En el último tiempo, la palabra transformismo se ha instalado como término de uso común, indicando que se cambia la identidad propia por otra diversa a la original. Se trata de indicar que un recubrimiento o piel exterior no necesariamente deberá concordar con su contenido interior.
Ha sido en el cine donde se han desempeñado roles, especialmente afortunados, tal fue la excepcional actuación de Dustin Hoffman en la película “Tootsie”, que convertido en Dorothy ve que todo se complica cuando se enamora de Julie y se replantea el dilema de su identidad de origen. También Robin Williams, estuvo magistral en el film “Papá por siempre”, en el que logró inmortalizar a un esposo que separado de su familia, se “transforma” en una incansable niñera, en el afán de recuperar a su esposa y sus niños que ve perdidos.
Pero, hay algunos, que sin arte ni talento, pretenden una operación de transformismo político que causa desconfianza, porque hiere el compromiso cívico con el país, al separarse de su verdadera identidad para ser vistos como algo diferentea lo que son. En política, que no es ficción, se trata de un oportunismo desmesurado.
Como si la política en Chile no estuviese suficientemente debilitada por toda suerte de malabarismos, vueltas de carnero y oportunismos, situación acentuada por los hechos de corrupción que han sembrado el descrédito y dañado gravemente la legitimidad del sistema político; como si todo eso fuera poco, ahora un grupo de ediles de conocida y ya larga militancia en la derecha, quieren seguir siendo la primera autoridad comunal, presentándose en un nuevo “referente” manteniendo su afiliación partidaria de siempre.
Quieren candidatearse como si constituyeran un inofensivo referente de alcaldes, pero sin dejar su pertenencia al proyecto político primigenio que les identifica desde que, casi todos ellos, se iniciaron en la vida pública como depositarios de la “herencia” del régimen dictatorial.
No se trata que no puedan cambiar de opinión, por supuesto que hacerlo es legítimo y evolucionar desde posiciones autoritarias a tolerantes ideas democráticas sería bueno para Chile, pero, lo que se nos informa es de esconder tal identidad, sin abandonarla; o sea, se trata de un fraude, de un simple maquillaje.
Se lleva demasiado lejos la idea que tienen algunos que con “marketing” se arregla cualquier cosa. Que bastan los usos cosméticos de toda suerte de pomadas para tapar, incluso los renunciamientos democráticos que tuvieron quienes fueron subyugados por el proyecto autoritario que ha marcado conductas y trayectorias políticas en la derecha chilena. Asi también que se puede recubrir la cubierta corroída por los escándalos de corrupción y malas prácticas.
Es un “gatopardismo”, ser políticos y ocultarlo, ser fieles a sus maquinarias partidarias para todos los efectos concretos de su comportamiento ante los grandes temas de país que deberán enfrentar en su gestión, pero mostrando el ropaje de blancas palomas, como seres impolutos traídos a la tierra por alguna de las tantas misiones espaciales que han vencido la gravedad, conocido el cosmos y regresado al planeta con ellos en la cabina.
Es como si quisieran ser el gran descubrimiento de la NASA en el planeta Marte, una especie de cuadratura del círculo, gente de derecha, fiel a su condición de tal, sin la carga de una imagen política que resta votos en la mayoría ciudadana.
Este transformismo es una conducta política muy desafortunada, reniega de lo que esos alcaldes son y menoscaba su propia identidad para engañar al electorado. Esta falsa apertura a lo ciudadano es un daño a la democracia y da la razón a las personas que no quieren ejercer sus derechos democráticos, por que no quieren ser manipuladas por estas prácticas perversas, que corroen al sistema político del país.
Este tipo de oportunismo, que crea una situación en que no se sabe quién es quien y qué representa cada cual, aumenta la desconfianza ciudadana, eleva el abstencionismo y reduce la participación, aleja la gente de la institucionalidad democrática y fomenta el rechazo a la política.
Hoy más que ayer, la transparencia resulta ser una exigencia fundamental en la dirección de restablecer la confianza hacia la política. Por eso, presentarse como lo que cada cual es la opción que representa, qué se propone realizar y hacia donde dirigirá sus pasos en el tiempo venidero, desde el Estado, el Parlamento o los municipios, es una demanda irrenunciable para elevar la calidad de nuestra democracia.