21 nov 2015

Por una cabeza

Este domingo Argentina tendrá nuevo presidente y, como en ese tango que compuso Carlitos Gardel con letra de Alfredo Le Pera, puede ser que Macri o Scioli, alguno de ellos “justo en la raya afloje al llegar”.

Así están las cosas para las elecciones de segunda vuelta el domingo 22. Pero no será como en Chile cuando ganó Piñera. Esa elección en Chile era la selección entre un neoliberal conocido y probado como la Concertación y un neoliberal sin experiencia de Gobierno. Los electores debían decidir y decidieron por Piñera. Sabían que nada cambiaría, pero esperaban mayor capacidad de ejecución, mayor eficiencia en la gestión. Cuando fue la segunda vuelta de Lagos con Lavín habían decidido por la experiencia y práctica de la Concertación.

En la Argentina todo es diferente. Scioli y Macri representan programas políticos absolutamente diferentes y contrapuestos. El de Sciolli significa continuar afianzando la soberanía política del país, seguir avanzando en el camino de la independencia económica y solidificar los objetivos de la justicia social ya conseguidos.

El proyecto de Macri es un proyecto auténticamente de derecha neoliberal, que ni siquiera tiene los discretos tintes sociales que tenía la Concertación y el actual Gobierno chileno. Se terminará con los subsidios a la locomoción, a la electricidad, al gas y al agua. Se pagará a los fondos buitres, se vivirá la libertad de mercado que significa desprotección de los consumidores y en especial de los de menores ingresos.

Desde que se legisló, en el Gobierno de Roque Sáenz Peña el 10 de febrero de 1912, la ley que lleva su nombre y estableció el voto universal secreto y obligatorio para los ciudadanos argentinos varones, nativos o naturalizados, mayores de 18 años de edad, que estuvieran inscriptos en el padrón electoral, la derecha no volvió a ganar una elección. Cuatro años más tarde ganó las elecciones Hipólito Yrigoyen de la Unión Cívica Radical para el mandato 1916-1922. El pueblo argentino por primera vez en su historia decidía quien gobernaría su país.

La derecha de este país sólo pudo gobernar después de eso, mediante los golpes de Estado. El primero se lo dieron al propio Yrigoyen en 1930, en su segunda presidencia ganada en las elecciones de 1928. Desde entonces la derecha ha venido ocultándose tras los tanques y las bayonetas para alcanzar el poder. Esto hasta 1983, cuando EEUU dejó de apoyar los golpes militares.

Esta es la primera vez desde entonces -1916- que la derecha logra llegar a estar a punto de ganar el Gobierno electoralmente. En estos años ha logrado mediante Macri y su gente conseguir penetrar grupos importantes de clase media baja y de sectores populares que parecen no entender que el modelo que les proponen les dañará inexorablemente.

Aquí como en otras latitudes la comunidad de la era de la comunicación y la tecnología es tendiente a lo fugaz, como los mensajes por el “watesapo” en sus celulares, o los envíos fotográficos, o los noviazgos transitorios.

La oferta de Macri es eso, tiene la fugacidad de lo transitorio y la velocidad de los mensajes con el celular. Muchos, y eso es lo peligroso, no reflexionan sobre la reestatización del sistema jubilatorio terminando con el negociado de las AFP.

A pesar de gozar de ellos, no piensan en e los beneficios que les ha traído la recuperación de los ferrocarriles, tampoco en los cientos de escuelas públicas construidas, en la mantención, mejoramiento y creación de nueva universidades públicas libres y gratuitas.

Tampoco piensan en cuánto pagarán por el pasaje de microbus urbano cuyo mínimo hoy es de algo así como 30 centavos de dólar y que una vez liberado el dólar y quitado el subsidio estatal será de más de un dólar.

Es verdad que este Gobierno ha cometido pecados políticos, pero éstos tienen que ver con la forma de enfrentarse a los otros grupos políticos, incluso a los grupos del peronismo, pero no con relación a los beneficios que han producido para la sociedad en su conjunto.

Se ha logrado una importante recuperación de industrias que prácticamente habían desaparecido. La del calzado, por ejemplo, que de 48 millones de pares que producía allá por los años ochenta quedó prácticamente en cero en tiempos de Menem. Entre  2002 y 2013 la producción presentó un crecimiento del 164% alcanzando los 120 millones de pares en el 2013, lo que lógicamente significó importante fuente de empleo.

Puede ser que Scioli no sea el mejor candidato, pero Macri significa volver al pasado, aupar a la derecha para hacer posible que los ricos sean cada día más ricos y los pobres vayan camino a la pauperización.

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