14 ene 2015

Yo todavía soy Charlie (aunque tú ya no lo seas)

Estoy más que consciente que el déficit atencional de mis compatriotas ya amenaza con erosionar de antemano las palabras que siguen ”¡Ya fue!”, oigo exclamar a los devotos seguidores de la moda en todas sus expresiones.

La obsolescencia de la tecnología se instaló hace mucho tiempo en el subconsciente del hombre esquizoide del siglo XXI (el que lee entienda), el flujo noticioso es tan veloz y variado que poco espacio hay para un juicio racional y calmo frente a los mercuriales flashes noticiosos que se consumen bajo el rótulo de información, con la misma avidez e indiferencia con que el chileno se zampa un helado o un cuarto de libra ojalá con queso.

De esta forma no es efímero el hecho en sí, es la calificación de noticia el que lo es, y esa calificación es, por ende, subjetividad; cuando esa subjetividad tiene la firma de un conglomerado de medios con una lista grosera de intereses, el asunto es preocupante.

Esa subjetividad se convierte en la realidad acatada sin más reparos por los demás. Es tal la prisa que no hay tiempo real para la reflexión. Rodeado de tanta información actual de deshecho, hoy día parece completamente inadmisible la existencia de un Platón o un Aristóteles.

Hace menos de una semana, una pandilla de infelices acribilló a un grupo de artistas visuales a sangre fría nada menos que en la capital de las artes: París. Se identificaron con la traída de los pelos variante del Islam conocida como yihadismo y validaron su ataque en base a la que consideraban la imperdonable blasfemia de representar a sus bien amados objetos de culto.Semejante crimen  concluyó con la todavía más cobarde muerte de un policía herido que clamaba piedad y era a su vez ¡musulmán!

Bravo, idiotas, tienen el paraíso de su dios más que merecido, incluso con el bono extra de matar a uno de sus propios hermanos. La policía francesa acaba de hacerles el favor, ultimándolos hace poco, cuando habían tomado rehenes en una imprenta y un mini mercado para proseguir con la carnicería en honor a su dios, al que llaman el misericordioso (!)

El sardónico medio galo Charlie Hebdo, -cuyo equivalente podríamos encontrar en el Mad estadounidense, el Punch británico o en The Clinic acá- había publicado gruesas caricaturas de Mahoma lo que detonó la furia de estos iluminados de poca monta, cuyo único argumento de fe eran unas Aka-47. Aleluya.

Se inició en el mundo rápidamente una benigna ola de solidaridad. 3,7 millones de franceses marcharon en París el domingo pasado, musulmanes, judíos, cristianos y ateos, encabezados por líderes mundiales (ruidosa ausencia de un Obama pajarón, escandalosa presencia de Netanyahu) y la consigna “Je suis Charlie”, colmó toda red social que se respete. Miles de ilustradores dispensaron sus homenajes, extraordinarios.

Para todo aquel que tienda a simpatizar con esos pobres infelices que les gusta oponer violencia a ideas, balas a pinceles, imagine el cuadro de tres tipos armados hasta los dientes y fusilando impunemente a Hergé, Quino, Goscinny o Matt Groening.

Algunos y algunas objetan que la calidad estética del semanario humorístico deja bastante que desear y que sus portadas no hacen sino estimular el desprecio de raza y clase propio del colonialismo occidental. Denostan el que denominan desprecio hacia las minorías y se desmarcan (no sé si por… moda la verdad) con un sonoro “Yo no soy Charlie”.

Conforme, estamos en una democracia y sé que rebatir las ideas de amigos y enemigos internautas en Chile no debería valerme un kilo de plomo en mi cuerpo (jeje). Pero aquí es donde hay que recordar el contexto real de las cosas. Se argumenta que Charlie Hebdo simplemente cosechó lo que sembró, se metió con religiones, atacó a los débiles que dijeron basta, etc. etc.

