Hoy, cuando mi abuela me comentó lo bien que estaba funcionando el sistema de denuncias anónimas implementado por el ministro Hinzpeter, debo confesar que no le entendí bien qué me quería decir.
De hecho, según recuerdo, cuando la idea se planteó, y se informó profusamente que esto ayudaría a combatir la delincuencia y -muy especialmente- el tráfico de drogas, ella, es decir mi abuela, realizó varios comentarios contrarios a la iniciativa.
Así las cosas, fui directamente a preguntarle qué la había hecho cambiar de opinión.
Bueno me dijo, entiendo que la investigación de la colusión de los productores de pollos y ahora la de los supermercados están basados en una denuncia anónima. Yo creo, me insistió, que esto tiene que haber sido resultado de este fono denuncia implementado por el ministerio del Interior.
No quise discutir con ella. Me temo, que de ser así, el fono denuncia se deberá clausurar.
En caso que este mecanismo siga funcionando, tendremos que evitar se envíen a la Fiscalía de Irarrázabal más antecedentes de colusión o, por último aceptar que en nuestro país, en lugar de “economía de mercado”, lo que impera es una “colusión de mercado”.
¿O una economía de colusión?