Volvimos a la eterna pregunta sobre qué tipo de institucionalidad se requiere para Chile para el ámbito de la cultura, nos quedamos con nuestro Consejo Nacional de la Cultura y las Artes que data del 2003, o buscamos crear un nuevo ministerio.
La pregunta que uno se hace es: ¿Qué es lo que está fallando en el sistema actual?, ya que claramente hay un diagnóstico de que por algún lado está haciendo agua.
Y no tiene que ver con este gobierno en particular sino con la estructura. Leyendo lo sostenido luego del discurso del 21 de Mayo estoy 100 % de acuerdo con nuestro gran Agustín Squella, ¿no será que hemos fallado en la implementación?, acá a diferencia del transantiago no le podemos echar la culpa al diseño, claramente las fallas provienen tanto de las instituciones como de las personas que dirigen estas últimas.
La palabra clave ha sido la falta de Coordinación.
Este Gobierno ha sostenido interminablemente el concepto Gestión como parte de su vocablo para definir la nueva forma de gobernar.
Pues coordinar está en la raíz misma del saber gestionar. Y no tiene que ver con dividirse ámbitos que aparentemente van por caminos separados; va por construir políticas públicas aunando criterios de impacto, de transformación y de innovación.
Cómo es posible que se sigan implementando políticas de infraestructura, sin incorporar dimensiones de mejoramiento de las bibliotecas públicas existentes y se construyan en paralelo centros culturales que no tienen asignados presupuestos de gestión en comunas donde claramente no se ha trabajado el tema de financiamiento futuro de mantenimiento y producción.
Se están creando espacios culturales avalados por la necesidad de espacios de encuentros; sin embargo se están llevando a cabo de manera bastante esquemática, no considerando falencias de espacios ya existentes o de agrupaciones culturales territoriales que llevan desarrollando acciones culturales locales a lo largo de los años con una envidiable capacidad de autogestión y que tienen una expertise territorial que ninguna autoridad del nivel central puede traspasarle.
Por lo tanto y volviendo al anuncio de la creación de un Ministerio de la Cultura, aparte de dictar decretos como sostiene el actual ministro, no veo luces de un trabajo mancomunado para la construcción de una Nueva Política Cultural.
Desde el CNCA se rebate lo sostenido una semana antes por la Directora de la Dibam, que afirma tajantemente que el futuro paraguas consideraría en paralelo el patrimonio con la creación elevándolos al mismo grado.
El ministro no se pronuncia a favor de ello. Me suena a discusiones ya escuchadas en el pasado, lo cual me no me deja muy tranquilo, como resolvemos este tema de una vez por todas para poder construir algo solido con instituciones ancladas en los gobiernos de turno, donde la representatividad de la sociedad civil no desaparezca, la discusión de la ley de donaciones no se remita solamente al tema de los beneficios tributarios para los privados, sino a una redistribución más equitativa de los recursos, donde el tema de la creación de nuevos públicos se tome la agenda por sobre el maquillaje.
Como tendremos arrugas en el rostro si estamos constantemente haciéndonos liftings y estiramientos del rostro. Yo abogo por menos maquillaje y operaciones de belleza y por más naturalidad y trabajo a rostro descubierto.
Es sobre el futuro de nuestros hijos de lo que estamos hablando, qué hábitos les creamos, como les cultivamos la diversidad y la curiosidad, como les traspasamos nuestra historia y nuestra memoria.
Como construimos sociedad e incorporamos valores culturales permanentes.