Primero, quiero que sepas que esta revista no es un pasquín anti-islámico, las bromas incluyen a todas las religiones establecidas, a la siniestra derecha de Le Pen, incluso a Michelle Houllebecq.Cuando las religiones detentan poder, hacen lobby a la banca y sus líderes, legitiman iniquidades como el abuso patronal o encubren crímenes como el genocidio o la pedofilia, no son sino caras del lavado de imagen del poder fáctico.

Ante su enorme poder, ¿cómo se pueden criticar sus vicios, sus silencios, la soberbia que suelen exhibir muchos de sus líderes? El islam es una de las religiones que más crece en el mundo, ¿puede seguir considerándosele como una “minoría”?

Este artículo no es un ataque al islam, basta de paranoias. El mismo Mahoma en sendas cartas predicó el mutuo entendimiento y la misericordia real y el respeto con los cristianos. (No existen documentos correlativos de parte del cristianismo en esa época). Al profeta se le representó en numerosa y rica iconografía en el mundo musulmán. Este mundo fue el que nos dio a un Avicena, a un Averroes, al sufismo.

¿Qué les ocurrió a después a sus líderes que permitieron la aparición de horrores y errores como Al Qaeda, Boku Haram o Isis? ¿Y en qué pensaban los deschavetados jeques, republicanos y tories que los financiaron generosamente?

¿Qué piensan los imanes de grupos que fomentan la ignorancia, el machismo recalcitrante, el exterminio sin control del que piensa distinto? No, no hablo de los nazis, Mr. Spielberg. Ustedes critiquen a Charlie Hebdo, a mi me preocupa el resurgir de los brutos, los ignorantes con todo el poder de fuego que deseen y la anuencia de cada vez más gente.

Lo ha dicho Ian Mc Ewan en un notable artículo reciente: Estamos frente a la resistencia heroica contra un grupo de enajenados cuyo logro máximo es el rapto y violación de mujeres, maltrato y adoctrinamiento de niños soldados, oposición al alfabetismo, un genocidio inédito,  destrucción de patrimonio cultural de su propia cultura y un largo etc., todo esto bajo la “tolerancia”(?) de occidente.

Charlie Hebdo estaba para contener eso, con una de las pocas armas que nos quedan: el humor.Para eso nació la comedia, del canto burlón, lascivo y mal comportado dios Commus se pasó a la risa para corregir vicios sociales, para advertir de la corrupción del poder, para disuadir de la necedad y recuperar la capacidad de análisis.

Lo dijo Mauricio Kagel, no hay nada más serio que el humor. Todo humor, por grueso que parezca, comporta una moral. Yo estoy de parte de la moral de Charlie, yo todavía soy Charlie.

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  • Pedro Pagliai

    Si el humor comporta una moral, una dualidad, una separación, un sesgo inevitable, entonces es lógica la serie de hechos, siendo SOLO UN ESLABÓN de éstos, la matanza producida en París y lo subsecuentes que los medios nos informarán.
    He ahí una raíz, el origen, la causa primera de este asunto, parafraseando a Bert Hellinger por cuanto “La verdadera necesidad de establecer modelos y definir lo bueno es el precursor del conflicto humano y de la guerra.” Revisen la historia, revisen nuestra tan alabada civilización y debajo de sus logros más bellos y desastres más atroces, se presenta un guión común.

    Entonces, desde la nodualidad, ¿qué apariencias ocultan los opuestos complementarios? llámese occidentales v/s orientales (qué términos más impreciso, por lo demás). Es posible que el humor no comporte una moral, sino al contrario, tienda a manifestar una manera de iluminar la sombra, ese lugar tal como diría C. G. Jung., donde nos reímos de los tabúes, de nuestras exageraciones, de aquello que no nos gusta de nosotros y que proyectamos en el otro, y que en un sentido de unidad tenemos la posibilidad de integrarla a nosotros mismos.

    Cuando leemos este artículo y advertimos las aparentes contradicciones, es interesante trascender nuestros sesgos,

    Cuando vemos que hay revistas que se alimentan del morbo político económico y trascendemos nuestros sesgos de preferencia,

    ¿Qué hay?

