Si se mira la historia política chilena con todas las diferencias y similitudes de los demás países latinoamericanos y aún con otros continentes, hay algunas características peculiares para nuestro país. Ellas, entre otras son la formación de bloques estables y con una cierta consistencia ideológica y algunas excepciones donde aparecen partidos emergentes para extender la votación. En la derecha fueron siempre el bloque conservador liberal con el partido agrario Laborista con una duración relativamente pequeña.
En el Centro Izquierda el Partido Radical o el Partido Radical Democrático, luego con la aparición arrolladora del Partido Demócrata Cristiano, partido que en los primeros años fue más bien centro centro y luego con una inclinación más bien de centro izquierda, en las décadas del 60 y 70.
En la izquierda el partido Comunista, el partido Socialista y sus aliados radicales y democráticos en distintos aspectos.
La permanente presencia de extremos de izquierda o derecha muy minoritarios que han sido relevantes pero enervantes para la política especialmente para las políticas de gobierno, al punto que han tenido duros encuentros con los referentes tradicionales de la izquierda y también con la vieja derecha. Los encuentros del MIR con el comunismo de la ciudad de Concepción o la discusión ideológica de los liberales con Patria Libertad han sido patognomónicas.
Una característica muy especial ha sido la presencia en Chile del partido Comunista absolutamente obediente frente a la Unión Soviética y al mismo tiempo más funcional a los gobiernos de izquierda como fue el caso clásico del apoyo irrestricto al gobierno de Allende
Un último aspecto es la presencia en nuestro país en los últimos 50 años de la permanente presencia de un pensamiento de izquierdas o centro izquierda, puro y supra partidario que ha sido también un permanente aguijón para los gobiernos que no ha sido pro comunista. En Chile este pensamiento ha provenido desde la izquierda al pensamiento cristiano, tal vez por todo ello no ha sido siempre tranquilo en el quehacer de los gobiernos progresistas.
Esto ha sido naturalmente distinto, pero sumatorio a la feroz oposición de la derecha, que genera, una de las debilidades del progresismo de estos gobiernos. Las razones son siempre las mismas: rapidez y amplitud del programa, amplitud de las coaliciones y los errores humanos.
La nueva Mayoría es básicamente la encarnación de estos últimos grupos que vieron en la concertación y luego en la Nueva Mayoría la posibilidad de gobiernos de mayoría, de amplio sustento ideológico y popular que soñamos con la fuerza suficiente para hacer realidad las utopías de progreso en nuestro país .
Por eso es que nos duele tanto que estemos cayendo en enfrentamientos particulares por temas menores, por rencillas partidistas de menor cuantía y sobre todo nos duele esta especie de diario quehacer de dirigentes y parlamentarios que hacen pensar a mucha gente y que pudiésemos perder el gobierno o que tengamos un triunfo medrado en las elecciones municipales, en una suerte de “muerte anunciada”, que al final produce su derrota.
Cuidémosla porque si ella no nos da la satisfacción que el pueblo requiere, la podemos perder como nuestro ultima utopía.
Debemos entender que detrás de ello hay otras respuestas evidentes.
Que viene después ¿un gobierno minoritario que demostró sus dificultades? ¿un gobierno de centro derecha que deberá incluir a un DC? ¿un gobierno independiente como surgió con Carlos Ibáñez?
Las tres alternativas son un retroceso del avance progresista del pueblo chileno.