Ha aparecido en la prensa de Derecha con caracteres destacados la acción del Arzobispo de Santiago, el Cardenal Ezzati, de enviar al Vaticano algunos antecedentes sobre los sacerdotes José Aldunate, Mariano Puga y Felipe Berríos, sobre la base de algunas críticas recibidas por sus opiniones públicas.
Llama la atención que el Arzobispo se una al Nuncio para el envío de estos antecedentes a Roma, en momentos que el Papa Francisco ha iniciado un notable pontificado que busca, entre otros objetivos, la puesta al día de la Iglesia Católica con los temas de la sociedad actual, más allá de la obsesión de las últimas décadas por la moral sexual.
Si bien la reacción oficial posterior ha señalado que lo que “el Arzobispo sí ha hecho es responder a una solicitud de la Nunciatura Apostólica en Chile, de enviar las distintas declaraciones que han hecho estos tres sacerdotes y que han aparecido en distintos medios de comunicación”, no se justifica la acción, pues Ezzati habría sido el dueño de las tijeras o, a lo menos, tuvo conocimiento del contenido de la respuesta a la solicitud.
Esta acción ha despertado una profunda desilusión en muchos católicos que conocemos directa o indirectamente a los involucrados.
El valioso testimonio de Benito Baranda en una columna, sobre los tres sacerdotes cuestionados, motiva a manifestar el respaldo a sus opiniones.
Conozco personalmente a José Aldunate, figura señera en el acompañamiento a los más necesitados. Fue compañero de comunidad de Ignacio Vergara S.J., ya fallecido, uno de los primeros curas obreros, que laboraba como trabajador del fierro junto a sus colegas, hombre santo en su oficio y como pastor.
También conozco, aunque no presumo de ser su amigo, a Felipe Berríos que, entre otros logros, fue el creador e inspirador de la notable obra “Un techo para Chile”, que ha sido la fuente de atracción de cientos de jóvenes que han acudido con generosidad al servicio social que él inspiró y acogió a quienes no tenían atracción por la actividad política, pero sí por labores comunitarias, posibilitando la formación de líderes motivados por ideas altruistas y solidarias.
Sus denuncias a la “cota mil” han sido fuente de irritación de muchos, que se sienten acusados por sus dichos, pero en las sociedades siempre deben existir voces que hagan este tipo de denuncias, aunque puedan resultar exageradas.
Escuché en Radio Cooperativa, en el Programa del café matinal del 14 de octubre, el vibrante testimonio de Camilo Escalona sobre la abnegada labor del sacerdote Mariano Puga en defensa de los más pobres en un mundo de delincuencia y droga, como ocurre en la población La Legua, actividad que ha seguido en todo lugar donde ha realizado su labor cristiana, más notable pues él nació “en cuna dorada”.
Esta actuación del Arzobispo de Santiago parece aún más sorprendente cuando se observa el objetivo del Papa Francisco por modificar profundamente la presencia de la Iglesia Católica en el mundo actual y su mensaje renovador ha encontrado resistencia de “los que mandan” en Roma, representados por la Curia, cuyo representante en Chile es el Nuncio, con el cual Ezzati aparece como si fueran “hermanos de leche”. Los trascendidos del actual Sínodo reflejan esta disputa no declarada por el poder de la institución.
¿Qué sucede en Santiago que el gobierno de la arquidiócesis recae en autoridades que en vez de unir separan? Después de la actuación de Arzobispo Errázuriz en el caso Karadima, en que sus cuestionamientos escritos daban innumerables vueltas al mundo antes de llegar a Roma, su sucesor parece muy urgido en informar.
A pesar de todo lo anterior, seguiré pagando mi 1% a la diócesis, espero que en beneficio de los curas jubilados que sufren pobreza.