    Qué interesante observar que un dibujo no significa nada en sí mismo.
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    • andrés lopez u

      Por cierto, las dualidades definen la civilización como la conocemos. Es hora de superar esas barreras al fin y al cabo meramente conceptuales y por ende convencionales.
      Claramente el dibujo no es sólo eso: c’est ne pas une pipe…

      • Pedro Pagliai

        Concuerdo, Una definición dual de la civilización es a lo que nos referimos, día a día y tal como dices superar ese estado de percepción es un desafío personal que implica a la humanidad. Ahora, observemos qué herramientas empleamos para ello, siendo nuestras expresiones culturales facetas de ese estado de conciencia individual y colectivo que se retroalimenta..

        Personalmente, abogamos por un cambio paradigmático. Y cuando eso “no es una pipa” este fascinante cuestionamiento es una invitación a observar qué, por qué y para qué percibo lo que percibo; entiendo lo que entiendo, deseo lo que deseo, respondo lo que respondo, de modo que hay premisas que pudieran cambiar o ampliar el modo de operar del “guión” que uno descubre de este mundo de ilusión basado en el miedo y la división.

        Por eso fui categórico en mi primer comentario.

        Lo que sucede es coherente a nuestro estado de creencias colectivas.

        Queremos modificarlo, pero aún no hemos cuestionado el origen del guión, nuestros condicionamientos, nuestros propios conceptos que nos definen. No podemos modificar nada de lo externo, porque es una proyección de nuestro estado interno. Y no hay nada afuera que no esté implicado con todos. Ese es el cambio de paradigma que abogamos.

        De hecho, siento que soy Charlie y no lo soy a la vez. Reconozco esa dualidad en mí. Y el mundo te exige una definición por uno o por otro para preservar su demencia. ¿por qué lo exige?

        No es pesimismo deducir que haya más manifestaciones de este tipo, las cuales son crueles y violentas. Es nuestra propia crueldad y violencia incomprendida en las creencias que sustentamos y que incluso le damos una gradación, pero cuyo origen , insisto, es el mismo. Miedo.

        PS: Y por cierto, no hay armas qué ocupar para cambiar el mundo, para defenderse ¿de qué?. Qué sutil es nuestro lenguaje. Llenos de connotaciones y creemos que es la realidad. Por eso decimos que el miedo, no es real.

  • Camila C.

    Sinceramente me parece una columna llena de ego. ¿Todavía eres “Charlie? ¿Te debemos felicitar por ello? ¿Te sientes mejor que los demás que no? Porque eso es lo que refleja la columna.
    Lamento profundamente la muerte de aquellos hombres asesinados por terroristas que no merecen un poco de pena, pero estos son TERRORISTAS, no musulmanes, que, como tu mismo escribiste, estos están muy lejanos de lo que predicaba su Profeta.
    Aún así, yo no soy Charlie, no estoy de acuerdo con las caricaturas de las religiones, y antes de que me ataquen de religiosa, debo dejar en claro que no lo soy, no pertenezco a ninguna religión actualmente, aunque este bautizado bajo la religión católica, ya que eso escapó totalmente de mis manos. Pero obviamente el asesinato de estos hombres es horrible, por una caricatura murieron y eso es totalmente penoso.
    A la hora de escribir, el ego se debe dejar de lado, mucha gente lamenta lo que pasó en Francia, no por no escribir en Facebook, Twitter, o escribir una columna, significa que ya no les importa, que bueno que tu lo hagas, pero eso no te hace mejor persona, ni mejor que los demás. Las redes sociales no son la vida.

    • Pedro Pagliai

      No es un problema que sea una columna llena de ego. Habitamos el mundo del ego. Retrucar contra el ego de Andrés, es en sí, es usar el propio ego. ¿Cuál es la diferencia?

      Es así como podríamos descubrir las implicancias del guión que nos gobierna. El ego separa, intenta definir según sus propias necesidades, y eventualmente esas necesidades no son “reales”, responden a necesidades de otros, no las propias, las del individuo. El ego se proyecta en el mundo e interpreta una serie de colores y líneas como una agresión a una creencia previa en pos de la “libertad de expresión” ¿y nos sorprendemos con sus efectos devastadores?