Asumí como Vicepresidente del Senado el 15 de Marzo de 2011 y estoy finalizando mi período en el cargo. Fue un año especial, tanto por la alta investidura que me tocó ocupar, como porque coincidió con una inédita secuencia de movilizaciones sociales, que marcaron todo el acontecer social y político, y que caracterizó la función como Vicepresidente de la cámara alta.
Durante el año 2011 y comienzos del 2012, fue imposible abstraerse de lo que acontecía en las calles con movilizaciones y protestas que abarcaron todo el país.
El año 2011 comenzó con la movilización en Magallanes contra el alza del gas, recurso básico en la región austral, que durante casi un mes puso en jaque al gobierno. A un año del terremoto y en los meses siguientes se producen movilizaciones de los damnificados, denunciando el escaso avance del proceso de reconstrucción, quienes se organizaron a nivel nacional formando el “Movimiento Nacional por la Reconstrucción Justa”.
Se sumó a este clima de movilización social la huelga de hambre más larga de los comuneros mapuches, quienes se manifestaron por sus demandas históricas, la recuperación de sus tierras y el respeto por su cultura.
En abril se realizó la primera marcha estudiantes universitarios y secundarios, con un petitorio que fundamentalmente se resumió en las exigencias de calidad, gratuidad y rechazo al lucro en la educación, que desató masivas movilizaciones que no se veían desde las grandes protestas nacionales contra la dictadura y que generaron un apoyo sin precedentes en la ciudadanía a las demandas estudiantiles.
En otra arista, con la aprobación del Proyecto de HidroAysén, salieron a las calles de forma espontánea miles de personas, situación que se repitió cada vez con más fuerza en diversas ciudades del país, exigiendo una Patagonia sin Represas.
Frente a estas masivas demandas sociales, el Gobierno nunca, tuvo una clara intención de negociar y más bien procuró desgastar los movimientos, respondiendo con represión y con pocas soluciones reales.
En este ámbito, desde el cargo de vicepresidente del Senado, procuré – junto con otros parlamentarios – jugar un rol articulador en el diálogo entre los movimientos sociales y las autoridades, tratando de generar soluciones a las legítimas demandas de los estudiantes, trabajadores, pobladores, y pueblos originarios.
Por su parte, la gestión del gobierno estuvo y sigue estando marcada por su errática respuesta a los conflictos, por su baja aprobación y por los retrasos en la reconstrucción de las regiones afectadas por el terremoto.
La oposición tampoco fue capaz de responder rápidamente al movimiento social y sus partidos siguen evidenciando una importante debilidad, producto de la desafección de los ciudadanos con los partidos políticos.
Sin embargo, hubo logros parlamentarios importantes, como fue el proyecto de pos natal, que gracias a la presión de la oposición fue posible aprobar uno de mejor calidad; similar significación tuvo la negociación del presupuesto, en el cual los senadores y diputados de oposición realizamos un trabajo de esclarecimiento de puntos destacados, e igualmente fue valioso conseguir una mayoría convincente al proyecto para poner fin al lucro en la educación.
El año 2011 se cerró con la sensación de que Chile cambió radicalmente, no por obra de las transformaciones impulsadas por el Gobierno, sino porque en Chile hay más participación social, más organización y mayor conciencia de los derechos de las personas, que en los últimos 20 años.
Situación que se vuelve a confirmar comenzando el 2012, donde retornan con inusitada fuerza las demandas regionales, esta vez en Aysén. El escenario, es el mismo, una comunidad empoderada de sus derechos y un Gobierno incapaz de responder a sus demandas.
El desafío es grande, por un lado lograr las demandas sectoriales de amplios sectores sociales cada vez más informados de sus derechos. Por otro, las exigencias de transformaciones estructurales en el ámbito político, el fin al sistema binominal y el cambio de la Constitución a través de una Asamblea Constituyente que consagre los derechos sociales y económicos.
Este es el contexto en el cual desarrollé mi labor como vicepresidente del Senado, espero haber cumplido con las expectativas que los ciudadanos se formaron con el cometido que me correspondió asumir y espero haber contribuido a mejorar la imagen y valoración de la política y del Parlamento, así como al fortalecimiento de la democracia y la participación ciudadana.