08 may 2014

Secuestro permanente

Estoy dentro del sistema Isapre desde que nací. Mi madre era dueña de casa y mi padre era contador auditor y en esa época se desempeñaba en el banco BHC en lo que pensaba sería el trabajo de toda su vida. Vivíamos en La Reina en una casa arrendada. Mi padre es de Valparaíso y mi madre de Viña del Mar y se habían venido a Santiago debido al trabajo de mi padre.

Cuando comencé a caminar mis padres notaron que algo raro ocurría, me caía demasiadas veces y mi pierna izquierda empezaba a parecer algo chueca en relación al resto. Me llevaron a varios médicos, me pusieron una especie de protector plástico a ver si se enderezaba.

Finalmente y a partir del consejo de un médico porteño amigo de mi abuelo llegaron a la consulta privada de un traumatólogo joven pero promisorio.Se me diagnosticó una rara patología (para la época) que impedía que mi fémur creciera de forma adecuada.

Se programó la primera operación y la compra de un artefacto médico que hubo que pedir al extranjero. El banco lo compró y gestionó su ingreso. El precio era exorbitante para nosotros. Me operaron el año 1980.

El año 1982 el banco fue declarado en quiebra. Una quiebra bien extraña que llevó a sus ejecutivos a la cárcel años más tarde y a uno de ellos a ser biministro durante la dictadura de Pinochet.

Mi padre quedó cesante bastante tiempo. Habían pensado en comprar una casa, pero terminamos comiéndonos todos los ahorros. Yo seguía enferma y necesitaba tratamiento y permanecía en la Isapre, ya que mi padre estaba convencido que mi enfermedad debía ser tratada con lo mejor, y se le había dicho que ahí estaba la mejor salud.

Fui operada varias veces en la clínica Santa María, la clínica Santiago (que ahora ya no existe), la clínica Indisa y el Hospital Clínico de la Universidad Católica. Mis estadías fueron variadas, en la Indisa el año 80 tuve efectivamente “lo mejor”, mi mamá se pudo quedar a dormir en una pieza exclusiva, sin embargo me agarré una infección intrahospitalaria que me persigue hasta el día de hoy y nunca supieron en cuál de las instituciones fue, ya que además tenían que hacerme curaciones en otro lugar. Nada se sabía en ese entonces de demandas por negligencia médica.

A medida que los años pasaban y la situación económica de mi familia empeoraba, pasé a conocer los pensionados y las salas comunes. Era salud privada, mi Isapre cubría ciertos montos, y mi familia tenía que costear el resto, una y otra vez. Me becaron en el colegio porque la plata no nos alcanzaba. Mi mamá pasó de ser dueña de casa a manejar un transporte escolar. Nunca tuvimos casa, arrendamos años y años. El plan se iba encareciendo cada vez más, pero mi papá nunca dejó de pagarlo.

Fui adulta, por un tiempo era carga de mi papá para no perder ese viejo plan que ya no existía. Me casé cuando aún estaba estudiando. Mi marido estaba en otra Isapre, Colmena.

Como hombre joven y sano su plan era muy barato, decidimos tener un plan familiar, salirme de Vida Tres y unirme al suyo, la ley estaba de nuestra parte ya que yo estaba casada con él. La ejecutiva vino a la casa y nos habló maravillas, llené la declaración de salud con todos mis males. Colmena me rechazó por todas mis pre existencias.

Fuimos a la superintendencia, se abrió un juicio, lo ganamos. Colmena nos ofreció el peor plan posible. En la superintendencia el señor que nos asesoró me dijo: mire, efectivamente pueden hacerlo, y analizando el plan que tiene en Vida Tres no le conviene salirse porque NUNCA tendrá esa cobertura en ninguna otra parte, de hecho si se va a Fonasa, jamás podrá volver al sistema de Isapre ya que NADIE la aceptará.

Y así me convertí en lo que soy, una secuestrada, una prisionera del sistema de Isapres.Todos los años debo pelear para que no me aumenten el plan, siempre quieren echarme de algún modo.

Cada vez que entro a esa Isapre siento que van a desvalijarme, no firmo nada sin consultarlo. Sigo enferma, he tenido que someterme a dos operaciones en un periodo muy corto de tiempo. No puedo operarme en otro lado que no sea la clínica con la cual mi Isapre tiene convenio. Me cubren harto, claro que sí, pero el monto de la clínica es tan elevado que igual termino pagando muchísimo.

