Las características del sistema municipal chileno hacen que la figura del alcalde o alcaldesa sean inmensamente importante en la gestión local.
Sin desmerecer el aporte que realizan los concejales, es tal la concentración de autoridad en este cargo, que en definitiva el sello del quehacer gubernativo municipal depende de quien ocupe esta primera magistratura.
En el caso de Providencia, se nos ha hecho creer a los vecinos que las cosas no podrían andar mejor. Que la situación rebasó toda posibilidad de expansión y raya en la excelencia. En otras palabras, casi un paraíso.
Y aquello podría ser cierto si comparamos esta comuna con otra que tenga índices de desarrollo humano mucho peores o que disponga de menores recursos en su presupuesto.
Pero eso sería vil conformismo y mediocridad.
Providencia debe fijar otros estándares de comparación. Debe mirar no sólo a sus vecinas de Las Condes o Vitacura, sino probablemente debe buscar un parangón fuera de nuestras fronteras. Somos una comuna privilegiada. Debemos reconocerlo así, y por ello, nuestro aliciente a hacer más y mejor debe estar situado en torno a estándares internacionales.
Las últimas cifras de victimización nos muestran que la gestión en este ámbito ha quedado rezagada y debemos actuar para generar mayor seguridad a los vecinos de Providencia.
Las decisiones tomadas en torno a nuestros Liceos Municipales dan muestras de que nuestras autoridades han olvidado que los niños y jóvenes tienen derechos que debemos reconocer y respetar y que, precisamente, estos establecimientos constituyen una ventana de oportunidad que le ofrece Providencia a los habitantes de otras comunas de Santiago, en el marco de la solidaridad que debe guiar la acción de cualquier gobernante.
¿Y qué pasa con la base social y ciudadana de Providencia?
¿Qué ocurre con sus juntas de vecinos, con sus comités de administración, con sus organizaciones deportivas, de adultos mayores, culturales?
¿Será acaso que las autoridades temen que los vecinos participen, opinen y se organicen para dialogar, proponer y decidir acerca de su vida, de la vida de sus barrios y por supuesto, de las decisiones que toma el municipio?
No debemos permitir que nos sigan engañando. Muchos habitantes de la comuna están ávidos de involucrarse, de participar y de actuar. Porque saben que hay un mundo amplio más allá de su televisor, de su departamento, de su reja.
Providencia es el lugar que escogieron para vivir junto a sus familias y deben poder ejercer su derecho ciudadano de manera libre. No permitamos que nos sigan poniendo obstáculos para ello.
¿Y qué decir de nuestra imagen como comuna?
¿Podemos permitir que ilegítimamente ella sea utilizada como escenario para llevar a cabo actos de defensa corporativa de hechos condenados por la justicia?
Lo ocurrido en el Club Providencia con el apoyo de las autoridades municipales en torno a un condenado por violación a los derechos humanos, no sólo es una inmoralidad, sino un abuso de confianza para todos sus vecinos que de manera mayoritaria –sea cual sea su tendencia política- están comprometidos con la democracia.
Por todo esto y mucho más, no cabe duda que Providencia requiere con urgencia un cambio. Debemos hacer de ella una comuna modelo: Próspera, Participativa, Segura y Solidaria.
Debemos ser vanguardia en todos estos aspectos, tanto nacional como internacionalmente.
Debemos destacarnos como referente mundial en el trato que les brindamos a nuestros adultos mayores.
Debemos ser una comuna de avanzada en torno a gestión artística y cultural.
Debemos llevar estas actividades a los barrios, a las plazas. Providencia debe tener una gestión descentralizada. Nuestros espacios públicos, nuestros parques deben ser rescatados y protegidos del avance devorador del cemento. ¿Quién nos preguntó si queríamos destacarnos por tener la mega construcción más grande de Chile?
Providencia debe ser referente también en solidaridad. Como buen vecino debe tender una mano a las comunas menos favorecidas, a sus habitantes. Este enfoque humanista debe guiar la toma de decisiones de la gestión municipal también para quienes viven en ella
¿O acaso desconocemos que muchos de sus vecinos por razones familiares o de salud hoy viven situaciones de estrechez que no se condicen con un pasado mucho más boyante en lo económico?
¿Y cómo lograr este cambio? ¿Cómo hacer que efectivamente superemos la inercia, la costumbre, el conformismo, el miedo? Tengo la convicción de que aquello se hace aunando voces y voluntades. Dejando de lado las legítimas diferencias para concentrarse en un bien mayor. Conversando, generando acción. Providencia 2012 debe ser distinta: participativa y democrática.
Todas las fuerzas vivas de la comuna, las diferentes sensibilidades políticas democráticas, debemos hacer un sólo coro, una sola energía, un solo corazón.Providencia será distinta porque ya estamos actuando para ello.