatizaron los fondos de pensiones. Además de YPF, la más importante petrolera del país y Aerolíneas Argentinas.

El futuro del peronismo oficialista está en manos de Daniel Scioli. Un peronista con experiencia, que ha sido diputado, ministro, Vicepresidente de la República y actual Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, la más importante del país. Al frente, el líder de la derecha Mauricio Macri, heredero del Grupo Macri-SOCMA, uno de los más importantes grupos económicos del país. Ha sido presidente del Club Boca Juniors, diputado y jefe de gobierno de la capital federal. Desde el 2007 dirige la alianza electoral Propuesta Republicana. La contienda es entre estos dos personajes. Radicales y Socialistas es poco lo que pueden hacer por ahora.

Todos apuestan al Peronismo. Es el único que está terminando bien sus gobiernos, lo que ha sido la pesadilla de los radicales. Dicen incluso que los peronistas se pelean para crecer, porque peleando se reproducen. Y que Macri es un oligarca.

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19 ago 2015

¿Está quebrada la Nueva Mayoría?

El cambio de gabinete de mayo fue un hecho político de gran alcance para el oficialismo a corto y largo plazo. Incluso, tendrá efectos relevantes sobre el sistema político en general. A corto plazo, porque hay un cambio del equipo político en forma y fondo y, a largo plazo, porque modifica la correlación interna de fuerzas de la coalición con su correlativo impacto sobre los futuros procesos electorales y el destino de la Nueva Mayoría. Finalmente, sobre el sistema político en su conjunto porque redefine la política de alianzas y pone en jaque –o en punto de inflexión- el proceso reformista.

El nuevo gabinete abre una segunda etapa –el “segundo tiempo”- e inaugura una nueva hoja de ruta que se expresa en la tesis del “realismo sin renuncia”. Se trata de seguir implementando las reformas -en el contexto de una realidad política y económica compleja- y de cambiar los estilos y las formas de la conducción política. En consecuencia, por un lado se instala la  necesidad de priorizar las reformas y darle gradualidad y, por otro, se inaugura -o se pretende- una conducción centrada en el diálogo, en el consenso y la unidad.

Entre principios de mayo y principios de julio hay dos meses. En este lapso de tiempo el gobierno se concentró en diseñar las formas y los contenidos de la segunda fase, es decir, hacer operativa la nueva etapa. Luego, a principios de julio el gobierno inaugura –en un consejo de gabinete- la nueva hoja de ruta que se expresa en el eslogan “todos por Chile”. En este contexto, por tanto, se convoca un cónclave que termina realizándose el 3 de agosto.Luego, entre julio y el cónclave el gobierno comunica, socializa y ajusta su nueva estrategia política con los partidos del oficialismo.

Se esperaba, en consecuencia, que el cónclave fuese el momento y la instancia para el re-lanzamiento del gobierno, del “programa remozado” y de una coalición unida bajo el liderazgo de la presidenta.

Sin embargo, el evento y sus efectos inmediatos –expresados en la tesis de “la ambigüedad” y en la derrota de los gradualistas- no tuvo la capacidad de unir al oficialismo en torno al nuevo diseño político de La Moneda. Al contrario, desde ese momento se instala de manera definitiva una fractura en la Nueva Mayoría que se expresa en lo grueso en dos almas o sensibilidades: los puristas y los gradualistas.

En consecuencia, se puede afirmar que el cambio de gabinete terminó incubando una crisis mayor: la ruptura política de la coalición y el inicio de una silenciosa “guerra de guerrillas”.

De hecho, ya se lleva más de un mes especulando y amenazando en torno al fin de coalición: el PC y la DC han sido los grandes protagonistas. Es evidente, que durante estos tres meses que van del cambio de gabinete al cónclave, la coalición –partidos y gobierno- no pudo resolver sus tensiones fundacionales que se vienen manifestando desde los primeros momentos del gobierno y que obligó a definir el pacto –en enero del 2014- como un “acuerdo político programático” con “fecha de vencimiento”.

El cónclave fue el espacio político en que las tensiones latentes se transformaron en ruptura “potencial”. Los sectores reformistas de la coalición se sintieron derrotados en todo el período que va desde el cambio de gabinete al cónclave. Pero, se sintieron ganadores y “satisfechos” con los resultados del cónclave. Al contrario, los gradualistas pasaron de victoriosos a vencidos. “Todos ganamos” decía el vocero de gobierno.

El cónclave profundizó las fisuras internas y generó las condiciones para la rebelión DC con Lagos e Insulza incluidos. Arrastraron, en ese movimiento, al Ministro Valdés que, en rigor es más cercano a Eyzaguirre que a Burgos. Algunos políticos –como Navarro y Vidal hablaron de “ejercicio de enlace”, y algunos DC pusieron en duda la proyección del conglomerado, Pérez Yoma, Martínez, Walker y Pizarro. Escalona, el domingo llamaba a no caerse ni a hundirse.

La opción de Bachelet por la interpretación continuista de la tesis del “realismo sin renuncia” fue el detonante para la “rebelión pelucona”. Este hecho, ha sido interpretado como ambiguo. Seamos claros, no hay ambigüedad ni vaguedad. Lo que hay –expresado en decisiones y hechos- es que la decisión de Bachelet desilusionó-indignó a los sectores que se sintieron vencedores por largas semanas: hicieron una rebelión y levantaron la opción Lagos-Insulza.