No puedo tener un seguro porque nadie aseguraría mis preexistencias. Soy una leprosa para el sistema de salud. Y siempre mis problemas son de alta complejidad por lo cual temo profundamente irme a Fonasa, porque no sé si podrían tratarme a tiempo.

Confío mucho más en los médicos del sistema público que en el privado, pero no puedo arriesgarme a la burocracia o a la carencia de insumos. He llegado a consultar médicos que trabajan en lo público para que confirmen o no el diagnóstico que me hacen en el sistema privado.

Con la medicina privada tengo instalada una desconfianza extrema. Me solicitan resonancias y scanner siempre. ¿Serán necesarios? Me dicen que los exámenes deben ser hechos en ciertas instituciones por que otras no son confiables y siempre las confiables son las más caras.

Es por esto que me produce una rabia tan enorme cuando escucho decir a la derecha chilena que ellos son los defensores de la libertad de elección, en salud, en educación, en todo. Que no quieren que la gente no pueda tomar decisiones.

Anda dando vueltas por todos lados la declaración llena de verdad de esa mujer pos incendio que dijo que los pobres no elegían donde vivir. Claro que no eligen nada de nada.

Este capitalismo instalado en este país sin posibilidad ninguna de que hubiéramos elegido otra cosa lo tiene a usted y a mí en la fantasía de la democracia, la libre elección y todo eso, cuando es la peor de las condenas.

Secuestrados de nuestros territorios, de nuestros colegios, de nuestras universidades, no son solo los pobres los que no pueden elegir sino que somos millones los que no podemos elegir nada de nada.

Acá los únicos que pueden elegir son un puñado de familias que hacen y deshacen para seguir manteniendo sus privilegios, que son los dueños de mi Isapre, de la clínica donde me atiendo y que le pagan al médico que me ve para que me diga ciertas cosas.

Hoy tuve que ir a urgencia porque estaba con un fuerte dolor de oído, fui a una clínica privada con la que tiene convenio mi Isapre, se me atendió muy pronto. La atención duró 10 o 15 minutos, tengo otitis.

Salí de la consulta y tuve que ir a pagar. ¿Le pusieron algún medicamento o le hicieron algún examen? No. ¿efectivo o tarjeta? Tarjeta. ¿cuotas? Si tres cuotas precio contado. Ok, inmediatamente le imprimo sus recetas.

Si no pagas, no hay recetas. Si no pagas no hay nada. ¿De esa libertad es de la que hablan?

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  • August Medina

    Estremecedor. El problema de la salud en Chile es horroroso.

    La duda está en si un sistema totalmente estatal sería efectivamente mejor. Porque el problema no está solo en Chile, sino en todo el mundo, con todos los sistemas imaginables.
    Cada día aparecen nuevas formas de exámenes y tratamientos, pero son carísimos (sobretodo cuando recién emergen) y es legítimo que nadie quiera privarse de los avances. ¿Y quién debe pagarlos?

    Hace 50 años, las personas con patologías poco frecuentes o muy graves simplemente se morían. Hoy pueden ser salvados con nuevos tratamientos y tecnologías. La sociedad cree que existe la obligación de salvarlos, pero no ha establecido con la misma claridad como pagar esos costos.

    • Alejandra González

      Creo que las preguntas que planteas son muy importantes y es que el tema de la salud abarca no solo la condición de atención del paciente si no el negocio de los proveedores, por agregar un punto más. Si el sistema es estatal, pero seguimos comprando tecnología y medicamentos a un sistema privado que solo lucra con ello, no estaremos viendo el problema en sus complejidad. En Chile hay una deuda con la medicina, y esto implica la inversión en investigación médica sólida cuyos resultados puedan ser utilizados por el Estado. Y a simple vista esos costos me parece que están tóxicamente sobre estimados (basta ver la variabilidad de precios de una resonancia médica por ejemplo). Muchas gracias por tu comentario.

  • Pedro Pagliai

    Es una posibilidad cierta comenzar a hacerse cargo de la propia vida, y reconocer el valor detrás del miedo, de reconocer que hemos aceptado la definición de libertad que alguien nos ha dado sin examinar, y que al darnos cuenta que no es así, creemos que nos han embaucado, sin la menor intención de abandonar nuestro lugar de víctimas cuando cabe la posibilidad de que nunca lo somos.

    Reconocer eso sí tanta falacia en este relato, en la medida que creemos que nuestra salud depende de un sistema de salud, ya sea Isapre o Fonasa.

    Reconocer tanta falacia en la propia definición de enfermedad que sustenta el sistema médico.

