Durante estas primeras semanas de julio la Comisión de Salud del Senado estará discutiendo las indicaciones al proyecto de ley para ambientes 100% libres de humo de tabaco.
Las modificaciones a la Ley Antitabaco serán motivo de un prolongado debate en el Congreso, para el cual los fumadores ya deben estar preparando sus argumentos con el fin de defender su derecho a fumar.
Por lo mismo, la comunidad médica debe hacer presente la evidencia científica que avala la irrenunciable decisión de poner freno a la comercialización y consumo del tabaco, para eliminar el factor causal de múltiples enfermedades que no solo pueden llevar a una muerte anticipada de los adictos, sino que genera importantes y evitables gastos en salud, lo que indudablemente afecta al país entero.
En efecto, el tabaco es un factor determinante no sólo de trastornos respiratorios (desde bronquitis crónica y enfisema hasta cáncer bronquial), sino también de graves enfermedades circulatorias como la obstrucción de arterias (coronarias, carótidas, renales, de las extremidades), y el desarrollo de aneurismas potencialmente letales.
Las enfermedades arteriales deterioran la calidad de vida del paciente, y requieren intervenciones complejas y demandantes de tecnologías cada vez más onerosas. Y esto sólo como ejemplo, porque hay cerca de 300 enfermedades asociadas al consumo de tabaco.
Hasta el momento, la ley antitabaco había establecido la habilitación de espacios para no fumadores en lugares públicos cerrados.
Sin embargo, esta norma ha resultado claramente insuficiente a la hora de resguardar la salud de la población, porque permite que sigan existiendo sitios cerrados donde sí se puede fumar.
A éstos asiste al menos el 41% de la población chilena adulta que se declaró fumadora en la última Encuesta Nacional de Salud. Esto significa que casi la mitad de los chilenos está expuesto a desarrollar las enfermedades vasculares mencionadas, causantes de infarto cerebral, infarto del miocardio, insuficiencia renal o gangrena de las extremidades, por sólo mencionar algunas.
Así como se logró erradicar la tuberculosis vacunando sistemáticamente a la población, las enfermedades ligadas al tabaco se extinguirán sólo con una política nacional que libere nuestros lugares de estudio, de trabajo, y nuestros espacios públicos en general, de la contaminación por humo de cigarro. Esto acompañado de los programas educativos que terminen con la adicción al tabaco en nuestra población.
Según cifras del ministerio de Salud, nuestro país ya está gastando 2.500 millones de dólares al año en enfermedades asociadas al hábito de fumar. Este dinero podría ser destinado a otras prioridades en materia de salud, si se dispone de una estrategia sólida y certera en contra del cigarrillo y a favor del bienestar de la población.
Fortalecer la Ley Antitabaco es nuestra oportunidad. El respeto al medioambiente comienza por el respeto a nuestro propio ecosistema.