Es cierto y evidente que la convivencia entre ambos sectores fue difícil desde el primer momento; desde el instante que comenzó la obra legislativa. Un año y medio después de asumir el mando se produce una fisura mayor. En 18 meses las diferencias se profundizaron al generar una ruptura política que pone en jaque y en duda la continuidad del conglomerado.

Dicha continuidad dependerá de cómo se resuelve la “ruptura latente” instalada desde el cónclave y germinada desde el cambio de gabinete de mayo. Pero, ante esta situación no hay que olvidar que la Nueva Mayoría –sobre todo, la vieja concertación- sabe de procesar diferencias. Del mismo modo, sabe de pragmatismo, y sabe más, de lo que significa controlar el Estado y sus recursos.

De aquí a las próximas elecciones municipales ambos sectores seguirán en una disputa latente –en una silenciosa “guerra de guerrillas”- por conducir el rumbo de las reformas.

Será, un ciclo marcado por la sucesión de episodios de tensión que pondrán a prueba la proyección del conglomerado. Pero, la municipal de octubre del 2016 será la gran batalla que definirá el rumbo de la coalición, de las reformas y del gobierno. Y mientras tanto, Bachelet seguirá mediando entre dos sectores “potencialmente” irreconciliables.

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19 ago 2015

A seis pasos del triunfo oficialista

Hace unos meses esbocé, en esta columna, el escenario electoral argentino. Señalamos entonces que el favorito para las primarias era Daniel Scioli, candidato del kirchnerismo, seguido por el alcalde de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri. Planteamos entonces que el fenómeno Massa se había desinflado. No nos equivocamos. Ya con los resultados en mano, Scioli obtuvo un 38,4%, Macri 24,2% y Massa 14,2%.

Con este escenario, el oficialismo quedó muy cerca de un triunfo en primera vuelta. En este sentido, hay tres razones para esperar que, de no mediar un milagro, gane Daniel Scioli: el sistema electoral argentino, la dispersión del voto de la oposición y, además, el sólido respaldo con que cuenta hoy la gestión de Cristina Fernández.

Las presidenciales argentinas tienen diferencias cruciales respecto a las chilenas. Para comenzar, en Argentina las primarias son obligatorias para todos los conglomerados. Ya con los candidatos definidos, gana en primera vuelta el candidato que obtenga el 45% de los votos o, que en su defecto, sobrepase el 40% y tenga una diferencia mayor al 10% respecto a la segunda minoría. De lo contrario habría segunda vuelta. Ballotage. Situación inédita en Argentina.

Con estas condiciones, Scioli está a un 6,5% de ganar en primera vuelta. Un millón de votos. Y en su defecto, mantener diez puntos de diferencia con Mauricio Macri, que en esta elección recién pasada estuvo a catorce puntos. Ambos tienen material para crecer. Pero desde pisos muy diferentes.

Otro punto fundamental, para sumarle posibilidades al oficialismo, es que la oposición va fragmentada en cinco candidaturas a las elecciones de octubre. Recién eran catorce.  Sigue, por tanto, el fenómeno de Blanca Nieve y los siete enanitos, como le ha llamado alguien. Es decir, el kirchnerismo como el hecho central de la política argentina contemporánea.

En consecuencia, todos en la oposición desean  derrotar al gobierno, pero cada uno a mano propia, celosos de que sea bajo su espada y no otra. Así, ninguno alcanza el 25%. No se baja Macri, el más competitivo. Tampoco Massa. Ya pasó el tiempo de las alianzas posibles. Ahora solo queda esperar un eventual ballotage.

Más allá de las posibilidades de que el kirchnerismo continúe en el poder, al igual que todos los oficialismos que han ido a las urnas en el último tiempo en América Latina, hay sobradas razones para preguntarse por su popularidad después de doce años de gobierno. Este fenómeno sorprende a propios y extraños, especialmente cuando se pensaba que el impacto del caso Nisman sería devastador. Al parecer, la ciudadanía se mueve en otras coordenadas.

En este sentido, históricamente, la economía ha jugado su propia elección en Argentina, marcando el humor social. Hoy, a pesar de los desafíos pendientes y desequilibrios reales, la economía está en buen pie y ligeramente al alza. En consecuencia, un porcentaje considerable de ciudadanos no quiere cambios repentinos, inseguros y poco confiables. Esto lo leen también los candidatos de oposición, apurándose en asegurar que mantendrán algunos hitos de la actual gestión. El cambio justo, le llama Massa.

Por consiguiente, estos casi nueve millones de ciudadanos que han votado al candidato del Gobierno Nacional, valoran las principales políticas implementadas. Entre éstas, la universalización de las jubilaciones, asignaciones por hijo, estabilidad del mercado laboral, paritarias, la recuperación de empresas estratégicas, de gran valoración popular, como Aerolíneas Argentinas, Correo Argentino, YPF, entre otras.

Para finalizar, fuera de los aspectos coyunturales, es importante ponderar esta elección en su justa dimensión. Este será, gane quien gane, el primer traspaso de gobierno en condiciones sociales, económicas y políticas normales. No pasó así en la historia reciente argentina. Décadas marcadas por golpes militares, una guerra, hiperinflación, recesión, la mayor crisis económica de la historia del país, default de la deuda externa, megadevaluación, cinco presidentes en una semana. Ni hablar.

Hoy, con sus más y sus menos, están dadas las condiciones para llevar adelante un proyecto de desarrollo.

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