En unos días más, la DC irá a las urnas para decidir sobre qué tipo de conducción partidaria tendremos de cara a los enormes desafíos por los cuales está atravesando el país, el gobierno, la Nueva Mayoría y la propia DC.
Hechos lamentables, han provocado un profundo alejamiento de la gente hacia la actividad pública: la ciudadanía no confía en la política ni en los políticos; siente que la política abandonó a las personas y que son los poderes fácticos los que en verdad gobiernan. Nuestro deber y responsabilidad es abrir el debate, ofrecer confianza y soluciones reales a este nuevo e incómodo fenómeno.
Desde nuestra identidad como democratacristianos, el desafío que se nos abre es definir qué es lo que nuestro partido puede ofrecer para resolver esta crisis de participación y de confianza, más aún cuando se vienen elecciones municipales en el corto plazo y cuando debemos mirar más adelante la elección parlamentaria.
El descrédito del sistema político debe tocar fondo, pero eso no ocurre por sí solo. Al menos para la lista que tengo el honor de conducir, la DC cree que es tiempo de poner orden a la conducción del Gobierno y de los partidos que confirman la coalición. Y cuando digo que la DC está llamando al orden no lo hago desde una posición desafiante ni soberbia: lo que ocurre es que hoy más que nunca se requiere responsabilidad y experiencia política para dar respuestas creíbles a la gente.
¿Qué partido seremos en este nuevo contexto?
La tentación de aparecer críticos, demoledores, autónomos e independientes de todo conglomerado puede ser muy seductora, pero puede encerrar el germen de la desintegración de nuestra amistad cívica que nos une a todas las fuerzas democráticas que se opusieron a la dictadura.
No podemos involucionar y convertirnos en un partido contestatario o testimonial. La denuncia por la mera denuncia no sirve de nada y la pretensión de influir desde fuera del sistema en nada ayuda a la gente que en verdad necesita soluciones.
La Democracia Cristiana tiene demasiado aprendizaje, trayectoria y sabiduría política como para no ponerla al servicio del país, y lo decimos desde la humildad de quien quiere trabajar por Chile y su futuro, pero también desde la convicción de un partido que está deseando fervientemente que las cosas se hagan mejor.
Nunca los problemas de la política se han resuelto sin política y este partido va a dar una señal clara este fin de semana. Queremos un rol protagonista para retomar el control de la agenda de crecimiento, igualdad y fraternidad que le ofrecimos a Chile y que se ha ido perdiendo por motivos espurios.
Camaradas, es hora de volver a sacar la voz para los temas que realmente importan.