    Reconocer que un eventual desenlace de esta historia es la sgte.:

    “A los días de escribir esta publicación tuve la oportunidad de darme cuenta que no todos pensaban como yo.

    Algunos relataban que habían salido de Isapre con la convicción de que cerraban un ciclo lleno de miedo y desconfianza. Ya no les era posible concebir que cada mes dedicaran parte de sus energías en revisar sus cartolas de información, los montos de cada atención recibida, en suma, dejar de sentir pistola en el pecho que hasta ese momento pensaba que nos ponían. ¿Cuál habría sido el motivo para tomar esa decisión? ¿Por qué yo no podía y ellos sí?

    Decidí, entonces, investigar cómo lo habían hecho. Pronto descubrí que mi enfermedad no era la razón de las decisiones o mejor dicho, de las dudas que tenía para cambiarme. Hasta ese momento mi enfermedad me había hecho creer que era única y especial, y que yo debía tratarme con lo mejor tal como mi padre lo había previsto.
    Como una luz a mi ser, por primera vez pensé que la opinión de mi padre era incorrecta: no era la mejor atención de la Isapre (o de quien fuera externo a mí) lo que me curaría, sino mi propia opinión, mi propia certeza, mi propia acción.

    Retomé el artículo publicado y lo leí palabra por palabra. Era la vida de una persona que se adjudicó su papel de víctima, empobrecida y sin la capacidad de decidir. Que no era capaz de tomar una simple decisión como de renunciar a Isapre y planear un cambio fundamental en mi vida. Que había inventado una historia sólo para adjudicar mis pesares a ese abstracto que se llama sistema. Luego mi marido prolongó ese cuidado especial que dijo mi padre, yo merecía, aceptando quedarme en una Isapre en condiciones que yo misma consideraba miserables. Hasta ese minuto no tenía conciencia que a pesar de lo vivido, y comencé a vislumbrar que es posible replantearme mi propia vida, momento a momento. Mis afecciones que me atormentaban eran a causa de mi propia valoración, haber creído que era especial hinchó mi orgullo y narcisismo hasta un nivel de decidir contar mi historia con la ingenua esperanza que alguien me escucharía, si finalmente yo no me escuchaba a mí misma,

    Sentí una alegría y también, lo reconozco vergüenza por haber escrito el estar “secuestrada”. Yo era mi propia carcelera, mi propia celadora. Y recordé la historia de la caverna de Platón.

    No recuerdo cuánto habré llorado porque me daba cuenta de lo feliz que era, a pesar de que existan las Isapres y mis supuestas enfermedades o todo lo vivido. Eso ya no existía más porque por primera vez me dije a mí misma cuánto me amaba y perdonaba, a mi marido, a mi padre que estaba tan equivocado y yo le creía pero ahora los amos más.

    Mi cuerpo experimento una notable mejoría por este mismo hecho de reconocer mi propia valores y coherencia. De hecho, no me arrepiento de haber publicado esta historia, porque de algún modo era la antesala de un momento crítico que condujo a la transformación. Me sentí plena por haber tomado mi propia decisión, la mejor decisión para mí”

    Alejandra González

  • María

    Impactante tu testimonio Alejandra. Estamos atrapados en este sistema que nos tiene anestesiados, pero no es un problema de la derecha, los que se dicen de izquierda mantienen este modelo porque les conviene.

    • Alejandra González

      Claramente esto tiene que ver con un modelo ideológico que se ha instalado con una eficacia impresionante, y donde lo que aparece como “izquierda” también asume acríticamente esos fundamentos haciendo mejoras muy cosméticas. La realidad la observaremos cuando podamos analizar la propuesta que emanará de la comisión de expertos en unos meses más y a partir de la cual podremos discutir cuál es el concepto de derecho a salud que tiene a su base. Gracias por el comentario.

  • juan

    Yo pienso q la salud deveria ser unica sin isapres un puro fondo nada mas , fonasa . Ahora tambien me digo contodo respeto quien xuxa manda en este pais , los grandes empresarios o el govierno

  • Kareen Lowick-Russell Coloma

    Muy fuerte lo que comentas Alejandra, en qué minuto en Chile todo se transformó en un negocio?? Existen muchas paradojas en este sistema, la salud es para quienes no se enferman, los bajos intereses bancarios son para los que más plata tienen, los prestamos son para los ricos, la educación es un privilegio..etc, etc, etc. Gracias por la valentía de compartir tu testimonio, que seguro habrán muchos más…