El Cardenal Raúl Silva Henríquez jugó un papel protagónico en difíciles momentos de la historia de Chile. Su alma de pastor y de patriota lo condujo a buscar con inusitada convicción el camino del diálogo y de la paz, en momentos en que la patria se encontraba polarizada y dividida en trincheras irreconciliables.
En los complejos meses previos al golpe militar, el Presidente Allende solicita a don Raúl que mediara a fin de poder reunirse con Eduardo Frei Montalva, quien en esos momentos era Presidente del Senado y jefe de la oposición. Don Raúl acepta el encargo y le dice a Frei que Allende quería conversar con él en privado y que tal reunión se podría hacer en la casa del Cardenal.
Frei estaba renuente a reunirse con Allende, puesto que tenía buenas razones para no hacerlo, y así, después de meditar unos segundos, responde lentamente,“Don Raúl, si usted me lo pide como católico, yo debo decir que sí, porque usted es mi pastor, pero si me lo pide como político, debo decir que no”.
El Cardenal sin titubear ningún segundo le dice,“se lo pido como católico”. Frei guardó silencio, y entonces don Raúl, motivado por su vehemente deseo de impedir la confrontación y el golpe militar, argumenta: “Si yo tuviera que indicar cuál gobierno ha sido más cristiano en su cercanía con los pobres si el suyo o el de Allende, me costaría elegir…”.
Posteriormente don Raúl señaló en sus Memorias:“Estuve mucho tiempo arrepentido por eso que dije. Supe que había herido a Frei como nunca antes y que él debió hacer un gran esfuerzo para creer en mi buena fe”.
La reunión nunca se realizó. Frei le escribió a don Raúl señalándole, “Creo que ella (la reunión solicitada por Allende) es muy inconveniente por cuanto tiende a crear una imagen de confusión en la opinión pública, de la cual el PDC ha sido víctima reiteradamente.Yo naturalmente siempre estoy dispuesto, en un caso de urgencia para el país, a concurrir si soy llamado por el Presidente de la República hasta su despacho y jamás negaría mi contribución.De esto puede usted tener la certeza”.
A pesar de esta negativa el Cardenal no cejó en su empeño de buscar el entendimiento y así evitar el golpe militar. Dos meses más tarde de estos hechos, el 20 de julio de 1973, don Raúl decidió enviarle una carta al senador y Secretario General del Partido Comunista, Luis Corvalán diciéndole : ” Tengo fe, señor senador, en la rectitud, en el buen sentido y en el patriotismo de los dirigentes políticos chilenos. Y estoy seguro de que no solamente manifestarán su conformidad verbal con nuestra esperanza de reconciliación nacional, sino que darán los pasos necesarios para restablecer el diálogo perdido, el desarme de los espíritus y de las manos, y lograr, tanto desde el Gobierno como desde la oposición, el consenso necesario para que el anhelo de justicia y de paz de nuestro pueblo no sea frustrado por pequeños intereses de grupos o partidos, existentes en unos y otros”.
Un mes más tarde, en agosto de 1973, don Raúl le envía una carta al senador y Presidente del PDC , Patricio Aylwin, que en parte señala : “Comprendo señor senador, que para ustedes el llegar a dialogar representa no pequeñas dificultades, y que han hecho grandes sacrificios para secundar la humilde sugerencia que los obispos hemos hecho , inspirados en las exigencias del Evangelio y sin representar ninguna posición política, ningún interés de grupo, y solamente movidos por el bienestar de Chile, tratando que no se pisotee la sangre de Cristo en una guerra fratricida”.
El Cardenal tenía el convencimiento que los políticos debían cuidar la democracia y evitar el golpe militar.
El Cardenal no tuvo éxito en este empeño y Chile sufrió la ruptura de su convivencia democrática con las graves y dolorosas consecuencias para la patria y su gente.