Un debate serio sobre el aborto – que permita generar las respectivas políticas públicas – debe comenzar por distinguir los diversos tipos de aborto conforme a las causas que se invoquen, independiente de la posición doctrinaria que se tenga sobre el aborto en general.
En tal sentido quisiera agradecer al senador Ignacio Walker por reinstalar en el debate público legislativo, y de generación de políticas públicas, un tema que se ha debatido “detrás del aborto terapéutico”, el cual no se ha enfrentado directamente, como lo es elaborto en caso de violación.
La propuesta del senador Walker apunta a despenalizar el aborto en dicha situación.
Permítanme aportar algunos elementos a considerar en dicho debate, y por lo tanto, las consiguientes definiciones que a mi juicio debe adoptar el Estado de Chile sobre la materia.
En primer término, frente a una situación de violación de una mujer en edad fértil, se debe considerar la oportuna y completa implementación de la “píldora del día después”, con el respectivo seguimiento y control médico, siendo ésta una política pública que evitaría la gran mayoría de los eventuales embarazos en caso de violación.
No existe ninguna justificación médica, de salud pública, ni de política-social que impida dicha medida.
Tener presente que no hay acceso universal a este método, no todos los consultorios la entregan (recordar municipios de derecha que la niegan) y en farmacias es un drama conseguirlas, aun teniendo dinero para comprarla. Puede ser un calvario acceder a la “píldora del día después” con todo lo que implica la presión sicológica y social de quien la solicita.
Pero en la situación de que dicha intervención fracase y se produzca el embarazo no deseado por cualquier motivo – como por ejemplo, la víctima del delito de violación no lo denuncia ni adopta medidas al respecto, situación muy comprensible en los casos de violación de una adolescente, que por causa del mismo delito, no reacciona y oculta la ocurrencia del ilícito.
En estos casos el Estado tiene el deber de desarrollar una potente batería de medidas, una vez que el embarazo se hace conocido por la propia victima o su entorno, como posibilidades de adopción o acompañamiento a la madre, entre otras medidas, pero nunca con una “espada de Damocles” sobre la victima de violación de un aborto penalizado.
Entiendo que la propuesta de Walker no va bajo el supuesto de que, frente a cada embarazo producido por violación, se va a aplicar un aborto, sino que es despenalizar el eventual aborto en dichas casos, asumiendo el Estado y la sociedad en su conjunto una serie de políticas públicas que eviten un mayor sufrimiento a la víctima y generando acciones de protección a la mujer violada.
Finalmente la decisión del aborto, en el caso de la mujer que sufre una violación que queda embaraza por dicho acto delictual, es una decisión que debe adoptar la propia mujer, acompañada por su entorno afectivo y por el Estado, a través de sus diversos organismos, decisión que debe ser adoptada sin la presión de una pena aflictiva.
En lo personal, soy un abierto partidario de la vida y contrario a la práctica del aborto, que atenta contra una vida totalmente inocente– donde el Estado debería desarrollar verdaderas políticas públicas para bajar las cifras negras de aborto en Chile – pero la penalización de una conducta dice relación con una sanción social que en la figura del aborto en caso de violación claramente no tiene ninguna justificación, dentro de los fines sociales que debe perseguir toda pena.
Importante sería abrir el debate a otras figuras penales como el estupro, pues el abuso, principalmente de los adultos responsables, son de mayor ocurrencia de lo que se cree.
Reconozco que mi participación en el presente debate tiene una gran limitación, soy hombre, y como tal mi opinión se genera desde dicha condición limitante frente a la posibilidad de comprender procesos como embarazo y aborto.
Por lo anterior, se debe tener presente y generar las condiciones para que mujeres – organizadas o en forma individual – puedan expresarse y sean recogidas sus opiniones en este debate puntual sobre el aborto en caso de violación, debate que además de una discriminación de género tiene una fuerte discriminación social.
Finalmente quiero reconocer la valentía del senador Walker de plantearnos – a partir de una reforma legal – un debate necesario.