06 abr 2014

Terremotos, expansión de conciencia y salud mental

Durante el terremoto del 27F, en Hualpén, VIII Región, hubo un equipo de profesionales y técnicos de la educación que habían sido entrenados para desarrollar la capacidad de permanecer conscientes, presentes, expandidos en percepción.

Durante más de un año habían realizado sistemática y disciplinadamente prácticas orientadas al despertar de conciencia, constatando como efecto un enriquecimiento en su capacidad de permanecer conectados al momento presente, todo con el afán de entregarles herramientas para recrear y mejorar la calidad del servicio ofrecido en educación[i].

Estas personas, mujeres en su mayoría, reportaron haberse visto a sí mismas capaces de no entrar en pánico, leales al momento, asertivas, capaces de reaccionar adecuadamente frente a la experiencia del terremoto.Se transformaron en líderes frente a sus familias y comunidades.

Quienes les rodeaban, vieron su capacidad de permanecer alertas y tranquilas a la vez, sin sobrerreacciones, centradas. Ellas experimentaron un estado de conciencia plena, casi sobrenatural, que les dejó muy satisfechas de su propio desempeño frente a la crisis que se desencadenó.

En estos días, escuchaba por la radio la preocupación por la salud mental de la población afectada por el terremoto en el norte de parte de la Dra. Helia Molina, actual ministra de Salud, y recordé la deuda de no tener a mano aún, los testimonios de estas mujeres y hombres describiendo su experiencia.

Pocos días después del 27F, en las dependencias de la escuela en Hualpén, junto a este equipo educativo, abrimos un espacio para toda la comunidad, de contención y práctica de técnicas para expandir la percepción.

Quienes participaron, pudieron vivir un momento durante el cual el cauce por donde circulaba su experiencia se amplió, pudiendo experimentar –según señalaron- alivio, paz, tranquilidad plena, aceptación. Un verdadero descanso frente a tanta tensión que había en el ambiente.

Junto a la sostenedora y la directora, decidimos además, desarrollar similares encuentros con todos los integrantes del equipo educativo del colegio.

Entre réplica y réplica, constatamos cómo es posible permanecer centrados, conscientes y en calma; también alertas, pues la situación lo ameritaba, pudiendo ofrecer lecturas más objetivas del momento, de cuándo sí y cuándo no había un peligro real. ¡Cuán importante fue esta destreza al retomar las clases en los meses venideros!

En la Universidad del Bío-Bío abrimos un espacio similar, acogidos por una docente de la Facultad de Ciencias, se invitó a la comunidad penquista a vivir un encuentro para la contención del momento.Tal como hoy lo ve la Ministra, la necesidad estaba, y nos sentimos en la obligación. Se acercaron docentes, estudiantes, vecinos, amigos.

Nuevamente la posibilidad de vivir un momento de alivio, tan real, tan reconfortante, fue valorado como un salvavidas, un gran aporte en esos momentos de desconcierto, miedo y dolor.

Este espacio ciudadano, hasta el día de hoy permanece abierto a la comunidad, todos los lunes del año académico, a las 18:30, en el Auditórium de la Facultad de Ciencias Económicas, se invita a un momento para “Practicar el Estar Despiertos”.

También desarrollamos en esos días junto al equipo de Salud Mental del Hospital Higueras, un momento para la práctica de técnicas para expandir la percepción. Les estaba tocando atender a los sobrevivientes del tsunami, con historias desgarradoras, difíciles de asimilar, su directora reconoció la necesidad de atenderles a ellos para que pudiesen estar en condiciones de atender a sus pacientes.

En fin, de modo voluntario, hubo una legión de almas despiertas ofreciendo su saber, contribuyendo a una mejor “salud mental” de los afectados por la tragedia.

A propósito del reciente terremoto en el norte chileno, leía en las redes sociales, en el muro de una agrupación de activistas pro recuperación de los derechos de usuarios de Cannabis iquiqueño, la siguiente frase: “en estos momentos todos somos usuarios medicinales”.

¡Claro que sí!, justamente el efecto de la cannabis es sobre la percepción, la expande, se abren cauces disponibles, pero poco usados, de la capacidad de percibir consciente, aparecen más capacidades para no sucumbir frente al miedo, que también se siente, pero que es posible administrarlo, ponerlo al servicio del estado de alerta, de la capacidad de ver y discriminar.

Cuanta especulación –de todo tipo por cierto- aparece frente a la experiencia de caos, de incertidumbre. Cuán necesario por tanto, permanecer atentos a lo real.Cuán saludable para la “mente” es expandirse. Sin duda, quienes son usuarios de esta planta en Iquique y alrededores, han podido asistirse con su efecto para experimentar un bienestar saludable en estas circunstancias.

Cuando la percepción se expande, eso es lo que sucede, se abre la posibilidad de experimentar integración psíquica, con dignidad y entereza. Por ello el uso de la Cannabis es una experiencia nutritiva y de desarrollo evolutivo para quien aprende a bien emplearla.

Existen otras técnicas, evidentemente -como las usadas con aquel equipo de educadoras y educadores de Hualpén- que requieren eso sí, de disciplina, constancia y esfuerzo para disfrutar de sus efectos. Y ahí está la Cannabis, una planta disponible e integrada desde mucho a nuestra cultura, especialmente en jóvenes, aunque cada vez más adultos, ciudadanos responsables, reconocen y asumen abiertamente su empleo cotidiano.

Resulta tan aberrante entonces criminalizar su cultivo para uso privado, personal o colectivo, bajo argumentos sesgados y cargados de prejuicios.Esto ya no se tolera, y así lo demuestran las distintas iniciativas que abogan por reparar este error que ha dañado a tantos que han sido y siguen siendo tratados como delincuentes sin serlo.

Por ejemplo, en menos de una semana y sin mucha difusión todavía, en una reciente campaña ciudadana llamada #YoFirmoAutocultivo[ii] que exige a las autoridades “despenalizar el autocultivo en el más breve plazo como medida urgente para recuperar la dignidad de todos quienes han incluido esta planta en sus proyectos de vida, para fines espirituales, medicinales o recreativos”, ya han firmado más de 9000 personas.

Ya no es por favor, es una exigencia, pues no es posible seguir siendo complacientes con el prejuicio y la ignorancia, desde la cual hoy se produce grave daño. La Cannabis, es una planta que ofrece múltiples oportunidades para quien aprende a usarla para sacar provecho de su efecto.

Da para un capítulo completo la descripción de su efecto en graves patologías médicas, incluida la epilepsia refractaria de niños que no encuentran otro alivio sino a través del aceite de cannabis de elaboración casera hoy en Chile, usado de modo clandestino y bajo el absurdo e injusto riesgo de prisión asumido por sus padres.

Otro tema es la adicción, y la necesaria habilitación y educación de nuestros niños, para formarlos como seres humanos íntegros, capaces de no sucumbir a los múltiples objetos de dependencia que se ofrecen sin ninguna regulación en nuestra cultura “moderna”.

Cuánta razón Dra. Molina, ¡cuánta necesidad enfrentamos hoy en materias de salud mental de la población! Cuánta falta hace habilitar a los responsables en salud y educación, en meta competencias, en aquellas destrezas que tienen que ver con la capacidad de permanecer presentes, conectados al momento, capaces de liderar desde la calma y la conciencia en momentos de caos, promoviendo la salud mental.

Una buena noticia es que ya contamos con experiencias en esa dirección en Chile, como la descrita, entre otras.

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