Hoy, en el Día Internacional de la Mujer, es imposible no recordar el dolor y oscuridad que vemos en los ojos de miles de mujeres que llegan a nuestras puertas tratando de proteger sus vidas tras años de golpes y abusos. Vulneradas en sus derechos, llegan solas con sus hijos, tan quebrantados como ellas, y sin saber cómo empezar a reconstruir sus vidas.
Si bien la violencia intrafamiliar es transversal en toda la sociedad, golpea con más dureza a los sectores más pobres, donde las mujeres tienen menos oportunidades para salir de esta situación.
Muchas de ellas por vergüenza se aíslan de sus familias, amigos e incluso dejan de mandar a sus hijos a la escuela, porque no quieren más testigos de este dolor.
Son múltiples las consecuencias de esta violencia, ya que no sólo afecta la salud mental y física, sino que también impacta en su desarrollo social y económico, profundizando las condiciones de pobreza y exclusión. Cómo sanar esta herida, cómo parar con los femicidios, la expresión más brutal de la violencia contra la mujer. La respuesta está en la prevención.
Como sociedad debemos asumir nuestra responsabilidad en esta materia, dejando de ser observadores silenciosos de estos hechos, fomentando formas de relacionarnos que estén basadas en el respeto y erradicando aquellos vestigios culturales que toleran la violencia en las relaciones.
En tanto, las instituciones que hemos asumido una responsabilidad en esta área, tenemos que avanzar en la tarea de capacitar a la comunidad para que comprendan este problema, para que acojan de manera apropiada a las mujeres que viven violencia, para que mejoren la detección precoz, derivación y seguimiento, y evitar así más víctimas. En definitiva, estar alerta.
Un pilar fundamental de este trabajo está en enfocar la prevención en sectores como salud, justicia, educación y organizaciones comunitarias, entre otras.
Junto al SERNAM hemos dado un importante paso gracias a la implementación del programa Alerta Temprana de la Violencia Intrafamiliar, que estamos desarrollando a través de nuestra red de jardines infantiles. Este es un dispositivo integral de prevención, que involucra a las mujeres, a sus familias y las redes locales de apoyo.
Trabajamos en conjunto temas como el reconocimiento de conductas violentas, el buen trato como forma de resolución de conflictos, fortalecimiento de la familia y el entorno, para que se constituyan en agentes de prevención y protección.
Los resultados de esta iniciativa son alentadores, ya que se ha transformado en un espacio activo, donde las mujeres y sus familias han aprendido a escuchar y ser escuchadas.
Pero mientras tengamos que lamentar una nueva muerte por VIF, no podemos dejar de trabajar por visibilizar esta realidad y dar protección , seguridad y nuevas oportunidades de desarrollo a las miles de mujeres que aún viven el flagelo del maltrato.