El uso de tecnologías digitales por los adolescentes, incluyendo las computadoras y celulares, se ha incrementado en los últimos años en relación con las pantallas tradicionales como el cine y la televisión.
Chile es el quinto país del mundo que más tiempo pasa en redes sociales y el tercero con mayor penetración de Facebook (90.7%). Un gran porcentaje de este grupo son niños y jóvenes que determinan sus relaciones interpersonales desde esta plataforma, sin mayor control parenteral y sin conciencia de los riesgos asociados al uso de esta tecnología. Estos usuarios jóvenes consumen 1 de cada 3 del total de minutos online, constituyéndose en el segmento de audiencia más comprometido con esta red social.
En el país existen muy pocos estudios que permitan establecer si el uso intensivo de Internet a través de distintas pantallas, definido por algunos como hiperconectividad, puede aumentar la agresividad y las conductas de riesgo en los jóvenes, incluyendo un mayor consumo de alcohol y drogas, más precocidad o promiscuidad sexual y, en algunos casos, conductas autodestructivas como la anorexia o el suicidio.
La versatilidad, creatividad y flexibilidad de las aplicaciones de este sistema les proporciona a los jóvenes un espacio abierto para la exploración, en constante renovación y cargado de novedades.
Este anhelo constante de saber que está pasando en la red lleva, en sus versiones más extremas, a una dependencia para estar continuamente conectado al medio virtual en detrimento de la conexión con su propia realidad.
Recientemente la Asociación Americana de Psiquiatría decidió incorporar a partir del 2013 en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, la adicción a Internet, incluyendo los niños y adolescentes.
La incertidumbre sobre los efectos nocivos de corto y largo plazo que la hiperconectividad puede tener para los jóvenes de hoy, obliga a padres, educadores, médicos, políticos y grupos vinculados a la salud pública y las comunicaciones, a hacerse parte de un modelo educativo que pueda instruir adecuadamente a la juventud con el fin de prevenir los riesgos para la salud vinculados al uso excesivo de las múltiples pantallas.
Al mismo tiempo es necesario establecer, a través de estudios interdisciplinarios, el verdadero efecto que las conexiones sociales con la web pueden tener en el desarrollo de patologías como la obesidad, el suicidio, la anorexia, la depresión, las adicciones y otros trastornos psiquiátricos.
Porque estamos preocupados, hemos organizado un seminario para debatir el tema con la colaboración de la UNICEF, la UNESCO y el Consejo Nacional de Televisión, que se realizará a fines de octubre.