Cuando se estableció el actual sistema de donaciones a instituciones benéficas en las cajas de supermercados y cadenas farmacéuticas, yo no vivía en Chile.
Ergo, cuando regresé y me instalé en nuestro país, pagué el noviciado. Pasé la “plancha” correspondiente la primera vez que me tocó pagar en el súper: Ante mi perplejidad y vacilaciones por la solicitud- requerimiento de la cajera por 5 pesos para el Hogar de Cristo, mis hijas, entonces niñitas, exclamaron a todo volumen: ¡Papá!
A pesar del mal rato – me sentí cometiendo un pecado mortal de egoísmo… y sólo por dudar – después me quedó cierta sensación de agrado por lo “bien” que funcionaba el sistema: los grandes grupos económicos tenían un comportamiento generoso con los más necesitados.
Presumí, como corresponde en una mentalidad garantista como la mía, la plena inocencia de las cadenas comerciales.
Hoy ya sé lo que todos saben. La acción recaudadora de donaciones de estos conglomerados no es desinteresada sino más bien todo lo contrario.
Primero, reducen su carga tributaria, o sea, el aporte que legalmente deben hacer para que el Estado financie justamente sus políticas sociales.
Segundo, sin costos publicitarios, adquieren una imagen pública bastante más positiva de lo merecido.
Para que los chilenos donemos, sin estas distorsiones, a favor de instituciones como el Hogar de Cristo, la Fundación Las Rosas y otras, apliquemos sencillamente el modelo europeo ¿Cuál es?
En Italia y España, países en los que tuve el gusto de vivir durante los últimos seis años del siglo pasado, todo contribuyente puede donar a través de su declaración anual de impuestos.
En cada formulario de declaración y pago de los tributos, el Estado publica una lista de instituciones benéficas y ONG sin fines de lucro, previamente calificadas y certificadas.
De ese elenco, el contribuyente selecciona la o las instituciones a las cuales dirigirá el donativo permitido legalmente.
Otro requisito que cumple este procedimiento es que sus resultados se convierten en información de público acceso. Se cumple así con la transparencia debida.
Así donaremos directamente, respaldando a las instituciones previamente certificadas que mejor nos parezcan.
Consiguientemente, la donación dejará de ser otro pingüe negocio y será un genuino aporte a la cohesión social de Chile.