01 feb 2012

Bonos y activos del clasismo

Las instituciones funcionan, decretó alguna vez el entonces presidente Ricardo Lagos.Resulta divertido verificar los alcances de este notable epíteto, figura literaria que hace de la redundancia algo elegante.

Surgido del albor de nuestra heroica historia, al amparo de quienes forjaron esta esforzada y joven nación, y que pervive como el rojo vino que noblemente encanece en las barricas de nuestras haciendas patronales, el clasismo es una institución que, en pleno siglo XXI, ha perdurado, obstinadamente, en el tiempo.

Enarbolar la “superioridad”, de carácter socioeconómico y cultural para segregar espacios de convivencia, es un hábito que sus entusiastas detentores no se resisten a continuar ejerciendo.

Y pese al minuto complejo que vivimos, en que los chilenos finalmente comprendieron de que pueden decir basta en las calles a tanto abuso patronal y colusiones financieras de toda índole, (sin que sujetos con lentes y bigote salgan de un auto de la CNI), los grupos de poder, los controladores de mesas de dinero y medios de comunicación, más la cohorte de figurines aspiracionales exhibidos en los mismos, pareciera que incrementan sus apuestas en el desprecio gratuito del otro, sólo porque su apellido no es centroeuropeo, su cara no parece la de un querubín sonrosado, su cuenta corriente –si la tiene el pobre cristiano- no parece tener límites, o no egresó, simplemente, del colegio de donde sale la gente “decente y conocida”.

Y es que, para nuestra élite 2.0, el clasismo pareciera estar mutando de ser un mero exabrupto de señora para cortar una discusión incómoda, a convertirse en una útil herramienta para la obtención de mejores y mayores réditos.

Reciente ejemplo tenemos en un programa de ficción disfrazado de realidad, en el que se exhibe impúdicamente la agresión gratuita de un palurdo aventajado económicamente hacia una compañera de encierro de carácter marcadamente popular, y que le esgrime, precisamente, en la cara sus supuestos pergaminos de nacimiento.

A los opinólogos, aclimatados (¿gratamente?) a esta violencia social, el tema les parece tan banal como un vidrio roto por un pelotazo. A los ejecutivos, más rating y auspiciadores que, no nos engañemos, son sus amigos. Curioso caso de sadomasoquismo, agredir con tan inusitada fuerza al público que los premia con la sintonía. Only in Chile…

Otra evidencia es la obsesión de nuestros genios publicitarios por utilizar sólo modelos caucásicos en sus costosos spots, lo que haría a la enorme mayoría de nuestra población una especie de espectro colectivo social para los medios.

En Chile no hay tanto morocho, he oído decir a más de algún cretino. Raro, he visto publicidad colombiana, peruana, argentina que no vacila en incluir a todo tipo de personas en sus ingeniosos comerciales; la variedad de pigmentación difícilmente puede incidir en el alza o baja de las ventas de las grandes empresas.

¿Será que, a ojos del mercado que todo lo ve, todo lo sabe, el chileno mayoritariamente mestizo no tiene onda para usar la polera aquella, el telefonito perno ése, o el auto de lujo aquel?

Peor aún, es que al espectador promedio, arguyen, le gusta la evasión y, por ende, contemplar a gente “linda” que le permita olvidar un rato su realidad… Olvidar su realidad, desrealizarse, no ser, ojalá. No me los muestren, no quiero verlos, huelen a pobreza, diríase, glosando al gran Peter Capusotto.

Y aquí el tema del clasismo empieza a oler peligrosamente a criptonazismo cuando al tema de las lucas se le añade la aleatoriedad del tono de piel. Buen hombre, entiéndalo bien, a usted que le gusta tanto el darwinismo social: No existe evidencia científica alguna de superioridad intelectual de una pigmentación social por sobre otra ¿O me va a decir que los egipcios o los mayas eran rubios?

