01 feb 2016

Permitido meter la pata, pero no las manos

Hoy por hoy resulta verdaderamente gratificante para el espíritu ciudadano comprobar que dentro de la actual clase política chilena, todavía existen algunos, muy pocos, lamentablemente, que reúnen las cualidades de los buenos políticos de antaño: rectos en su proceder, consecuentes y responsables ante sus electores, como a lo largo de nuestra historia patria podemos encontrar, felizmente, abundantes ejemplos de verdaderos servidores públicos, de esos que podían correr el riesgo de “meter la pata”, pero nunca las manos en la cosa pública.

Lo dicho es lo que un buen lector puede experimentar luego de leer el último libro que ha publicado el senador independiente por la Región de Aysén Antonio Horvath. En efecto, en su reciente libro publicado nos entrega un profundo y esclarecedor estudio sobre las energías renovables no convencionales (ERNC) de que Chile dispone en abundancia y que lo constituyen en un país privilegiado, si se decidiera a explotarlas convenientemente, en lugar de recurrir a la importación de energías fósiles y a la destrucción de su ecología mediante la construcción de centrales hidroeléctricas innecesarias.

A todas luces, el senador Horvath hace un gran aporte a su región y al país entero mediante la publicación del mencionado libro. ¿No podrían otros parlamentarios realizar estudios de tal trascendencia en diferentes ámbitos de sus competencias? Eso sería digno de su alta investidura y suculentos ingresos. Así estarían “haciendo la pega”, que es lo mínimo que todos los ciudadanos esperamos de su parte.

El ministerio de Energía debería considerar muy seriamente el estudio realizado por el senador de la región de Aysén, pues en esa cartera deberían estar los profesionales más idóneos para apoyar o refutar las afirmaciones que plantea el senador Horvath, como, por ejemplo, que Chile está en condiciones de multiplicar varias veces su actual potencial energético, con el consecuente beneficio público y privado, incluso pudiendo exportar energía a otros países de la región y del mundo. El ministro Máximo Pacheco podría felicitar al senador y agradecerle su aporte o bien decirle caballerosa y fundadamente que está “metiendo la pata”, si ese fuere el caso.

No cabe duda de que los chilenos llevamos un largo tiempo sin sentirnos orgullosos de nuestra clase  política. Por desgracia, ya no destacan, como sucedía antaño, por sus brillantes planteamientos y aportes al mejoramiento de la sociedad. Hoy nos parecen seres lejanos que se mueven por ambiciones e intereses personales, incluso un grupo, de diferentes partidos, hace dudar de su verdadera capacidad intelectual. Ni hablar de lo ético.

Ante la proximidad de nuevas elecciones , resulta saludable examinar los aportes que cada parlamentario ha sido capaz de efectuar en beneficio de Chile. Si ha sido satisfactorio o bueno, que sea reelegido; de lo contrario, que se vaya para su casa y deje de profitar en su propio beneficio. No nos sirven los parásitos públicos. Chile necesita verdaderos servidores públicos, eficientes y probos. Todos los demás sobran y son un lastre.

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  • Jorge Valenzuela

    Solo podemos vivir de la nostalgia. Si bien deben existir aquellos políticos honrados, solo constituirán la excepción que confirma la regla; la inmensa mayoría ha luchado desesperadamente por ocupar su actual posición para gozar de inmerecidas prebendas y para ello no han vacilado en venderse a intereses corporativos, de modo de asegurar su futuro y una fortuna personal conseguida de la manera más despreciable, prostituyéndose políticamente. Nadie seriamente puede contarnos el cuento de que “los aportes” a las campañas eleccionarias de nuestro preclaros representantes no establecen ningún compromiso y los aportantes son solo un dechado de filantropía.
    Y se llega a situaciones tan asquerosas en que una ilustre senadora de la república ha tratado por todos sus medios de asegurarle a su papacito el monopolio del manejo de las semillas transgénicas que solo lo beneficiarán a él y a la empresa matriz (extranjera desde luego) y el país en el intertanto se va a la cresta.
    ¿Cómo podremos deshacernos de esta generación maldita?
    Es casi un imposible porque somos nosotros los que los elegimos o nos hacemos cómplices de aquello, al irresponsablemente eludir la posibilidad de repudio al no acudir a votar, permitiendo elecciones solo con un mínimo de votos “válidamente emitidos”, actitud sostenida prácticamente por la mitad del país. ( Esto conduce a la paradoja que la presidenta habría mantenido incólume su apoyo ciudadano, pues fue elegida con el 50 y algo por ciento pero solo votó un cincuenta y algo de la ciudadanía y 50% por 50% me da un 25% y el apoyo se movido siempre alrededor de esta cifra, luego se ha mantenido casi invariable, con márgenes dentro del posible error estadístico)
    Vale la pena recordar aquello de que los pueblos tienen los gobiernos que merecen.
    Respecto de la idealización del pasado, creo, pese a mis muchos años que podrían conducirme a la conclusión facilista de que todo tiempo pasado fue mejor, es evidente que es ilusoria. Políticos vendidos a la plutocracia derrocaron a Balmaceda, condujeron al país al desastre del salitre, vendieron el país a capitales extranjeros, desde luego obteniendo muy suculentos peajes solo por su intervención traidora.
    Un panorama que hoy se nos repite como una mala fotocopia. reemplacemos salitre por cobre – amenazado por el grafeno sin que a nadie le importe, argumentando que su advenimiento está muy lejos en el futuro, argumento en extremo falaz e irresponsable – y tendremos una clara muestra de que no hemos aprendido, o nos han dejado aprender, absolutamente nada de los errores pasados. Podemos ver también como CORFO fue reducida a ser solo una agencia de asignación de recursos a negocios truchos y las empresas nacionales que antaño creara fueron saqueadas y entregadas nuevamente a capitales extranjeros, en un proceso oscuro y sucio de privatización, del cual curiosamente nadie hace mención, ni siquiera nuestros “compañeros” comunistas. Pactos de silencio no solo existen entre los violadores de derechos humanos.
    ¿Que vendrá al futuro, quizás reemplazar el cobre por el litio mientras dure una posible bonanza de éste?
    En cuanto al libro del senador Horvath, no sabía de su existencia y desde luego que lo buscaré y devoraré. El tema de la ERNC es apasionante, pero alrededor de ellas se tejido una maraña de mitos movidos por la irresponsabilidad, la superficialidad o, una vez más, la posibilidad de desarrollar nuevos y oscuros negociados.