En Chile se están vulnerando Derechos Esenciales, se está pasando a llevar el límite soberano y digno propio de la condición espiritual del ser humano.Así lo ha fallado nuevamente la Corte Interamericana de Derechos Humanos, por el caso de 7 mapuche y una activista, quienes fueron tratados y condenados como terroristas, desconociendo sus Derechos Esenciales.El Estado Chileno es considerado culpable de haber producido daño a estas 8 personas, habitantes de esta tierra.
En Chile, desde aparatos encargados de administrar justicia se ha actuado, y se actúa desde el prejuicio y la discriminación, desde la ignorancia de que esto es así además.
Se trabaja con un ser humano sin espíritu, sobre el cual se aplican normas de modo mecánico. Así, las posibilidades de causar daño son enormes, se desconoce la dimensión sutil de la vida, difícil de constatar para muchos, pero presente, y que por mandato constitucional debe ser garantizada y promovida por todos los organismos del Estado.
Así es, en el artículo 5to de la Constitución se señala “El ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto a los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana. Es deber de los órganos del Estado respetar y promover tales derechos…”, y de modo coherente, en la definición de persona que da la Biblioteca Nacional, se establece que la esfera psíquica – espiritual es la “esencia misma de ser persona y constituye la base de la dignidad humana.”
Hoy en Chile se están vulnerando Derechos Humanos de personas pertenecientes a las etnias ancestrales, de personas de orientación homosexual, de usuarios de cannabis y otros enteógenos, entre muchos otros ciudadanos/as, que sin causar daño a terceros son criminalizados, discriminados, limitados en el ejercicio de su libertad y autonomía.
Eso sucede en Justicia. En Salud, Educación, Vivienda, Transporte… también se atiende a un ser humano sin espíritu, castrado, dado el principio mecanicista desde el cual se establece el vínculo con las personas.
Se nos sigue tratando, a los ciudadanos/as, como sujetos carentes de inteligencia, se nos cosifica, se nos descalifica, se nos violenta. Crece el descontento, si no se atiende lo esencial, no habrán de sorprender manifestaciones de rebelión.
La buena noticia es que somos ya suficiente ciudadanía despierta y empoderada que, a través de instalarnos con propiedad a ejercer nuestros derechos, estamos precipitando los ajustes necesarios para resolver y avanzar a más armonía, equilibrio, bienestar, evolución, plenitud, dignidad.
La ciudadanía empoderada, no está dispuesta a aceptar ni someterse al absurdo, asumiendo decididas acciones que en tanto legítimas desde esta perspectiva fundamental, asumen el riesgo de ser maltratados por el Estado y ejercen sus derechos con gallardía.
Por ejemplo, usuarios medicinales del cannabis, que frente a la evidencia indiscutible de sus beneficios, cultivan y preparan su medicina a base de esta planta con excelentes resultados; o quienes hacen uso sacramental de la misma, convencidos de estar en su derecho, realizan las acciones necesarias para sostener esta práctica.
Todos asumiendo que es el Estado quien comete delito cuando se transgrede los límites que debe garantizar y obstruye el ejercicio pleno de nuestros derechos.
Existen además personas y agrupaciones que trabajan ya desde el nuevo paradigma que reconoce la dimensión espiritual de la vida como principio: científicos, profesionales de la salud, educación, ciencias económicas, legales, equipos de investigación acción en desarrollo esencial humano; los kalku mapuche, que ancestralmente se ocupan de la dimensión del espíritu de todo el territorio de este lado del planeta; diversas escuelas y tradiciones de trabajo espiritual, entre otros.
La sinergia de todas estas acciones va dando frutos.
