El Partido Democrático del Premier Matteo Renzi ganó las elecciones europeas en el territorio italiano con el 40,81 por ciento de los votos. Una votación histórica.
Sólo la Democracia Cristiana, DC, había superado el 40 por ciento en la historia electoral de la República Italiana. En 1948 había llegado al 48, 51 por ciento y obtuvo resultados por sobre el 40 por ciento en dos oportunidades más.
Dicho sea de paso era tal el ascendiente de la DC sobre el electorado que cuando se disolvió en 1992 todavía conservaba el 29,66 por ciento de las preferencias. Cualquier partido político del Chile del siglo XXI estaría celebrando clamorosamente un resultado así y haciendo grandes apuestas para el futuro.
Pero, terminada la I República en 1993, la ciudadanía itálica “cerró la llave” y no le entregó nunca más votaciones mayoritarias a nadie más, ni de derecha ni de izquierda, hasta el domingo 25 de mayo de 2014.
¿Quiénes son estos triunfadores del 40,81%?
Lo decíamos en este mismo espacio el 4 de marzo de este año. Son adultos jóvenes surgidos de las dos escuelas matrices de la política italiana: el Partido Comunista y la Democracia Cristiana, y que hoy le dan vida a esta formación de Centro-izquierda: el Partido Democrático.
Renzi triunfa estrepitosamente y gobierna con dos capitales político-históricos: la cultura tradicional DC-PC y la mirada Siglo XXI de una nueva generación de servidores públicos.
Este voto italiano puede ayudar a impulsar las esperanzas de una Europa que avance en su integración, especialmente teniendo en cuenta que desde el 1° de Julio Italia asumirá la Presidencia del semestre europeo, en donde hará valer su voz fuerte y potente en el Consejo Europeo.
La determinación surge del tuiteo que Renzi emitió ayer, luego de conocer los resultados: “Un resultado histórico. Estoy conmovido y determinado ahora a trabajar por una Italia que cambie a Europa. Gracias #unoxuno #sinmiedo”.
Este resultado, junto a las señales de recuperación económica, acompañadas de notables triunfos culturales y deportivos, podría augurar que, en el marco de una Europa más unida, Italia encuentre un nuevo rumbo y ponga punto de partida a una renovada era política de estabilidad y progreso.