Hay un principio básico que la comunidad mundial no debe olvidar jamás. Los Derechos Humanos, proclamados por la Asamblea Nacional en la Revolución Francesa del 26 de agosto de 1789, en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Entre ellos podemos destacar el derecho a la vida, a la integridad de la persona, a la libertad, a la educación, a la vivienda.
En 1979 Karel Vašák, basándose en los valores de la Revolución francesa de libertad, igualdad y fraternidad dividió los DDHH en derechos civiles y políticos, en derechos económicos, sociales y culturales, completándose con la solidaridad. No importa desde cuándo o cómo se han generado. Los seres humanos tenemos la obligación de defenderlos, protegerlos y proclamarlos.
Pero esa obligación no es motivo para que obviemos los métodos o las formas. Desde que parte la antigua Unidad Popular se convirtió en el referente del neoliberalismo criollo, el olvido se ha convertido en una característica de sus Gobiernos, de sus dirigentes y de algunos de sus militantes.
Este domingo hay elecciones parlamentarias en Venezuela y la campaña internacional contra su Gobierno se ha intensificado al grado máximo y Chile no está ausente de ella.
Voy a hacer un poco de historia con la intención de refrescar la memoria de los lectores.
En 1971 comenzaron en Chile los problemas de desabastecimiento en diversas áreas, especialmente en alimentos. Más allá de los desaciertos que haya tenido la política económica de la UP, este desabastecimiento era el resultado de del Proyecto Fubelt de la CIA, orquestado para desestabilizar al Gobierno de Salvador Allende y así lograr su derrocamiento.
A esta intervención extranjera en 1972 se añadía el boicot económico del empresariado chileno, el paro de los transportistas liderados por León Vilarín y la desaparición por ocultamiento de productos de primera necesidad.
Al paro de los camioneros se sumaron de una u otra forma la Confederación del Comercio Detallista (CONFEDECh) con Rafael Cumsille, la Confederación de la Pequeña Industria y Artesanado (CONUPIA), la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) presidida por Jorge Fontaine y la Asociación de Dueños de Microbuses y Taxibuses de la Locomoción Colectiva Particular.
Después también se plegaron el Colegio Médico y la FESES. Los gremios de ingenieros, abogados, odontólogos, profesores, trabajadores portuarios, pilotos de LAN Chile y la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Chile, todos o casi todos dirigidos por militantes de la oposición al Gobierno de Allende. El país estaba prácticamente paralizado.
Hoy, después de la desclasificación de los documentos de la Agencia Central de Inteligencia, sabemos que todo estaba financiado por la CIA.
El Director de la CIA, Richard Helms, declaró en un testimonio en el Comité Hinchey que su “impresión…de que el Presidente planteó en forma muy dura que quería que se hiciera algo y que no le importaba mucho cómo y que estaba dispuesto a poner fondos a nuestra disposición. Esta era una orden que prácticamente no excluía nada.Si alguna vez me sentí portador de un bastón de Mariscal de Campo, fue ese día, al salir de la Oficina Oval.” Eso había sido en una reunión con Nixon en septiembre de 1970, recién electo Salvador Allende.
El Comité Church y Pike del Senado de Estados Unidos, dice que “además de financiar a los partidos políticos opositores”, el Comité 40 [organismo de los servicios secretos estadounidenses] aprobó grandes sumas para sostener a los medios de oposición y para mantener así una campaña oposicionista implacable. La CIA gastó un millón y medio de dólares para apoyar a El Mercurio, el principal periódico del país y el canal más importante de propaganda contra Allende. Según documentos de la CIA, estas gestiones significaron “un papel importante en la preparación del escenario para el golpe del 11 de septiembre de 1973.”
También en esa época se acusó a la UP de crímenes políticos, a pesar que uno de los más destacados asesinatos fue el del edecán naval de Allende, Capitán de Navío Arturo Araya Peters, sobre quien dispararon miembros de Patria y Libertad, el comando fascista que dirigía Pablo Rodríguez Grez.
La policía de Investigaciones aclaró el caso y 32 miembros de PL fueron detenidos, para quedar posteriormente todos libres. Guillermo Claverie, otro militante de PL que estaba prófugo fue capturado y responsabilizado de efectuar los disparos contra el oficial de la Armada. Fue condenado a tres años y un día de prisión y después indultado por Pinochet “por servicios prestados a la Patria”
Este es solo un breve racconto de contingencias orquestadas por la CIA, el Gobierno de USA y la derecha chilena para llegar al derrocamiento sangriento del Gobierno de la UP, que se definió cuando en marzo de 1973 la agrupación ganó las elecciones parlamentarias.
Hoy, Venezuela va camino a una elección parlamentaria y la campaña internacional en su contra se intensifica. El Gobierno de Chile, algunos de los partidos políticos que lo componen y muchos de sus parlamentarios se están haciendo parte de una orquestación similar que se implementa contra el Gobierno de Venezuela. Han perdido la memoria, o el placer del neoliberalismo hace que hayan cambiado su concepción sobre lo ocurrido en nuestro país. Esto para no decir que puede haber muchos intereses personales para el futuro político de algunos.
Claudio Huepe García, quien fuera prisionero de la dictadura en 1973, embajador de Chile en Venezuela hasta marzo del 2007, cuando fue depuesto por dar a conocer que Chile había votado contra el ingreso de Venezuela al Consejo de Seguridad de la ONU bajo presión de USA, debió auto exiliarse en ese país. Había sido uno de los más importantes oponentes a Pinochet. Ya los dirigentes políticos chilenos habían olvidado la actuación de USA y el Departamento de Estado en el golpe militar contra Chile.
Mucha de la gente que está con el Gobierno venezolano siempre estuvo con nosotros durante la dictadura. Recuerdo a Pompeyo Marqués, Vicepresidente de Chávez, quien años antes, en el Centro Cultural San Martín de Buenos Aires, siendo yo el presidente de la Mesa de Encuentro de los Partidos políticos chilenos, antecesora de la Concertación, me acompañaba en una conferencia de prensa sobre la dictadura en Chile. Hay otros muchos nombres como Roy Chaderton Matos, Antonio Aveledo y una larga lista. Fui jefe de prensa en la Embajada de Venezuela en Buenos Aires durante el Gobierno de Luis Herrera, por eso además de su solidaridad contra la dictadura, hay lazos personales que me unen a ese país.
No soy chavista, nunca lo fui, nunca me gustó personalmente este coronel. Pero él y su gente consiguieron para su pueblo cosas que no se habían conseguido antes. Si hubiera realmente problemas de derechos humanos, el Gobierno de Chile tiene la autoridad y los contactos para enfrentar directamente al Presidente Maduro para defender los derechos que hubieran sido atropellados, sin necesidad de hacerse parte de una campaña internacional, de la cual también toma parte el Poder Judicial, el mismo que negaba auxilio a las víctimas de la dictadura de Pinochet.