Desde el Poder Legislativo han brotado señales alentadoras, como las declaraciones de la Presidenta del Senado, senadora Isabel Allende Bussi, quien al referirse a los errores que se cometen en nuestro país a propósito de las Políticas de Drogas, emplea como argumento el respeto a la libertad y autonomía de los usuarios de cannabis en el ámbito privado, reconociendo la despenalización del autocultivo como medida sensata que permitiría detener vulneraciones como las reclamadas por el psiquiatra, Dr. Milton Flores Gatica, quien habiendo sido condenado por cultivo de cannabis para uso espiritual, denunció al Estado Chileno ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos CIDH, en enero pasado.
Luego de estas declaraciones, la Presidenta del Senado recibió al Dr. Flores en audiencia, interesada en profundizar lo que ya reconocía como una manifestación valiente y con fundamento de reivindicación de derechos rsenciales.
En ese acto, anunció públicamente su decisión de encabezar la firma de una carta dirigida a la CIDH, pidiendo se agilice la tramitación de esta causa por tratarse de un tema que afecta a muchos ciudadanos y por existir señales que permiten suponer condiciones para resolver de modo interno lo que se reclama.
21 congresistas además de la senadora Allende adhirieron esta carta, los senadores Rossi, Montes, De Urresti, Quinteros, Giradi, Quintana, Guillier, Horvath, Navarro, y los/las diputados/as Schilling, Fernández, Soto, Cicardini, Robles, Mirósevic, Boric, Jackson, Cariola, Vallejo, Rubilar, Aguiló. Todos ellos han afirmando la urgente necesidad de ajustes en el plano del respeto a los derechos humanos esenciales.
En el Poder Legislativo, se está integrando en la mirada la necesidad de operativizar el respeto a estos derechos. Se han anunciado y/o presentado 4 mociones para modificar la Ley 20.000, y un proyecto de acuerdo solicitando medidas para garantizar el uso medicinal.
Al menos en tres de estas mociones, se ha incluido en la argumentación el respeto a la libertad y autonomía propias de la condición natural humana, reconociendo la identidad esencial del ser humano, tal como lo establecen la Constitución y los Tratados internacionales vigentes
Son señales. Aún falta para la cristalización que de cuenta de que se está instalando el nuevo paradigma para regular nuestra convivencia en sociedad.
Grave error sería echarnos en los laureles, ¿cuáles laureles? si día a día se continúa vulnerando derechos de personas que son tratadas como delincuentes sin serlo a lo largo de todo el territorio nacional; si día a día las manifestaciones de desequilibrio en salud y educación son más evidentes; si día a día diferentes organismos del Estado siguen dando clara muestra de estrechez en sus miradas.
El SENDA por ejemplo, en vez de avanzar retrocede en su discurso. Preocupante, alarmante. La ciudadanía ya había logrado durante la administración anterior que desde este organismo se trascendiese el paradigma prohibicionista frente a las drogas.
Francisca Florenzano, fue capaz de reconocer el fracaso de ese modelo, y durante el último año como directora se negó a incluir nuevas sustancias al listado de las prohibidas y redactó el decreto para regularizar el retiro de la cannabis de la lista 1, tras el reconocimiento del valor medicinal dado por el ISP cuando autorizó su ingreso y empleo en Chile para casos específicos.
Durante estos primeros meses de la nueva administración, no solo no se ha ordenado este reconocimiento oficial del estatus de la cannabis, sino que se ha anunciado el ingreso de nuevas sustancias al listado de las peligrosas prohibidas, entre ellas la ayahuasca, cocción de plantas amazónicas, usada ancestralmente y hasta hoy con fines de desarrollo espiritual, y que por tanto simplemente no corresponde prohibir su empleo, podrá regularse, es necesario de hecho hacerlo, pues al igual que la cannabis no puede dejarse su empleo a la deriva y en manos de la oscuridad. Prohibirla sería insistir en la vulneración de derechos y libertades de quienes decidan emplearla con estos fines.
No podemos dormirnos entonces, no podemos descansar ni bajar la guardia. No podemos caer en la tentación de aceptar cuasi-ajustes, que no son transformaciones reales. El respeto a nuestra dignidad es o no es, no reconoce medias tintas.