El jueves 7 de agosto, último día de la Semana Mundial de Lactancia Materna, presentamos ante la Cámara de Diputados un proyecto de ley para crear Bancos de Leche Humana. A mi juicio, este proyecto tiene una relevancia en dos dimensiones: la de generar políticas públicas de igualdad social para niños y niñas y la de avanzar en una nueva mirada del rol social de la mujer.
En la primera dimensión, un Banco de Leche Humana será un aporte en establecer como un derecho el que niños y niñas reciban leche materna, más allá de la posibilidad de su madre de poder dársela.
Muchos estudios afirman que el amamantamiento es un proceso que, además de ser natural, provoca diferencias sustanciales en los pequeños, pues al mismo tiempo que fomenta el apego, es el mejor y más completo alimento que un niño o niña puede recibir en sus primeros meses de vida.
La leche materna es un alimento inmuno modulador, esto quiere decir que, además de otorgar protección contra infecciones y alergias específicas, estimula el desarrollo del sistema inmune de los menores. Así lo establece el Manual de Lactancia para Profesionales de la Salud, de la Comisión de Lactancia del ministerio de Salud en conjunto con la UNICEF.
Además, tal como lo señala el ministerio de Salud en su página oficial, “la lactancia permite un importante ahorro de recursos a nivel familiar y de la sociedad. Los productos sustitutos de la leche materna son caros y en ocasiones deben ser importados, lo que genera un gasto importante de divisas para el país. Las familias de muy bajos recursos alimentan a sus niños con mezclas diluidas de poco valor nutritivo, que no contribuyen a un crecimiento y desarrollo adecuados.”
Niños y niñas prematuras o enfermas, con la existencia de Bancos de Leche Humana tendrán un elemento más de fortalecimiento y recuperación, lo que se ha experimentado en todos los países de Sudamérica como política de salud pública, a excepción de nuestro país, que es el único de la región que no cuenta con esta herramienta.
Hay entonces razones de diversa índole para fomentar la creación de Bancos de Leche Humana: razones de salud pública, de protección de la primera infancia, de reducción de las tasas de mortalidad infantil, de economía en la salud, de equidad social, entre otras.
Por esto, hemos presentado el proyecto de ley que crea un Banco de Leche Humana, con lo que esencialmente queremos avanzar a cambiar el paradigma: de la obligación de la madre a amamantar sólo a su hijo, al derecho de todos los niños y niñas a recibir leche materna, por esto mismo proponemos que sea de exclusivo uso en el sistema de salud, siendo imposible su comercialización.
Como madre, entiendo por experiencia propia la necesidad del amamantamiento, porque además de ser vital, es un momento de apego y conexión como existen pocos y que difícilmente puede ser explicado a quien no lo ha experimentado.
Pero hay ocasiones en las que a una madre por razones médicas no puede dar leche, sea porque su pezón no está listo para amamantar, su hijo está enfermo y debe ser hospitalizado u otras circunstancias que evitan que pueda ser amamantado en sus primeros días de vida. Más allá de las razones, el derecho de los niños y niñas a recibir leche humana debe prevalecer y es lo que promovemos con el proyecto de ley.
Por otra parte -avanzando en la segunda dimensión propuesta, la de la mujer en la sociedad-, en los últimos años, diversas tendencias ideológicas han sacado la maternidad de lo privado y la han trasladado al debate público. Por años, la mujer, la crianza y la maternidad estuvieron adscritas al espacio doméstico, sin tener mayor relevancia para los debates políticos nacionales.
Pero en la actualidad tanto las redes sociales como los espacios de opinión casi a diario se debaten sobre temas de crianza, tales como amamantar en público, cuidado infantil, derecho a sala cuna, formas de educación en la casa, entre otras.
Este tránsito de lo privado a lo público, de lo doméstico a lo social, de lo poco importante a la relevancia nacional, tiene que ver con la compresión de la mujer como un ser integral, que al ingresar al mundo del trabajo y/o la participación política, no deja en casa a la mujer madre, sino que la lleva consigo y que intenta romper con estándares sociales prefabricados por un modelo ideológico imperante que visualiza a la mujer como objeto de deberes (sexuales, maternales, maritales) y no como sujeto de derechos.
En el libro “Sobre bancos de leche humana y lactancia materna” se sostiene que, “la propia existencia de los bancos de leche, con todo el dispositivo técnico que suponen, con el único objetivo de preservar y dispensar leche materna, aumenta el valor de la lactancia desde un punto de vista social”.En síntesis, avanzar hacia la creación de un Banco de Leche Humana, releva la lactancia y con esto el rol de la mujer a una situación de importancia vital de carácter nacional, que apunta a cambios culturales que debemos ir abriendo.
Así, un Banco de Leche Humana que instala el derecho de niños y niñas a recibir leche materna y posiciona al amamantamiento como un derecho, además de ser una trascendente política de salud pública, se vuelve un aporte a la transformación cultural que apunta a terminar con la discriminación de las mujeres y su anulación política y social, un camino hacia el que un país que camina en cambios profundos no puede obviar avanzar.