Entre el viernes 5 de julio y el domingo 7 se realizó un inédito voluntariado en la comuna de Quinta de Tilcoco. Los voluntarios fueron 55 jóvenes de segundo, tercero y cuarto medio del Liceo de Maipú, quienes dedicaron los primeros días de sus vacaciones de invierno a forrar las viviendas de 10 familias de la localidad rural de la 6ta región (impermeabilización y aislación térmica).
Recibí la invitación por parte de un profesor y estuve con ellos durante todo el día sábado, y puedo dar fe de su esfuerzo y entusiasmo por ayudar al prójimo. Un 58% de los alumnos participantes se encuentran en riesgo social en sus propios hogares, lo que no los privó de acudir en ayuda del más necesitado.Siento, el más sincero reconocimiento al equipo directivo y docente del Liceo de Maipú, ya que sin su determinación no hubiera sido posible realizar esta actividad.
Resulta una mágica demostración de humanidad, cariño por el trabajo y la formación de los jóvenes, ver trabajar codo a codo al director del colegio con los alumnos que se encuentran educando, y a la orientadora y al inspector con los mismos muchachos que en tantas ocasiones deben aconsejar y/o poner en orden en el establecimiento educacional.
Con los jóvenes de la cuadrilla con que estuve el sábado conversamos acerca de la utilidad de estos trabajos, de si al final del día servían para algo. La reflexión indica que no es la solución, en ningún caso lo es, pero ¡cómo ayuda a una familia a pasar menos frío y a no mojarse en el invierno!, ¡cómo le puede cambiar, que sea por unos días la vida a una niña de cinco años ver su pieza como nueva! Y también la gracia de la sonrisa en sus labios y de su madre es algo que queda en la retina.
El voluntariado apuntó a un problema que tenemos como sociedad y el cual solo se llegará a una solución definitiva mediante políticas públicas y el rol asignador del estado, pero mientras ésto no suceda, o los recursos no se recauden y redistribuyan, vale la pena la iniciativa del Liceo de Maipú.
En los tiempos de agitación social en que vivimos, bueno es destacar la iniciativa del Liceo de Maipú, colegio no emblemático del sistema público sin selección, que no estuvo en paro ni en toma, y sus alumnos no serán ni del 50% ó 60% de los egresados de media que lleguen a la educación terciaria, acaso por las (pocas) oportunidades que han tenido, o por lo segregada de la sociedad chilena que no les ha mostrado otra realidad.
Pero esto no los deja como observadores, quieren ser partícipes de un nuevo Chile inclusivo y sus educadores los incentivaron.
El mayor fruto de esta actividad es la experiencia misma. Gratifica escuchar como uno mencionaba que por primera vez se sentía útil o haciendo algo que sirviera a los demás. O compartir con los docentes del colegio, con las familias que les abrieron las puertas y la intimidad de su hogar para, sin mucha destreza, pero con entusiasmo, mejorar en algo una situación de exclusión.
Sin duda alguna, creo que los tres días valieron por quizás meses de clases en su formación como ciudadanos responsables, como futuros adultos conscientes y capaces de construir sociedad.
Es de esperar que esta actividad se repita en el futuro y que no sólo ocurra en el Liceo de Maipú, o en algunos otros pocos establecimientos y que no sea un paréntesis en la formación, no solo por el aporte puntual, aunque valioso que se realiza a las familias, sino por la experiencia y el crecimiento que significa para los jóvenes.
Vaya coraje el de las autoridades del Liceo de Maipú de llevar a cabo esta primera experiencia, notable motivación y esfuerzo de los alumnos. Mis felicitaciones.