Adivino tu réplica twittera, buen hombre, no eres nada más que un resentido social, otra arcada verbal para cortar las palabras que no queremos oír.

Aclaro que esta columna no es un acto de discriminación a la inversa, valoro el esfuerzo personal y me gusta que a la gente le vaya bien y prospere.

He compartido con personas exitosas en lo profesional que son dignas de admiración, y que muestran sin ínfulas, auténticos valores, reflejos de una cultura auténtica, ésa que te hace un humanista, un ciudadano del mundo, un demócrata abierto a los otros.

Pero, ciertamente, es desconcertante la pretensión de algunos, varios de ellos posicionados en importantes instancias de decisión (lo que realmente me preocupa), que insisten en adjudicarse una superioridad incluso genética para justificar un sojuzgamiento político, económico y social.

Es hora de replantearse estos determinismos decimonónicos que apestan a naftalina y viven sobrevolados por polillas; en este siglo nuevo todos deberíamos tener las mismas opciones, acceso expedito a la cultura, la misma posibilidad de prosperar, en suma.

La capacidad real de cada uno determinará los éxitos que cada cual se proponga. Como ve, eso no es comunismo, señora, es la justicia social que no dictó Lenin, el diablo, sino que se consagró en la Revolución Burguesa de 1789 y forma parte de los derechos individuales con los que hace tantas gárgaras Libertad y Desarrollo y que, a su vez es razón constitutiva de la fundación del estado moderno.

Como hijo de una clase trabajadora que obtuvo una educación de calidad de parte de ese estado que (todavía) creía en la igualdad de oportunidades, me pregunto ¿será que esto último es el secreto terror que alimenta el fraude retórico de la discriminación por clase?

Este es un espacio de libertad, por lo que solicitamos que no lo desaproveches. Contamos con que las opiniones se remitan al contenido de las columnas y no a insultos, ataques personales, comentarios discriminatorios o spam.

Por lo mismo y buscando el buen funcionamiento de este canal de expresión, requerimos de un registro previo utilizando Twitter, Facebook, Gmail o Disqus.

Si tienes problemas para registrarte, haz click acá.

  • Anónimo

    El clasismo y racismo chileno se remontan de la situación colonial. La independencia no sacó a Chile del Barroco en el que aún vive. El cliché cuenta que era tanto este defecto social que una de las primeras obras de O´Higgins fue terminar con los títulos de nobleza. Algo de cierto debe haber en la leyenda.
    Sudamérica y nuestro país se independizaron y jamás conocieron la revolución industrial, de ahí la mediocridad de sus elites que siempre apelan a apellidos y abolengos. Son una casta mediocre que no compite con las regionales por nada moderno, a diferencia del primer mundo donde esas elites deben tener países competitivos para ganarle a la aristocracia de al lado. De ahí que fomentan el progreso de los grupos medios y la tecnificación de los sectores populares.
    En la Colonia pre independencia era el título familiar y ciertas profesiones las que marcaban la diferencia entre la rotada y los elegidos. En esos años eran los Teólogos y los Licenciados en Derecho y los médicos las profesiones de los de arriba.
    La fiebre de estos últimos 40 años de la clase media por poseer hijos con títulos es a cómo de lugar y es un fenómeno que proviene de esta sociedad colonial de títulos y cartones que acrediten pureza o lejanía con la rotada.
    La clase media aspiracional (no la meritocrática antigua) nacida de la revolución armada de derecha del 73,  cayó redondita en la fábrica de títulos construida por la derecha económica. Aparecieron como callampas las Ues privadas, porque había que venderle a esa clase media nueva un hijo PROFESIONAL, aún si éste  no tiene dedos para el estudio o jamás hizo méritos, para ello está disponible el endeudamiento hacia una privada que no pide puntajes y que jamás va a rechazar un examen de grado.
    En Europa hay 1 profesional por 11 técnicos y acá es al revés, las razones provienen de esta condición Barroca. Los chicos crecen pensando que serán médicos, ingenieros o abogados y que jamás serán soldados, sólo generales.

  • RodrigoQuintana

    El clasismo y racismo chileno se remontan de la situación colonial. La independencia no sacó a Chile del Barroco en el que aún vive. El cliché cuenta que era tanto este defecto social que una de las primeras obras de O´Higgins fue terminar con los títulos de nobleza. Algo de cierto debe haber en la leyenda.
    Sudamérica y nuestro país se independizaron y jamás conocieron la revolución industrial, de ahí la mediocridad de sus elites que siempre apelan a apellidos y abolengos. Son una casta mediocre que no compite con las regionales por nada moderno, a diferencia del primer mundo donde esas elites deben tener países competitivos para ganarle a la aristocracia de al lado. De ahí que fomentan el progreso de los grupos medios y la tecnificación de los sectores populares.
    En la Colonia pre independencia era el título familiar y ciertas profesiones las que marcaban la diferencia entre la rotada y los elegidos. En esos años eran los Teólogos y los Licenciados en Derecho y los médicos las profesiones de los de arriba.
    La fiebre de estos últimos 40 años de la clase media por poseer hijos con títulos es a cómo de lugar y es un fenómeno que proviene de esta sociedad colonial de títulos y cartones que acrediten pureza o lejanía con la rotada.
    La clase media aspiracional (no la meritocrática antigua) nacida de la revolución armada de derecha del 73,  cayó redondita en la fábrica de títulos construida por la derecha económica. Aparecieron como callampas las Ues privadas, porque había que venderle a esa clase media nueva un hijo PROFESIONAL, aún si éste  no tiene dedos para el estudio o jamás hizo méritos, para ello está disponible el endeudamiento hacia una privada que no pide puntajes y que jamás va a rechazar un examen de grado.
    En Europa hay 1 profesional por 11 técnicos y acá es al revés, las razones provienen de esta condición Barroca. Los chicos crecen pensando que serán médicos, ingenieros o abogados y que jamás serán soldados, sólo generales.

  • http://www.facebook.com/crisporellana Cristian Orellana Garrido

    Toda la razón. Y se refleja en el habla. Yo he trabajado haciendo traducciones y he descubierto que el español chileno es rico en insultos clasistas (casi imposibles de traducir), cosa que no existe en otros idiomas. En cambio, el inglés y francés abundan en insultos racistas, allá es otra la lacra.

  • http://www.facebook.com/crisporellana Cristian Orellana Garrido

    Toda la razón. Y se refleja en el habla. Yo he trabajado haciendo traducciones y he descubierto que el español chileno es rico en insultos clasistas (casi imposibles de traducir), cosa que no existe en otros idiomas. En cambio, el inglés y francés abundan en insultos racistas, allá es otra la lacra.

  • http://www.facebook.com/people/Gonzalez-Juan/100002979549969 Gonzalez Juan

    Pero si te pones a meter este tema , te diran  resentido social.

  • http://www.facebook.com/people/Gonzalez-Juan/100002979549969 Gonzalez Juan

    Pero si te pones a meter este tema , te diran  resentido social.

  • http://twitter.com/anderfrith andrés lopez u

    Probablemente, Juan, quién no se expone en Chile cuando denuncia, pero ese es uno de los objetivos de esta columna: Existen en Chile todo tipo de falsas tradiciones, dogmas prefabricados y mistificaciones teledirigidas, es hora de aceptar su existencia, y erradicarlas… por lo menos de nuestras cabezas.

  • http://twitter.com/anderfrith andrés lopez u

    Probablemente, Juan, quién no se expone en Chile cuando denuncia, pero ese es uno de los objetivos de esta columna: Existen en Chile todo tipo de falsas tradiciones, dogmas prefabricados y mistificaciones teledirigidas, es hora de aceptar su existencia, y erradicarlas… por lo menos de nuestras cabezas.